¡Falsos PROFETAS!

¡Falsas ENSEÑANZAS!

 

Por el pastor y teólogo Wuiston Medina

Parte 2

Las palabras son las cosas más poderosas del universo.

La Fe es más importante que la voluntad de Dios.

Dar libertad al Espíritu.

 

Un falso profeta vende sus videos, empleando muchos trucos psicológicos para engatusar a incrédulos.

Un falso profeta vende sus videos, empleando muchos trucos
psicológicos para engatusar a incrédulos.

 

El falso profeta típico conoce muchas expresiones sugestivas, emotivas, motivadoras que excitan sentimientos de mentes carentes del conocimiento del evangelio verdadero. Es capaz de producir éxtasis o histeria masiva en multitudes de personas a la vez. Wuiston Medina escribe: Por ejemplo, repiten una y otra vez: “nosotros decretamos”, “nosotros declaramos”, “nosotros ordenamos”, “el poder está dentro de nosotros”, “en este momento hay una palabra poderosa gravitando aquí”, “yo suelto la palabra”, “yo tengo una palabra profética para ustedes”, “yo les profetizo ahora”, “en este instante yo desato el poder de la sangre del Cordero”, “yo estoy sintiendo una unción poderosa en este momento”, “yo les doy a ustedes ahora, una doble unción, coloquen sus manos hacia mí”.

 

Las palabras son las cosas más poderosas del universo

     ¿Más poderosas que Dios? “Una vez habló Dios; dos veces he oído esto; que de Dios es el poder” (Salmo 62:11). En vez de “orar el problema”, debemos sólo “orar la solución” (“hacer una afirmación positiva”), enseñan los falsos profetas. “Confesar el pecado”, lo cual significa arrepentimiento del pecado y separación del mismo según 1 Juan 1:9 y Proverbios 28:13, no se debe hacer por cuanto es una “confesión negativa”. Una “confesión negativa” es tan poderosa como una “confesión positiva”, dicen. ¿Y dónde creen ustedes que se practica primeramente tal cosa? En las reuniones de los “ocultistas o satanistas”, especialmente en el “chamanismo” (“conjunto de creencias y prácticas en la comunicación con el mundo de los espíritus”), donde los pensamientos, las palabras e imágenes mentales tienen el mismo poder que los ídolos, y están estrechamente relacionados con ellos. Ellos repiten y repiten un “mantra” (palabra especial que según ellos contiene poder espiritual). Por eso en sus reuniones practican el “decretamiento”, que es la repetición de las “confesiones positivas”, a fin de “crear” lo que se está diciendo. Por ejemplo, repiten una y otra vez, “nosotros decretamos”, “nosotros declaramos”, “nosotros ordenamos”, “el poder está dentro de nosotros”, “en este momento hay una palabra poderosa gravitando aquí”, “yo suelto la palabra”, “yo tengo una palabra profética para ustedes”, “yo les profetizo ahora”, “en este instante yo desato el poder de la sangre del Cordero”, “yo estoy sintiendo una unción poderosa en este momento”, “yo les doy a ustedes ahora, una doble unción, coloquen sus manos hacia mí”, etc., etc. Si esto no es “hechicería”, por favor, díganme ¿qué es? Es interesante observar las veces que usan o anticipan el pronombre personal “yo” ante el “nombre de Dios”, los auto nombrados “profetas y apóstoles” de hoy. Lo mismo hizo “Lucero, hijo de la mañana”: “(yo) subiré al cielo”, “(yo) levantaré mi trono”, “(yo) en el monte del testimonio me sentaré”, “(yo) seré semejante al Altísimo(Isaías 14:12-14).

     Estos grupos (los “ocultistas”), no se reúnen para “pedir”, “suplicar”, “rogar”, “clamar”, “interceder” (palabras relacionadas con la oración a Dios, según la Biblia). Sin embargo, tales prácticas (“decretar o declarar”) propias de la hechicería, ya son aceptadas en muchas iglesias especialmente durante las “reuniones de oración”. ¿Qué tal? Ponen  a Dios en el cesto de la basura, usando las mismas palabras que usan los ocultistas con las llamadas “mantras”: “Decreto sanidad para usted”, “declaro prosperidad material para tu vida”, “decreto una vida de éxito para ti”, “desato las riquezas para ti”, “decreto tus deudas canceladas”, “ordenamos doble unción para todos ustedes”, “desato la unción de Dios”, “lanzo este saco a ustedes, el que lo recoja tendrá triple unción”, etc., etc. Pero lo increíble, lo insólito. A todo esto la mayoría de los cristianos de hoy (incluyendo pastores, evangelistas, diáconos, misioneros, etc.),  dicen ¡Amén! ¡Aleluya!

     ¿Habremos llegado a lo que declaró el profeta Isaías de la gente de su tiempo? ¡Ay de los que a lo malo dicen bueno y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce y lo dulce por amargo!” (5:20). Quien esto escribe escuchó con asombro, hace poco a un “profeta” decir en televisión: “Como es posible que la mayoría de los cristianos posean simplemente una salvacioncita, yo declaro ahora como profeta de Dios, que todos los que me están oyendo llegarán a ser inmensamente ricos”. Además, de “tener en poco la salvación”, es parte del “ocultismo hindú” (cierta clase de “chamanismo”), introducido en nuestro cristianismo por el movimiento conocido como “Nuevo Pensamiento”, al cual pertenecen connotados “líderes cristianos”, especialmente “famosos predicadores televisivos”. La Biblia no enseña tales métodos. Su peligro reside en el hecho de que estas “técnicas mentales chamánicas” producen estados mentales que son un sustituto de la verdadera solución que el creyente cristiano debe hallar mediante su relación con Dios por medio del Señor Jesucristo. Con razón alguien ha dicho: “El cristianismo de hoy comienza a oler mucho a psicología humanista” Nosotros agregamos: “Pero también a ocultismo o satanismo”. ¿Y saben qué? Esta clase de cristianismo “hiede en las narices de Dios”. O como lo expresó otro hermano hace poco: “Tal como van las cosas el cristianismo que hoy profesamos, muy pronto llegará a ser el gran pozo séptico de la ignorancia bíblica”.

Si Dios tiene que sanar siempre como respuesta a la oración de fe, eso ya no es fe sino orgullo disfrazado, una fe que se erige en jefe ante quien Dios tiene que inclinarse.

“Dios tiene que sanar siempre como respuesta a la oración de fe…” Eso ya no es fe, es “orgullo disfrazado”. La fe que se erige en “jefe” ante quien Dios tiene que inclinarse, tiene más de los demonios, que también creen y tiemblan, que del creyente cristiano que dice, “sea hecha tu voluntad y no la mía”. Es “un poder aplicado sobre Dios, que le obliga a él a hacer aquello que nosotros hayamos creído que él hará”. Al contrario, tenemos el propio ejemplo de nuestro Salvador, quien dijo: “No puede el Hijo hacer nada de sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre…” (Juan 5:19).

La Fe es más importante que la voluntad de Dios

     “Donde existe fe suficiente, los enfermos tienen que ser sanados porque esa es la voluntad de Dios siempre.” Enseñan los falsos profetas, especialmente los denominados “predicadores televisivos”. Si la curación no tiene lugar, es porque el enfermo no “activó su fe”. Por eso el llamamiento que permanentemente hacen es: “Activen su fe para que Dios haga el milagro”. Esta falsa enseñanza sobre la oración está extendiéndose cada vez más por nuestras iglesias, es más, la están llevando muchos estudiantes de Institutos Bíblicos y Seminarios Evangélicos. Usan generalmente Santiago 5:15: “La oración de fe sanará al enfermo”. Lo cual es cierto. El “Señor Jesucristo es el mismo, hoy y por los siglos”. En su gran amor y misericordia responde a la oración de fe y realiza maravillosos milagros. Este servidor ha visto muchos milagros a través de su vida, además del “milagro de los milagros, la salvación de la condenación eterna”. ¡Gloria a Él! Pero pretender partir de este hecho innegable, para decir que el Señor siempre tiene que sanar allí donde hay una “súper-fe”, significa violar uno de los “mayores principios” de interpretación bíblica. Construir todo un “sistema de doctrina” sobre un solo texto o versículo, es ser víctima del más grande de los errores. “La verdad que está fuera de relación con otras verdades que la condicionan, se convierte en error.” [Numerosos estudios sobre milagros de sanidad, don de sanidad, naturaleza y duración de los dones sobrenaturales se encuentran en www.editoriallapaz.org/espiritu_santo_lista_recursos.htm.]

     Si se toma como argumento la verdad de Santiago 5:15, “Dios tiene que sanar siempre como respuesta a la oración de fe”, necesariamente hay que pasar por alto una gran cantidad de otros pasajes bíblicos que, tomados en su conjunto, proporcionan una enseñanza equilibrada acerca de la “oración de fe”. Y es que la fe se torna en un elemento peligroso cuando toma una posición superior a la “soberana voluntad de Dios”. En otras palabras, cuando la fe pone a un lado los propósitos del Dios Todopoderoso, resulta ser tan renegada como el criminal sin ley y sin gobierno. Eso ya no es fe, es “orgullo disfrazado”. La fe que se erige en “jefe” ante quien Dios tiene que inclinarse, tiene más de los demonios, que también creen y tiemblan, que del creyente cristiano que dice, sea hecha tu voluntad y no la mía”

     Cuando nuestro Señor dijo en varias ocasiones, “tu fe te ha sanado”, no estaba con ello diciendo que haya algún poder mágico o mental desencadenado al creer, sino que la fe le ha abierto a Él la puerta para sanarlos. Como se dijo antes, para los predicadores de “el evangelio del éxito material o físico”, la fe no descansa en Dios, sino que es “un poder aplicado sobre Dios, que le obliga a él a hacer aquello que nosotros hayamos creído que él hará”. Al contrario, tenemos el propio ejemplo de nuestro Salvador, quien dijo: “No puede el Hijo hacer nada de sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre. Todo lo que el Padre hace, también lo hace el Hijo igualmente” (Juan 5:19). Y en la crisis suprema de su vida dijo: “No se haga mi voluntad, sino la tuya”. Nuestro Señor fue obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Si Jesús no “mandaba” a su Padre a hacer lo que él quería, ¿por qué tendríamos que hacerlo nosotros? Por tanto, “tener fe en la fe”, es una enseñanza contraria a la Palabra de Dios y por ende falsa de toda falsedad.

      Otro caso que arroja gran luz sobre esta “falsa enseñanza” acerca de que lo más importante es la fe y no la “voluntad de Dios”, es el caso del apóstol Pablo quien era un hombre que padecía una enfermedad. ¿Merecía Pablo ser sanado? Tres veces oró para serlo, podemos imaginar con qué fervor y fe lo habrá hecho. ¿Cuál fue la respuesta de parte de Dios? ¿Cuál era la voluntad de Dios? (2 Corintios 12:7-10). Esa respuesta produjo una transformación poderosa en Pablo según las palabras contenidas en el pasaje citado. Cualquier autosuficiencia, proporcionada por su gran fuerza física y abundante vitalidad, era casi seguro que hubiera resultado fatal. Él tuvo en sí mismo la respuesta de muerte (2 Corintios 1:8-10). Él tenía que ser uno que pudiera decir lo que dijo en Gálatas 2:20: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí”. Y en 1 Juan 5:14-15 tenemos una sólida base bíblica para esta posición sobre la “voluntad de Dios”: “Esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho”. ¿Qué quiere decir esto? Que el “Señor nos oye cuando pedimos de acuerdo con su voluntad”. Esto no quiere decir que el asunto queda en el aire, sino que se apodera de nosotros la seguridad absoluta, de que cualquiera que sea la respuesta a nuestras peticiones, su voluntad ha sido hecha. Es necesario pues, que “mientras oramos, es mejor dejar el asunto en las manos de Dios; él sabe qué es lo mejor”. Eso sí, con alabanza de “acción de gracias”, el verdadero secreto para disfrutar la verdadera “paz de Dios”(Filipenses 4:6-7), cualquiera sea la respuesta de Dios a nuestra oración.  

¡Mucho cuidado! Existen dos clases de terrenos en nuestras oraciones:

  • Un terreno que es firme y sólido. Hay cosas sobre las cuales no necesitamos decir, “Señor, sea hecha tu voluntad”, porque sabemos cuál es la “voluntad de Dios” (que los pecadores sean salvos, hacer buenas obras, que no haya yugo desigual en el matrimonio, etc., etc.).   
  • Un terreno que es incierto. Donde no sabemos cuál sea la “voluntad de Dios”, está la sanidad o curación. Es claro que debemos orar por los enfermos. Por las Escrituras sabemos que Dios quiere que sus hijos disfruten de salud física y todo lo demás. Sabemos también que el modo de vivir cristiano (comidas, bebidas, dormir, descanso, vicios, etc., etc., está relacionado con la buena o mala salud). Por ejemplo, es curioso ver cómo cristianos “maltratan” su cuerpo (templo del Espíritu Santo), se enferman por causa de la “comida chatarra”, o los no cristianos por causa de sus “vicios”, y luego, tanto los unos como los otros, acuden a las campañas de “sanidad divina” para que el “sanador” los cure, y así poder volver lo más pronto posible a lo mismo. ¿Interesante verdad? Pero sabemos además, que aún no tenemos nuestro cuerpo de resurrección, y que ésta, nuestra “casa mortal, está destinada a la muerte”. Y el Señor, en vez de curar el cuerpo, muchas veces llama a los suyos al hogar celestial. O por razones muy elevadas y santas, de naturaleza espiritual, permite la prolongación de un problema físico, como en el caso de Pablo. ¡Dios sabe porque lo permite así!

     La historia de cuatro hombres navegando a la deriva en una balsa de goma en el Océano Pacífico, después del hundimiento de su pequeño barco, ilustra de un modo hermoso este asunto de la “respuesta a la oración de acuerdo a la voluntad de Dios”. Uno de los de los hombres tenía un Nuevo Testamento que los demás pidieron que leyera. La Palabra de Dios despertó fe, y los hombres que jamás habían orado, comenzaron a clamar al Señor en medio de su desesperada necesidad. Pedían que pudieran ser avistados para ser rescatados. La respuesta no se hizo esperar. Comenzó a llover para que pudieran saciar con agua dulce la sed que los consumía. Un ave se posó, cada día, cerca de ellos para que alimentaran sus débiles cuerpos.

     Les llegó todo, menos lo que deseaban y pedían, “ser avistados por alguien para ser rescatados”. Esto les fue negado. No podían entenderlo. ¿Por qué el Padre celestial les daba agua y comida, y no la manera de ser localizados? Finalmente uno de los hombres sugirió que sería posible que la “voluntad de Dios” no fuera primeramente la de ser encontrados. Y es que estaban en una “buena escuela, la de la oración”. Nunca habían tomado en serio la Palabra de Dios, nunca habían orado en tiempo de necesidad. Era indudable que el Señor deseaba que alcanzaran un mayor aprendizaje en tan “maravillosa escuela”. Seguramente que cuando se hubieran cumplido los propósitos de Dios, y ellos hubiesen alcanzado un entrenamiento mayor, Dios haría que fueran localizados. Y así sucedió. A los veintidós días un avión que pasó sobre ellos los vio, y fueron rescatados. Esa era la “voluntad de Dios”.  

Hermanos, salten, griten, ríanse, silben, lloren, aplaudan, zapateen, ladren, maúllen, hagan lo que quieran, aquí le damos libertad al Espíritu, dicen algunos directores de alabanza. Cash Luna en una de sus actuaciones.

Cash Luna en una de sus actuaciones descabelladas. Wuiston Medina escribe: Es muy común hoy día ver en las iglesias, a “directores de alabanza” motivando a la congregación a la “adoración”, con mandatos como, “Hermanos salten, griten, ríanse, silben, lloren, aplaudan, zapateen, ladren, maúllen, hagan lo que quieran, aquí le damos libertad al Espíritu”. Y para rematar el “espectáculo”, dicen, “el que no lo haga no va para el cielo”.

Dar libertad al Espíritu

     Hoy nos dicen los autoproclamados profetas y apóstoles que durante el “culto a Dios”, el Espíritu se manifiesta por medio de diversos “movimientos externos corporales”, los cuales hay que tomarlos como señal o evidencia de “unción”, “doble unción”, “llenura”, “bautismo”, “santidad”, “espiritualidad”, etc. Es muy común hoy día ver en las iglesias, a “directores de alabanza” motivando a la congregación a la “adoración”, con mandatos como, “hermanos  salten, griten, ríanse, silben, lloren, aplaudan, zapateen, ladren, maúllen, hagan lo que quieran, aquí le damos libertad al Espíritu”. Y para rematar el “espectáculo”, dicen, “el que no lo haga no va para el cielo”. Por cierto, en una oportunidad, en determinada iglesia, era tanta la “euforia emocional” que invadía al “adorador”, que cuando pidió diversas “acciones para el Señor”, remató pidiendo, “y ahora un vómito para el Señor”. ¡Pero lo increíble, lo insólito una vez más! La mayoría de la congregación hizo el gesto como si efectivamente fuera a “vomitar”, a la vez que gritaba “gloria a Dios”.

     Definitivamente, o no hemos entendido el “delicado trato del Espíritu de Dios” en el corazón de las personas, o simplemente sin ningún desparpajo se utiliza cualquier “técnica” con el fin de que los asistentes a la “adoración pública” experimenten una especie de “catarsis psicológica”, y así olviden sus problemas (por lo menos, mientras permanece “la experiencia”, porque luego continuarán con los mismos). Y es que en demasiados casos, durante la “alabanza pública a Dios”, los creyentes se sienten llevados por el ambiente y creen que están experimentando el “poder del Espíritu”. Resulta que mucho, pero mucho de aquello que se cree que es “libertad del Espíritu”, no es otra cosa que distracción, libertinaje, carnalidad o sencillamente desorden. ¿Y saben qué? Esto engendra toda clase de confusión en los visitantes. Claro, nadie piensa en ellos, por cuanto sólo se piensa en  “lo suyo propio”. Además, hoy se relaciona el Espíritu Santo sólo con poder y no con la capacidad para vivir la “vida cristiana victoriosa” todos los días. Basta con viajar a alguna parte del mundo, donde según los falsos profetas, está la “bendición de Dios” para luego venir con “el poder” (imposición de manos en la plataforma para “tumbar gente”, “soplar el Espíritu” hacia la multitud, etc., etc., como verdaderos “HEMEN” del evangelio. A propósito, una hermana (la cual conozco desde hace varios años), miembro de una iglesia en Valencia, consultó con este servidor algo que le parecía muy “extraño”, de su pastor. Resulta que al regresar de una “Convención” llevada a cabo en otro país, vino con el título de “apóstol”, y por ende con “nuevos poderes espirituales”, así se los hizo saber  a todos los miembros de la iglesia. Por tanto, ahora debían darle “doble salario”, más una “cuota especial mensual” por parte de cada creyente. Como la hermana no quiso firmar el compromiso, me preguntaba: “¿Hermano pastor, hice bien o mal?”     

     Hablando de visitantes y retomando el tema de la “adoración pública”, los primeros quince minutos son cruciales para la “primera impresión” que han de recibir, por cuanto la “primera impresión” es la que va a prevalecer en ellos. En esos minutos es cuando deciden si van a volver. Nunca vamos a tener una segunda oportunidad para crear una “nueva impresión” en ellos. Es por eso que el mandato bíblico para cualquier ocasión sigue vigente: “Pero hágase todo decentemente y con orden”(1 Corintios 14:40). ¿Acaso no es cierto que mucho de lo que hacemos en la “adoración cúltica”, es conocido sólo por los creyentes; pero totalmente desconocido para los visitantes haciéndolos sentir incómodos? ¿No estaremos presentándoles un Dios sumamente extraño para ellos? ¿Un Dios que sólo exige “sacrificios”? ¿Acaso nuestro Señor no dijo, “misericordia quiero y no sacrificio”? ¿No será una necedad por parte nuestra, pretender que “adoren” como nosotros? Por ejemplo, ¿dónde está escrito que para adorar al Señor hay que repetir muchas veces el mismo cántico? ¿Quién ordenó en la Biblia que la congregación tiene que permanecer de pie durante media hora o más que dura la “cadena de cánticos de alabanza en la adoración pública”? ¿Qué de los adultos, de los que no pueden permanecer mucho tiempo de pie, pero especialmente de los visitantes que no están acostumbrados a tal posición por mucho tiempo? Pero claro, hay que hacerlo porque los “directores o directoras de alabanza” presionan a todos diciendo, “póngase de pie los que quieran ir al cielo”, “los que no salten es porque no tienen a Cristo” (y otras muchas “manipulaciones”). Es obvio que nadie quiere quedar en público como persona que “quiere ir al infierno”, que “no tiene a Cristo” o que “no tiene gozo”, etc., etc. Mas bien deberían decir algo así como, “hermanos y amigos, no se preocupen por la posición externa, lo que más le importa a Dios es la interna, la del corazón, la espiritual”. Esto es verdad y a la vez es “gentileza”. El apóstol Pablo escribió “…vuestra gentileza sea conocida por todos los hombres”, y además mandó: “Andad(pórtense) sabiamente para con los de afuera, aprovechando bien el tiempo presente”. “No seáis tropiezo ni a judíos, ni a gentiles, ni a la iglesia de Dios” (Colosenses 4:5; 1 Corintios 10:32).

 


 

Parte 1 de Falsos profetas. Falsas enseñanzas.

Parte 3 de Falsos Maestros. Falsas enseñanzas.

Parte 4 de Falsos Maestros. Falsas enseñanzas.

 

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