En esta Cuaresma, no dé a los obispos católicos
ni diez centavos

 

Marc Thiessen     |     The Washington Post

 

Marc Thiessen 

 

 

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El miércoles de cenizas, 6 de marzo de 2019, comienza el tiempo santo de Cuaresma -y también las campañas anuales de recaudación de fondos de parte de muchos de los obispos católicos de la nación conocidas como las solicitudes cuaresmales de los obispos. ¿Mi consejo para mis compañeros católicos? No les dé ni diez centavos.

El otoño pasado, se supone que la Conferencia Estadounidense de Obispos Católicos votara sobre una resolución para crear una comisión especial, miembros laicos a ser incluidos, que investigara a obispos que encubren abusos sexuales. En el último minuto, el Papa Francisco prohibió a los obispos tomar el voto. De todos modos, no está claro que la resolución hubiese sido aprobada. Al fin y al cabo, los obispos votaron sobre una resolución no obligatoria que declaró: “Sea determinado que los obispos de la CEOC [Conferencia Estadounidense de Obispos Católicos] animan al Santo Padre a entregar toda la documentación que pueda ser entregada conforme con la ley canónica y civil en lo concerniente a la mala conducta del arzobispo [Theodore] McCarrick”. El Registro Católico Nacional reporta que, mientras debatieron sobre el lenguaje, “ni siquiera podían ponerse de acuerdo acerca de la inclusión de la palabra ‘pronto’”.

Aun la resolución diluida fue rechazada por 137 a 83, absteniéndose tres obispos. ¿Quiere saber cómo votara su obispo? No puede. Cuando solicité la votación nominal a la CEOC, un portavoz replicó: “Lo siento; los votos son anónimos y de ahí no sabemos quién votara por qué opción”. Esa es su idea de transparencia.

La situación en Roma no es mejor. En este año, Francisco informó, según se alega, al cardenal Sean O’Malley, de Boston, que no autorizaría una investigación completa del encubrimiento de McCarrick. En 2015, O’Malley y un grupo Vaticano especial de consejeros que Francisco nombro para que él lo dirigiera hicieron una recomendación sencilla, a saber: si la oficina Vaticana recibe una carta del sobreviviente de un abuso, ha de responder a la carta. El Papa aprobó la recomendación, pero el Cardenal Gerhard Muller, prefecto de la Congregación Vaticana por la Doctrina de la Fe, ha rehusado cumplirla -sin incurrir consecuencias de parte del Papa.

En 2015, el Papa también aceptó crear un tribunal nuevo, que incluyera laicos, para juzgar a obispos que hicieran caso omiso o encubrieran abusos sexuales. Mas, sin embargo, un año más tarde cambió de parecer. Después de un “diálogo intenso”, dijo Muller, “se concluyó que, para confrontar posible negligencia criminal por obispos, ya contábamos con la competencia de la Congregación para Obispos”. Traducido: los obispos se controlarían a sí mismos.

Negativo; no pueden hacerlo. ¿Cómo es posible que, diecisiete años después de irrumpirse el escándalo sexual, aún estemos recibiendo nueva información de grandes jurados e informantes sobre la conducta escandalosa de obispos? Hasta que sean expuestos y removidos todos los obispos corruptos que, adrede, hayan ignorado o encubierto abusos, el laico debería repudiar las solicitudes cuaresmales de los obispos. Cuando su pastor le entrega un sobre, devolvérselo vacío -o mejor todavía, enviar a su obispo una carta, explicando que no recibirá ningún aporte financiero hasta que la conspiración de silencio se haya terminado y los obispos corruptos hayan sido llamados a cuentas.

Con el corazón apesadumbrado traigo este consejo porque soy, y siempre seré, un fiel católico. Nunca saldré de la iglesia por una sencilla razón: jamás permitiré que Judas me separe de Jesús. Pero, hablemos claramente: hay judases en los rangos de los sucesores actuales de los apóstoles. O encubrieron o ignoraron la mala conducta sexual, trasladando de un sitio para otro a sacerdotes predadores -y continúan haciéndolo. Dieron pagos secretos a víctimas, exigiéndoles que firmaran acuerdos de confidencialidad. Se les informó acerca de los abusos continuos de McCarrick, pero no hicieron nada -en no pocos casos porque McCarrick facilitó su ascenso a las posiciones poderosas que ocupan en actualidad.

La iglesia no es una democracia, ni debería serlo. Existe para esparcir las visiones de su fundador, y no las de sus seguidores. Sin embargo, esto no significa que el laico tenga que tolerar a los obispos que hayan hecho la vista gorda, ignorado o encubierto abusos. Tenemos que demandar que todo obispo que lo haya hecho sea llamado a cuentas y removido de su oficio. Claramente, las denuncias de las víctimas no son suficiente. Votar con nuestras billeteras resulta ser el único medio para lograr rendición de cuentas.

Puede que algunos objeten, planteando que lo solicitado por los obispos sufraga causas buenas. Hay una solución sencilla, a saber: circunvalar a los obispos, ofrendando directamente a las muchas organizaciones caritativas maravillosas católicas que socorren a los pobres y vulnerables. Simcha Fisher, del Registro Católico Nacional, tiene una lista de casi dos docenas de grupos caritativos católicos meritorios dedicados a brindar ayuda a los destituidos, impedidos, ancianos, perseguidos, enviudados, desamparados y aun a los no nacidos.

Lo que usted daría de costumbre a los obispos, déselos a ellos [a los grupos caritativos]. Aún más. Pero, hacer boicot a los obispos hasta que los líderes no se purifiquen de la peste de corrupción.

 

Réplica por Homero

 

Estimado Sr. Marc Thiessen, los escándalos sexuales de muchos obispos católicos romanos se debe al diabólico dogma del celibato obligatorio. “DIABÓLICO” es, efectivamente, como lo cataloga el Espíritu Santo en la primera epístola paulina dirigida al evangelista Timoteo. ¿No tiene usted conocimiento del texto inspirado? ¿No lee usted el Nuevo Pacto de Cristo sellado con su preciosa sangre? A continuación, la revelación precisa del Espíritu Santo hallada en 1 Timoteo 4:1-5.

“Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios; por la hipocresía de mentirosos que, teniendo cauterizada la conciencia, prohibirán casarse, y mandarán abstenerse de alimentos que Dios creó para que con acción de gracias participasen de ellos los creyentes y los que han conocido la verdad. Porque todo lo que Dios creó es bueno, y nada es de desecharse, si se toma con acción de gracias; porque por la palabra de Dios y por la oración es santificado.”

Prohibir casarse es justamente lo que hace la jerarquía católica romana, mientras que el Espíritu Santo requiere que el obispo sea “marido de una sola mujer que gobierne bien su casa, que tenga a sus hijos en sujeción con toda honestidad (pues el que no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo cuidará de la iglesia de Dios?); no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo.” (1 Timoteo 3:1-7) A consecuencia de la crasa y osada violación de estas directrices explícitas del Espíritu Santo, los obispos católicos romanos, lejos de cuidar a los feligreses, los abusan de varias maneras, siendo los abusos sexuales rampantes las manifestaciones más escandalosas de su insumisión al Nuevo Pacto de Cristo.

De manera que los obispos de las congregaciones del siglo I eran varones casados que tenían hijos creyentes(Tito 1:5-10). Todo diligente ministro de Jesucristo sabe que el propio apóstol Pedro era casado(Mateo 8:14), que seguía casado después de la resurrección y ascensión de Cristo (1 Corintios 9:5), que llegó a ser anciano (obispo) de una congregación (1 Pedro 5:1-5) y que tenía a un hijo creyente llamado Marcos(1 Pedro 5:13). ¿Lo sabe usted, Sr. Thiessen? ¿Lo saben los obispos de su Iglesia Católica Romana? ¿Lo sabe el Papa? ¿O solo saben de concilios ecuménicos y tradiciones desarrolladas posteriores al tiempo de los apóstoles auténticos y únicos seleccionados por Jesucristo?

Todo ministro debidamente informado y fiel también sabe que la práctica del celibato de parte de algunos obispos fue una innovación iniciada en el siglo III en congregaciones que ya se estaban apostatando de varias maneras de enseñanzas y ejemplos apostólicos originales. Esto, en pleno cumplimiento de la profecía enunciada por el Espíritu Santo en 1 Timoteo 4:1-5.

Usted afirma que es, y siempre será, fiel católico. El afamado historiador católico Hans Küng concluyó que Jesucristo no pudiera haber sido nunca católico, ni tampoco sus apóstoles. Porque las doctrinas que proclamaban y la iglesia que fundaron no se asemejan en nada a la Iglesia Católica Romana y sus dogmas. Cualquier estudioso imparcial del Nuevo Pacto y de la historia del cristianismo sabe que esto es muy cierto.

Respetuosamente, le insto a repudiar no solo a los obispos católicos corruptos sino a todo el sistema eclesiástico apóstata que los cría y respalda, desde el Papa hasta los millones de feligreses católicos que, reverenciando a la jerarquía católica romana, permanecen en tinieblas espirituales al no leer la Biblia, en particular, el Nuevo Testamento.

 


 

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