Capítulo Seis del Análisis
Espantoso drama de dos
grandes bestias apocalípticas
La Segunda Bestia de Apocalipsis 13
Acto 2
Escena 3
La bestia con apariencia de “cordero”, pero con voz
de “dragón”, ordena que se ponga “una marca
en la mano derecha, o en la frente”.
El “número de la bestia” es
“seiscientos sesenta y seis”.
Apocalipsis 13:16-18
[Continuamos el patrón de bosquejo iniciado en la “Escena 1”.]
IV. La segunda bestia “…hacía que a todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos, se les pusiese una marca en la mano derecha, o en la frente; y que ninguno pudiese comprar ni vender, sino el que tuviese la marca o el nombre de la bestia, o el número de su nombre” (Apocalipsis 13:16-17).
Sube el lienzo grande y comienza la “Escena 3” del “Acto 2” del Espantoso drama de dos grandes bestias apocalípticas.
Vemos en el escenario a mucha gente de toda categoría: “pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos”. Y en medio de la multitud, ¡ahí está esa grandiosa bestia hipócrita! La que tiene apariencia de “cordero”, como si fuera “mansa, humilde, tranquila, pacífica”. Pero, dentro de ella late corazón de “dragón”, y, por ende, cuando habla, ¡habla “como dragón”!
Se viste de “religiosa santa y sacrificada”, presentándose ante el público con sus “vestimentas sacerdotales blancas”, mas, sin embargo, su “religión”, apoyada en parte en sus “grandes señales”, es corrupta, engañando “a los moradores de la tierra”.
Soberbia, autoritaria y dominante, vemos cuando ella ordena “marcar” a todos los de la multitud, no importando su estatus cívico o político, la cantidad de sus bienes o su rango social, con “una marca en la mano derecha, o en la frente”.
El propósito de esta acción insólita es controlar el comercio, otra estratagema encaminada a someter completamente a su voluntad perversa a todos los “moradores de la tierra”. “Que ninguno pudiese comprar ni vender, sino el que tuviese la marca o el nombre de la bestia, o el número de su nombre.”
A. Para la interpretación de esta profecía, tengamos presente en todo momento que la segunda bestia ejerce su poder en presencia del Imperio Romano sanado. Recalcamos y subrayamos: ¡en PRESENCIA del Imperio Romano SANADO!
No perdamos de vista el contexto de esta profecía sobre “la marca... el nombre... o el número” de la bestia. Ubicar correctamente esta profecía en la línea del tiempo es vital para una interpretación libre de errores.
1. A fin de que no se nos olvide, de nuevo apuntamos que el Imperio Romano sanado cayó, para los efectos, en el año 1555 después de Cristo, aunque permaneciere de nombre hasta el año 1806. Definitivamente, no cayó en el año 476 sino el año 1555.
2. Por lo tanto, las profecías sobre lo que haría la segunda bestia en presencia de la primera ¡no son para el siglo XX ni para el XXI!
a) La profecía sobre la “marca o el nombre... o el número” de la bestia fue cumplida durante la Edad Media. Fue cumplida durante la existencia del Imperio Romano sanado. Este Imperio no permanece hasta el presente, y por consiguiente, la profecía no es para el presente.
Evidencias convincentes no las hay para identificar a la Unión Europea como una manifestación, o reencarnación, del antiguo Imperio Romano.
b) Tampoco es para el futuro esta profecía sobre la “marca o el nombre… o el número” de la bestia. El Imperio Romano no volverá a levantarse de nuevo. Fue sanado una sola vez de su herida mortal. Luego, después de doce siglos más de vida, expiró, no profetizándose para ella más sanidades.
Caídos los primeros seis reyes-cabezas-montes-reinos, aparece, en el tiempo programado por Dios, “otro” rey-reino, el cual es el séptimo, “y cuando venga, es necesario que dure breve tiempo” (Apocalipsis 17:10).
Entonces, viene el octavo rey-reino.
El sexto rey-reino era el Imperio Romano, incluyendo su estado de “cabeza sanada”. Aquel Imperio Romano cayó. No se reencarna en el séptimo rey-reino, como tampoco en el octavo. No se levanta de nuevo después de su último suspiro en el año 1806 d. C.
Ya que actúa la segunda bestia “en presencia” de la primera, es preciso buscar el cumplimiento de la profecía sobre la “marca” en los tiempos previos al año 1806. Este parámetro es vital para el entendimiento correcto del cumplimiento de la profecía sobre el número 666.
B. “Y hacía que a todos... se les pusiese una marca.” Es decir, a toda persona, sin tomar en cuenta su estado social, material o político. Durante la Edad Media, las dos bestias tenían autoridad “sobre toda tribu, pueblo, lengua y nación” (Apocalipsis 13:7). Por consiguiente, disponían de la potestad para “marcar” a toda persona de referido período.
C. “Una marca en la mano derecha, o en la frente.” ¿Qué era la “marca”?
1. ¿Era la “marca” literal? Es decir, ¿se trata de una marca material, visible o detectable de alguna manera, hecha específicamente en la mano derecha, y no en la izquierda? ¿En la frente, y no en la mejilla, el brazo o el hombro? ¿Tampoco en ningún otro miembro físico? ¿De todos los habitantes del mundo donde dominaba la segunda bestia?
Quizá la iglesia apóstata hiciera que se impusiese alguna “marca” literal en sus feligreses durante algún tiempo de la Edad Media, pero de haberlo hecho, desconocemos evidencias al respecto. En realidad, el contexto de la profecía no nos obliga a interpretar la “marca” como literal.
A la izquierda, la “marca”: ¿el “Código Universal de Productos”? Pintura por Duncan Long.
2. ¿Es la “marca” el código en forma de rayas (CUP, o sea, Código Universal de Productos) que aparece en casi todos los productos vendidos hoy día? Definitivamente, ¡no lo es!
El Sr. Duncan Long, pintor del cuadro, ejecuta su obra de acuerdo con una interpretación popularísima de la “marca”, pero esta interpretación, promulgada mayormente por pentecostales, carece de apoyo exegético correcto, pues hemos establecido ya que la profecía sobre la “marca” no es para el tiempo cuando se implementa el uso del CUP, ni tampoco para el futuro. Consideremos:
a) La segunda bestia exigía la “marca” durante el tiempo cuando actuaba en presencia de la primera bestia sanada.
b) La bestia sanada, o sea, el Imperio Romano sanado, existía durante la Edad Media, muriendo, por fin, en el año 1806 d. C.
c) Se deduce, pues, que la “marca” era, recalcamos, para aquel tiempo de la Edad Media, época durante la que la iglesia apóstata católica romana contaba, frecuentemente, si bien no todo el tiempo, con el poder de controlar el comercio en varios países y de exigir, a pena de castigo o muerte corporal, que todo ciudadano se identificara con una “marca”.
d) En el tiempo presente, la iglesia apóstata católica romana, sencilla y llanamente, no tiene el poder de controlar el comercio del mundo, ni de exigir, a pena de castigo o muerte corporal, que todo habitante del globo terráqueo tenga alguna “marca” para así tener derecho de comprar o vender.
Pese a que la iglesia apóstata católica romana contemporánea posea enormes riquezas, ella no controla, en absoluto, el comercio de los países más productivos y ricos del mundo.
Curiosamente, los países más productivos y ricos del mundo actual ¡no son “países católicos”!
Algunas de estas potencias económicas actuales son: Estados Unidos de América (los católicos componen solo el veintidós por ciento de la población de este país), China, Japón, Alemania, Inglaterra, Rusia, Indonesia, India, Taiwán, Corea del Sur y Arabia Saudita. Es notable que ningún país predominantemente “católico”, por ejemplo, Italia, España, Colombia, Argentina, Chile, Venezuela o Perú, exceptuándose quizá Brasil, figura entre los países más productivos y ricos del mundo contemporáneo.
3. ¿Es la “marca” alguna codificación, bien sea visible o invisible, en tarjetas bancarias, de crédito, de cédula, licencias de conducir o pasa-portes? ¡Negativo, en absoluto! La profecía sobre la “marca” se cumplió durante la Edad Media. Reiteramos: esta profecía no es para el siglo XX, ni el XXI ni tampoco el futuro.
La “marca… de la bestia”: ¿un microchip a implantarse en la carne
de la mano o debajo de la piel de la frente? ¡Negativo!
4. ¿Es la “marca… de la bestia” un microchip implantado en la mano o debajo de la piel de la frente? ¡Negativo! ¿Será la “marca” alguna señal invisible grabada en la frente o en la mano derecha mediante el uso de láser? De cierto, que no.
Tales ideas sensacionalistas suelen nacer solo en la mente de personas que aplican las profecías de Apocalipsis al presente o al futuro, ignorando los casi dos mil años de la Era Cristiana que ya pasaron. Durante estos dos mil años, se cumplieron muchas profecías apocalípticas, incluso la profecía sobre la “marca” de la bestia.
5. ¿Puede interpretarse simbólicamente aquella “marca” que la segunda bestia obligaría a recibir todo habitante de las tierras donde ella ejercía su gran “autoridad”?
Sin duda alguna. En tal caso, la “marca” pudiera haber sido cualquier objeto, frase, jerga, contraseña o ademán que la persona utilizara para identificarse religiosa o políticamente con la iglesia apóstata católica romana. Por ejemplo:
a) Una cruz roja o negra, cosida o dibujada en la ropa.
b) Persignarse, haciendo la “señal de la cruz”.
c) Un rosario.
d) Un crucifijo, de la forma o el material que fuese.
e) Una imagen, o una pintura, de la “Virgen María”, de Jesucristo, de un apóstol, o de cualquier “santo”.
f) Alguna reliquia –un pedazo de hueso de algún “santo”; un pedacito de madera, obtenida, supuestamente, de la misma cruz en la que Cristo fue crucificado.
g) Vestirse de blanco, de negro o de una combinación de estos dos colores.
h) Cualquier documento firmado por oficiales eclesiásticos o gobernantes católicos romanos.
i) Alguna insignia de las distintas y múltiples organizaciones de la iglesia apóstata.
j) Alguna insignia, documento, anillo o heraldo de gremios aprobados por la iglesia apóstata católica romana o las autoridades seculares que la respaldaban.
k) Velas votivas, mantillas de significado religioso católico romano, monedas usadas por los países o estados católicos, etcétera.
l) Expresiones tales como “¡Ave María!”, o la invocación de cualquier “santo” para el propósito que fuese.
i) En fin, cualquier doctrina, práctica o símbolo de la iglesia apóstata o del poder secular que la apoyaba.
D. “…que ninguno pudiese comprar ni vender, sino el que tuviese la marca.”
1. Esta profecía fue cumplida durante la Edad Media.
2. Las dos bestias se enseñoreaban fuertemente de los moradores de las tierras que controlaban, imponiendo duramente la ley secular y también la espiritual, a menudo con cruda violencia. Lógicamente, controlaban también el comercio. Se sugiere estudiar el Capítulo Siete de este Análisis para apreciar el tremendo dominio económico que ejercía la madre iglesia apóstata durante la Edad Media.
3. Tres casos de las restricciones económicas impuestas por la jerarquía de la iglesia apóstata ejemplifican las que imperaban dondequiera que esta entidad lograra hacer prevalecer “toda la autoridad de la primera bestia”.
(1) Alejandro III era el Papa de la iglesia apóstata desde el año 1159 hasta el año 1181 d. C. El Concilio Lateranense (año 1179) convocado por él, ordenó que ninguna persona traficara con los “herejes”, es decir, con las personas que no tuvieran la “marca” de la bestia, o sea, la aprobación de la Iglesia Católica Romana.
(2) El Sínodo de Tours, también convocado por Alejandro III, emitió un edicto mediante el que se ordenaba que no se vendiera ni comprara cosa alguna a cualquier persona clasificada de “hereje”.
(3) Martín V era Papa desde el año 1417 hasta el año 1431 d. C. Este prelado convocó el Concilio de Constancia, el cual impuso el mismo tipo de ley.
El nombre y el número de la segunda bestia
V. “El número de su nombre” es “número de hombre. Y su número es seiscientos sesenta y seis” (Apocalipsis 13:18).
Muchos comentaristas opinan que el “nombre” de la bestia es “Lateinos”. Concurrimos.
De hecho, esta interpretación data desde el siglo II d. C. Por ejemplo, refiriéndose a “lateinos”, Ireneo escribió: Esta interpretación “me parece muy acertada, ya que este es el nombre del último de los cuatro reinos vistos por Daniel, siendo lateinos los que reinan en el presente”. Para Ireneo, “el presente” era el tiempo del siglo II, cuando él vivía y el Imperio Romano estaba en su apogeo. (Ireneo. Asia Menor, 130 –Lyon, 208. Padre de la Iglesia. Obispo de Lyon desde 177. Combatió a los gnósticos en su Tratado contra las herejías. (© 1996 Editorial Norma, S.A. Reservados todos los derechos.)
Las siguientes consideraciones sostienen la interpretación según la que “lateinos” sería el nombre de la bestia.
A. El libro de Apocalipsis fue escrito en griego. “Lateinos” es un nombre griego.
B. El valor numérico del nombre “Lateinos” es precisamente “seiscientos sesenta y seis”.
1. L - 30
2. A – 1
3. T – 300
4. E – 5
5. I – 10
6. N – 50
7. O – 70
8. S – 200
C. “Lateinos” es “nombre de hombre”.
En el lenguaje latín, el nombre del hombre que fundó Roma era “Latino”. Traducido al griego, su nombre es “Lateinos”.
“Latino. Rey legendario del Lacio. Según otra leyenda, fue el Júpiter de los latinos.” “Latino, latina. Adjetivo y nombre. Del Lacio y de las regiones que se fueron incorporando al Imperio romano. 2 Perteneciente al Imperio romano. 3 Perteneciente al grupo de lenguas derivadas del latín. 4 adj. Perteneciente o relativo al latín.” (© 1996 Editorial Norma, S.A. Reservados todos los derechos)
D. Según la interpretación de las dos bestias que hemos dado, el “nombre” de la bestia debería corresponder contextualmente al Imperio Romano sanado, a la iglesia apóstata o a ambas entidades.
No es correcto buscar este “nombre” entre las naciones o los líderes del tiempo presente (primera mitad del siglo XXI) porque el contexto no es el de este tiempo sino del tiempo cuando el Imperio Romano sanado existía y la segunda bestia actuaba en su presencia. El nombre “Lateinos” llena perfectamente las exigencias contextuales del pasaje.
1. En el caso del Imperio Romano:
a) El fundador de Roma se llamaba “Latino” (“Lateinos” en el griego).
b) El idioma del Imperio Romano era el “latín”. En el occidente, el latín seguía siendo el idioma del Imperio hasta su debilitamiento a fines de la Edad Media.
c) Tratándose del Imperio Romano sanado, desde que ocurriera la separación de la parte oriental de la parte occidental del Imperio, la parte oriental se conocía como el Imperio “Griego” porque el griego era el idioma oficial. En cambio, la parte occidental se conocía como el Imperio “Latino”, siendo el latín su idioma oficial. Cuando ocurrió la separación, el Imperio oriental tomó el nombre “Romano” asignando al Imperio occidental el nombre “Latino”. La separación ocurrió a finales del siglo VII después de Cristo.
2. En el caso de la iglesia apóstata del occidente (uno de los dos cuernos de la segunda bestia), ¡ella misma se denominaba “latina”!
a) Se leía la Biblia solo en latín.
b) La misa, las oraciones, los himnos, las letanías, los cánones, los decretos, en fin, todo se hacía en latín.
c) El clérigo se identificaba como “latino”.
d) Los concilios se identificaban como “latinos”.
e) Durante la Edad del Oscurantismo, el adjetivo “latino” se aplicaba a todo, ¡hasta al mundo mismo!
E. Conclusiones. “Lateinos” es el nombre más indicado para la segunda bestia. ¿Cuál otro “nombre” más apropiado pudiera haberse concebido para la segunda bestia, la cual simboliza tan acertadamente a la iglesia apóstata? El nombre concuerda perfectamente con el contexto apocalíptico de las dos bestias, particularmente con el de la segunda bestia.
1. La profecía sobre el “nombre” de la bestia y el “número de su nombre” se cumplió amplia y acertadamente cuando la iglesia apóstata comenzó a identificarse como la iglesia “latina”, celebrar su culto pervertido en latín, aliarse estrechamente con el “Imperio Latino” e imitar en su organización eclesiástica al Imperio Romano. Debemos considerar lo acertado de esta profecía como otra prueba de peso a favor de la inspiración divina del libro de Apocalipsis.
2. Reiteramos: esta profecía sobre el tan discutido número “seiscientos sesenta y seis” ya se cumplió. La profecía no es para el siglo XXI, ni para cualquier tiempo futuro. Se cumplió durante la Edad Media.
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