Capítulo Ocho del Análisis
“La gran ramera… gran ciudad”
Escandaloso drama convulsionado de una poderosa mujer inmoral, avara,
perseguidora, increíblemente cruel y hasta sangrienta, la que también pretende
gobernar al mundo entero y ser adorada por todos los seres humanos.
Los capítulos 17, 18 y 19 de Apocalipsis
Acto 7
La mujer ebria de la sangre de los santos
Apocalipsis 17:6
PERSECUCIONES contra “los santos” por “la gran ramera-gran ciudad”,
la cual es, “en sentido espiritual”, Sodoma, Egipto, Jerusalén y Babilonia.
Apocalipsis 17:1-7; 18:1-24; 19:1-4
Escena 3
Escenario 2
Siglo IV
La gran ramera bebe la sangre de muchos santos
muertos por el Imperio Romano cristianizado.
El emperador romano Constante, el hijo más joven
de Constantino I. Cristiano según la doctrina del
obispo Atanasio, sosteniendo este que Dios y Cristo
son de la misma sustancia y coetáneos
desde la eternidad. Perseguidor tenaz de los
cristianos donatistas en el norte de África.
Sangre de muchos trinitarios en
noventa ciudades de Egipto
E. Mucha sangre derramada por el Imperio Romano cristianizado en más de noventa ciudades episcopales de Egipto. También en otros lugares de aquel país.
“Ciudad episcopal”, o sea, una ciudad donde había una iglesia gobernada por un obispo.
1. “Veinte tres días después de firmado el acuerdo [entre los poderes civiles de Egipto y los líderes populares de Alejandría], a la hora de la medianoche, Siriano, duque de Egipto, encabezando cinco mil soldados, armados y preparados para un asalto, inesperadamente irrumpieron en la iglesia de San Teonas, donde el arzobispo, con una parte del clero y la gente efectuaban sus devociones nocturnas.
“Las puertas del edificio cedieron ante el ataque impetuoso, el cual fue caracterizado por toda clase de tumulto y derramamiento de sangre… Las demás iglesias de la ciudad fueron profanadas por atrocidades similares; y durante al menos cuatro meses Alejandría fue expuesta a los insultos de un ejército licencioso, estimulado por eclesiásticos de la facción hostil.
La “facción hostil”, o sea, la de los cristianos arrianos. El ataque fue contra los cristianos trinitarios, seguidores del obispo Atanasio.
“Muchos de los fieles muertos quizás merezcan ser llamados mártires, con tal de no haber provocado sus muertes.
“Obispos y presbíteros fueron tratados con cruel ignominia; vírgenes consagradas fueron desnudadas, azotadas y ultrajadas; las casas de ciudadanos ricos fueron pilladas; y lujuria, avaricia y resentimiento fueron gratificados sin impunidad, aun con aplausos, bajo la máscara de celo religioso.”
El decaimiento y fin del Imperio Romano, por Edward Gibbon. Tomo I, Página 322.
2. Jorge de Capadocia, consagrado por un sínodo arriano, fue puesto sobre el trono episcopal en Alejandría por el Conde Sebastián, respaldado este por fuerzas armadas.
“Tanto en la adquisición como en el uso del poder, el tirano Jorge hizo caso omiso a leyes religiosas, de justicia y de humanidad. Las mismas escenas de violencia y escándalo exhibidas en la capital fueron repetidas en más de noventa de las ciudades episcopales de Egipto.”
El decaimiento y fin del Imperio Romano, por Edward Gibbon. Tomo I, Página 322.
3. El obispo Atanasio se mostró valiente ante el ataque de las legiones del Imperio Romano cristianizado, permaneciendo en la iglesia de San Teonas hasta despedir a los últimos de la congregación.
“La oscuridad y el tumulto de la noche favorecieron la retirada del arzobispo, y aunque oprimido por las olas de una multitud agitada, aunque tirado al suelo y dejado inconsciente e inmóvil, pese a todo esto recobró su coraje invencible, eludiendo la búsqueda afanada de los soldados, los que habían sido instruidos por sus guías arrianos al efecto de que la cabeza de Atanasio sería el presente más apreciado por el emperador. Desde aquel momento, el primado de Egipto se perdió de los ojos de sus enemigos, permaneciendo en obscuridad impenetrable por más de seis años.”
El decaimiento y fin del Imperio Romano, por Edward Gibbon. Tomo I, Página 322-323.
4. El emperador Constancio II (337 – 361) persigue a Atanasio. Derramada la sangre de algunos que lo ocultaban.
“Condes, prefectos, tribunos, ejércitos enteros, fueron empleados, sucesivamente, para perseguir a un obispo fugitivo… Fueron ofrecidas recompensas liberales al hombre que lo trajera, bien vivo o muerto, y las penalidades más severas fueron pronunciadas contra aquellos que osaran proteger al enemigo público.”
Busto del emperador Constancio II.
Atanasio fue llevado por sus seguidores a los desiertos de Tebas, en el sur de Egipto, área “poblada por una raza fiera de fanáticos, aunque sumisos, los que prefirieron someterse a los comandos de su abad más bien que a los de su soberano.
“Los monasterios de Egipto fueron asentados en lugares remotos y desolados, en la cumbre de montañas, o en las islas del Nilo, y el sagrado cuerno o trompeta de Tabenne fue la señal bien conocida para reunir a unos cuantos miles de monjes robustos y decididos, los que, en su mayoría, habían sido campesinos de las tierras adyacentes.
“Invadidos sus refugios por alguna fuerza militar imposible de resistir, silenciosamente estiraron sus cuellos para el verdugo, así dando fe de su carácter nacional, conforme al cual ninguna tortura podía obligar a un egipcio a confesar un secreto que él había determinado no divulgar.
“El arzobispo de Alejandría, por cuya seguridad gustosamente dedicaban sus vidas, fue escondido entre una multitud uniforme y bien disciplinada…”
El decaimiento y fin del Imperio Romano, por Edward Gibbon. Tomo I, Página 323.
5. Atanasio se esconde en la casa de una virgen, “celebrada por su belleza exquisita”.
Disminuyendo en ocasiones la persecución, Atanasio se las arreglaba para introducirse encubiertamente en Alejandría.
“Una vez fue ocultado en una cisterna seca, habiendo apenas salido de ella cuando fue descubierto por la traición de una joven esclava.
“Y una vez fue ocultado en un asilo todavía más extraordinario, a saber, la casa de una virgen, de tan solo veinte años de edad, celebrada en toda la ciudad por su belleza exquisita.
“Según relató ella muchos años después, a la hora de la medianoche, se sorprendió al aparecer el arzobispo en una vestimenta suelta, quien, avanzando con pasos rápidos, la conjuró que le proporcionara protección bajo su techo hospitalario, la cual, en una visión celestial, él había sido dirigido a procurar.
“No impartiendo a nadie el secreto, al instante ella condujo a Atanasio a su recámara más sagrada, velando por su seguridad con la ternura de una amiga y la asiduidad de una sierva. Por el tiempo que durara el peligro, ella le suplía regularmente con libros y provisiones, le lavaba los pies, administró su correspondencia, hábilmente ocultando del ojo sospechoso este intercambio familiar y solitario entre un santo, cuyo carácter requería la castidad más perfecta, y una fémina cuyos encantos pudieran excitar las emociones más peligrosas.
“Durante los seis años de persecución y exilio, Atanasio visitó una y otra vez a su hermosa y fiel compañera…”
El decaimiento y fin del Imperio Romano, por Edward Gibbon. Tomo I, Página 323-324.
¿Por qué “una y otra vez”? Cualquier conclusión sería un tanto especulativa.
F. “Sedición sangrienta y peligrosa” en la ciudad de Roma, matándose los cristianos trinitarios a los cristianos arrianos. Siglo IV.
1. Siendo Liberio obispo de Roma, y partidario de los cristianos trinitarios, los eunucos de Constancio II lograron, secretamente, que el obispo fuera condenado al exilio.
A la media noche, fue sustraído, con gran dificultad, a fuerza de armas, de la ciudad, y desterrado a Tracia. Enterándose el clero y los demás seguidores de Liberio, se enfurecieron en gran manera, jurando, pública y solemnemente, no abandonar a su obispo, como tampoco reconocer jamás al arriano Félix, varón puesto en el lugar de Liberio.
2. Pasados dos años, Constancio II visita a Roma. Los simpatizantes de Liberio, entre ellos, senadores, ciudadanos honorables y mujeres ricas, interceden ante él por Liberio, manifestándose dispuestos a sufrir el mismo castigo traído sobre su prelado.
Percatándose el emperador de su resolución inflexible, consiente al retorno de Liberio, ordenando que este fuera el obispo de su congregación y que Félix fuera el obispo de los arrianos.
“Pero la idea de tolerancia fue tan repugnante a la práctica, y aun a los sentimientos, de aquellos tiempos que cuando fue leída la respuesta de Constancio II en el Circo de Roma, tan razonable arreglo acomodaticio fue rechazado con desprecio y burlas.
“La vehemencia entusiasta que animaba a los espectadores en el momento decisivo de una carrera de caballos fue dirigida ahora a otro objeto, y el Circo resonó con la gritería de miles que exclamaban repetidamente ‘¡Un Dios, un Cristo, un Obispo!’
“El celo de la gente romana por la causa de Liberio no fue limitado solo a palabras, y la peligrosa y sangrienta sedición que pronto provocaron después de la salida de Constancio II hizo que aquel príncipe determinara a aceptar la sumisión del prelado exiliado y que fuera restaurado al dominio indiviso de la capital.
La entrada triunfal del emperador
Constancio II en Roma, en el año 356.
O sea, de la ciudad de Roma, en Italia, aclarándose que Constantinopla era la capital de todo el Imperio Romano en el tiempo de Constancio II.
Resistiendo Félix, fue expulsado de la ciudad, acción tomada con la aprobación del emperador, pese a ser este cristiano arriano.
Entonces, “los seguidores de Félix [o sea, los cristianos arrianos] fueron asesinados inhumanamente en las calles, en los lugares públicos, en los baños, y aun en las iglesias; y la cara de Roma, al retorno de un obispo cristiano, recibió la horrorosa imagen de la masacre de Mario y las proscripciones de Silia”.
El decaimiento y fin del Imperio Romano, por Edward Gibbon. Tomo I, Página 325.
G. Mucha sangre derramada en Constantinopla durante el reinado del emperador romano Constancio II. Siglo IV.
Qué conste: Constantinopla, la nueva capital del Imperio Romano desde 330 d. C., ¡nunca fue pagana sino siempre “cristiana”, a diferencia de la antigua Roma, en Italia, y, además, de Alejandría, Egipto! De ahí que la “sangre” que la mancha es de “cristianos” que matan unos a otros.
1. “Solo Constantinopla gozaba de la ventaja de haber nacido y haber sido educada en el seno de la fe [cristiana]. La capital de Oriente [en realidad, capital del todo el Imperio Romano durante los últimos años del reinado de Constancio II] nunca había sido contaminada por el culto a ídolos, y todo el conjunto del pueblo había embebido las opiniones, las virtudes y las pasiones que distinguieron a los cristianos del resto de la humanidad en aquel tiempo.”
El decaimiento y fin del Imperio Romano, por Edward Gibbon. Tomo I, Página 325. www.wikipedia.org/Constantius II
2. Habiendo muerto Alejandro, obispo de Constantinopla, el obispo Macedonio, de la fe arriana, y Pablo, de la fe trinitaria, contendieron por el “trono episcopal” de la ciudad capitolina, saliendo elegido Pablo. Este, “en el espacio de catorce años, cinco veces fue sacado de su trono, al cual fue restaurado más frecuentemente por la violencia del pueblo que por la permisión del príncipe...
“La primera sangre que manchó la nueva capital fue derramada a consecuencia de esta contienda eclesiástica, y muchas personas de ambos bandos fueron asesinadas en medio de las sediciones furiosas y obstinadas del populacho.
“La comisión de imponer una sentencia de destierro contra Pablo había sido confiada a Hermógenes, general maestro de la caballería, pero su ejecución fue fatal para este. Los católicos se levantaron en defensa de su obispo; el palacio de Hermógenes fue quemado; el primer oficial militar del Imperio fue arrastrado por los calcañares por las calles de Constantinopla, y expirando, su cadáver sin vida fue expuesto a insultos despiadados”.
El decaimiento y fin del Imperio Ro mano, por Edward Gibbon. Tomo I, Páginas 325-326.
3. En otra ocasión, le tocó a Felipe, un prefecto pretoriano, desterrar al obispo Pablo.
Sabiendo lo que le había pasado a Hermógenes, el prefecto invitó a Pablo, con astucia y precaución, usando términos mansos y honorables, a los baños de Zeuxippus, los cuales estaban conectados por vías privadas al palacio y al mar.
“Aguardaba un barco al pie de la escalera de oro, y de inmediato izó vela, y mientras la gente aún ignoraba el sacrilegio meditado, su obispo ya había sido embarcado en viaje a Tesalónica.
“Con sorpresa e indignación, pronto vieron abiertas de par en par las puertas del palacio, y el usurpador Macedonio sentado al lado del prefecto sobre un alto carro de guerra rodeado de conjuntos de guardias con espadas desvainadas.
“Aquella procesión militar avanzaba hacia la catedral, y tanto arrianos como católicos se precipitaron entusiastamente a ocupar ese puesto importante. Tres mil ciento cincuenta personas perdieron sus vidas en la confusión del tumulto.
“Macedonio, respaldado por una fuerza militar regular, obtuvo una victoria decisiva, pero su reinado fue disturbado por clamor y sedición…” Por ejemplo, el obispo Macedonio removió los restos de Constantino el Grande de una capilla deteriorada a la iglesia de San Acacio. Sus enemigos denunciaron este acto como una “profanación malvada”. “Inmediatamente, las facciones se lanzaron a pelear; el terreno consagrado se convirtió en campo de batalla.
“Uno de los historiadores eclesiásticos ha observado, como hecho real, y no como figura retórica, que el pozo frente a la iglesia se desbordó con una corriente de sangre que llenó los pórticos y las cortes adyacentes.”
El decaimiento y fin del Imperio Romano, por Edward Gibbon. Tomo I, Página 326.
4. “El desdichado Pablo fue arrastrado en cadenas desde los desiertos arenosos de Mesopotamia hasta los lugares más desolados del monte Tauro, confinado en una mazmorra oscura y estrecha, dejado seis días sin comida, y para colmo, estrangulado por orden de Felipe, uno de los ministros principales de Constancio II.”
El decaimiento y fin del Imperio Romano, por Edward Gibbon. Tomo I, Página 325. Ammianus, xiv, 16, se refiere a este evento trágico, pero ya no se dispone de esta porción de su historia..
5. El obispo Macedonio y los arrianos TORTURAN a católicos.
“Por un edicto de Constancio II contra los católicos… aquellos que rehusaran tener comunión con los obispos arrianos, y particularmente con Macedonio, fueron privados de las inmunidades de eclesiásticos y los derechos de cristianos. Fueron compelidos a ceder la posesión de sus iglesias, y prohibidos estrictamente a tener reuniones dentro de las murallas de la ciudad.
“La ejecución de esta ley injusta en las provincias de Tracia y Asia Menor fue confiada al celoso Macedonio, instruidos los poderes civiles y militares a obedecer sus comandos…
“Los sacramentos de la iglesia fueron administrados a las víctimas renuentes que denegaban la vocación y aborrecían los principios de Macedonio.
“Los ritos de bautismo fueron conferidos a mujeres, y niños, quienes habían sido arrancados de los brazos de amigos o parientes para tal propósito.
“Haciendo uso de un aparato de madera, las bocas de comulgantes fueron sostenidas abiertas mientras el pan consagrado fuera introducido forzosamente en su garganta.
“Los senos de vírgenes tiernas o fueron quemados con cascarones calientes de huevos o comprimidos inhumanamente entre tablas agudas y pesadas.”
¡Presagios horribles de la infame Santa Inquisición Católica Romana iniciada en el siglo XII!
El decaimiento y fin del Imperio Romano, por Edward Gibbon. Tomo I, Página 326. Fuentes citadas por Gibbon: Sócrates, 1. ii. c. 27, 38; Sazonen, 1, iv. c. 21.
H. Los novacianos perseguidos. Matan a cuatro mil soldados romanos. Siglo IV.
Referente a creencias sobre la Deidad, los numerosos seguidores de Novaciano estaban de acuerdo con la doctrina trinitaria de los católicos. Informado el obispo arriano Macedonio que la región de Paflagonia estaba poblada mayormente por novaciones, determinó o convertirlos o extirparlos.
No confiando en una misión eclesiástica que efectuara lo proyectado, ordenó a cuatro mil legionarios a tomar el territorio de Mantinium.
“Los novacianos, animados por desesperación y furia religiosa, confrontaron valientemente a los invasores de su territorio, y aunque fueran muertos muchos de ellos, las legiones romanas fueron derrotadas por una multitud irregular armada solamente con hoces y hachas, dejando [los novacianos] a cuatro mil soldados muertos en el campo de batalla, escapándose unos pocos que se huyeron ignominiosamente.”
El decaimiento y fin del Imperio Romano, por Edward Gibbon. Tomo I, Páginas 326-327.
I. El testimonio del emperador Juliano el Apóstata, sucesor de Constancio II, sobre “algunas de las calamidades teológicas que afligieron al Imperio, y más especialmente el Oriente, durante el reinado de un príncipe que fue esclavo de sus propias pasiones, como también de las de sus eunucos”:
“Muchos fueron encarcelados, y perseguidos, y forzados al exilio. Compañías enteras de los que fueron catalogados de herejes fueron masacradas, particularmente en Cyzicus, y en Samosata. En Paflagonia, Bitinia, Galacia y muchas provincias adicionales, pueblos y villas fueron devastados y totalmente destruidos”.
El decaimiento y fin del Imperio Romano, por Edward Gibbon. Tomo I, Página 327. Fuente citada por Gibbon: Juliano el Apóstata. Epístola lii. P. 436, edit. Spanheim.
Gran cantidad de sangre derramada en Númida y Mauritania,
en el norte de África, al perseguir el Imperio Romano
cristianizado a los cristianos donatistas.
III. Datos concisos.
En el Concilio de Nicea, Constantino el Grande condenó al cristiano Donato y sus seguidores. La ejecución severa de su sentencia “excitó un espíritu de descontento y resistencia” entre los numerosos donatistas.
Luego, los vigorosos esfuerzos de su hijo Constante encaminados a restaurar, aun por fuerza, la unidad de la iglesia, causaron una furiosa rebelión religiosa.
Los donatistas “soportaron indignantemente el exilio de sus obispos, la demolición de sus iglesias y la interrupción de sus servicios secretos”.
Compañías de fanáticos salvajes llamados “circumcelianos” se aliaron con los donatistas.
“Corridos de sus villas nativas, los peones donatistas formaron gangas formidables en la frontera del desierto Gaituliano… Los líderes de los circumcelianos asumieron el título de capitanes de los santos. Su arma principal… fue una enorme maza pesada, a la que denominaron ‘israelita’, y el sonido muy familiar de ‘¡Alabado sea Dios!’, su grito de guerra, sembró consternación a través de las provincias indefensas de África.”
“Maza. Arma antigua de palo guarnecido de hierro, o toda de hierro, con la cabeza gruesa.” Diccionarios de Encarta, de Microsoft.
Torturaron bárbaramente y mataron a algunos sacerdotes católicos. Confrontaron en batalla aun a las tropas romanas, derrotándolas en ocasiones.
Capturados, “morían, sin murmuración alguna, por espada, hacha o fuego, multiplicándose rápidamente las medidas de retaliación, lo cual agravó los horrores de la rebelión…”
“Muchos de estos fanáticos estaban poseídos… del deseo de martirio, no importándoles, de manera alguna, por qué medio, o a manos de quién, perecieran…”
Su preocupación principal era que “su comportamiento fuese santificado por su intención de entregarse [a la muerte] para la gloria de la fe verdadera y la esperanza de felicidad eterna. A veces, forzaron entrada a las cortes de justicia, compeliendo al juez aterrorizado a dar órdenes para su ejecución inmediata. Frecuentemente, detendrían a quienes viajaran por las carreteras públicas, obligándolos a infligir el golpe de martirio, prometiéndolos una recompensa de consentir, pero amenazando con matarlos al instante si rehusaran realizar un favor tan singular.”
El decaimiento y fin del Imperio Romano, por Edward Gibbon. Tomo I, Páginas 327-328.
Entra el próximo protagonista, el emperador romano
Valente (Flavius Lulius Valens), cristiano arriano.
IV. Después del corto reinado de Juliano el Apóstata, subió Valente al trono del Imperio Romano.
Este “reavivó la póliza de Constancio, exiliando a obispos, recurriendo frecuentemente a la fuerza”. www.wikipedia.org. Artículo Arrianismo
¡Cristianos exiliados por cristianos, tratados con violencia, su voluntad violentada, sus derechos pisoteados, su sangre derramada! ¡Inaudito!
El próximo protagonista es el emperador romano
Teodosio, trinitario.
V. “Dos días después de llegar a Constantinopla, 24 de noviembre de 380”, Teodosio “expulsó al obispo arriano Demofilio…, entregando las iglesias de la ciudad a Gregorio Nacianceno, líder de la pequeña comunidad allí que seguía el Credo de Nicea, una acción que provocó motines.
“Hacía poco, durante una enfermedad severa, Teodosio había sido bautizado por el obispo Acholius de Tesalónica, conforme a la práctica común en el mundo cristiano [de aquel tiempo]. En febrero, él, juntamente con Graciano, publicó un edicto según el que todos sus súbitos debieran profesar la fe de los obispos de Roma y Alejandría, o sea, la del Credo de Nicea, y de no hacerlo, que debieran ser entregados para ser castigados.” www.wikipedia.org. Artículo Arrianismo
Así, pues, ¡motines, persecución, señorío autocrático, violencia, castigos corporales de disidentes, en el mismo seno de la iglesia apóstata!
Observaciones generales
Tanto atanasianos trinitarios como arrianos eran peores
que “bestias salvajes”.
El reino de los cielos convertido en “una imagen de caos,
de una tempestad nocturna, y aun del infierno mismo”.
“Ambos bandos fueron impelidos por el espíritu intolerante…”
El obispo Gregorio Nacianceno. Este obispo dijo que la iglesia del siglo IV se había convertido en "una imagen de caos, de una tempestad nocturna, y aun del infierno mismo".
VI. “La narración sencilla de las divisiones intestinas, las que quitaron la paz y deshonraron el triunfo de la iglesia, sirven para confirmar la observación de un historiador pagano y justificar la queja de un obispo venerable.
“La experiencia de Ammianus [pagano] lo había convencido de que la animadversión de los cristianos, unos por otros, sobrepasara la furia de bestias salvajes contra el hombre; y Gregorio Nacianceno [obispo cristiano trinitario] lamenta muy patéticamente que la discordia había convertido al reino de los cielos en una imagen de caos, de una tempestad nocturna, y aun del infierno mismo.
“Los feroces escritores parcializados de aquellos tiempos, atribuyendo toda virtud a sí mismos, e imputando toda culpabilidad a sus adversarios, han pintado la batalla de ángeles y demonios.
“Nuestra razón más calmada rechaza tales monstros de vicios o de santificación, imputando a los hostiles adversarios, quienes asumieron y confirieron los apelativos de ‘ortodoxo’ y ‘hereje’, una medida igual, o al menos indiscriminada, de bondad y de maldad.
“Habían sido educados en la misma religión, y la misma sociedad civilizada. Sus esperanzas y temores en el presente, o para la vida futura, estaban balanceados en la misma proporción. En cualquier de los dos bandos, el error bien pudiera ser inocente; la fe, sincera; la práctica, pues meritoria o corrupta.
“Sus pasiones fueron estimuladas por objetos similares; y pudieran abusar, ya sí, ya no, del favor de la corte, o de la gente. Las opiniones metafísicas no pudieron influenciar el carácter moral de los atanasianos, ni el de los arrianos, pues ambos bandos fueron impelidos por el espíritu intolerante, el cual no ha sido extraído de las máximas puras y sencillas del evangelio.”
El decaimiento y fin del Imperio Romano, por Edward Gibbon. Tomo I, Página 328.
VII. Conclusión.
A. Estos ejemplos de “muchísima sangre derramada por el Imperio Romano cristianizado” atañen solo al siglo IV.
Durante largos siglos subsiguientes, el “espíritu intolerante” seguía obrando continuamente en las distintas sectas del cristianismo, oficialmente unidas algunas de ellas a poderes políticos-seculares-religiosos engañados.
Las persecuciones, matanzas y torturas “en el nombre de Dios” seguían a la par.
Guerras entre los “romanos ortodoxos” y los “bárbaros arrianos”.
Las guerras iconoclastas sobre la eliminación de íconos religiosos de las iglesias o el establecimiento de ellos como objetos útiles para la enseñanza y preservación de la “fe”.
Las tantas cruzadas contra los mahometanos, las que ocasionaron la muerte de muchos millones de seres humanos.
La cuarta cruzada desviada contra los “cristianos ortodoxos” en la opulenta ciudad de Constantinopla.
Las cruzadas contra gobernantes o pueblos de Europa identificados como “herejes”.
Recopilar y registrar todas las instancias de sangre derramada por el Imperio Romano cristianizado, en sus distintas manifestaciones, sería una tarea monumental, pues el número de tales eventos trágicos es altísimo.
B. Durante todos aquellos siglos de fiera intolerancia religiosa, de iglesias o sectas cristianas ligadas en yugo desigual a entidades políticas-seculares-religiosas, de persecuciones, torturas y matanzas entre cristianos, ¿dónde se encontraba el pueblo pacífico de Dios?
¿No había cristianos que se negaran a maltratar físicamente a otros cristianos con quienes no estuvieran de acuerdo doctrinalmente? ¿No había cristianos que amaran a sus enemigos? ¿Qué dejaran toda venganza a Dios, conforme a la regla de Romanos 12:19-21? ¿Qué no tomaran jamás armas carnales en la lucha contra el error? ¿Qué se valieran solo de las poderosas armas del verdadero “conocimiento de Dios” y de “argumentos” sólidos (2 Corintios 10:3-6)?
1. “Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios”, enseña Cristo (Mateo 5:9).
No dudamos de que hubiera tales cristianos “pacificadores” en aquellos tiempos y lugares, pero de la manera que aun en el presente las noticias de crímenes, corrupción moral, guerras y desastres toman prioridad sobre lo sano y bueno, asimismo todo lo malo de aquellos tiempos y lugares opaca la existencia de cristianos nobles que prefiriesen la muerte misma antes de hacerse culpables de verter la sangre de algún adversario, bien fuera religioso o de otra categoría.
2. “Mi reino no es de este mundo… mi reino no es de aquí”, explica Cristo a Pilato (Juan 18:36).
Aun en aquel mundo convulsionado y sangriento del siglo IV –aquel mundo de Constantino I y su Credo de Nicea, y aquel de los emperadores “cristianos” Constante y Constancio II- quizás hubiera congregaciones fieles a esta visión divina de “reino espiritual no de este mundo”.
3. Mientras la iglesia bíblica del presente, es decir, la iglesia regida solo por el Nuevo Testamento, la iglesia fundada por Cristo en Pentecostés del año 30 d. C., es la iglesia auténtica que sigue siendo “no de este mundo, no de aquí”…
…la Iglesia Católica Romana y la Iglesia Ortodoxa Griega son las principales herederas de aquellas iglesias del siglo IV.
Si, definitivamente, de las que se enfrascaron en tan escandalosas, desalmadas y sangrientas controversias, competencias, conflictos, persecuciones y guerras.
Allá, en aquellos eventos, es donde ellas tienen sus raíces.
Allá, en aquellos tiempos del siglo IV, es cuando la inmensa mayoría de las congregaciones existentes cayó bajo el dominio fatal de emperadores romanos “cristianizados”.
Allá es donde y cuando comenzaron a fluir ríos de sangre derramada en “el nombre de Dios, de la fe, de la verdad, de la ortodoxia, de la iglesia”.
Pero, en realidad, aquella tanta sangre fue derramada por líderes, tanto seculares como religiosos, carentes de Dios, fe verdadera, verdad inspirada, amor, tolerancia y “la paz que sobrepasa todo entendimiento” (Filipenses 4:7).
De aquella tanta sangre se llenó “la gran ciudad”.
“Y en ella se halló la sangre de los profetas y de los santos, y de todos los que han sido muertos en la tierra” (Apocalipsis 18:25).
De aquella tanta sangre bebió “la mujer”, “la gran ramera”, hasta quedarse “EBRIA”.
Próxima Escena 4, de la Mujer ebria de la sangre de los santos. Eventos estremecedores del siglo IV.
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