Capítulo Ocho del Análisis
“La gran ramera… gran ciudad”
Escandaloso drama convulsionado de una poderosa mujer inmoral, avara,
perseguidora, increíblemente cruel y hasta sangrienta, la que también pretende
gobernar al mundo entero y ser adorada por todos los seres humanos.
Los capítulos 17 y 18 de Apocalipsis
Acto 4
Los reyes de la tierra fornican con “la gran ramera”
Animamos al lector a prestar especial atención a los detalles de esta intrigante pintura. A la izquierda, una representación de la atractiva y fascinante “gran ramera”. A la derecha, cuatro “siervos” de ella sostienen a un “rey” como “desmayado”, quizás por los encantos o hechicerías de la imperiosa “madre de las rameras”. Tres de ellos la miran fijamente, como temerosos, o tal vez admirados, de su descomunal “poder”, mientras el otro, un monje, sostiene las piernas del rey desmayado.
Esta mujer perversa, símbolo de todas las diosas madres del pasado y del presente, “reina”, o pretende reinar, “sobre los reyes de la tierra”. Con ella “han fornicado los reyes de la tierra, y los moradores de la tierra se han embriago con el vino de su fornicación” (Apocalipsis 17:2).
Por sus “hechicerías fueron engañadas todas las naciones” (Apocalipsis 18:23). La “gran ramera” hechiza a las naciones. as engaña, desorientándolas. Espiritualmente, las hipnotiza. Las pone atontadas, manipulándolas para sus propósitos malos y egoístas.
Por sus “hechicerías fueron engañadas todas las naciones” (Apocalipsis 18:23). La “gran ramera” hechiza a las naciones. Las vuelve tontas; las engaña, desorientándolas. Espiritualmente, las hipnotiza. Las pone atontadas, manipulándolas para sus propósitos malos y egoístas.
La gran ramera toma varias identidades distintas.
¿Quién es ella en realidad?
¿Cómo saber con certeza quién es la “gran ramera”?
Otra pista importante es la siguiente: con ella “han fornicado los reyes de la tierra”.
Al conocer con quién estos hayan fornicado, ¡sabremos la identidad de la “gran ramera”!
IV. Más acciones y rasgos para identificar a “la gran ramera”.
A. Se descubre una relación tan vergonzosa como peligrosa entre los gobernantes de la tierra y la “gran ramera”, a saber: “Han fornicado los reyes de la tierra” con ella (Apocalipsis 17:2).
“Todas las naciones han bebido del vino del furor de su fornicación” (Apocalipsis 18:3; 14:8).
1. “Fornicar. (Del lat. fornicāri). intr. Tener ayuntamiento o cópula carnal fuera del matrimonio.” (Diccionario de la Real Academia Española)
En la Biblia, es frecuente el uso retórico de este verbo “fornicar”, o sus derivados, para señalar la “infidelidad espiritual”. Así que, “fornicaria”, o “adúltera”, la “gran ramera” en escala terriblemente escandalosa, “los reyes de la tierra” que se juntan a ella también fornican.
Por voluntad de Dios ocupan los mandatarios seculares sus puestos (Romanos 13:1-6), pero no le honran, prefiriendo a la “mujer… vestida de púrpura y escarlata, y adornada de oro, de piedras preciosas y de perlas”. Yéndose en pos de diosas y dioses falsos, fornican con los ídolos de hechura humana (Jeremías 3:1-3, 6-9). En particular, fornican con la gran “diosa madre pagana”, “madre de todos los dioses”, “la gran ramera”.
2. ¿Cómo “fornicaron” los gobernantes de la tierra con “la gran ramera”?
a) Edificando templos para las diosas y los dioses falsos; además, pagando el sostenimiento de sacerdotes y sacerdotisas, como también el costo de ceremonias, procesiones, sacrificios, etcétera. Entre las estructuras más imponentes y caras de imperios pasados se encuentran los templos y demás facilidades dedicados a ídolos.
Los Jardines Colgantes de Babilonia
Este grabado, pintado por el artista holandés Martin Heemskerck en el siglo XVI, representa los Jardines Colgantes de Babilonia, una de las siete maravillas del mundo. El rey Nabucodonosor II mandó plantar estos jardines hacia el año 600 a. C. Obsérvese la gran torre alta al fondo, seguramente una imitación de la Torre de Babel, levantada muchos siglos antes en Sinar, territorio ocupado luego por Babilonia y otros imperios. Quizás templo de la diosa Ishtar. Tanto Nabucodonosor como sus sucesores fornicaban, literal y espiritualmente, con las diosas de Babilonia y los países que conquistaron. De hecho, “La gran ramera” tiene “en su frente un nombre escrito, un misterio: Babilonia la Grande, La Madre de las Rameras y de las Abominaciones de la Tierra” (Apocalipsis 17:5). ¿Se fija en la estrecha relación entre “la gran ramera”, sinónima de “la gran ciudad” de Apocalipsis, y la antigua ciudad llamada “Babilonia”?
Aun la “tiara papal” confirma la relación de “la gran ramera” religiosa de la Era Cristiana con la antigua Babilonia idolátrica. “No se conoce el origen de la tiara, pero está diseñada conforme a la corona real pérsica.”
(La enciclopedia católica, revisada y puesta al día. Derechos reservados. 1987. Robert C. Broderick, editor. Thomas Nelson, Inc., Página 579)
La Tiara del Papa Pablo VI, desplegada en el pabellón vaticano, en la Feria Mundial, New York, 1964-1965. Su estilo cónico se parece mucho a la corona de los reyes de Persia. El metal básico de las tiaras papales solía ser plata.
b) Los potentados seculares fornicaron con la religión engañada, hincándose delante de los ídolos, reverenciándolos como “diosas” o “dioses”, e invocándolos, en vez de tributar loor al único Dios verdadero, Creador del universo.
c) Fornicaban, procurando el consejo de los sacerdotes, magos o astrólogos que servían a diosas y dioses falsos. Los siguientes tres ejemplos aparecen en la Biblia.
(1) “Y echó Aarón su vara delante de Faraón y de sus siervos, y se hizo culebra. Entonces llamó también Faraón sabios y hechiceros, e hicieron también lo mismo los hechiceros de Egipto con sus encantamientos…” (Éxodo 7:10-11).
(2) Nabucodonosor, rey de Babilonia, llama a los “magos, astrólogos, encantadores y caldeos, para que le explicasen sus sueños” (Daniel 2:2).
(3) El procónsul Sergio Paulo, de Chipre, tenía a su lado “a cierto mago, falso profeta, judío, llamado Barjesús” (Hechos 13:6-7).
d) Fornicaban, dando credibilidad a los “misterios” religiosos que surgieron en torno a varios seres mitológicos, comenzando con los “misterios caldeanos”.
e) Fornicaban, literalmente acostándose con sacerdotisas u otras mujeres al servicio de las diosas y los dioses míticos.
Según el historiador Heródotus, en Babilonia, era deber de toda mujer, no importando su rango social, presentarse al menos una vez durante su vida en el templo de la diosa Milita (Afrodita), dándose sexualmente al primer extraño que la invitara a acostarse con él, pero se cuestiona la veracidad de su testimonio (www.wikipedia.org Artículo “Sacred Prostitution”).
Un collage de diosas de distintos países y tiempos.
Ishtar era una de las “diosas” de Sumeria-Babilonia. “Ishtar. En la mitología mesopotámica diosa babilónica del amor y la guerra, de la vida, del sexo, de la fertilidad, y patrona de otros temas menores. Se conocía también con el nombre de Inanna en Sumeria, Anahit en la antigua Armenia (Urartu), Astarté en Fenicia y en las religiones abrahámicas. En Sumeria era conocida como Inanna y posteriormente en Babilonia, y en su zona de influencia cultural en todo el Oriente Medio recibe los títulos honoríficos de Reina del Cielo y Señora de la Tierra.” (www.wikipedia.org Artículo “Ishtar”.)
f) Los “reyes” de la Era Cristiana fornican con “la gran ramera”.
Tratándose de la manifestación de “la gran ramera” como “madre iglesia cristiana”, muchos “reyes” que la conocían y admitían, creyendo en ella, fornicaron con ella de la misma manera que los reyes, faraones y emperadores de Sumeria, Egipto, Babilonia, Roma, etcétera, fornicaron con las falsas y engañosas religiones de su época.
Por ejemplo, Constantino el Grande y sus sucesores en Constantinopla, en su papel de “reyes” de la rama oriental del Imperio Romano, y Carlomagno y sus sucesores, sirviendo como “reyes” del Sacro Imperio Romano.
Todos los “reyes” de Alemania, los países nórdicos, Bretaña, etcétera, que se convirtieron al cristianismo. Pero, qué quede claro: no al cristianismo puro sino al cristianismo en plena apostasía, con su jerarquía al estilo del gobierno secular del Imperio Romano, sus tradiciones religiosas, sus íconos a granel, etcétera.
A continuación, destacamos algunas acciones de referidos “reyes” que revelan cómo ellos fornicaban con “la gran ramera”.
(1) Accedieron venerar a la “Virgen María, Madre de Dios”, como también a los demás personajes del panteón católico romano. Además, a imágenes, esculturas, reliquias y un sinnúmero de objetos y lugares declarados “sagrados” por la “Madre Iglesia Católica Romana”.
La impresión que transmite esta pintura, típica de obras de esta índole por católicos romanos, es que “la Virgen María, Madre de Dios”, ¡toma el lugar de Cristo! Está parada sobre el Planeta Tierra, como si fuera dueña de ella. Está frente a la cruz, opacando al Cristo clavado en la cruz, como si fuera ella la crucificada, y, por ende, la Salvadora de la humanidad. La adoran los ángeles. Y, debajo del planeta Tierra, una manada de ovejas la mira, dispuestas a seguirla.
Mas, ¡caracoles! Todo esto es una falsa representación mayúscula, pues Cristo es el hacedor, sostenedor y dueño del planeta Tierra (Hebreos 1:10-13; Colosenses 1:15-16). Él es quien fue clavado en la cruz, derramando allí su sangre, y así haciendo posible la salvación para todo ser humano, no haciendo nada de esto María.
Cuando Dios “introduce al Primogénito en el mundo, dice: Adórenle todos los ángeles de Dios” (Hebreos 1:6), cosa jamás postulada en referencia a María. Y, en cuanto a las “ovejas”, Cristo explica con tanta claridad: “Yo soy la puerta de las ovejas. Yo soy el buen pastor” (Juan 10:1-16).
(2) Económica, política y aun militarmente, muchos mandatarios de la Era Cristiana han respaldado el crecimiento de la “Madre Iglesia Católica Romana”, proveyendo cuantiosas sumas de dinero, dotándola de grandes expansiones de tierra, edificando para ella catedrales, capillas, monasterios, conventos, escuelas, etcétera, y como si fuera poco, pagando a la clerecía romana sueldos, pensiones y toda suerte de beneficio material. Unos pocos del presente (primera mitad del siglo XXI), particularmente Italia y España, siguen practicando este mismo tipo de fornicación.
(3) No pocos líderes seculares-políticos del mundo han firmado concordatos con la jerarquía católica romana, así fornicando, espiritual y moralmente, con ella.
“El significado corriente de «concordato» en el mundo católico es el de un acuerdo entre la Santa Sede y un Estado soberano. El primer concordato fue el de Worms (1122), que puso fin a la lucha de las investiduras. Pero es sobre todo un fenómeno de los siglos XIX y XX, que se inicia con el concordato de 1801 entre Pío VII y Napoleón Bonaparte, por el que se restauraba la Iglesia católica en Francia. Durante los años siguientes la publicación por parte del Emperador de los «artículos orgánicos» fue encaminada a regular ulteriormente las relaciones entre el Estado y la Iglesia, en detrimento de la última. No se abolieron hasta la separación formal de la Iglesia y el Estado en Francia en 1905.
En el nuevo mapa dibujado en Europa después de la guerra mundial de 1914-1918, la Iglesia estableció una serie de acuerdos con países con estructuras políticas distintas. En general la Santa Sede pretendía, aunque no siempre conseguía en la práctica, el libre nombramiento de obispos, profesores y personal de los seminarios; la libertad para el clero en su ministerio; derechos y libertades legales para las instituciones religiosas; reconocimiento del matrimonio eclesiástico; el derecho a establecer escuelas católicas; el derecho de las personas jurídicas eclesiásticas a adquirir, poseer y administrar propiedades.
Uno de los concordatos más difíciles fue el que se firmó con el Estado fascista italiano bajo B. Mussolini, que con el Pacto de Letrán de 1929 puso fin a la larga hostilidad de la Iglesia a la unidad italiana. El concordato italiano se convirtió en ciertos aspectos en el modelo para posteriores concordatos, muchos de ellos firmados más tarde con Estados latinoamericanos. El concordato firmado con Hitler en 1933 habría de ser controvertido. Al principio produjo el efecto de mitigar la opresión nazi a la Iglesia, pero con el tiempo se fue haciendo cada vez menos efectivo.
En el período posterior a la II Guerra mundial se firmaron varios concordatos, en particular uno con España en 1953. De todos modos, incluso allí donde se mostró la imposibilidad de llegar a un concordato propiamente dicho, la Santa Sede trató de consensuar otros textos legales, como los protocolos firmados con los Estados de la Europa del Este y el tratado de 1964 por el que se establecía un modus vivendi en Túnez.”
Parecía probable que estos tratados fueran el camino a seguir en las relaciones Iglesia-Estado, cuando estas requiriesen instrumentos legales. Sin embargo, todavía en 1977 se hizo una revisión del concordato con Italia.
El organismo de la Santa Sede encargado de estos asuntos es la Secretaría de Estado. El derecho canónico deja intactos los concordatos (CIC 3); los temas tocantes a las relaciones Iglesia-Estado son competencia de los legados papales, no de los obispos locales, cuyo consejo, sin embargo, ha de solicitarse (CIC 365).” [De mercaba.org, artículo Concordatos]
(4) Estando ligados estrechamente con la “madre iglesia romana”, no pocos gobernantes seculares han pasado el paño tibio a la disipación inmoral del clero, tácitamente aprobando la corrupción sexual y la simonía rampantes en la Iglesia Romana, y fornicando con ella al participar personalmente en sus pecados.
3. Por sus “hechicerías fueron engañadas todas las naciones” (Apocalipsis 18:23). La “gran ramera” hechiza a las naciones. Las vuelve tontas; las engaña, desorientándolas.
Tal cual el verbo “fornicar,” asimismo los verbos “hechizar” y “engañar” resaltan, en el contexto apocalíptico, las relaciones de índole espiritual y moral entre “todas las naciones” y la “gran ramera”.
Espiritualmente, ella las hechiza; las hipnotiza. Las pone atontadas, manipulándolas para sus propósitos malos.
¿Qué medios utiliza para engañar? Entre ellos, “las señales que se le ha permitido hacer” (Apocalipsis 13:13-14).
Ya lo hemos aprendido: la segunda bestia de Apocalipsis 13 y la “gran ramera” de Apocalipsis 17 simbolizan la misma entidad religiosa corrupta, a saber, para la Era Cristiana, la madre Iglesia Católica Romana y su hermana la Iglesia Ortodoxa Griega. Pues, también sabemos, al igual que todo el mundo, que la Iglesia Romana en particular siempre está presentando ante el mundo “señales y prodigios” tales como “apariciones de la Virgen María, imágenes que lloran o sangran y alegadas sanidades”.
a) A nuestro entender, la cláusula “todas las naciones” abarca no solo a las naciones existentes en Europa durante la Edad Media sino también a las demás naciones, o reinos, hechizadas, comenzando con Sumeria y hasta el tiempo cuando los “diez cuernos” repudian a la “gran ramera”, quitándosela de encima.
El presidente George Bush con el Papa de Roma
b) Ubicándonos en el tiempo del Milenio, no faltan presidentes, reyes o ministros que coquetean con la “gran ramera”, visitándola en sus recámaras vaticanas, enviándola presentes caros o invitándola a banquetes y ceremonias.
En su rico ataviado de “mujer cristiana”, luciendo atuendos lujosos de “púrpura y escarlata”, y adornada de “piedras preciosas”, ella no ha perdido su poder de hechizar aun a personajes ilustres, de quienes esperaríamos que tuvieran más inteligencia, astucia y cautela.
Con todo, la realidad es que la mayor parte de los líderes políticos y seculares del presente NO están, en definitiva, totalmente hechizados o engañados por la Iglesia Católica Romana. Coquetear con ella con miras a ganar puntos políticos una cosa es. Otra muy distinta es la de echarse en cama con ella, sometiéndose a su voluntad y pagando sus favores.
El presidente Barack Obama con el Papa Francisco.
El presidente Donald Trump con el Papa Francisco
4. Según la tesis de algunos comentaristas, “la gran ciudad” es la ciudad literal de Roma, en Italia. Ahora bien, “la gran ciudad”, sinónima de “la gran ramera”, hechiza y engaña. Por consiguiente, surge la pregunta: ¿Fueron “hechizadas” o “engañadas” por Roma las naciones que se unieron al Imperio Romano, o que fueron unidas forzosamente a él?
a) En contexto espiritual, aquellas naciones conquistadas por el Imperio Romano –Cartago, Grecia, Egipto, Galia, Bretaña, Alemania, Persia, etcétera- ya “fornicaban” continuamente antes de pertenecer a Roma, pues ya servían a diosas y dioses falsos, incluso a la diosa madre pagana en sus distintas manifestaciones.
Recalcamos, esto era así ANTES de caer aquellas naciones bajo el dominio de Roma. Asimiladas por Roma, ¡seguían fornicando de la misma manera que antes! Al aclamar y adorar al emperador romano como “dios”, solo hacían lo que ya hacían por costumbre, pues endiosar al rey, faraón, emperador o máximo líder, cualquiera fuera su título, ya era práctica de las gentes sumidas en la idolatría característica de aquellos tiempos.
b) ¿Qué “nueva religión” enseñó la Roma, capital del Imperio Romano, a las naciones conquistadas? “Nueva” en el sentido de alguna “religión esencialmente diferente”, pues pensamos que quizás ninguna.
Los romanos solían asimilar las religiones de pueblos integrados al Imperio. Los dioses y las diosas de Grecia, Egipto, el Líbano, etcétera, fueron aceptados en la ciudad de Roma por el emperador, el senado y los ciudadanos romanos, adorándolos quienes quisieran.
En este contexto histórico, ¡Roma es quien fornica espiritualmente con las naciones que conquistó! ¿De qué manera “hechizara” o “engañara” Roma a aquellas naciones? ¡Ya estaban hechizadas y engañadas! La misma Roma estaba bajo el mismo “hechizo”, engañada también de la misma manera.
c) Por estas razones, deducimos que aplicar “fornicarias”, “hechizadas” y “engañadas” tan solo a las naciones conquistadas por la Roma de Italia no luce correcto.
Resulta más lógico, a nuestro entender, aplicar estos términos a “todas las naciones” del pasado que fornicaran con la “gran diosa madre, Madre de todos los dioses y Reina del Cielo”, como, además, a todas las naciones de la Era Cristiana que han fornicado con ella en su manifestación de “madre iglesia romana”.
B. “Los moradores de la tierra se han embriagado con el vino de su fornicación” (Apocalipsis 17:2).
1. No solo los reyes y demás gobernantes fueron hechizados por “la gran ramera” sino también la inmensa mayoría de las gentes.
2. Durante la Edad Media, casi todos los “moradores de la tierra” de Europa pertenecían a la Iglesia Católica Romana. Siguiendo el ejemplo del clero romano, también fornicaban con todo lo malo, tanto religioso como secular-político.
Próximo tema. La gran ramera “estaba vestida de púrpura y escarlata”. Acto 5.
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