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¿Me puedes decir lo que es el amor? Varias respuestas consideradas brevemente, seguidas por las respuestas encontradas en la Biblia. ARTÍCULO.

 

 

Seminario Bíblico Houston

Decimoséptimo

12 – 14 de abril de 2017

Iglesia de Cristo en Channelview, Texas

Tema general

 “Añadid a vuestra fe…”

 

En dsta fotografía se ve una porción de la gran audiencia que partició en el Seminario Bíblico Houston Decimoséptimo, en abril del 2017, en Channelview, Texas.

Tema para esta hora

Amor por las almas perdidas

9 a.m. del 14 de abril de 2017

Orador

Homero Shappley de Álamo

 

I. Salutación

Queridos hermanos y hermanas, amigos y amigas, este Seminario Bíblico Houston Decimoséptimo está resultando para este servidor ¡muy maravilloso!

Una organización impresionante del programa y toda la actividad.

Profesionalismo asombroso en la cocina y el comedor en la preparación de tantísimas comidas y la disposición de ellas para quinientas personas, quizás más.

Oradores competentes y dinámicos.

Y el tema general maravilloso “Añadiendo a vuestra fe…”, con sus siete atributos que descansan sobre la firme base de la fe, como una pirámide espiritual perfecta.

El tema asignado para esta hora es: Amor por las almas perdidas.

No se trata de cuerpos físicos sino de “almas”.

¿Cuántos tienen alma?

¡Parecería que algunos no tengan alma, pues no levantaron la mano!

Pero, solo veo delante de mí cuerpos de carne y sangre. Una muchedumbre de hermanas, hermanos, amigas y amigos muy lindos.

El alma, ¿es visible? ¿Ha visto usted a un alma, o más de una? ¿Quizás a una manada de almas?

¿Cuántos de los presentes me están viendo parado en la tarima?

¡Qué alivio! ¡Cuánto me alegro!

Desde tener este servidor como 65 años de edad, en ocasiones me da la fuerte impresión de estar yo aquí en la tierra como alma sin cuerpo físico. ¡Viendo, pero no visto! Porque la gente pasa frente de mí, o por el lado, sin mirarme, sin saludar, como si yo no existiera. Aun miembros de la iglesia. Particularmente, los jóvenes y adultos jóvenes.

Pienso que este fenómeno tenga algo que ver con mi cabeza canosa, hombros un tanto jorobados y presencia corporal en general. ¿Qué opinan ustedes?

Ya que, por la gracia de Dios, estoy acercándome, a los 80, ¡temo que pronto me quede totalmente invisible! Viendo bien yo, pero ¡no visto por las personas en derredor mío! ¡Ni escuchado! Como si fuera yo un verdadero fantasma. Como un espíritu sin cuerpo.

De todos modos, lo que realmente deseo es que ustedes me vean como alma, de la manera que estoy viendo a ustedes como almas, pues eso mismo somos: ¡almas inteligentes que nos comunicamos las unas con las otras mediante pensamientos!

Mientras el cuerpo físico tiene los cinco sentidos físicos, impulsos y necesidades físicas, el alma tiene la capacidad de pensar y sentir muchísimo más allá de lo meramente carnal-material. De formar pensamientos, experimentar sentimientos y guardar en memoria. De imaginar. De proyectarse hacia el futuro. De razonar y formar conclusiones. El alma posee conciencia, voluntad, carácter y personalidad.

¿Cuál es el sentimiento más maravilloso y poderoso del alma? ¡Claro! Es el amor. No el amor carnal-sexual, pues este tipo de amor atañe al cuerpo carnal. Más bien, el amor espiritual de alma por alma.

¿Me aman como alma? ¿Sin conocer a profundidad todos mis pensamientos, sentimientos, aspiraciones, etcétera?

Yo también amo a ustedes de igual manera, es decir, como almas.

Ahora bien, profesar verbalmente tal amor es fácil. Dar evidencia irrebatible de tenerlo es otro medio peso. Asunto que analizaremos con detenimiento en breve, con el favor de Dios. Antes quisiera preguntarles…

II. ¿Por qué debo amar a las almas PERDIDAS? Enfatizo: a las PERDIDAS. Estas son las enfocadas en el tema asignado: Amor por las almas perdidas. Amar nosotros los cristianos a los nuestros es natural y comparativamente fácil. Pero, amar a las almas perdidas, ¿por qué? No es tan fácil a causa de sus malas mañas, vicios, y peor. ¿Por qué amarlas?

Porque Dios las ama a todas, aun a las más extraviadas.

“Porque de tal manera amó Dios al mundo” -O sea, a todas las almas- “que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16). Nuestro deber es comprender ese amor e imitarlo, practicarlo.

Se remacha este amor tan grande del Padre Creador por las almas en 1 Timoteo 2:4. Dios “…quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad”.

¿Por qué ama Dios “de tal manera” a todas las almas, aun a las más corruptas, violentas y extraviadas?

Porque aun las más perdidas en cualquier momento y todo momento de la historia humana pertenecían a él antes de elegir darle la espalda.

Toda alma proviene de Dios. Satanás no forma almas. El Dios Creador, fuente de toda vida, es quien las dota de vida, impartiendo a ellas los atributos y poderes que las hacen, en su estado original, “imagen de Dios”.

Siendo, pues, “imagen de Dios”, “linaje de Dios” (Hechos 17:28-29), toda alma integra, efectivamente, la “familia” espiritual “de Dios” (Efesios 2:19). Cada una inicia su existencia sin mancha alguna de pecado alguno. El dogma del “pecado original heredado por todo ser humano desde su concepción” es pura invención de teólogos carentes de entendimiento en estos asuntos. Pierde la “imagen de Dios” toda alma que decide por el mal, por el pecado, una vez tenga la capacidad intelectual y espiritual para escoger entre el bien y el mal. Al hacerlo, ya no es “hijo de Dios” sino hijo espiritual descarriado que sirve a un padre adoptado, al “padre de mentira”(Juan 8:44). Sin embargo, su verdadero y único Padre legítimo, Dios “el Padre de los espíritus”(Hebreos 12:9), ¡sigue amándolo!

Ahora bien, para el Padre Dios el alma perdida es hijo pródigo, hija pródiga. Como en la maravillosa y conmovedora parábola del “hijo pródigo” (Lucas 15:11-32). Para nosotros que somos almas rescatadas y redimidas, el alma perdida es, pues, hermano extraviado, hermana extraviada. Si el Padre de todos nosotros ama tantísimo a las almas perdidas nosotros debemos amarlas también con amor sincero y muy grande, ya que NO amarlas de tal manera sería actuar en contra de los sentimientos, deseos y procedimientos del Padre de todos nosotros. No amarlas sería actuar como actuó el hermano mayor en la parábola del “hijo pródigo”: resentido, refunfuñándose y distanciándose de la familia por el retorno de su hermano arrepentido. Cuando un alma perdida regresa a la casa de Dios, el Padre exclama: “…este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado”, regocijándose. ¡Y nosotros con él! ¿Cierto?

Este amor que debemos tener tanto por las almas salvas como por las perdidas el apóstol Pablo lo demuestra de forma asombrosa.

En el caso de las almas salvas en Corinto. Y yo con el mayor placer gastaré lo mío, y aun yo mismo me gastaré del todo por amor de vuestras almas, aunque amándoos más, sea amado menos” (2 Corintios 12:15).

Hermano ministro de Cristo, evangelista, obispo, maestro, maestra, ¿ama usted de tal manera a las almas salvas? ¿Y yo? ¿Tanto que gastemos lo nuestro por ellas, y aun a nosotros mismos?

Y en el caso de las almas perdidas de los judíos desobedientes.

Pablo escribe: Verdad digo en Cristo, no miento, y mi conciencia me da testimonio en el Espíritu Santo, que tengo gran tristeza y continuo dolor en mi corazón. Porque deseara yo mismo ser anatema, separado de Cristo, por amor a mis hermanos, los que son mis parientes según la carne” (Romanos 9:1-3).

¡Amor tan profundo por sus hermanos, por sus parientes judíos, que Pablo siente “gran tristeza y continuo dolor en” su “corazón”! Porque rehúsan aceptar a Cristo como el Mesías prometido. Sacrificaría su propia salvación -fíjese en las palabras “deseara yo mismo ser anatema, separado de Cristo”- si tal acto de total abnegación resultara en la redención de ellos

Vuelve Pablo al mismo tema en Romanos 10, escribiendo: “Hermanos, ciertamente el anhelo de mi corazón, y mi oración a Dios por Israel, es para salvación. Porque yo les doy testimonio de que tienen celo de Dios, pero no conforme a ciencia” (Romanos 10:1-4).

Por las almas perdidas: amor profundo, tristeza, dolor, anhelo y oración para salvación. ¿Hasta qué medida embargan mi corazón -el suyo- estos fuertes sentimientos hacia los perdidos? Esta combinación de hondos sentimientos es la que motiva a todos cristiano a despeñar el papel de mensajero de salvación para las almas perdidas.

El propio Jesucristo los demuestra una y otra vez durante su ministerio terrenal.

Escuchemos su lamentación: “¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina a sus polluelos debajo de sus alas, y no quisiste! Mateo 13:34.

O sea, parafraseando: “Almas perdidas de Jerusalén, ¡cuántas veces he querido juntarles en el Reino de mi Padre donde hay perfecta seguridad y salvación eterna!”

Al contemplar nosotros las tantas ciudades grandes, medianas y pequeñas de nuestros entornos de hoy -como este metroplex de Houston- con sus multitudes de almas aglomeradas, ¿acaso nos invade el fuerte deseo de querer llamarlas a tomar los pasos necesarios para ser recibidas, una vez terminada su travesía terrenal, en “la ciudad del Dios vivo; Jerusalén la celestial”? Hebreos 12:22.

“Y salió Jesús y vio una gran multitud, y tuvo compasión de ellos, porque eran como ovejas que no tenían pastor; y comenzó a enseñarles muchas cosas(Marcos 6:34). Porque los amaba.

“COMPASIÓN” de las almas perdidas, extraviadas, sin pastor, ¿la tenemos nosotros de ellas? ¿Cómo se lo mostramos? Cristo lo hacía, enseñándolos “muchas cosas”. Otro tanto haremos nosotros si tenemos amor y compasión de verdad por las almas perdidas. ¡Enseñar, enseñar, predicar; exhortar, motivar, buscar, llamar, guiar! No a nosotros casi todo el tiempo sino a las grandes multitudes de almas perdidas.

Amados hermanos y hermanas, el amor verdadero envuelve, necesariamente, ¡ACCIÓN! La compasión sin ACCIÓN es un vocablo vacío.

 “Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad (1 Juan 3:18).

Antes de abundar sobre “amar a las almas perdidas de hecho y en verdad”, efectuando acciones positivas a su favor, quisiera, con su indulgencia, traer unos ejemplos de acciones negativas tomadas contra ellas por religiosos que aseguran amarlas.

Entre paréntesis, ¿siguen viéndome y escuchándome? ¿O me estoy volviendo cada vez más invisible a medida que se desarrolle este tema? ¡Acaso desapareciéndome poco a poco! ¿Sigo visible? ¡Oh! ¡Qué bueno! Pues, prosigamos.

III. Algunas acciones NEGATIVAS tomadas contra almas perdidas por religiosos que aseguran amarlas.

Demas era un siervo del Señor que trabajó durante una época con el ilustre y muy efectivo apóstol Pablo. Pero, dejó de amar tanto a las almas salvas como a las perdidas. Contra él testifica Pablo: Demas me ha desamparado, amando este mundo, y se ha ido a Tesalónica” (2 Timoteo 4:10). Ver los milagros hechos en ocasiones por Pablo. Escuchar predicadas una y otra vez las bellísimas verdades del evangelio puro. Tener el honor de trabajar juntamente con Pablo, Timoteo y Tito. Pero, ¡amar tanto al mundo que abandone a Pablo, la iglesia y las almas perdidas! ¡Inconcebible! Realmente, ¡inconcebible!

Sin embargo, no faltan casos semejantes en el tiempo presente. Ministros que abandonan sus ministerios por amor a placeres carnales. Maestros y maestras que se niegan a seguir enseñando porque están tan atareados y afanados con lo material y la vida terrenal. “No me sobra tiempo para preparar clases.” Ancianos (obispos, pastores) que dimiten por las mismas razones. Tales acciones hacen tremendo daño a los demás ministros del Señor y a la iglesia en general, perjudicando, además, a las almas perdidas impactadas. Queridos siervos de Jesucristo, ¡Dios nos libre de pisar los talones de Demas!

Diótrefes, amando poder y reconocimiento en la iglesia, tomó acciones dañinas contra las almas salvas de su congregación, sujetándolas a su propia voluntad y denegándolas comunión con otros cristianos, expulsando de la iglesia a cualquiera que no le obedeciera. Como si fuera poco, parloteaba contra el propio apóstol Juan. (3 Juan 1:9-10) ¡Qué pena! ¿Cuántas almas se salen de las iglesias de actualidad, perdiéndose de nuevo en el mundo a causa de ministros de la calaña de Diótrefes? Que se aman a sí mismos. Que aman el poder, imponer su voluntad, ser autoritarios.

Los fariseos del tiempo de Cristo hacían terrible daño a las almas perdidas conquistadas por ellos. Contra ellos testifica el Señor, diciendo que recorrían mar y tierra para hacer un prosélito, y una vez hecho, le” hacían “dos veces más hijo del infierno que” ellos mismos (Mateo 23:15). ¿Cómo? Pues, esclavizándolo a sus tradiciones y mandamientos de hombre (Mateo 15:1-9), contaminándolo con su propia hipocresía e inculcándolo su fanatismo ciego. Otro tanto hacen los “fariseos religiosos” del presente que se arriman de la misma forma contra las almas perdidas. ¡Dios nos libre de figurar entre ellos!

Cientos de años antes de Cristo, las falsas profetizas de Israel cazaban “las almas al vuelo… para mantener así su propia vida” (Ezequiel 13:18-20). Hoy por hoy, incontables multitudes de almas caen en las trampas puestas por infinidad de pastores, pastoras, ministros de todo tipo, sacerdotes, etcétera, cuyo propósito evidente es vivir materialmente de ellas. Aun enriquecerse. Vivir como rey, como reina. ¡Qué tragedia espiritual!

Amados en el Señor, nosotros que recorremos mar y tierra en busca de almas para Dios y su Reino eterno, mi humilde consejo es que revisemos regularmente nuestras motivaciones, asegurándonos de que sean puramente espirituales, y no egoístas, materialistas o carnales. Que no alejemos a las preciosas almas por una conducta moral o social indigna de nuestro llamamiento y ministerio sino que nos conduzcamos de manera tal que ni siquiera nuestros adversarios encuentren causa probable contra nosotros (1 Pedro 3:14-16). Que no demos al enemigo causa alguna de maledicencia (1 Timoteo 5:14). Siempre teniendo como meta prioritaria que se salven a través de nosotros muchísimas almas perdidas, restaurándose a la familia de Dios.

IV. Ahora bien, tratándose de ACCIONES positivas de nuestra parta hacia las almas perdidas, la más urgente, fundamental y necesaria que nos corresponde es comunicarles “el evangelio de salvación”, en toda su pureza, sin adulterarlo con doctrinas de hombre, porque “el evangelio… es poder de Dios para salvación”tanto para el judío como para el gentil (Romanos 1:16). Dios el Padre, Jesucristo y el Espíritu Santo han hecho lo que tenían que hacer para salvar a las almas perdidas. A los fieles ministros de Cristo nos corresponde el papel de predicarles el evangelio. Porque “agradó a Dios salvar a los creyentes por la… predicación” (1 Corintios 1:21).

Así pues, en el cumplimiento de nuestra encomienda divina, ¡cuidémonos de no confundir prioridades cuando de las almas perdidas se trata! Hemos sido enviados para predicarles el evangelio. Esta es nuestra prioridad singular. No hemos sido enviados a alimentar o sanar a sus cuerpos físicos. Hay un tiempo apropiado para alimentar a los hambrientos y procurar la sanidad física de enfermos, pero proveer lo más pronto posible el medio para la salvación del alma perdida toma precedencia. ¿Sí, o no? Y ese medio es el “evangelio del Reino”. No el evangelio de la prosperidad, el del dominionismo, el social, el de liberación o el de la superación personal, como tampoco el evangelio meloso de iglesia comunitaria donde quepan todos, no importando su creencia. Ningún “evangelio diferente” sino “el evangelio de Cristo” tal cual entregado a sus únicos apóstoles auténticos en el siglo I (Gálatas 1:6-10).

“Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero”, escribió el apóstol Pablo (1 Timoteo 1:15). Esta era, y sigue siendo, la prioridad de Cristo Jesús. “…salvar a los pecadores.” Lógicamente debería ser la nuestra también conforme a la tarea que nos ha sido encomendada.

¿Soy visible todavía? ¿Aún me están viendo y escuchando? ¡Qué bien! Se lo agradezco, de verdad. Me resta un solo punto grande.

V. ¿Cómo predicar el dulce y poderoso “evangelio eterno… a los moradores de la tierra, a toda nación, tribu, lengua y pueblo”, como dice Apocalipsis 14:6? A las enormes multitudes de almas perdidas que pululan por nuestras ciudades -Matamoros, Guadalajara, Ciudad de México, Dallas-Fort Worth, Houston. A las de campos y aldeas; planicies, valles, montañas, junglas y continentes enteros.

Mi respuesta personal, y me parece demasiado obvia: por cualquier medio lícito y efectivo. Por el Internet, Facebook, Twitter, televisión, radio y la prensa, no descartando el de folletos evangelísticos bíblicos y prácticos. Además, a viva voz en cualquier lugar apropiado.

La clave es: ¡hacer la obra evangelística! “Haz obra de evangelista, cumple tu ministerio”, exhorta Pablo a Timoteo. Que “…prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina” (2 Timoteo 4:1-5). No que te pongas a teorizar y debatir interminablemente sobre cómo hacerlo, sino ¡haz la obra ya!

Hace pocos días escuché a un evangelista joven decir respecto a sí mismo y sus diez compañeros de “equipo”: “Seguimos tratando de determinar cómo hacer impacto en las gentes”. ¿Así? Sencillo: ¡salir y predicar el evangelio puro y completo, con verdadero amor por las almas perdidas! Con respeto para ellas. Sin temor. Con fe y humildad. Dejando el crecimiento a Dios. Salir de las cuatro paredes de oficinas, o cuales sean, ¡y hacer la “obra de evangelista”.

Considero que lo de enviar a puros neófitos a los campos misioneros sea todo un problema mayúsculo de nuestra amada hermandad. Seguro que Timoteo era joven cuando llamado. ¿Quién le enseñó a hacer eficazmente la “obra de evangelista”? Ya ustedes saben. Su adiestramiento tomó años.

Durante estas semanas, la Iglesia Adventista del Séptimo Día está enviando a África, según su sitio de Internet, un contenedor que mide ocho pies, por ocho por veinte de largo y que contiene dos mil cien miles de folletos (2 millones, 100 mil), y otro del mismo tamaño y cantidad a la India. Programa otros tales envíos para este año. Una iglesia judaizante regida más por el Antiguo Testamento que por el Nuevo. Su sitio explica y alaba la efectividad de folletos.

Vaya al Internet y en “Búsqueda” anote en “imágenes”: “distribución de folletos bíblicos”. Aparecen fotografías de testigos de Jehová en distintos países del mundo con elegantes carritos rodantes llenos de sus folletos y revistas a todo color. La organización Watchtower de Biblias y Folletos mandó a fabricar 250,000 de esos carritos para sus proclamadores de errores alrededor del mundo, también supliéndoles enorme cantidad de publicaciones en gran número de idiomas y dialectos.

Mientras tanto, nosotros que tenemos el mensaje más bíblico de todos los que se esparcen por el mundo hacemos algo para llevar el “evangelio de salvación”, puro y poderoso, a las almas perdidas. Algo. Con raras excepciones, mayormente obritas. En contextos globales somos invisibles para inmensas masas de almas perdidas. ¡Invisibles! ¡Desconocidos! Amados, no porque no tengamos los recursos para darnos a conocer masivamente, mundialmente, sino más bien por una plétora de mentalidades limitadoras, actitudes poco positivas, procedimientos contraproducentes pero muy arraigados y paradigmas evangelísticos carentes de precedencia o ejemplo bíblico.

Cómo superar los impedimentos colocados por nosotros mismos que impiden el cumplimiento cabal de nuestro deber hacia las almas perdidas es el tremendo reto del día para todos nosotros, muy queridos e inteligentes ministros de Jesucristo, portadores de las buenas noticias de salvación tal y como entregadas por Cristo y el Espíritu Santo.

“¿Y cómo oirán sin haber quien les predique?  ¿Y cómo predicarán si no fueren enviados? Como está escrito: ¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas!” Romanos 10:14-15.

¡Gracias! ¡Dios los bendiga grande y ricamente! ¡Los amo a todos!

 


 

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