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-Estudio adaptable para sermones y clases bíblicas

En el escenario religioso…

Por un lado…

Naamán, general sirio, afligido por la lepra, Eliseo, profeta de Dios, y Giezi, criado de Eliseo.

Y por el otro…

Los pastores pentecostales, autonombrados “profetas y apóstoles”,  carismáticos e independientes de hoy día, con sus hordas de seguidores. Además, los sacerdotes católicos romanos, evangélicos y protestantes, con sus multitudes de feligreses.

Drama fascinante y aleccionador en grado sumo


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El general sirio Naamán, "hombre valeroso en extremo, pero leproso", llega, con toda su compañía, a las puertas de la casa de Eliseo, varón de Dios. Este ni sale para saludar al poderoso Naamán sino que envía un mensajero con el remedio para curar al general. Ocho palabras, nada más. "Ve y lávate siete veces en el Jordán..." ´¿Cómo reacciona Naamán? Muchas lecciones para el presente encontramos en este relato del Antiguo Testamento.

Intercalamos en el texto bíblico comentarios y aplicaciones solo para las escenas a las cuales tenemos a bien llamar atención.

2 Reyes 5

Reina-Valera 1960 (RVR1960)
Texto copiado electrónicamente de
www.biblegateway.com

Personajes y circunstancias iniciales

1 Naamán, general del ejército del rey de Siria, era varón grande delante de su señor, y lo tenía en alta estima, porque por medio de él había dado Jehová salvación a Siria. Era este hombre valeroso en extremo, pero leproso.

2 Y de Siria habían salido bandas armadas, y habían llevado cautiva de la tierra de Israel a una muchacha, la cual servía a la mujer de Naamán.

3 Esta dijo a su señora: Si rogase mi señor al profeta que está en Samaria, él lo sanaría de su lepra.

4 Entrando Naamán a su señor, le relató diciendo: Así y así ha dicho una muchacha que es de la tierra de Israel.

5 Y le dijo el rey de Siria: Anda, ve, y yo enviaré cartas al rey de Israel. Salió, pues, él, llevando consigo diez talentos de plata, y seis mil piezas de oro, y diez mudas de vestidos.

6 Tomó también cartas para el rey de Israel, que decían así: Cuando lleguen a ti estas cartas, sabe por ellas que yo envío a ti mi siervo Naamán, para que lo sanes de su lepra.

7 Luego que el rey de Israel leyó las cartas, rasgó sus vestidos, y dijo: ¿Soy yo Dios, que mate y dé vida, para que éste envíe a mí a que sane un hombre de su lepra? Considerad ahora, y ved cómo busca ocasión contra mí.

8 Cuando Eliseo el varón de Dios oyó que el rey de Israel había rasgado sus vestidos, envió a decir al rey: ¿Por qué has rasgado tus vestidos? Venga ahora a mí, y sabrá que hay profeta en Israel.

 


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El general sirio Naamán se zambulle siete veces en el río Jordán conforme a la palabra del varón de Dios Eliseo, y después de la séptima vez fue curado completamente de su lepra.

El general sirio Naamán tropieza al principio sobre sus propias preconcepciones, ilusiones y orgullo, pero luego, aconsejado por sus siervos, reacciona sabiamente. Al acatar debidamente los sencillos requerimientos dados por Eliseo, Dios le sana de su lepra.

9 Y vino Naamán con sus caballos y con su carro, y se paró a las puertas de la casa de Eliseo.

-Comentarios. Con su poder militar-político, con sus títulos y autoridad, con “…diez talentos de plata, y seis mil piezas de oro, y diez mudas de vestidos” –un verdadero tesoro- llega el general Naamán “…a las puertas de la casa de Eliseo”. Pero, también llega con lepra. En la simbología material-espiritual de la Biblia, esta terrible enfermedad representa el pecado, enfermedad que devora ya pronto ya poco a poco al alma del ser humano afligida por ella. A menos que la víctima ande los pasos necesarios para ser curada, no solo estará muerta en vida sino que morirá eternamente, víctima también de la “segunda muerte”, de la cual nunca habrá resurrección alguna. Pero la que se entrega a los placeres, viviendo está muerta” (1 Timoteo 5:6). “Y la muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego. Esta es la muerte segunda (Apocalipsis 20:14).

10 Entonces Eliseo le envió un mensajero, diciendo: Ve y lávate siete veces en el Jordán, y tu carne se te restaurará, y serás limpio.

-Comentarios y aplicaciones para el tiempo presente.

1.  El profeta Eliseo no se apresura a salir de su casa y arrodillarse ante el poderoso Naamán, esperanzado en ser premiado ricamente al recibir sanidad aquel general. Qué tremendo contraste entre su comportamiento y el de “sanadores-profetas” del presente que cazan las almas de ricos, poderosos y famosos, ilusionados con obtener de ellos cuantiosos diezmos, ofrendas y otros beneficios materiales. ¡Eliseo ni sale para saludar a Naamán! No le interesan las ricas dádivas traídas por el general. Su actitud nos hace recordar las palabras del apóstol Pablo dirigidas a los cristianos en Corinto: “…no busco lo vuestro, sino a vosotros…” (2 Corintios 12:14). Y así piensa el siervo recto y desinteresado de Dios. El dinero no es su dios; no lo ama, comprendiendo cabalmente la verdad enunciada por el apóstol Pablo. Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición;  porque raíz de todos los males es el amor al dinero…” (1 Timoteo 6:9-10).

-Pero, los buscones y vividores religiosos del presente –disculpe, culto lector, el lenguaje fuerte usado para resaltar un mal muy grande- van afanosamente tras “lo vuestro”, es decir, todo el dinero que puedan extraer de los bolsillos, carteras, cuentas bancarias o tarjetas de crédito, de ingenuos, engatusados o supersticiosos, y también de creyentes avaros empeñados en hacerse de riquezas a través de “contratos con Dios”, “negocios piramidales” en las iglesias, “dinero semilla”, “te doy el diezmo, esperando recibir a cambio diez veces más” y otras estratagemas igualmente materialistas.

-Profetas hoy día como Eliseo y Pablo no los hay. “Porque todos buscan lo suyo propio, no lo que es de Cristo Jesús” (Filipenses 2:21).

2.  Sale de la casa de Eliseo un humilde “mensajero” con instrucciones tan breves como sencillas para Naamán: Haz esto y esto, “y serás limpio” de tu lepra. “Un mensajero”, un siervo, sin títulos pomposos de “reverendo, arzobispo, monseñor”, etcétera; sin vestimentas sacerdotales, sin sotanas eclesiásticas. Asimismo, hoy por hoy, los portavoces fieles de las instrucciones divinas para salvación del alma son mensajeros que no ostentan títulos ni usan vestimentas religiosas que los diferencien de los demás cristianos leales al Señor. Entonces, ya sabrá usted, respetado lector, cómo clasificar a los que se presenten de otro modo. A propósito, no sale de Dios algún ángel con el mensaje para Naamán, ni le da Dios el mensaje en sueño. Paralelamente, durante la Era Cristiana “…agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación” (1 Corintios 1:21), y no, pues, por sueños o visitas de ángeles. Por cierto, el evangelio… es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego” (Romanos 1:16).

3.  Sr. Naamán, ¿quieres ser limpio de tu lepra? He aquí instrucciones muy específicas impartidas mediante solo ocho palabras: “Ve y lávate siete veces en el Jordán”. He dicho “siete veces”, y no tres ni diez. He dicho “en el Jordán”, y no en el Éufrates, el Tigris, el Nilo o el Danubio. Pues, amado lector, también son tan sencillas, explícitas y breves las instrucciones de Dios, Cristo y el Espíritu Santo en el Nuevo Testamento para ser limpio el pecador de su lepra espiritual. Por ejemplo: “El que creyere y fuere bautizado, será salvo…” (Marcos 16:15-16). “…arrepentíos, y bautízate cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo” (Hechos 2:38). “Ahora, pues, ¿por qué te detienes? Levántate y bautízate, y lava tus pecados, invocando el nombre del Señor” (Hechos 22:16).

11 Y Naamán se fue enojado, diciendo: He aquí yo decía para mí: Saldrá él luego, y estando en pie invocará el nombre de Jehová su Dios, y alzará su mano y tocará el lugar, y sanará la lepra.

-Comentarios y aplicaciones.

1.  Hoy día, se enojan muchos, se indignan, se rebelan cuando un humilde mensajero del evangelio no adulterado expone las sencillas instrucciones que copiamos de la Biblia en la partida “3” anterior. Y llenos de sus propias preconcepciones de cómo alcanzar la salvación del alma, se marchan sin obedecer los mandamientos dados por Dios, refunfuñando y argumentando contra los mandatos divinos expresados con maravillosa claridad y concisión. Como si esperaran escuchar algún mensaje mucho más teológico, elocuente, aun exigente, y participar en ceremonias coreografiadas a manera de eventos seculares, con oficiales elegantes, actuaciones dramáticas, aplausos y festejos.

a)  “He aquí yo voy a la iglesia a entregarme al Señor para que sane mis enfermedades de alma, mente y espíritu. Y cuando yo pase al frente, el pastor vendrá donde mí y me pedirá que haga profesión de fe. Y estando en pie invocará el nombre de Jehová Dios sobre mí, y poniendo su derecha sobre mi cabeza alzará su izquierda hacia el Cielo mandándome, con voz de solemne autoridad, como hablando de parte de Dios, a repetir la oración del pecador para perdón. Y cuando haya terminado, pronunciará fogosamente algo en lenguas angelicales. Entonces me golpeará leve y rápidamente en la frente con la palma de su mano derecha, y caeré teso en éxtasis al suelo, recibiendo así señal de salvación.”

b)  Comparando esta proyección con relatos de conversiones en Hechos de Apóstoles percibo que está completamente llena de preconcepciones carentes de respaldo bíblico. “Profesión de fe” como única condición para recibir perdón de pecados; que el pastor “hable de parte de Dios”, como por inspiración sobrenatural; que el pastor ponga sus manos sobre el candidato; “la oración del pecador para perdón”; hablar lenguas angelicales; que el candidato caiga en éxtasis al suelo en señal de salvación. Amado, ¿dónde en la Biblia se hallan precedente o mandato para tales acciones? ¡En ningún pasaje! Se lo aseguro. Y si no me cree, le animo a darse a la tarea de encontrar siquiera un texto bíblico en apoyo de las acciones o manifestaciones señaladas.

c)  Ahora bien, el fiel mensajero de Dios se limita a decir a toda persona que desea recibir el perdón de pecados: Crea que Jesucristo es el Hijo de Dios, confiese su nombre delante de los hombres (Mateo 10:33; Hechos 8:35-39), arrepiéntase y bautícese, sumergiéndose en agua “para perdón de los pecados” (Hechos 2:37-47; 22:16; Marcos 16:15-16; Romanos 6:3-7). ¿Cuántos oyentes se indignan al escuchar estas sencillas condiciones, aun enfadándose? Se van molestos. “‘He aquí yo decía para mi…’ que el bautismo no es ‘para perdón’, que es solo una señal de salvación, que la salvación es por fe sola.” Pero, ¿se da cuenta usted, querido lector, de un factor elemental? Lo que el humano dijera para sí acerca de cómo ser sanado de la lepra del pecado no cuenta para la sanidad del alma sino las condiciones puestas por Dios.

-Ciertamente, la expresión “He aquí yo decía para mi…” evidencia peligrosas preconcepciones. Camino a la casa de Eliseo, Naamán va pensando: “Tal y tal cosa va a pasar. El propio Eliseo saldrá y hará tal o cual cosa”. ¡Preconcepciones que inicialmente hacen al general reaccionar irracionalmente! Se decepciona. Se enoja, y crece su enojo. De no haber sido por el consejo oportuno de sus criados, ¡se va tan enfermo que cuando llegó a la casa de Eliseo!

-Así que, una lección importantísima que aprendemos al escrutar el caso del general Naamán es la siguiente: que todo pecador que va en busca de perdón debería deshacerse de ideas preconcebidas sobre las condiciones para obtener tan gloriosa bendición. Ideas formadas tal vez al escuchar u observar a líderes religiosos en programas de televisión, campañas evangelísticas, servicios religiosos u otros foros. No acercarse, pues, el pecador a Dios, teniendo sus propias condiciones ya definidas, sino preguntar humilde y respetuosamente: “¿Qué debo hacer para ser salvo?” (Hechos 16:30). Y no cometer tampoco el error de escuchar solo una parte de la respuesta, sino la respuesta completa. Llamo atención a este punto porque algunos, incluso pastores y predicadores de toda estirpe, leen el relato de la conversión del carcelero y su familia hasta Hechos 16:31, donde Pablo y Silas dicen: “Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa”. Pero no continúan con el 16:32 en adelante donde dice: “Y le hablaron la palabra del Señor a él y a todos los que estaban en su casa. Y él, tomándolos en aquella misma hora de la noche, les lavó las heridas; y en seguida se bautizó él con todos los suyos”. De manera que el carcelero de Filipos y su familia no fueron salvos por fe sola, como lo predican equivocadamente los que leen solo hasta el Versículo 31, sino por la obediencia al evangelio completo, en el cual figura el mandato de bautizarse “para perdón de los pecados”.

2.  “He aquí yo decía para mí…” es también el mismo paso en falso que muchísimas personas dan al acercarse a alguna iglesia. “‘…yo decía para mí…’ que la iglesia de Dios debería ser de esta manera, o de aquella”. Entonces, proceden a evaluar y juzgar de acuerdo con preconcepciones personales, aplicando criterios tal vez puramente humanos, sin quizás darse cuenta siquiera de lo que están haciendo. Más bien, a todos nos conviene preguntar: “Señor Dios, ¿qué rasgos tiene su iglesia? ¿Cómo se organiza, adora y trabaja su iglesia conforme a los designios suyos para ella?” Luego, en vez de confiar en las distintas respuestas de religiosos, escudriñar nosotros cada uno diligentemente las Escrituras, particularmente el Nuevo Testamento, en busca de explicaciones dadas por Dios mismo. Pues, allí se encuentran en las precedentes e instrucciones de los únicos apóstoles auténticos del Señor. Y subrayo “auténticos”, ya que marchan por los escenarios religiosos del presente un sinnúmero de “apóstoles”, también “mujeres apóstoles”, que de “apóstol” auténtico no poseen credenciales certificadas por Jesucristo.

12 Abana y Farfar, ríos de Damasco, ¿no son mejores que todas las aguas de Israel? Si me lavare en ellos, ¿no seré también limpio? Y se volvió, y se fue enojado.

-Comentarios y aplicaciones.

1.  Ofendido por el trato de Eliseo y decepcionado por las instrucciones tan simples traídas por el mensajero de aquel profeta, el orgullo del general Naamán también trastorna su juicio –orgullo de patria y de raza, y el concomitante desprecio de otros lugares y razas. Pero, cuando uno está gravemente enfermo, hasta de muerte, ¿qué importa la raza o nacionalidad del instrumento enviado por Dios para brindar sanidad, qué importa el lugar de su procedencia o dónde haya que ir para recibir la bendita sanidad? Sin embargo, no faltan pecadores que rehúsen prestar atención a cualquier mensajero que no sea de su raza o patria. Prejuicios potencialmente fatales para el alma enferma.

2.  Al remedio dado por Eliseo, mediante su mensajero, a Naamán para la sanación de su lepra, el general responde con objeciones, cuestionamientos y porfías, enojándose aún más. “Y se volvió, y se fue enojado”, como un chiquillo. “¡No quiero zambullirme siete veces en las aguas turbias del Jordán en este despreciable país chiquito de los israelitas, pueblo extraño y fanático!” Supongamos que Naamán hubiese regresado a Siria, y que, llegando al río Abana, se bautizara siete veces en sus aguas cristalinas, ¿hubiese salido limpio de la lepra? Negativo, en absoluto.

3.  De la manera que Naamán respondió al mensaje-remedio enviado por Eliseo asimismo responde infinidad de personas al mensaje-remedio sencillo del evangelio enviado por Dios a todos los hombres y mujeres. Con objeciones, cuestionamientos y porfías. “¡No quiero ser sumergido en agua en aquella iglesia pequeña de gente mayormente humilde, iglesia que representa poca cosa en nuestro mundo, y además, que se halla en un lugar poco deseable! ¡No quiero ser bautizado por alguien que no sea de mi nacionalidad, raza o rango social! ¿Por qué tiene que ser el bautismo por inmersión? ¿No basta la aspersión? ¿Por qué insisten que el bautismo sea necesario para que sean perdonados mis pecados? El ladrón en la cruz, aquel que fue perdonado por Cristo, no se bautizó. ¿Y por qué habría yo de bautizarme obligatoriamente solo en una iglesia que bautiza “para perdón” para así tener seguridad de ser bautizado bíblicamente? Esto me suena a puro fanatismo. Siempre yo decía para mí que la fe sola salva.” Y así se vuelve y se va, como Naamán, molesto, descreído, aun enojado.

13 Mas sus criados se le acercaron y le hablaron diciendo: Padre mío, si el profeta te mandara alguna gran cosa, ¿no la harías? ¿Cuánto más, diciéndote: Lávate, y serás limpio?

14 El entonces descendió, y se zambulló siete veces en el Jordán, conforme a la palabra del varón de Dios; y su carne se volvió como la carne de un niño, y quedó limpio.

-Comentarios y aplicaciones.

1.  A la verdad, sucede a menudo en este mundo lleno de orgullosos que los “criados”, o sea, los humildes, poseen más sabiduría, especialmente “la sabiduría que es de lo alto” (Santiago 3:17-18), que los intelectuales, poderosos y acaudalados. Precisamente, de los tales son los que razonan con Naamán, persuadiéndole a cambiar de parecer.

-Hoy día, los humildes y sabios siervos de Jesucristo siguen razonando con grandes y pequeños por igual, intentando persuadirlos a todos a tomar los pasos necesarios ordenados por Dios para recibir sanidad espiritual.

-Al decir “humildes”, de modo alguno pretendemos restar importancia a la preparación académica o ensalzar al que no la tenga. En términos generales, más eficaz y productivo en los ministerios del Señor será un “Pablo” altamente preparado académicamente que un iletrado, siempre y cuando tal “Pablo” también estime “a los demás como superiores a él mismo” (Filipenses 2:3-8), no teniendo “más alto concepto de si que el que debe tener” (Romanos 12:3).

2.  El general Naamán recapacita al escuchar el consejo de sus siervos, manifestando atributos admirables de carácter, de verdadero líder. En primer lugar, se digna escuchar a sus criados, no despreciándolos o regañándolos. Luego, se humilla, haciéndoles caso. Venciendo su orgullo y haciendo a un lado sus preconcepciones, “…descendió, y se zambulló siete veces en el Jordán, conforme a la palabra del varón de Dios; y su carne se volvió como la carne de un niño, y quedó limpio”. ¡Totalmente limpio! ¡Completamente curado! No a medias, sino perfectamente sanado de su lepra, volviendo su carne “como la carne de un niño”. ¡Gloriosa bendición recibida como fruto de su cabal obediencia a lo explícitamente ordenado por Dios!

a)  Naamán no se paró en el Jordán, echándose encima unas gotas de agua. Más bien, “…descendió, y se zambulló… en el Jordán”. Su sumergió en las aguas del Jordán. Siglos y siglos más adelante, Jesucristo también fue sumergido en las aguas del río Jordán por Juan el Bautista (Mateo 3:13-17). También los doce varones que Cristo llamaría a ser sus apóstoles. Además, incontables miles de judíos fueron sumergidos en el Jordán por Juan el Bautista (Mateo 3:5-6; Lucas 1:7). Creyendo el tesorero de Egipto el mensaje que le predicó el evangelista Felipe, al confesar el nombre de Cristo, descendió al agua, juntamente con Felipe, bautizándole este por inmersión. “…descendieron ambos al agua, Felipe y el eunuco, y le bautizó. Cuando subieron del agua…” (Hechos 8:35-39). No hay otro bautismo bíblico; solo el por inmersión. Todo aquel que se humille ante Dios, disponiendo su corazón a obedecer sin cuestionamientos humanos, pide ser bautizado por inmersión “para perdón de los pecados”.

b)  Naamán “…se zambulló siete veces en el Jordán, conforme a la palabra del varón de Dios”. Efectuar actos religiosos conforme a cualquier otra palabra, bien sea la del pastor, evangelista o sacerdote que sea, ¿de qué vale? ¡Ni un comino! Para una salvación segura y plena es preciso tomar pasos “conforme a la palabra… de Dios”.

3.  “…siete veces” se zambulló el general Naamán “en el Jordán”. Demás sería preguntar: ¿Y se hubiese sanado de su lepra zambulléndose cuatro veces o diez veces? ¿Y qué tal si se hubiese zambullido en el mar de Galilea o en el río Farfar de Damasco? Incuestionablemente, no habría sido sanado. Comprendemos, pues, que Dios no acepta sustitutos, ni honra cambios en sus mandatos. Desgraciadamente, el cristianismo del presente está lleno hasta desbordar de sustitutos, no solo por el bautismo, sino por todo cuanto Dios ha establecido para su iglesia. Y de cambios a la doctrina y práctica ordenadas por el Señor, ni hablar. ¡Ay de los que traigan sustitutos! ¡Ay de los que introduzcan cambios! “En vano me honran, enseñando como doctrinas, mandamientos de hombres”, apunta Cristo en Mateo 15:9.

15 Y volvió al varón de Dios, él y toda su compañía, y se puso delante de él, y dijo: He aquí ahora conozco que no hay Dios en toda la tierra, sino en Israel. Te ruego que recibas algún presente de tu siervo.

16 Mas él dijo: Vive Jehová, en cuya presencia estoy, que no lo aceptaré. Y le instaba que aceptara alguna cosa, pero él no quiso.

-Comentarios y aplicaciones. Sanado perfectamente de su lepra, el general Naamán regresa a la casa de Eliseo, y en esta ocasión el profeta lo recibe. Naamán ofrece a Eliseo “algún presente”, pero Eliseo, verdadero profeta de Dios, recto, incorruptible, espiritual, dice con firmeza: “…no lo aceptaré”, ni cambia de parecer aun cuando Naamán le insta.

-Hoy día, observamos, con preocupación y pena, un espíritu totalmente contrario en los autonombrados “profetas, apóstoles y pastores” de actualidad. Afán por riquezas, lujos, materialismo, ostentación, entretenimiento religioso. Estando en el lugar de Eliseo, cualquier de este grupo hubiese aceptado en un dos por tres los “diez talentos de plata, y seis mil piezas de oro, y diez mudas de vestidos” que Naamán había traído. Es más: sin duda, ¡le hubiera impuesto diezmos, ofrendas, cuotas, etcétera, para el resto de su vida!

17 Entonces Naamán dijo: Te ruego, pues, ¿de esta tierra no se dará a tu siervo la carga de un par de mulas? Porque de aquí en adelante tu siervo no sacrificará holocausto ni ofrecerá sacrificio a otros dioses, sino a Jehová.

18 En esto perdone Jehová a tu siervo: que cuando mi señor el rey entrare en el templo de Rimón para adorar en él, y se apoyare sobre mi brazo, si yo también me inclinare en el templo de Rimón; cuando haga tal, Jehová perdone en esto a tu siervo.

19 Y él le dijo: Ve en paz. Se fue, pues, y caminó como media legua de tierra.

20 Entonces Giezi, criado de Eliseo el varón de Dios, dijo entre sí: He aquí mi señor estorbó a este sirio Naamán, no tomando de su mano las cosas que había traído. Vive Jehová, que correré yo tras él y tomaré de él alguna cosa.

-Comentarios y aplicaciones. “…Giezi, criado de Eliseo…” He aquí el avaro en la casa de Eliseo. El aprovechado, el listo, el engañoso, el tramposo. Este Giezi tipifica a los religiosos del presente que se las ingenian para estafar a los incautos de todo dinero y todo bien material posible.

21 Y siguió Giezi a Naamán; y cuando vio Naamán que venía corriendo tras él, se bajó del carro para recibirle, y dijo: ¿Va todo bien?

22 Y él dijo: Bien. Mi señor me envía a decirte: He aquí vinieron a mí en esta hora del monte de Efraín dos jóvenes de los hijos de los profetas; te ruego que les des un talento de plata, y dos vestidos nuevos.

23 Dijo Naamán: Te ruego que tomes dos talentos. Y le insistió, y ató dos talentos de plata en dos bolsas, y dos vestidos nuevos, y lo puso todo a cuestas a dos de sus criados para que lo llevasen delante de él.

24 Y así que llegó a un lugar secreto, él lo tomó de mano de ellos, y lo guardó en la casa; luego mandó a los hombres que se fuesen.

25 Y él entró, y se puso delante de su señor. Y Eliseo le dijo: ¿De dónde vienes, Giezi? Y él dijo: Tu siervo no ha ido a ninguna parte.

26 El entonces le dijo: ¿No estaba también allí mi corazón, cuando el hombre volvió de su carro a recibirte? ¿Es tiempo de tomar plata, y de tomar vestidos, olivares, viñas, ovejas, bueyes, siervos y siervas?

27 Por tanto, la lepra de Naamán se te pegará a ti y a tu descendencia para siempre. Y salió de delante de él leproso, blanco como la nieve.

-Comentarios y aplicaciones. Predicador del “evangelio de prosperidad”, pastor que impone diezmos, los que  fueron quitados cuando el Antiguo Testamento fue clavado en la cruz (Hebreos 7:12; Colosenses 2:13-17), todo “apóstol, profeta, evangelista y pastor” que está enriqueciéndose mediante mercaderías en el nombre de Jesucristo, hacemos nuestra para ustedes la pregunta de Eliseo para su criado Giezi: “¿Es tiempo de tomar plata…” y demás beneficios materiales de la manera que lo están haciendo en gran escala a través del mundo, apoyándose en diezmos abolidos, susodichos sueños y revelaciones, técnicas seculares de mercadeo, promesas tramadas de prosperidad material, etcétera? ¿Tiempo de hacerlo en la iglesia, pese a las advertencias del Espíritu Santo sobre amar al mundo, amar al dinero, buscar lo suyo propio, devorar a las ovejas, enaltecerse? (2 Corintios 11:20) Vuelvo a preguntar: “¿Es tiempo de tomar plata…” deshonestamente, para fines egoístas, bajo pretensiones engañosas, para gastarla en sus propios placeres?

-Para todos ustedes los mercaderes religiosos de actualidad el caso de Giezi también debería ser muy aleccionador, una advertencia fuertísima, como lo es para todo aquel que sabe analizar y discernir espiritualmente. A consecuencia de su avaricia, la lepra de Naamán se le pegó a Giezi y su “descendencia para siempre”. Hoy día, el Espíritu de Dios también pronuncia dura sentencia para los mercaderes religiosos, diciendo: “Sobre los tales ya de largo tiempo la condenación no se tarda, y su perdición no se duerme.” ¿Sobre quiénes? Sobre los que “por avaricia harán mercadería de vosotros con palabras fingidas” (2 Pedro 2:1-3). Es decir, hacen “mercadería” de los cristianos. Así pues, están debidamente advertidos. Juicio de “condenación” ha sido pronunciado por Dios contra ustedes. “…su perdición” está próxima a ser ejecutada. Con todo, aún hay esperanza de salvación también para ustedes. Su lepra de avaricia y mundanalidad puede ser curada a tiempo. El remedio consiste en humillarse ante Dios, reconocer su condición de “mundanos disfrazados de cristianos”, arrepentirse y bautizarse bíblicamente.

 

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