El DEBER del HOMBRE

 

 

El DEBER resulta ser más importante

que el DESEO.

 

 

Un yate con velas blancas se traslada suavemente por un canal en medio de edificios altos y aceras atestadas de gente en esta ilustración para el tema El deber del hombre, en editoriallapaz.

 

Yo soy el barco y “Deseo” se llama mi gran vela mayor.

 

 

I. Introducción.

A. Salutación.

B. Tema: “El deber del hombre”. Tomado de Job 33:23-25 y Lucas 17:10.

1. En Job 33:23-25, Eliú, hijo de Baraquel, buzita, de la familia de Ram, pronuncia las siguientes palabras para el afligido Job. “Si tuviese cerca de él algún elocuente mediador muy escogido, que anuncie al hombre su deber; que le diga que Dios tuvo de él misericordia, que lo libró de descender al sepulcro, que halló redención; su carne será más tierna que la del niño, volverá a los días de su juventud.”

2. Jesucristo alude al deber de sus discípulos en Lucas 17:10. “Así también vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que os ha sido ordenado, decid: Siervos inútiles somos, pues lo que debíamos hacer, hicimos.”

C. La definición de "Deber" como sustantivo: "Aquello a que está obligado el hombre por los preceptos morales o religiosos". Su significado como verbo: "Estar obli­gado a algo por la ley divina, natural o positiva". (Diccionario Sopena). deber1. (Del lat. debēre). tr. Estar obligado a algo por la ley divina, natural o positiva. U. t. c. prnl. Deberse a la patria. 2. Tener obligación de corresponder a alguien en lo moral. 3. Cumplir obligaciones nacidas de respeto, gratitud u otros motivos. (Diccionario de la Real Academia Española en Microsoft® Encarta® 2007. © 1993-2006 Microsoft Corporation. Reservados todos los derechos)

D. Tanto para el bienestar emocional, mental y físico del ser humano, como también para su salvación eterna, "Deber" resulta ser más importante que "Deseo".

1. "Deseo vivir sanamente y hacer el bien." Excelente sentimiento y meta. Infinidad de seres humanos comparten este sentimiento, pero comparativamente pocos lo hacen realidad en escala mayor día tras día a lo largo y ancho de su vida.

2. "Es mi deber vivir sanamente y hacer el bien." Esta afirmación hecha sin entusiasmo o compromiso tiende a tornarse estéril. Por otro lado, se puede esperar mucho de la persona que la haga con vigor y recia convicción.

3. Unidos por vínculos de sinceridad, pasión y visión, “Deseo” y “Deber” constituyen una combinación de fuerzas de gran empuje, prácticamente indetenible.

E. Un fuerte sentido del "Deber", definida esta cualidad con precisión y nutrida constantemente en el seno de mi propio ser, me sostiene, llevándome hacia delante, aun cuando “Deseo" flaquee y falle.

 

Este barco con dos velas blancas que se desliza por aguas cerca de la costa de la República Dominicana ilustra el tema El deber del hombre, en editoriallapaz.

 

 

F. “El Deseo" lo comparo a una vela grande que se hincha ya con los vientos de una fe real y esperanzas seguras, ya con las brisitas de anhelos, ilusiones o sueños que soplan erráticamente. Yo soy el barco y “Deseo” se llama mi gran vela mayor. Zarpé cuando nací y navego sobre los mares del tiempo y del espacio hacia el puerto que he seleccionado, teniendo libertad de cambiar rumbo y destino cuando quisiera, o simplemente optar por flotar sin dirección o propósito.

G. En cambio, “el Deber" lo compararía a un motor que no falla. De haber este servidor fijado el “Puerto de la Ciudad Celestial” como el lugar donde quisiera atracar al final de mi travesía terrenal, este "Motor del Deber" bien puede propulsar mi barco hacia él, aun cuando amainen los vientos de fe y esperanza, y la gran vela del “Deseo” cuelgue desinflada del mástil.           

 

          

Este barco de vela cuenta también con un motor de alta potencia, ilustración para el mensaje El deber del hombre, en el que Deber es representado como un motor fuerte y confiable, en editoriallapaz.

 

 

1. ¡Qué bella es una gran vela blanca hinchada de un viento que sopla con fuerza constante! Nuestro barco se desliza veloz sobre las aguas de la vida, con agilidad y confianza, y nos sentimos emocionados, gozosos, aun eufóricos. Acariciados por brisas favorables, sonreímos y cantamos, disfrutando de días buenos y noches de paz.

 

 

Un motor instalado en un barco de vela ilustra el tema El deber del hombre, en el que el Deber es representado como un motor fuerte y confiable, en editoriallapaz.

 

2. Pero, más nos vale haber tomado la precaución de haber instalado en el casco de nuestro barco un buen motor, fuerte y confiable, por si acaso dejaran de soplar los vientos. En tal caso nos quedáramos estancados en calmas depresivas, o tal vez malos tiempos nos sorprendieran de repente, partiendo nuestra linda vela mayor, como también cualquier otra vela que hubiésemos izado. El “Motor del Deber” es duro al tacto, poco atractivo y quizá ruidoso. Sin embargo, encendido, hace girar el “Hélice de la Necesidad”, así poniéndose a salvo su dueño de peligros espantosos, aun de la muerte misma.

H. ¿Ha desarrollado usted dentro de sí mismo un fuertísimo sentido del "Deber”? ¿De "obligado", o "constreñido", como se expresa el apóstol Pablo en 2 Corintios 5:14? Dice: “Porque el amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que si uno murió por todos, luego todos murieron…” Si no cuenta usted con el “Motor del Deber” para su vida, le exhortamos a considerar seriamente, con madurez e inteligencia, su importancia vital, haciéndose de él.

II. Adquirir temprano en la vida un gran sentido fornido del “Deber” es lo más sabio y prudente, porque así este “Motor” puede hacer su función clave y muy útil a través de las etapas de la adolescencia, la adultez y la vejez.

 

Jóvenes en silueta bailan frenéticamente frente a una banda de música y luces psicodélicas, ilustración para el mensaje El deber del hombre, en editoriallapaz.

 

A. Sin embargo, observamos que la juventud en general suele tener en poco el “Deber”, particularmente el deber moral. A la abrumadora mayoría de adolescentes y adultos jóvenes no le gusta en nada la palabra "Deber", ya sea como sustantivo ya como verbo. Tiene matices de “dureza, frialdad, exigencia ingrata”. No tiene nada de “suavidad, calor, dulzura”.

1. Implica "obligación", "responsabilidad". A su vez, estos vocablos connotan "limitaciones, restricciones". ¿A quién le agrada que le obliguen, que lefuercen, impongan, coaccionen? Consabido es que el ser humano medio resiste con fuerza y tenacidad ser obligado, compelido, comprometido.

2. Expresiones tales como: "Tú debes…" “Tú NO debes…" “Es tu deber…" "Debiéramos…" "Usted está obligado a…", dirigidas por padres, abuelos, maestros u otras figuras de autoridad, a niños, adolescentes o adultos jóvenes, frecuentemente provocan pequeñas explosiones, si bien no grandes y violentas, en sus corazones y mentes. Ojos sobresalidos echan chispas de rebeldía, mientras llamas de resentimiento arden en el corazón y de la boca salen exclamaciones tales como:

“¡A mí no me hable del deber! ¡No pronuncie esa palabraDebiera’ en mi presencia! ¡Odio escucharla! ¿Quién se cree usted? Hablándome de obligaciones. De mi deber.” Los menos respetuosos inyectan palabras soeces, aun maldiciones, en sus recias réplicas.

Las personas de esta mentalidad son capaces de indignarse sobremanera al ser llamadas a cuenta en lo concerniente a “su deber”. De tornarse peligrosamente agresivas, aun de agredir físicamente. Hijos a padres, o abuelos. Alumnos a maestros. Ciudadanos jóvenes, aun maduros, a guardias o policías. Empleados a jefes. Etcétera.

B. A decir verdad, no tan solo jóvenes, sino casi todos nosotros los seres humanos resistimos obstinadamente la idea, o el concepto, del "deber". Y mucho más cuando terceras nos confrontan con “nuestro deber”, tengan o no tengan alguna potestad sobre nosotros; alguna relación social-moral con nosotros que presupusiera un derecho natural de aconsejarnos sobre “nuestro deber”, o hasta demandar nuestro cumplimiento de él.

1. Definitivamente, no somos dóciles ante el “Deber”. Somos criaturas orgullosas, amantes de libertades personales. Defendemos ferozmente nuestra independencia individual y luchamos sin cuartel para que nadie nos ponga el odioso “yugo del deber".

2. Este desprecio del “Deber”, tan característico de nuestra raza, generalmente obra en detrimento nuestro. Esta observación la confirma siquiera un análisis somero de nuestra condición humana, el cual descubre un mal insidioso que empobrece a multitudes, a saber: comparativamente pocas personas valúan, real y sinceramente, el significado completo y acertado de "obligación, responsabilidad, deber", cosechando los múltiples beneficios de estas cualidades vigorosas.

Este gran mal hace estragos cuantiosos en gobiernos, instituciones educativas, profesiones de toda categoría, empresas comerciales, vecindades y aun en iglesias. Es mi sagrado deber cumplir cabal y honestamente mi rol… mi encomienda… mi trabajo”, se escucha a menudo en labios de políticos, educadores, empresarios, trabajadores sociales y ministros de Cristo. Sin embargo, “del dicho al hecho hay largo trecho”. No solo pierden los tales por el incumplimiento del “Deber” que les corresponde sino también pierden todos aquellos que hubiesen sido favorecidos por el debido cumplimiento.

3. Por cierto, el “yugo del deber” no suele ser fácil de llevar. Nos fastidia. Nos cansa. Nos hace sudar. Nos roce donde duele. A veces nos atormenta. Pero, si lo tomamos voluntariamente porque comprendemos su función vital en la vida, se vuelve menos oneroso. Y esto es así, pienso, para todas las facetas de la vida, incluso la espiritual, pues si tomo voluntariamente, aun gustosamente, “el yugo del deber espiritual” diseñado para mí, y no por eclesiásticos profesionales esclavizados a vanas tradiciones o pastores que explotaran mi bolsillo, sino por el amante Dios que procura mi salvación eterna, lo podré llevar con menos agotamiento y dolor.

“Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga” (Mateo 11:28-30).

III. El “Deber” tiene muchísimo que ver con el desarrollo de un carácter sano, íntegro y maduro.

A. La ausencia del sentido del deber en cualquier ser humano resulta en la formación de un carácter débil e inmaduro. Lo mismo ocurre si el sentido del deber es flojo, muy impreciso o distorsionado. Ciertamente, la persona que hace caso omiso del deber, de responsabilidades y obligaciones, está propensa a hundirse bajo las presiones y exigencias de esta vida. Tal persona se expone a serios trastornos psicológicos, aun a la posible desintegración total de su personalidad. Además, tiende a verse envuelta en graves problemas sociales o económicos, fruto del incumplimiento de los deberes que, natural y lógicamente, le corresponden.

1. Quien se casa, su deber es hacer perdurar su matrimonio contra viento y marea.

2. Quien procrea hijo, su deber es proveer por la criatura que ha traído al mundo. En todo aspecto de su existencia –material, emocional, intelectual, social, espiritual.

3. Quien compra automóvil, casa, muebles o lo que sea, su deber es pagar cualquier deuda incurrida.

4. Quien acepta cualquier empleo, trabajo, posición o responsabilidad, su deber es cumplir de acuerdo con las estipulaciones del contracto.

5. Quien no cumple su deber hace caer sobre su propia cabeza una lluvia de críticas, denuncias, líos sociales, litigios legales. Su corazón sufre. Su cuerpo sufre. Sus seres queridos sufren. Y todo por el incumplimiento del DEBER.

C. La función que hace el armazón de acero en un edificio, la hace el deber en el carácter del ser humano. Es la pieza estructural vital que da fuerza, sostiene el peso y hace posible soportar los embates de tormentas grandes o pequeñas.

IV. Un sentido fuerte de “Deber” asegura el cumplimiento de responsabilidades.

A. Si el sentido del deber es lo suficientemente fuerte, hace que cumplamos nuestras responsabilidades, sean de la categoría que sean –de estudios, noviazgo, matrimonio, hogar, trabajo, vecinos y también de iglesia, es decir, de la vida espiritual.

B. Ejemplo sencillo relacionado con la iglesia del Señor. El deber de todo cristiano es asistir a los cultos (Hebreos 10:25). “No dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre…” es una exhortación que nos impone el deber de congregarnos.

1. "Deseo congregarme. Mi voluntad es asistir a todas las reuniones y actividades de la congregación.” Estos nobles sentimientos los tiene tal vez una mayoría de los que profesamos ser cristianos, pero la práctica de no pocos dista notablemente de sus sentimientos, pues solo se congregan esporádicamente.

2. En cambio, un buen sentido fuerte de “Deber” asegura el cumplimiento de la responsabilidad de congregarnos, aun cuando el “Deseo” o la “Voluntad” flaqueen. “Es mi sagrado deber congregarme. Me siento obligado. Estoy formalmente comprometido a congregarme.”

3. Personificando a “Deseo" y "Voluntad", apuntamos que no siempre son robustos, constantes, confiables.

4. Casi cualquier circunstancia material de esta vida puede desorientar al "Deseo" y la "Voluntad" –cansancio, falta de sueño, leves dolores de cuerpo, rencillas familiares, disgustos, preocupaciones creadas por situaciones sociales, de trabajo, económicas, etcétera.

a) "Deseo", soñoliento, echa un vistazo furtivo al reloj, se voltea y se queda en la cama, roncando, mientras "Volun­tad" sueña con los angelitos.

b) Por el contrario, "Deber", con voz fuerte e insistente, dice: "Levántate. Es hora de prepararte para el culto".

c) A lo cual replica “Cuerpo Carnal”: “¡Ay bendito! No me siento bien. Estoy cansado. Déjeme en paz”. Pero, "Deber" no se calla; no se rinde, y esto es precisamente su fuerte, su valor intrínseco. Responde imperiosamente: "Levántate, perezoso gruñón. Tienes que hacerlo. Es lo correcto. Es tu obliga­ción. Tu sagrado deber. Piensa en tu salvación, en Dios, en tu familia, en tu ejemplo para tus her­manos en Cristo".

d) “Don Deber”, con brazo fuerte, nos sacude, nos saca de la cama, nos viste y nos encamina hacia el cumplimien­to de toda obliga­ción moral, social, familiar y espiritual.

V. Asimismo, “Deber” nos propulsa, nos arrastra, nos empuja, cuando la cuesta de la vida está muy empinada y escabrosa. Él nos sostiene, nos mantiene en pie. Sin su apoyo oportuno, seguramente nos desplomaríamos.

A. Cuando flamantes tentaciones y duras pruebas nos caen encima, tal cual una ganga de ladrones empeñados en quitarnos todos nuestros tesoros espirituales, e incluso el alma misma, quizá sucumbiríamos y moriríamos si el deber de resistir no nos fortaleciera. Pero, “Deber” nos pone a pelear porque tenemos que hacerlo. Es nuestra obligación y responsabili­dad. No podemos ceder.

B. Dos ejemplos de pruebas que afectan a algunos cristianos, y cómo responde “Deber”:

1. Primer ejemplo. "La congregación no crece mucho; es pequeña y débil. Me siento desani­mado. Estoy pensan­do no seguir como miembro." Replica "Deber": "Cállate, alma necia. Esfuérzate y sé valiente. En las buenas y en las malas. Nunca puedes darte por vencida. Lucha. Estás obligada a pelear hasta la muerte. Está en juego tu salvación eterna. Piensa también en el impacto de tu conducta sobre los demás".

2. Segundo ejemplo. "Ofensas y rencillas abundan entre la membresía. Algunos hermanos y hermanas no se llevan bien. Cada rato, surgen desavenencias y disensiones sobre cuestiones doctrinales. Veo que el liderato tampoco siempre da buen ejemplo. No es competente. Realmente, no aguanto más."

“Deber”, sabio y siempre invariable en su postura, reprende al cristiano abrumado por estas situaciones o percepciones, diciéndole con voz de autoridad: “¡Tienes que aguantar! ¿Tan débil eres? ¿Adónde piensas ir? ¿Vas a abandonar por completo a la iglesia de Jesucristo? Si lo haces, ten por seguro que habrás abandonado también la salvación de tu alma. De ahí, te expones al infierno. ¡Te aseguro que más problemas encontrarás allá que en la congregación! Más bien, deberías procurar resolver conflictos, hacer menguar ofensas y unificar a todos los miembros de la congregación hasta donde te sea posible. Te digo que es tu deber. Sí, en definitiva: ¡tu sagrado deber!"

VI. “Deber” guarda nuestras almas cuando peligros morales asechan.

A. Es mi sagrado deber vivir una vida de santidad ante el Dios que me creó, y ante todo ser humano. Mi deber es…

1. Decir la verdad.

2. Ser honesto.

3. No adulterar, fornicar, ser promiscuo o cometer cualquier otro pecado sexual, incluso ver material pornográfico.

4. No embriagarme.

5. No usar estupefacientes. Y la lista sigue.

B. Cuando soy tentado, “Deber” acude pronto a mi lado, con tal de haberlo yo adiestrado para tal situación, dispuesto a blindar mi corazón, mente y espíritu, defendiéndome contra las asechanzas de Satanás. Reprende al diablo, y a mi me dice: "No deberías ceder, sucumbir, darte por derrotado, practicar el pecado. No deberías destruir tu fantástico cuerpo físico, envenenándolo con alcohol, tabaco, drogas, exceso de comida, sexo ilícito. Tampoco deberías hacer tropezar a quienes te conocen y observan. Sobre todo, no deberías ofender al Dios que te creó, que te ama y quiere salvarte".

VII. Invitación:

A. Cualquier ser humano puede resistir la voz del "Deber" hasta callarla por completo. No debería hacerlo jamás.

B. Todo ser humano capaz de escuchar y entender el evangelio de Jesucristo debería creer, arrepentirse y bautizarse “para perdón de los pecados” (Hechos 2:38-47).

C. Todo cristiano debería permanecer fiel “hasta la muerte” (Apocalipsis 2:10).

 

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