APOCALIPSIS
Su relevancia para el siglo XXI
Capítulo Diez de este Comentario sobre
Tema 3
“El día del Señor vendrá como ladrón en la noche.”
Parte 6
Los eventos culminantes del “día del Señor” que “vendrá como ladrón en la noche”, descritos en 2 Pedro 3:6-14.
“…la TIERRA y las obras que en ella hay serán quemadas.” 2 Pedro 3:10
“Pero nosotros esperamos, según sus promesas, CIELOS NUEVOS y TIERRA NUEVA, en los cuales MORA la JUSTICIA.” 2 Pedro 3:13
“…la JUSTICIA” DOMINA en la “TIERRA NUEVA”.
VI. “…la tierra.” ¿Qué es “la TIERRA” en la frase “la TIERRA y las obras que en ella hay serán quemadas”. 2 Pedro 3:10. Sea lo que sea, será quemada. La misma figura entre “estas cosas” del versículo 11 de 2 Pedro 3, las que “han de ser deshechas”. Por consiguiente, “la TIERRA” aludida, cual sea, también será deshecha.
¿Simboliza "la tierra" a "la gente mala"?
A. ¿Acaso simbolice "la tierra" a "la gente mala"?
1. ¿Es “simbólico” el vocablo “tierra” en 2 Pedro 3:10? ¿Acaso simbolice a “la gente”? De ser así, que la “tierra” del versículo simbolizara a “la gente”, entonces ¿sería quemada y deshecha referida gente? ¿Qué “gente”? ¿Solo “la gente mala”? En tal caso, ¿cómo quemaría y desharía Dios a “la gente mala”? ¿Literalmente o solo figurativamente? Suponiendo que “solo figurativamente”, entonces surge la pregunta: ¿permanecería “la gente mala” en la tierra material, pasando a residir también en la “tierra nueva”? ¡Quemada y deshecha, mas, sin embargo, viva!, sobreviviendo, en sus cuerpos de carne y sangre, la Segunda Venida de Cristo.
a) En realidad, resulta del todo imposible que se desarrolle tal escenario por la sencillísima razón de que en “el día del Señor que vendrá como ladrón in la noche “los ELEMENTOS” mismos serán quemados y deshechos, fundiéndose (2 Pedro 3:10), lo cual significa que el planeta Tierra, con sus cielos materiales, no continúan después de la Segunda Venida de Cristo. Por lo tanto, ¡tampoco podría “la gente mala” sobrevivir la Segunda Venida en sus cuerpos mortales, ya que sus cuerpos físicos se componen de “ELEMENTOS” y “los ELEMENTOS” no existen después de la Segunda Venida del Señor como ladrón en la noche!
Quien encuentre incorrectas estas premisas y conclusiones está en la libertad de informarnos sus razones. Nada de opiniones o censuras subjetivas para nosotros; solo razonamientos lógicos respaldados por palabras exactas de la Biblia.
b) Apocalipsis 19:15-21 apoya fuertemente nuestra conclusión. Al venir el jinete Jesucristo montado en su “caballo blanco”, con sus “ejércitos celestiales”, pelean contra “la bestia… los reyes de la tierra y… sus ejércitos, reunidos para guerrear contra el que montaba el caballo, y contra su ejército”. A consecuencia de la batalla, mueren “reyes… capitanes… fuertes… caballos… todos, libres y esclavos, pequeños y grandes”. La bestia y el falso profeta son lanzados al lago de fuego, “y los demás fueron muertos con la espada que salía de la boca” del jinete. O sea, ¡no habrá sobrevivientes! ¡Ningún ser humano queda vivo sobre la faz de la tierra después de la intervención fulminante y terminante del “Fiel y Verdadero”! En armonía perfecta con los escenarios de 2 Pedro 3:6-14.
c) Decididamente, “la TIERRA” de 2 Pedro 3:10 NO es “la gente mala”.
2. Aún más, tal interpretación simbólica de “tierra” en 2 Pedro 3:10 exigiría, por inferencia lógica, que “tierra NUEVA” en 2 Pedro 3:13 también se interprete simbólicamente de la misma manera. “Pero nosotros esperamos… tierra nueva”, o sea, “nosotros esperamos… ¡gente nueva!” ¡Bendito! Mas, ¡cuán incongruente suena tal expresión! Innatural. Una violación del sentido común. En realidad, estamos esperando una verdadera “tierra nueva”, es decir, la nueva y perfecta morada que el Señor está preparando para los que le aman y obedecen.
¿Será la "tierra nueva" prometida el actual planeta Tierra "renovado", o un mundo totalmente diferente hasta en su esencia fundamental? Para un estudio a fondo sobre la naturaleza de la “tierra nueva” presionar aquí.
"…la tierra" de 2 Pedro 3:10-14, ¿se refiere metafóricamente solo al "ambiente social-moral-espiritual" de las gentes y naciones, nada más?
B. ¿Acaso simbolice "tierra" el "ambiente social-moral-espiritual" del presente mundo?
1. ¿Simboliza “la TIERRA” el “AMBIENTE social-moral-espiritual” creado por los seres humanos? En tal caso, sustituiríamos lo simbolizado por “la tierra”, y las cláusulas relevantes leerían: “…y el ambiente social-moral-espiritual y las obras que en él hay serán quemadas…”. La incongruencia y redundancia de semejante expresión quedan discernibles a primera vista.
“Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y ambiente social-moral-espiritual nuevo, en el cual mora la justicia.” Conforme a tal interpretación, Cristo, en su Segunda Venida, solo quemaría y desharía el ambiente creado por los hombres, incluso sus obras, dejando intacto el planeta Tierra, y dejando con vida a los seres humanos no preparados para el “rapto”.
2. Mas, surge la pregunta: ¿Cómo es posible que Cristo intervenga, directa y personalmente, en los asuntos humanos terrenales, destruyendo el “ambiente social-moral-espiritual de los seres humanos desobedientes, malos o incrédulos”, vivos en la tierra en el día de su Segunda Venida, además, todas sus obras, sin incurrirse en el acto mismo de hacer “acepción de personas”?
Me explico. A diferencia de las generaciones pasadas que murieron sin arrepentirse, “las gentes de la generación del tiempo del rapto y la Segunda Venida, según las tesis de los rapteros, experimentarían, en carne viva, la intervención sobrenatural de la Deidad, a nivel mundial, y sobreviviendo “la limpieza milagrosa por fuego del ambiente social, moral y espiritual”, como también “la conflagración divina que consuma sus obras” delante de sus ojos, ¡aún quedarían con vida física, concediéndoles Dios más tiempo, y, por ende, oportunidades adicionales para arrepentirse y obedecer al evangelio!
“¡Injusto! ¡Injusto!”, exclaman mi intelecto y corazón. ¿Con qué justificación dar Dios oportunidades adicionales a toda una generación particular de pecadores que ya tuvo tiempo para arrepentirse y obedecer al evangelio, no habiendo tratado de igual manera a las generaciones anterior a la susodicha “raptada-dejada atrás”?
Pues bien, la realidad es que Dios no es injusto. ¿Hacer él “acepción de personas”? Para el “Señor” que “está en los cielos”, no hay “acepción de personas”. Efesios 6:9. “Sin acepción de personas juzga según la obra de cada uno.” 1 Pedro 1:17. Por lo tanto, el escenario postulado por los rapteros no armoniza con el carácter ni el proceder del Padre Dios. De cierto, él no concibió semejante escenario, ni lo auspiciará en “el día del Señor que vendrá como ladrón en la noche”.
3. Surgen todavía más problemáticas.
a) ¿Cómo puede Dios mismo “limpiar” o “purificar” el ambiente social-moral-espiritual de la tierra, al extremo de imponer “perfecta paz, justicia y santidad”, sin alterar, fundamentalmente, la condición del ser humano? ¿Limpiará el ámbito humano de toda influencia mala, de toda tentación, de toda prueba? Durante mil años después de la Segunda Venida, ¿reinará Cristo personalmente sobre un mundo totalmente distinto al nuestro, enteramente libre de las maquinaciones de Satanás? De ser así, los seres humanos del Milenio recibirían “trato preferencial” de parte de la Deidad, dando lugar, de nuevo, a exclamaciones justificadas de: “¡Injusto! “¡Injusto! ¡Acepción de personas!”
b) Al postularse una “limpieza” o “purificación por fuego”, referente a “las obras que… serán quemadas… deshechas”, preguntamos: ¿Destruye Cristo, literalmente, todas las obras humanas, o solo las malas? ¿Enciende él mismo, o su ejército, casinos, prostíbulos, cines, etcétera, sin tocar negocios o empresas sanas, la infraestructura de todos los países y todas sus ciudades, facilidades de gobiernos, etcétera?
c) A estas dificultades se añade la que rinde absolutamente insostenible la teoría de “tierra” como “simbólico de ambiente”, a saber, al quemarse, deshacerse y fundirse “los ELEMENTOS”, ¡todo “ambiente terrenal” se esfumará en el instante! Destrucción total es, pues, lo que ocurre, y no una mera “limpieza” o “purificación” de la superficie del planeta.
Al escribir el apóstol Pedro “la TIERRA y las obras que en ella hay SERÁN QUEDMADAS”, ¿se trata solo de la purificación de la superficie del planeta por fuego, nada más?
C. ¿Se refiere “la tierra” solo a la superficie física del planeta Tierra? ¿Es “la TIERRA” solo lo que hay en su superficie? Negativo. En el pasaje que estamos analizando, lo que hay en la superficie de la tierra se identifica por medio de la frase “y las obras que en ella hay”. Suponiendo que “la tierra” signifique solo “la superficie de la tierra”, sustituimos “la superficie de la tierra” por “la tierra”, y la expresión “la tierra y las obras que en ella hay” leería de la siguiente manera: “… y la superficie de la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas”. Mas, sin embargo, el apóstol Pedro no escribe “la superficie de la tierra”, sino solo “la tierra,” y dado que también escribe “los cielos”, global, no circunscribiendo la profecía a alguna esfera particular de “los cielos”, se deduce que “la tierra” es todo el planeta desde su centro de más adentro hasta su superficie con todas las obras humanas encima de ella.
Cierto es que el Gran Diluvio del tiempo de Noé impactó la superficie de la tierra, no resultando en la desintegración del planeta entero. Sin embargo, apoyarse en este hecho, concluyendo que solo la superficie de la tierra actual fuese impactada por el “fuego” de las profecías del Nuevo Testamento que proyectan el futuro del planeta, solo lo haría la persona que no tomara en cuenta cláusulas tales como: “los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos”. Tratándose del Gran Diluvio, semejantes parámetros no fueron fijados. No pasarían los cielos de aquel tiempo “con grande estruendo”, ni serían “los elementos… deshechos”.
D. Entonces, ¿qué es “la TIERRA”? La respuesta más natural y lógica es que "la tierra" es todo el globo terráqueo. Esta es, según nuestra apreciación, la única explicación que concuerda con todos los parámetros y el contexto de 2 Pedro 3:6-10. Al decir “la tierra”, se refiere al planeta Tierra material mismo, a todo el globo terráqueo, desde la superficie hasta el mismo centro. El planeta Tierra será quemado y deshecho. Todo el planeta se compone de “ELEMENTOS”, y “los ELEMENTOS” mismos, ardiendo, serán quemados y deshechos, fundiéndose. Así que, no se está profetizando alguna “limpieza por fuego” de la superficie sino la destrucción total del planeta.
Además, el planeta Tierra se ve, y, por lo tanto, es TEMPORAL. Conforme al dictamen asentado por el propio Dios Creador que dice: Lo temporal NO es eterno. He aquí el dictamen en palabras suyas por el apóstol Pablo.
“…no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son TEMPORALES, pero las que no se ven son eternas.” 2 Corintios 4:18
Estas sencillas palabras inspiradas ponen fin terminante a toda especulación sobre una “tierra material eterna”.
¡Incomparable bendición!
En la “TIERRA NUEVA… MORA la JUSTICIA" ETERNAMENTE!
VII. “…la justicia” DOMINA en la “TIERRA NUEVA”. “Pero nosotros esperamos, según sus promesas, CIELOS NUEVOS y TIERRA NUEVA, en los cuales MORA la JUSTICIA.” 2 Pedro 3:13
A. No estamos esperando la continuación de esta misma tierra, el planeta Tierra, purificada de ambientes y obras malas, donde, sin embargo, aún pulse con vida la simiente del pecado, la que, finalizados mil años más, brotaría de nuevo en fieras persecuciones y batallas contra Dios.
B. No esperamos que continúe esta misma tierra, con todas las enfermedades que atacan el cuerpo, la mente y el espíritu del ser humano. ¿O deberíamos suponer que Dios elimine toda enfermedad durante el Milenio postulado por los rapteros?
C. No esperamos, para después de la Segunda Venida de Jesucristo “sin relación al pecado”, mil años más de peligros climatológicos y geológicos como los que amenazan muy a menudo nuestra presente existencia (inundaciones, sequías, huracanes, tornados, relámpagos, extremos de temperaturas, terremotos, maremotos, erupciones de volcanes). ¿O deberíamos creer que Dios elimine todos estos peligros durante el Milenio proyectado por los rapteros?
D. No esperamos, para después de la Segunda Venida del Señor, vivir en una tierra donde haya que imponer la justicia con una “vara de hierro”, donde las naciones “serán quebradas como vaso de alfarero” (Apocalipsis 3:26-27) y donde el Señor las pise “en el lagar del furor y de la ira de Dios”. Apocalipsis 19:15
E. Muy al contrario, para después de la Segunda Venida del Señor, cuando toda obra, ambiente y elemento material haya sido quemado y deshecho, esperamos una verdadera “tierra nueva con cielos nuevos”, perfectos en todo aspecto, una nueva creación más bella que esta, elaborada en todos sus detalles para nuestro absoluto disfrute y deleite por toda la eternidad.
En esta nueva creación “MORA la JUSTICIA”. ¿Se da cuenta usted? ¡“MORA”! No hace falta ninguna “vara de hierro” para imponerla! “MORA la JUSTICIA” en la “tierra nueva” proyectada en 2 Pedro 3:13, como un atributo inherente por naturaleza en las obras perfectas de Dios. “Equidad, integridad, rectitud, santidad y verdad” MORAN en la “tierra nueva” que el Espíritu Santo anuncia por medio del apóstol Pedro, como atributos inherentes de aquel nuevo mundo perfecto en absoluto.
F. El magnífico concepto de “JUSTICIA” que se realza en 2 Pedro 3:13 se opone, diametralmente, a la febril idea de una “justicia impuesta en las naciones con la vara de hierro”, idea que sostienen quienes alimentan al público con la vana y enfermiza esperanza de un “reino milenario terrenal después de la Segunda Venida de Cristo”.
Aplicar la 2 Pedro 3:10-13 a referido “reino milenario” constituye un error garrafal de exégesis. Citar 2 Pedro 3:13 como supuesta “prueba definitiva de que Cristo mismo, bajando a la tierra, imponga justicia en las naciones por mil años” es fallar, inexcusablemente, en el intento de sostener una interpretación netamente carente de respaldo bíblico.
La gloriosa y perfecta “JUSTICIA” de la 2 Pedro 3:13 no es promesa para el Milenio. No hay tal promesa para el Milenio en las Sagradas Escrituras. La promesa de tan absoluta “justicia” es para la “tierra nueva” que Dios traerá después de la disolución completa del “primer cielo y la primera tierra”. Apocalipsis 21:1
La “Nueva Jerusalén”, “la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial”, desciende a la “tierra nueva”. Proyección artística del evento. Hebreos 12:22; Apocalipsis 21
VIII. Conclusión inspirada a todo el asunto. “Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, ¡cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir, esperando y apresurándoos para la venida del día de Dios. Por lo cual, oh amados, estando en espera de estas cosas, procurad con diligencia ser hallados por él sin mancha e irreprensibles, en paz.” 2 Pedro 3:11-14
(8) “Mas, oh amados, no ignoréis esto: que para con el Señor un día es como mil años, y mil años como un día. (9) El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento.”
¿Acaso integre usted a las multitudes de seres humanos que rechazan al Dios Creador porque lo perciben como “un Dios de fuego, que deshace y quema hasta los elementos, que destruye cielos, tierra y universo; Dios del ‘día del juicio y de la perdición de los hombres impíos’, del ‘gran día… de la ira del Cordero’?
Querido lector, estimada lectora, Dios es así solo para los seres humanos que no deseen tenerlo en su conocimiento, que amen más las tinieblas que la luz, la mentira y el engaño más que la verdad, la vida terrenal y sensual más que la vida en el espíritu.
Él no quiere ser “Dios de fuego” para ningún ser humano, “sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento.” Esta gran verdad acerca de él, preciosa y grandiosa, aparece en el mismo medio de 2 Pedro 3:6-14 que hemos venido escudriñando. En medio de las profecías sobre el fin de todo lo material y físico. Como recordatorio de su deseo primordial, amoroso y benéfico para todo ser humano, el cual no es destruir a todos sino SALVAR a “TODOS”.
Deseo expresado y remachado en gran número de textos de la Biblia. Por ejemplo: Él “quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad”. Y: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”. Juan 3:16
Los pasos iniciales para aceptar su magnánima oferta de salvación y vida eterna son: Creer en él, que él es, y es el galardonador de los que le buscan, creer en su Hijo Jesucristo como Salvador de almas, arrepentirse de todo pecado y rebeldía contra él, y bautizarse (zambullirse, sumergirse) en agua “para perdón de los pecados”. Hebreos 11:6; Marcos 16:15-16; Hechos 2:36-47 y mucho textos parecidos.
De no haber usted tomado ya estos pasos, le animamos encarecidamente a procurar “con diligencia” andarlos lo más pronto posible, para que, cuando llegue “el día del Señor como ladrón en la noche”, sea hallado, hallada, “por él sin mancha e irreprensibles, en paz”, exhortación incluida en 2 Pedro 3:6-14, en el versículo 14, en relación con las profecías sobre el fin del mundo material. Así, y no retrocediendo jamás, tendría la dicha incomparable de morar en la “tierra nueva” donde también “mora la justicia” eternamente.
Próximo estudio del Capítulo Diez de este Comentario sobre Apocalipsis. El Tema 4 del Capítulo Diez. "Un CIELO NUEVO y una TIERRA NUEVA." ¿Será esta "tierra nueva" prometida el mismo planeta Tierra "renovado" o un mundo totalmente diferente? Análisis de 2 Pedro 3:11-14; Génesis 1:26-28 e Isaías 65:21-23.
Contenido completo del Capítulo Diez
Apocalipsis: análisis de las profecías y visiones. El contenido completo del Comentario. Textos y diapositivas.
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