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DISTANCIAS

Acortando o alargando distancias

Mensaje (sermón) de texto completo

I.  Introducción.

A.  Salutación. Muy amados hermanos y amigos, por la gracia del Todopoderoso, me encuentro delante de ustedes en este día, domingo, invitado por el hermano A. E. a traer el primer mensaje de este nuevo año, lo cual estimo como gran privilegio y honor, orando hacerle bien a tan excelente congregación. Aprovecho este momento para desear, de parte de mi esposa y este servidor, ricas y abundantes bendiciones para todos y cada uno durante todo este año, conforme a la voluntad, el poder y la sabiduría del Soberano Dios, a quien servimos con agrado, gozo y agradecimiento.

B.  El título del mensaje para hoy es DISTANCIAS: acortando o alargando distancias durante el año…¡DISTANCIAS!

C.  Tratándose de “acortar distancias”, si fuera posible hacerlo literalmente, mi esposa y este servidor quisiéramos reducir las mil millas entre _______ y la isla del encanto a unas cincuenta millas, veinticinco o menos, para así tener a nuestro hijo y su familia más cerca de nosotros. También, las mil quinientas millas entre ______ y ______________, para así tener más cerca de nosotros a nuestros seres queridos de allá. Huelga decir que no es posible manipular de tal manera distancias físicas.

D.  Por cierto, nuestra familia tipifica a muchísimas familias de esta época moderna, cuyos integrantes también se encuentran separados por distancias largas.

II.  “Distanciados.” Pero, amados, un tipo de “separación” o “distancia” todavía más preocupante, desestabilizadora, aún dolorosa, hasta traumática, aflige a no pocas familias hoy día. Me refiero al “distanciamiento emotivo-social-psicológico-espiritual” existente en su seno.

A.  “Distancia, distanciar, distanciamiento.” “Distanciar” significa: Separar, apartar, alejar. También prnl.: distánciate del problema para analizarlo. Desunir, desligar. También prnl.: nos fuimos distanciando con el tiempo.” (Diccionario de la lengua española © 2005 Espasa-Calpe)  “Distanciar v. tr. 1   Poner espacio o tiempo entre dos o más personas o cosas. Alejar, apartar, separar. 2   Enfriar la relación amistosa o afectiva entre dos personas: las diferentes opiniones políticas han distanciado a mis dos hijos.” (Diccionario Manual de la Lengua Española Vox. © 2007 Larousse Editorial, S.L)

B.  Esposo, distanciado de su esposa, aunque sigan ambos viviendo bajo el mismo techo. Esposa, distanciada de su esposo. Padres, distanciados de sus hijos. Hijos, distanciados de sus padres. Abuelos, distanciados de sus nietos, y viceversa. Seres humanos ligados por lazos familiares, pero enajenados, enemistados. Enfriada su relación. Que no se comunican, o muy poco.

C.  De ser esta mi condición, de ser yo el culpable principal, de encontrarme “distanciado” de algún familiar por alguna pequeña ofensa, algún mal entendido, alguna diferencia insignificante de personalidad o carácter, por celo o envidia, y no por alguna causa absolutamente justificada, que tome yo la determinación de acortar la distancia entre él y yo durante este nuevo año _____. Es más, que lo haga lo más pronto posible, pues el “distanciamiento sin causa justificable” no solo hace daño a la familia inmediata, o a la extendida, sino que bien puede poner en peligro la salvación del alma.

D.  Más sabio y grato sería andar los pasos de reconciliación mientras haya vida y oportunidad que hallarse ante el féretro, comprendiendo, de pronto, que el distanciamiento se debía solo a tonterías, pequeñeces, superficialidades, de poca o ninguna importancialamentando y llorando entonces lo ya irremediable, lleno de remordimiento amargo. Así pues, que el ______ sea “Año de reconciliación familiar”“Año de acabar con el distanciamiento emotivo-social-psicológico-espiritual injustificado”.

III.  “Del dicho al hecho, hay largo trecho.” “Trecho” quiere decir: Espacio o distancia que hay entre dos puntos o lugares”.(Diccionario Manual de la Lengua Española Vox. © 2007 Larousse Editorial, S.L.)  ¿En cuál texto de la Biblia se encuentra este proverbio? ¡Ah! En la Biblia, no, sino que se trata de un adagio popular del pueblo. Me propongo aplicar este refrán a unos asuntos de gran importancia, conforme a mi apreciación personal.

A.  Primero, a la misión primordial de la iglesia. En particular, a la de esta misma congregación local.

1.  ¿Cuál es esta “misión primordial” para nosotros? En distintos foros y contextos, ya la hemos declarado mil veces: ¡Evangelizar! ¡Evangelizar! ¡Evangelizar! Predicar el evangelio de salvación “a toda criatura” (Marcos 16:15-16), es nuestra misión primordial.

2.  Bien que esta congregación contribuya a la evangelización del suroeste de la República Dominicana, como también a la de porciones de la India, facilitando, además, la evangelización global a través del Internet, nuestro solemne deber es dar a conocer la sana “doctrina de Cristo” a todos los habitantes de Puerto Rico, tierra donde estamos ubicados.

3.  Ahora bien, al formular, para esto nuevo año ______, un programa de evangelización local, me pregunto: ¿Qué pasará? ¿Implementaremos con gusto los proyectos, o no llegarán más allá de ser meras ideas, planes o ilusiones?

a)  ¿Cuántos de nosotros queremos evangelizar no solo “internacionalmente” sino también localmente, es decir, a Puerto Rico mismo?

b)  Pero, “del dicho al hecho”, o “del deseo al hecho”, puede que haya “largo trecho”. Por un lado, decir, aun con mucho entusiasmo, que queremos evangelizar a Puerto Rico, y por otro, convertir nuestro loable “deseo” en “hecho”, son dos cosas distintas. ¿Cuán “largo trecho” habrá entre nuestro “decir” y el “hacer”?

4.  En lo concerniente a la evangelización local durante este nuevo año, el reto para nuestra congregación es “acortar grandemente el trecho entre el “dicho” –plan, proyecto, idea, propósito- y el hecho, o sea, la plena realización de lo planificado”.

B.  La segunda aplicación del refrán se la hacemos a la “distancia entre cada uno de nosotros y Dios mismo”. Entre “decir que Dios y yo andamos juntos, muy unidos, en casi perfecta amistad y correspondencia, y por otro lado, ser cierto que andamos así”. Entre “declarar yo enfáticamente que él está a mi lado, y por otro lado, estar él realmente a mi lado”. A cada uno de nosotros, como además, a nuestra congregación como colectividad, nos conviene medir, frecuentemente, la distancia entre nosotros y Diosusando los criterios de él, y no los nuestros, a no ser, amados, que referida distancia sea más larga, quizás mucho más larga, de lo que pensemos. Peligrosamente larga, separándonos un abismo que, por ceguedad espiritual, por autoengaño, ni siquiera discernimos.

1.  Referente a la proximidad del ser humano a Dios, señalamos unos “dichos muy populares del pueblo”, tanto de la gente secular como del pueblo religioso.

a)  “Me siento tan cerca de Dios.”

b)  “Dios siempre está a mi lado, en las buenas y en las malas.”

c)  “Dondequiera que vaya yo, Dios va conmigo.”

d)  “Tengo a Jesucristo aquí mismo en mi corazón.”

(1)  ¡Qué hermosos sentimientos! ¡Qué bellos pensamientos! Dichos con fervor, seguridad y tal vez una linda sonrisa, o hasta con lágrimas de tierna reverencia hacia Dios y Cristo. Quien los pronuncia tiene que estar bien cerca de Dios, ¿correcto? ¿Por qué cuestionar su profesada relación estrecha para con el Padre y su amado Hijo glorificado?

(2)  Más sin embargo, osamos cuestionarla, pues analizando estos “dichos populares del pueblo”, y reflexionando sobre ellos, discernimos que tienen un elemento en común. ¿Quién me dice lo que es? “Me siento tan cerca de Dios.” “Tengo a Jesucristo aquí mismo en mi corazón.” Etcétera. ¿Cuál es el atributo notable de todos estos “dichos”, más otros muchos parecidos?

(a)  Precisamente, ¡todos son subjetivos!

(b)  Todos expresan sentimientos, conclusiones, creencias, ilusiones, impresiones, aun convicciones fuertes, pero de índole subjetiva humana.

(c)  Querido hermano, estimado amigo, por bonitas, confortantes y espirituales que sean estas expresiones, decirlas, aun sentirlas con gran pasiónno quiere decir, necesariamente, que estemos andando lado a lado con Dios, en plena comunión con él, revestidos de santificación y salvación. Se requieren evidencias adicionales, más concretas, basadas en el mismo testimonio de Dios a través su Palabra infalible. Específicamente, nuestra OBEDIENCIA al “evangelio de… salvación” (Efesios 1:13), y nuestra CONDUCTA MORAL han de armonizar con la voluntad divina tal cual dada a conocer en el Nuevo Testamento. “El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios” (Romanos 8:16). De manera que nuestro testimonio, nuestros sentimientos o percepciones al respecto, no bastan. Afirmo “Me siento tan cerca de Dios”, pero es necesario probar estar “cerca” de él, constituyendo tal prueba mis acciones.

-¿Cómo da el Espíritu Santo su testimonio de que sea yo, verdaderamente, hijo de Dios? ¿De estar Dios y yo andando hombro a hombro? Lo da, amado, no mediante “sueños con los ángeles”, “visiones de Cristo”, sensaciones raras, sacudidos del cuerpo, cosquillas, etcétera, sino por medio de su Palabra infalible. En esta misma Biblia, particularmente, en el Nuevo Testamento, me informa el Espíritu los pasos de salvación: oír al evangelio (Romanos 10:17), pues por el oír viene la fe, luego creer (Hebreos 11:6), arrepentirme (Hechos 17:30), confesar delante de los hombres el nombre de Cristo (Mateo 10:32-33), y bautizarme “para perdón de los pecados” (Marcos 16:15-16; Hechos 2:38-47; 22:16). Entonces, me enseña a crecer espiritualmente, adquiriendo y puliendo los atributos de Dios, a la vez alejándome de las obras de la carne (Gálatas 5:16-26), “hasta que Cristo sea formado en” mí (Gálatas 4:19).

-La consonancia verificable entre, por un lado, este testimonio del Espíritu Santo, y por el otro, mis propias convicciones, actitudes, atributos y acciones, compone la prueba indisputable de ser yo, incuestionablemente, verdadero “hijo de Dios”.

-Contando, pues, con tal evidencia inexpugnable en mi vida, puedo declarar confiadamente: “Dios siempre está a mi lado, en las buenas y en las malas. Cristo está aquí mismo en mi corazón”. De cierto, estos sentimientos son importantes para el cristiano, fortificantes y consoladores. Que descansen en evidencias incontrovertibles de ser uno auténtico “hijo de Dios” es igualmente importante.

2.  En los tiempos en los que nos ha tocado vivir, un fenómeno realmente preocupante se manifiesta doquier, a saber: veintenas de millones de creyentes aseguran tener a Cristo en su corazón, más sin embargo, su lenguaje, conducta y doctrina contradicen abiertamente lo enseñado y ejemplificado por Cristo.

a)  El Sr. Rafael Navarro, creyente y periodista, de Ciudad Juárez, Chihuahua, México, aborda este fenómeno en su artículo intitulado Pastores en Cristo (o en crisis). Escribe: Hay llamados permanentes ‘a recibir a Cristo’, pero no un llamado al arrepentimiento. Nadie va al cielo porque ha recibido a Cristo en su corazón, sino por su arrepentimiento, por pasar de muerte a vida al ser lavado por la sangre de Jesús. Lo invitamos a nuestro corazón pero no le pedimos perdón. Tenemos en nuestras iglesias muchos cristianos sin perdón y sin arrepentimiento.

b)  Mark Driscoll, de 38 años de edad, pastor popular, pero a la vez, muy controvertido, de la Iglesia Mars Hill, en Seattle, del estado de Washington, Estados Unidos de América, tipifica, en parte, la mentalidad que señala el Sr. Rafael Navarro. Predicando Mark el “cristianismo hip-hop”, encabeza una iglesia de 7,500 feligreses en Seattle. Pese a ser “conservador” en algunos aspectos –por ejemplo, apoya el matrimonio “tradicional”, fulminando contra el adulterio y convivir las parejas sin casarse- este pastor utiliza en sus predicaciones palabras vanas, soeces, crudas, una jerga callejera, hasta maldiciones. Lo han tildado “el predicador maldiciente”. El pastor Mark se cree salvo, supongo. Sus miles de seguidores o simpatizantes, aplaudiéndole, se creen salvos, supongo. Eso lo creerán sí, pero, personalmente, veo que un “largo trecho”, una “distancia grande”, los separa de Dios y la salvación, ya que el cristiano fiel a la voluntad divina se abstiene de “palabras ociosas”, maldiciones, expresiones groseras, chanzas, truhanerías (Efesios 5:3-4). “Mas yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio. Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado” (Mateo 12:36). Por lo tanto, predicar el mensaje de Cristo, intercalando en la predicación “palabras ociosas”, hasta maldiciones, chistes de mal gusto, lenguaje de doble sentido, personalismos denigrantes, etcétera, solo lo haría el que se cree tener a “Cristo en el corazón”, pero que, en realidad, aún está lejos del Señor. Volviendo a lo que dijo Cristo sobre “palabras”, comprendo que me conviene preguntarme a mí mismo que si mis palabras me acercan a Dios o me alejan de él, contestando honestamente.

c)  Hace pocos días, recibimos una carta enviada por un matrimonio a familiares y amigos, en la que resaltaban noticas personales, importantes a su parecer. Entre ellas, la del bautismo de su hija joven, exactamente como instruye el Nuevo Testamento, es decir, por inmersión, “en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”, y “para perdón de los pecados”. ¿Cómo celebraron este solemne evento? ¡Con una fiesta de baile “hip-hop”! Me quedé frío, boquiabierto, triste en mi corazón. Lo mundano y carnal mezclado indiscriminadamente con lo espiritual. El mundo metido en la iglesia. “Cristianos”, entre comillas, hasta consecuentes en la participación de cultos y actividades de la iglesia, pero igualmente participantes en toda suerte de actividad o conducta esencialmente contrarias al alma, que guerrean contra el espíritu. “¡Oh! Jesucristo, acabo de bautizarme para perdón de pecados. Me siento tan cerca de ti. Te invito a mi fiesta de baile ‘hip-hop’ en celebración de mi bautismo.” Pues bien, ese meloso sentimiento de “sentirse tan cerca de Cristo” no significa que él se sienta igualmente “tan cerca” del individuo que lo tiene. Quizás los separe una distancia peligrosamente larga.

d)  Temo que el “dios” o el “cristo” que multitudes profesan tener en el corazón resulte ser meramente una proyección de su propia creación. Un “dios”, un “cristo”, con letra minúscula, “pasao”, fiestero, playero, tolerante de gustos, actitudes, actividades o estilos de vida, contrarios a los atributos santos, nobles y majestuosos del “único Dios verdadero” y su Hijo glorificado.

e)  Refiriéndose a los israelitas de su tiempo, Jesucristo dijo: “Este pueblo de labios me honra, pero su corazón está lejos de mí…” (Mateo 15:8-9). “…lejos de mí…” “…lejos…” indica “distancia”“mucha distancia”.

(1)  ¿No es este el mismo estado de multitudes del presente? Muy prontos a mencionar el nombre de Cristo, a invocar a Dios, aun a rendirle “adoración contemporánea”. Pero, “su corazón está lejos de” él, pues “en vano” le “honran, enseñando como doctrinas, mandamientos de hombres”. Además, su “estilo de vida” dista mucho de la “nueva vida” de santidad enseñada por Dios en su Nuevo Pacto.

(2)  ¿Qué tan “lejos” o “cerca” de Dios está mi propio “corazón”? ¿Y el suyo?

IV.  Huir. Amado, si una de mis resoluciones para este nuevo año ________ es “acortar la distancia que me separa de Dios”, he de “HUIR” de lo que a él no le agrada. ¿Qué quiere decir “huir”? “Huir v. intr. Alejarse de un lugar o una situación, especialmente con rapidez, para evitar un daño o un peligro.” (Diccionario Manual de la Lengua Española Vox. © 2007 Larousse Editorial, S.L)

A.  Me paro en este extremo derecho de la tarima. Suponiendo que en este punto hubiera personas o situaciones que amenazaran mi vida física, ¿qué haría yo? ¡Huir! ¡Alejarme “con rapidez, para evitar un daño” a mi cuerpo físico! ¿Qué haría usted en semejante circunstancia? Sin duda, ¡huir!, corriendo  a toda velocidad.

B.  Ahora bien, suponiendo que en este lugar hubiera personas o situaciones que amenazaran a mi alma, a mi espíritu, ¿qué haría yo? ¿Qué debería hacer? ¡Huir de tal lugar y de tales personas! No acercarme más, sino huirPoner distancia entre mí y el peligro para mi alma. A esta medida tan sencilla como sabia se deben las exhortaciones de Dios a “huir”. Por ejemplo:

1.  “…huid de la fornicación” (1 Corintios 6:18). Huid del adulterio; de todo pecado sexual. De las “mujercillas cargadas de pecado, arrastradas de diversas concupiscencias” (2 Timoteo 3:6). De los hombres cuya diosa es la pasión sexual.

2.  “…huye también de las pasiones juveniles” (2 Timoteo 2:22).

3.  “…de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia” (2 Pedro 1:4).

V.  Llamado a la obediencia. Querido hermano apartado de Dios, hermana alejada de él, estimado amigo o amiga que se encuentra lejos del Señor y la salvación eterna que él le ofrece, respetuosa y amorosamente, le invito, le insto, a “salvar la distancia que separa a usted del Salvador que le ama y llama”.

A.  “Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros” (Santiago 4:8). Él quiere acortar la distancia que los separa. ¿Qué quiere usted?

B.  “…busquen a Dios”, exhortó el apóstol Pablo a los atenienses, añadiendo: “…si en alguna manera, palpando, puedan hallarle, aunque ciertamente no está lejos de cada uno de nosotros” (Hechos 17:27). Ciertamente, “no está lejos” del que le busque en el día de hoy. “…no está lejos” de usted que lo necesita. “Jehová está lejos de los impíos” (Proverbios 15:29; Salmo 119:155) sí, más sin embargo, tan pronto el impío se humille y se arrepienta, rompiendo con el pecado y acercándose a Dios, este Ser misericordioso se acerca a él, ofreciéndole perdón y reconciliación.

C.  Así que, en este inicio del nuevo año 2011, quisiéramos persuadirle a tomar los pasos necesarios para eliminar la distancia, ya grande ya corta, entre usted y su Creador.

1.  A un escriba judío que respondió a Cristo de manera inteligente y sabio, el Señor le dijo: “No estáis lejos del reino de Dios” (Marcos 12:34). No estaba “lejos del reino”, pero tampoco estaba completamente dentro de él. ¿Está usted cerca del “reino de Dios”? ¿A solo pasos de entrar en este reino espiritual eterno? ¿Qué le impide salvar la poca distancia que falta para entrar de lleno y ponerse a salvo eternamente?

2.  Se dice del apóstol Pedro que, en una hora de duras pruebas, “seguía de lejos” a Cristo (Lucas 22:54). Hoy día, no pocos cristianos están haciendo lo mismo: siguiendo “de lejos” a Cristo. Una “distancia” peligrosísima se interpone entre ellos y Jesús, cuyo nombre sin igual una vez confesaron delante de los hombres. A los tales les urge eliminar, aun en el día de hoy, esa “distancia”, cuan larga o corta sea, reconciliándose, y volviendo a andar cogidos de la mano con su Salvador.

 

 

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