Comentario completo sobre Hechos de Apóstoles, por J. W. McGarvey, en esta Web

Historia de la iglesia de Cristo en Jerusalén

 

 

Pentecostés:

magnos eventos

y gloriosas enseñanzas

 

 


 

Varones judíos no mayores de cuarenta y cinco años de edad.
Pelo corto. Lenguas de fuego realistas. El que realizó esta pintura representa,
a nuestro parecer, más acertadamente la escena de aquel Pentecostés,
temprano por la mañana, en la casa donde moraban los doce apóstoles.

 

Pentecostés del año 30 d. C. El día cuando...

 

Vino el poder del Espíritu Santo.

Hablaron lenguas extrañas por primera vez.

Los apóstoles abren el portón del reino de Dios con las llaves espirituales recibidas de Cristo.

Como tres mil se bautizan.

La iglesia de Cristo fue establecida en Jerusalén.

 

Hechos de Apóstoles, el capítulo 2

 

Los magnos eventos y mensajes del día de Pentecostés
analizados y relacionados con las prácticas
y doctrinas actuales de varias iglesias,
teólogos y evangelistas.

 

Contenido

 

Hechos 2:1. Significado de "Pentecostés". Identidad de "todos".

"Según el Espíritu les daba que hablasen": La inspiración divina definida; esclarecido el rol del Espíritu Santo en el plan de Dios.

Reflexiones sobre la importancia de DETALLES en la revelación inspirada y el tiempo dedicado a su exposición o estudio.

Hechos 2:2. ¿A qué hora del día de Pentecostés vino el estruendo? Los apóstoles sentados en su casa, y no alborotando en la iglesia.

La escena alterada

Hechos 2:3. Lenguas, como de fuego. Las palabras inspiradas son como fuego, pero no la lengua jerigonza. Igualdad de poder y autoridad: las lenguas se asientan sobre cada apóstol, y no tan solo sobre Pedro.

Hechos 2:4. "Otras lenguas" son otros idiomas hablados en la tierra y no lenguas angelicales, extáticas o jerigonzas. Todos los apóstoles predican en los idiomas de la multitud, haciéndolo de tal modo que resulta en convicción, y no en confusión.

 

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En esta pintura, los apóstoles se representan, en su mayoría, como hombres de edad. Pero, tomando en cuenta el llamamiento que Cristo les hizo, y la duración de sus ministerios desde Pentecostés en adelante, se infiere que, para el Pentecostés del año 30 d. C., tendrían, probablemente cada uno, menos de cuarenta años de edad. Algunos se representan con pelo largo, contrario a la moda del varón típico judío del Siglo I.

Hechos 2:1

 

"Cuando llegó el día de Pentecostés…"

A. "PENTECOSTÉS (en griego, quincuagésima). Segunda de las tres grandes fiestas anuales de los hebreos (las otras eran la Pascua y la Fiesta de los Tabernáculos, Éx 23.14-16; Lv 23.15-21; Nm 28.26-31; Dt 16.9-12). Nombres en el Antiguo Testamento.1. Fiesta de las Semanas (Éx 34.22; Dt 16.10,16; 2 Cr 8.13), porque fue celebrada exactamente siete semanas o cincuenta días después de la Pascua (Lv 23.15,16). De ahí su nombre "Pentecostés". 2. Fiesta de la Cosecha (Éx 23.16)… 3. Día de las primicias (Nm 28.26). (Nuevo Diccionario Ilustrado de la Biblia, 875. Editorial Caribe, Inc.)

B. "El día de Pentecostés."

1. Pentecostés es un día, y no un "poder" o "manifestación" del Espíritu Santo. "El día de Pentecostés." ¿En qué "día" transcurrieron los eventos trascendentales relatados en Hechos dos? En "el día de Pentecostés". ¿Cuántos "días" de Pentecostés habían celebrado los israelitas antes del Pentecostés de Hechos dos? Entre mil tres cientos y mil quinientos, pues, con pocas excepciones, habían guardado la fiesta cada año desde la proclamación del Antiguo Testamento en el monte Sinaí.

2.  El día de Pentecostés cayó el primer día de la semana, o sea, para nosotros el domingo, y no el séptimo día, es decir, el sábado judío. Para el inicio de Pentecostés se contaban siete semanas, o sea, cuarenta y nueve días, después del sábado de la Pascua (Deuteronomio 16:8-12), siendo el próximo día, el primer día de la semana, el día de Pentecostés. Los magnos eventos de Pentecostés ocurren el primer día de la semana, domingo; los grandes mensajes de Pentecostés se proclaman el primer día de la semana, domingo. Cristo resucita el primer día de la semana (Juan 20:1-10). A pesar de estos hechos, el domingo no se transforma en “sábado cristiano” para los seguidores del Señor, pues todos los días son igualmente sagrados para el cristiano maduro en la fe (Romanos 14:5-6) Los “días de reposo” (sábados) celebrados por Israel fueron abolidos (Colosenses 2:13-17).

3. Pentecostés era una fiesta religiosa autorizada exclusivamente para el pueblo de Israel y celebrada conforme a las ordenanzas del Antiguo Testamento. Esta fiesta fue abolida, juntamente con las demás fiestas judías, cuando el Antiguo Testamento fue clavado en la cruz. Ya que el Antiguo Testamento ( "el acta de los decretos") fue anulado y quitado "de en medio" , el Espíritu Santo ordena: "nadie os juzgue… en cuanto a días de fiesta" (Colosenses 2:14-16). Es decir, ningún cristiano o cuerpo eclesiástico cuenta con la autoridad para instituir la Fiesta de Pentecostés, o cualquier otro día festivo judío, en la iglesia del Señor, imponiéndola como doctrina cristiana. Pertenecía a la ley de Moisés y al pueblo de Israel. No figura en el Nuevo Testamento como ley, rito o tradición para los cristianos.

a) ¿Guardaba el apóstol Pablo el día de Pentecostés? "Pablo se había propuesto pasar de largo a Éfeso, para no detenerse en Asia, pues se apresuraba por estar el día de Pentecostés, si le fuese posible, en Jerusalén" (Hechos 20:16). ¿Con qué propósito? ¿Para "celebrar esta fiesta en el templo", como se afirma en el Nuevo Diccionario Ilustrado de la Biblia, en la página 876? ¿"Celebrar" la fiesta? El texto bíblico no apoya semejante conclusión. La frase "si le fuese posible" indica, ciertamente, que Pablo ya no creía rigurosamente necesaria la celebración de Pentecostés conforme a las exigencias de la ley mosaica (Deuteronomio 16:16). En su defensa ante el gobernador Félix el apóstol enuncia el verdadero propósito de su viaje a Jerusalén: "Vine a hacer limosnas a mi nación y presentar ofrendas" (Hechos 24:17). Ya que gran número de judíos de todas partes se congregaba en Jerusalén para Pentecostés, las circunstancias serían altamente propicias para la distribución de las limosnas y ofrendas. Es cierto que sus compatriotas le persuadieron a purificarse y cumplir voto en el templo en señal de estar "guardando la ley" (Hechos 21:23-24), pero no es menos cierto que esta estratagema fracasó desastrosamente, resultando en motines, el arresto de Pablo, su eventual traslado a Roma y encarcelamiento en aquella capital del Imperio Romano. La norma del apóstol de hacerse "a los judíos como judío, para ganar a los judíos; a los que están sujetos a la ley como sujeto a la ley, para ganar a los que están sujetos a la ley" (1 Corintios 9:20) no siempre probó ser efectiva. Que quede claro: el apóstol Pablo no guardaba Pentecostés, los sábados o cualquier otro mandamiento del Antiguo Pacto, sujetándose a la ley mosaica como si permaneciese en vigor. En 1 Corintios 9:20 él mismo inserta una clarificación parentética clave: "(aunque yo no esté sujeto a la ley"), y en el 9:21 añade otra: "(no estando yo sin ley de Dios, sino bajo la ley de Cristo"). ¿Bajo la ley de quién? "De Cristo."

b) Los creyentes y las iglesias que celebran Pentecostés en la actualidad hacen caso omiso a la advertencia y la censura encerradas en las palabras inspiradas: "Guardáis los días, los meses, los tiempos y los años. Me temo de vosotros, que haya trabajado en vano con vosotros" (Gálatas 4:10-11). Además, se incurren en la falta de volver "a edificar" lo que el Señor mismo había derribada, a saber, "la pared intermedia de separación… la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas", o sea, el Antiguo Testamento (Gálatas 2:18-19; Efesios 2:14-16).

3. Pentecostés es la traducción del vocablo griego que significa "quincuagésima". "Quincuagésimo, -a. Adjetivo ordinal y partitivo que corresponde a cincuenta" (Diccionario de uso del español, Tomo II, 914. Editorial Gredos, Madrid, España). En el contexto de Hechos, el capítulo dos, "Pentecostés" señala el día cincuenta después de la Pascua. No es sinónimo de "Espíritu Santo", "lenguas angelicales" o los dones sobrenaturales del Espíritu.

4. Al revisar en el Nuevo Testamento toda la terminología aplicada a la iglesia observamos que "Pentecostés" no aparece como una identificación aceptable para ella. Tampoco sus derivados, por ejemplo, "pentecostal". O sea, la iglesia de Jesucristo nunca se identifica como "pentecostal", hecho que no sorprende al estudioso sabio de las Sagradas Escrituras, pues es evidente que el nombre de una fiesta judía abolida no es apropiado para el Nuevo Pueblo de Dios regido por un Nuevo Pacto. A pesar de estas realidades, no pocas iglesias del presente optan por llamarse "pentecostales". Lógicamente, "pentecostal" significaría: "celebrante del día de Pentecostés conforme a las ordenanzas del Antiguo Testamento". Pero, las iglesias que toman el nombre le dan un significado diferente que en nada armoniza con su significado original o el contexto de Hechos dos. ¿Quién autoriza a la iglesia a llamarse "Pentecostal"? Si puede llamarse "Pentecostal", también puede llamarse "Quincuagésima" o "Día Cincuenta", "Fiesta de las Semanas", "Fiesta de la Cosecha" o "Fiesta de las Primicias". Lo cierto es que el Espíritu Santo no transfiere el nombre "Pentecostés" del judaísmo a la iglesia de Jesucristo.

"Estaban todos unánimes juntos."

A. "Todos" se refiere a los doce apóstoles, y no a los ciento veinte discípulos.

1.  El narrativo original de Lucas no fue dividido en capítulos y versículos. Al leer corrido el 1:26 y el 2:1, el enlace gramatical entre "los… apóstoles" y "todos unánimes juntos" es obvio. ¿Hacia quiénes señala "todos"? El antecedente es "los… apóstoles", y no los ciento veinte discípulos. De argumentarse que "todos" implica "muchos", no constituyéndose "doce" un número suficiente, compárese el 1:14 donde "todos estos" alude, sin lugar a dudas, solo a los apóstoles nombrados específicamente en el 1:13.

2.  En "la casa" (2:2), o "aposento alto", solo moraban los apóstoles. "Y entrados, subieron al aposento alto, donde moraban Pedro y Jacobo, Juan, Andrés, Felipe, Tomás, Bartolomé, Mateo, Jacobo hijo de Alfeo, Simón el Zelote y Judas hermano de Jacobo (1:13) ." Lucas identifica por nombre a quienes ocupaban el aposento alto: los apóstoles, nadie más. Nunca afirma que los ciento veinte discípulos ocuparan el aposento alto.

a)  Aposento alto. "Pieza construida en el piso alto de una casa" (Nuevo Diccionario Ilustrado, 65).

b)  Cristo y los doce apóstoles (Marcos 14:17) celebraron la pascua en "un gran aposento alto" (Marcos 14:15), donde también el Señor instituyó la Santa Cena.

c)  La iglesia en Troas se reunía en un aposento alto alumbrado por "muchas lámparas" (Hechos 20:8).

3.  Los apóstoles ("todos estos") perseveraban… con las mujeres, y con María la madre de Jesús, y con sus hermanos" (1:14), pero no se reunían los ciento veinte discípulos (1:15) en el aposento alto sino "estaban siempre en el templo, alabando y bendiciendo a Dios" (Lucas 24:52). ¡"En el templo", y no en el aposento alto. No en la "casa" donde moraban solo los apóstoles, sino "en el templo"! El templo edificado por Herodes contaba con varios atrios y pórticos donde personas no pertenecientes a la tribu sacerdotal de Leví podían reunirse, por ejemplo, el atrio de los gentiles y el Pórtico de Salomón (Juan 10:23).

4.  Analicemos objetivamente las circunstancias. Entre la ascensión de Cristo y el día de Pentecostés transcurrieron diez días y noches. ¿Es lógico pensar que los ciento veinte discípulos, tanto mujeres como hombres, se hospedaran todos juntos en un solo salón, el aposento de una casa particular, durante diez días y noches? Siquiera de pie, y apretadas, ciento veinte personas ocupan bastante espacio. Para la institución de la Santa Cena, trece hombres (Cristo, con los doce) requirieron "un gran aposento alto". ¿Qué tamaño de aposento alto haría falta para hospedar a ciento veinte adultos de ambos sexos durante diez días y noches? ¡Haría falta todo un hotel! ¿Era el aposento alto mencionado en Hechos 1:13 un enorme salón con mesas, bancos, cuartos y camas para ciento veinte adultos de ambos sexos? Cualquiera que fuese su tamaño, Lucas dice que solo los apóstoles lo ocupaban.

5.  Gran número de evangelistas y comentaristas colocan a los ciento veinte discípulos en el aposento alto durante los diez días y noches entre la ascensión y Pentecostés. Esta conclusión infundada engendra todavía más interpretaciones que pintan escenas incorrectas de lo ocurrido en Pentecostés. El verdadero Espíritu Santo es muy meticuloso en sus acciones y revelaciones. Cada detalle es relevante e importante; ninguno es superfluo. El buen maestro, fiel y responsable, no pasa por alto ninguno, ni tampoco altera los hechos en el intento de encontrar respaldo para una teología previamente abrazada.

B. "Unánimes juntos."

1.  De una sola mente, con un solo propósito, en espera de "la promesa del Padre" (1:4). Desacuerdos, desavenencias o fricciones no los inquietaban, ni rencillas acerca de puestos privilegiados en el reino, como la que se desató cuando Santiago y Juan procuraron trato preferencial (Mateo 20:20-28). Estaban los doce apóstoles "todos unánimes juntos" temprano en la mañana de Pentecostés "en la casa donde estaban sentados" (2:2). Durante los diez días previos a Pentecostés también habían perseverado "unánimes en oración y ruego" en el templo con los ciento veinte discípulos (1:14).

2.  "Perfectamente unidos", cumplían la petición del Señor por la unidad de sus seguidores (Juan 17:20-23), asentando ejemplo para la iglesia que nacería aquel mismo día de Pentecostés.

 

Reflexiones sobre la importancia de DETALLES
en la revelación inspirada y el tiempo
dedicado a su exposición o estudio.

 

     ¿Con qué justificación dedicarle tanto tiempo y espacio a pormenores relacionados con "el día de Pentecostés" y la identificación exacta de "todos" en Hechos 2:1? "Tales detalles no tienen importancia" , opinan muchos creyentes, añadiendo: "Es una pérdida de tiempo abundar en ellos. Lo importante es que vino el Espíritu Santo en el día de Pentecostés y se convirtieron como tres mil almas. Dejemos que ese mismo Espíritu nos llene y busquemos salvar las almas perdidas".

     Este consejo parece sabio. Con todo, cuestionamos su validez. De la manera que un pequeño disturbio atmosférico en África puede convertirse en una baja presión peligrosa que se introduce en el Atlántico, crece, se refuerza, se hace tormenta tropical y se evoluciona en huracán que azota las islas del Caribe o las costas de América Central, devastando y matando, asimismo los "pequeños" errores que resultan cuando se obvian o se malinterpretan "detalles" tienden a causar grandes estragos espirituales. Por ejemplo, ¡qué grandes tempestades giran en torno al nombre "Pentecostal"! ¿Mero "detalle" insignificante el nombre? Entonces, ¿con qué razón tomarlo, ya que no es nombre bíblico para la iglesia y causa, de cierto, muchas controversias? ¿Sin importancia la identidad de "todos" en Hechos 2:1? ¿Es una "pérdida de tiempo" y "falta de amor" señalar o corregir a quienes dicen que se trata de los ciento veinte discípulos? A nuestro parecer, minimizar u obviar tales "detalles" demuestra descuido e irresponsabilidad en la exégesis de las Sagradas Escrituras. Considere, se lo suplicamos, algunas complicaciones en el caso del sujeto "todos" .

1.  Si se trata de los ciento veinte discípulos, se deduce que los ciento veinte fueron llenos del Espíritu Santo y hablaron lenguas extrañas, pero si "todos" son los apóstoles, exclusivamente, entonces solo los apóstoles fueron llenos del Espíritu Santo y solo ellos hablaron lenguas extrañas en el día de Pentecostés.

2.  Al concluir, erróneamente, que "todos" se refiere a los ciento veinte, muchos intérpretes proceden a formular otra conclusión igualmente errónea, a saber, que todo creyente en todo tiempo y lugar debe recibir el poder de hablar lenguas extrañas, ya que, según ellos, los ciento veinte lo recibieron.

     ¿Pormenor insignificante la identificación correcta de "todos" ? ¡De modo alguno! Es de suprema importancia reconocer a los verdaderos protagonistas que se encuentran en el escenario (la "casa", o "aposento alto") cuando se levanta el telón y comienza el primer acto del drama inolvidable del día de Pentecostés. En el recuento del drama, colocar en la escena a quienes no figuraban es alterar los hechos, acción que engaña al público ingenuo, cosa que no hace ningún predicador o maestro fiel al original.

 

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-¿Encuentra usted correcta y edificante esta explicación? ¿O discrepa? Su evaluación objetiva será apreciada. Favor de utilizar la Forma a la derecha para enviarnos sus comentarios.

 

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Estimado lector, ¿discierne usted los errores en esta pintura? ¡Demasiada gente!
Solo los doce apóstoles estaban "en la casa" temprano por la mañana de
aquel día de Pentecostés del año 30 d. C. cuando "se les aparecieron lenguas,
como de fuego..."
. María no estaba presente. Ninguna mujer estaba presente.
Tampoco se dice que el Espíritu Santo se manifestara en aquel día como paloma.

 

Hechos 2:2

"Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba."

A. "De repente" implica sin previo aviso, inesperadamente, sin ninguna brisita, ruido o movimiento que pusiera a los doce hombres a la expectativa. ¿A qué hora del día de Pentecostés vino "de repente" el estruendo? Quizás al rayar el alba, a eso de las 6:00 de la madrugada. Las siguientes circunstancias sostienen esta conclusión.

1. Ya para "la hora tercera del día" (2:15), o sea, las 9:00 a. m., habían transcurridos eventos y situaciones que tomaban más de unos pocos minutos.

a)  Los apóstoles se habían levantado y "estaban sentados" en su casa: despiertos, vestidos, tal vez habiendo desayunado ya.

b)  De repente viene el estruendo, se les aparecen lenguas como de fuego y se llenan del Espíritu.

c)  Ya despiertas muchas personas temprano por la mañana en Jerusalén, o aún dormidas algunas, escuchan el estruendo. Miles, tal vez decenas de miles, perturbados, sin duda, por el insólito acontecimiento, saltan y corren por las calles de la ciudad acercándose al área donde se concentra el estruendo, o hacia la cual señala, y se junta una multitud (2:2-6), sucesos que requieren tiempo, pues no existían radios, televisores, automóviles o autobuses en aquel tiempo que facilitaran la divulgación de noticias o la transportación en masa de multitudes. Tengamos presente que para la fiesta de Pentecostés, centenares de miles de israelitas, no solo de Galilea, Samaria y Judea, sino de todo el vasto Imperio Romano, se congregaban en Jerusalén.

d)  Reunida la multitud, predican los apóstoles en otros idiomas, los presentes oyendo "cada uno… en su propia lengua" (2:6). Predica más de un solo apóstol, pues dice el relato: "cada uno les oía hablar en su propia lengua" (2:6). "Les" es plural.

e)  La multitud reacciona al mensaje (2:7-12), estando "todos atónitos y perplejos", burlándose algunos.

f)  Todas estas acciones requieren tiempo. Entonces, a las nueve de la mañana, Pedro y los demás apóstoles dan su explicación de los eventos (2:14-15).

2. Estas circunstancias nos llevan a fijar la hora del estruendo temprano en la mañana, entre las 6:00 y las 7:00 a.m. ¿Le parecen más o menos correctos estos parámetros de tiempo por las razones señaladas?

B. "Vino del cielo." ¿De dónde? ¡"Del cielo"! No de la casa, no del aposento alto, no del templo judío, no de los apóstoles, tampoco de los ciento veinte, ciertamente, no de la multitud, pues esta aún no se había reunido. Vino "del cielo". De arriba, y no de la tierra; de Dios, y no de los hombres. No de en medio de la iglesia, pues la iglesia todavía no había sido establecida.

C. "Un estruendo." "Estruendo. Ruido muy grande, ensordecedor, como el de unas cataratas, el de un tren pasando próximo o el de muchas cosas cayéndose" (Diccionario de uso del español, Tomo I, 1238). O, añadimos, como el de un tornado o un huracán. Viene del cielo; se oye en toda Jerusalén, y, posiblemente, aun por los campos en derredor. Un estruendo sobrenatural que alarma y espanta; un ruido muy grande jamás escuchado en Jerusalén, que hace saltar y correr para afuera todo el mundo. "¿Qué es eso? ¿Qué está pasando? ¡Jamás hemos escuchado ruido semejante!"

D. "Como de un viento recio que soplaba." No como de una brisita, no como de gran número de voces angelicales. No como la algarabía de multitud de pentecostales, hablando todos a la vez, gritando, riéndose a carcajadas, aullando, clamando por sanidad, alabando con baterías, panderos y trompetas, sino como de un viento tan fuerte que ensordecía.

"...el cual llenó toda la casa donde estaban sentados."

A.  Pero, su efecto no se limitó a la casa, pues gran número de personas que habían llegado a Jerusalén "de todas las naciones bajo el cielo" (2:5) para celebrar la Fiesta de las Semanas (de las Primicias, de la Cosecha, de Pentecostés) escucharon el estruendo y se juntaron. "Y hecho este estruendo, se juntó la multitud" (2:6).

B. "Llenó toda la casa." El templo no, ni la iglesia, sino la casa.

C. "Donde estaban sentados." "Sentados", y no parados o acostados. Sentados, y no brincando, saltando, corriendo o danzando. Todos sentados en su casa temprano en la mañana del día de Pentecostés: escena de tranquilidad y compostura, hasta el momento del estruendo.

La escena alterada

     Alterar la escena histórica original en busca de apoyo para creencias y prácticas inventadas posteriormente es un acto soberbio de falsificación, ¿no cree usted? Entre los expositores pentecostales hay quienes lo hacen. No solo colocan, equivocadamente, a los ciento veinte discípulos en la escena, sino que los ponen a alborotar al estilo "avivado", clamando por el bautismo en el Espíritu. Lejos de presentarlos "sentados" en su casa, los escenifican como parados, con brazos levantados al cielo, pidiendo a voz en cuello el cumplimiento de "la promesa" . Confunden "el estruendo como de un viento recio" con el estruendo del culto "avivado" del presente. A resumida cuenta, alteran la escena de Pentecostés para que refleje el pentecostalismo del presente. En vano intentan encontrar precedente para el culto "avivado" en los eventos de Pentecostés.

     Usted que sabe la verdad, o que la está captando, ¿qué hará al respecto? ¿Cómo enseñará Hechos 2:1-2? ¿Cómo presentará los eventos de Pentecostés? ¿Apoyará versiones alteradas de las escenas? ¿O presentará la versión original auténtica?

 

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Hechos 2:3

“Y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego...”

A.  Cae del cielo sobre Jerusalén el “estruendo como de un viento recio” , grandiosa señal sobrenatural que revuelca la ciudad.

B.  Enseguida, aparecen “lenguas repartidas, como de fuego” en la casa que ocupan los apóstoles. Visibles, suspendidas en el aire, no alimentadas por tizones, leña o carbón, quizás undulantes como las llamas de fuego, vivas y no muertas. ¡Otra señal sobrenatural sumamente impresionante, milagro del cielo!

1.  Las “lenguas” que alegan recibir los pentecostales y otros carismáticos ¿las presagian señales de inconfundible naturaleza sobrenatural? ¿Caen estruendos del cielo? ¿Aparecen lenguas, como de fuego, suspendidas milagrosamente en el ambiente?

2.  Nos informan los teólogos carismáticos que el Espíritu Santo actúa en el presente tal y como en el día de Pentecostés dando el don de lenguas. De ser así, lógicamente haría también prodigios iguales o semejantes a los de Pentecostés, ¿no le parece? Estruendos, llamas con la forma de lenguas, manifestaciones palpables, de indiscutible origen sobrenatural. Pero, no ocurren, hecho que desmiente la interpretación de los teólogos.

C.  Estas “lenguas repartidas” visibles ante los ojos de los apóstoles simbolizan las lenguas, es decir, los idiomas que los apóstoles iban a hablar en breve.

1.  “Lenguas”, plural, en perfecta representación de los muchos idiomas que hablaban los israelitas de la dispersión que habían llegado a Jerusalén para la Fiesta de Pentecostés y que los apóstoles hablarían para comunicarles el evangelio.

2.  “Repartidas”, quizás para indicar la diversidad de lenguas, o las distintas “clases de lenguas” (1 Corintios 14:10), por ejemplo, africanas, griegas o árabes. Es característica de llamas de fuego que se “repartan”.

D.  “Como de fuego.”

1.  Ardientes, vivas; que queman el pasto, que purifican.

2.  “Yo pongo mis palabras en tu boca por fuego” (Jeremías 5:14). “¿No es mi palabra como fuego, dice Jehová…?” (Jeremías 23:29).

3.  Las palabras inspiradas que impartiría el Espíritu Santo mediante el don de lenguas bien serían como fuego que quemaba las dudas acerca de la divinidad de Cristo, torturaba a los incrédulos intransigentes y purificaba a los corazones contritos. Pero, ¿qué quema la lengua jerigonza o la “lengua angelical” no entendida? Estas “lenguas” falsamente llamadas no son “como de fuego” sino más bien como de humo que oscurece el entendimiento y desorienta al alma. Solo encienden fuegos de controversias dañinas.

4.  ¿De qué tamaño eran las lenguas repartidas como de fuego? ¿De treinta centímetros de alto, un metro, tres metros o seis metros? No hay información al respecto. Podemos conjeturar que no fueran pequeñas sino de tamaño tal que impresionaran a quienes las contemplaran.

“...asentándose sobre cada uno de ellos.”

A.  Sobre cada apóstol. Sobre todos y cada uno de ellos. No solo sobre Pedro sino también sobre los demás. Pedro no era el “jefe de los apóstoles”; no era el “principal entre ellos”, su “presidente” o el “apóstol Papa”. Igualdad había entre los apóstoles. Todos recibieron el mismo poder en Pentecostés. La lengua, como de fuego, que se asentó sobre la cabeza de Pedro no era más espectacular que las lenguas que se asentaron sobre los demás apóstoles.

B.  Sobre cada apóstol, y no sobre cada uno de los ciento veinte discípulos.

C.  ¿Por cuánto tiempo permanecieron las “lenguas repartidas, como de fuego”, sobre los apóstoles? No se nos informa este detalle. Posiblemente, por muchas horas, particularmente, durante las proclamaciones, explicaciones y demás ponencias de los apóstoles. Como señal visible del “poder” de Dios que operaba en los apóstoles; como manifestación sobrenatural de inspiración divina que los acompañaba durante sus discursos para que las multitudes tuvieran presente en todo instante que lo que ocurría no era de los hombres sino de Dios.

 

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Hechos 2:4

“Y fueron todos llenos del Espíritu Santo.”

A.  “Todos” se refiere solo a los doce apóstoles. Los “todos” de este versículo son los mismos “todos” del versículo uno, y ya queda probado que se trata de los apóstoles, nadie más. “Todos” abarca a todos y cada uno de los apóstoles. Lo que recibe uno, lo mismo reciben los demás. El apóstol Pedro no es el único que recibe. Tampoco recibe él una doble o triple porción.

B.  “...fueron… llenos del Espíritu Santo.”

1.  El Espíritu Santo es un Ser celestial muy consagrado y puro, rasgos que implica el adjetivo “Santo”, al servicio del Padre y de Jesucristo. No es mera “fuerza” que emanara de Dios sino un personaje con identidad propia. Tiene nombre, y en su nombre todo creyente obediente a las condiciones de la Gran Comisión ha de bautizarse, como también en el nombre del Padre y del Hijo (Mateo 28:18-20). Intercede por los cristianos (Romanos 8:26-27) y se contrista cuando estos andan desordenadamente (Efesios 4:30). Es superior a los ángeles, pues el creyente arrepentido se bautiza en el nombre del Espíritu Santo pero no en el de Gabriel o cualquier otro ángel. Tal cual Dios el Padre y Cristo el Hijo, el Espíritu Santo es un Ser espiritual íntegro con existencia independiente.

2.  En la frase “llenos del Espíritu Santo”, mediante el nombre “Espíritu Santo” se personifica, efectivamente, el “poder” sobrenatural que reciben los apóstoles. No se quiere decir que el Espíritu Santo entrara, o se vaciara, literalmente, es decir, personalmente en cada apóstol. Al recibir cada apóstol al Espíritu Santo, no moran, literalmente, dos espíritus -el del apóstol y el del Espíritu Santo- en cada cuerpo. El único espíritu que mora literalmente en cada cuerpo es el de cada apóstol ( “¿Quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él?” (1 Corintios 2:11). En sentido figurado, los apóstoles “fueron llenos del Espíritu Santo” . En sentido literal, fueron llenos del “poder” del Espíritu. “Recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo” (Hechos 1:8). “Hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte hasta que hayan visto el reino de Dios venido con poder  (Marcos 9:1), el “poder” del Espíritu Santo. El Espíritu Santo no se manifiesta corporalmente en Pentecostés sino a través de los fenómenos del estruendo y las lenguas repartidas como de fuego. No se encarna en los apóstoles sino que les imparte poderes sobrenaturales. El Hijo de Dios vino del cielo y se encarnó en cuerpo humano. No así el Espíritu Santo.

“Y comenzaron a hablar en otras lenguas.”

A.  “En otras lenguas.” Es decir, en otros idiomas. El significado de “otras lenguas” en Hechos, el capítulo dos, es tan claro e inconfundible que hasta el más obtuso lector u oyente lo capta enseguida. Pero las fantasmas del fanatismo obscurecen el entendimiento de quienes se empeñan en encontrar “lenguas angelicales” en Pentecostés. Siete versículos, desde el cinco hasta el once, se dedican a la clarificación de “otras lenguas”.

1.  ¿Por qué hablar los apóstoles otras lenguas en Pentecostés? Porque “moraban entonces en Jerusalén judíos, varones piadosos, de todas las naciones bajo el cielo… partos, medos, elamitas, y los que habitamos en Mesopotamia, en Judea, en Capadocia, en el Ponto y en Asia, en Frigia y Panfilia, en Egipto y en las regiones de África más allá de Cirene, y romanos aquí residentes, tanto judíos como prosélitos, cretenses y árabes” (2:5, 9-11). Para que entendiera cada varón perfectamente los tremendos eventos espirituales que transcurrían y el nuevo mensaje de Dios para la humanidad era preciso hablarle en su propio idioma. Su idioma no era una lengua angelical o jerigonza sino su lengua natal.

2.  “Cada uno les oía hablar en su propia lengua” (2:6). La “propia lengua” de cada uno era el idioma o dialecto del lugar donde residía, la “lengua” que hablaba con soltura todos los días de su vida y que entendía perfectamente. Ninguno tenía como “su propia lengua” alguna “lengua angelical” o jerigonza.

3.  “¿Cómo, pues, les oímos nosotros hablar cada uno en nuestra lengua en la que hemos nacido?” (2:8).

a)  ¿Qué significa “su propia lengua” ? Significa “nuestra lengua en la que hemos nacido”. Estos varones judíos que habían llegado a Jerusalén para Pentecostés habían nacido en otras tierras. Como es natural hasta el día de hoy, cada uno hablaba el idioma de la tierra donde había nacido. Los que nacieron en Egipto hablaban egipcio; los que nacieron en Arabia hablaban árabe, y así sucesivamente. Ninguno había nacido en el cielo; por lo tanto, ¡ninguno hablaba el idioma angelical! Ninguno había nacido en la “Mística Tierra del Éxtasis”; por lo tanto, ¡ninguno hablaba “la lengua extática”! Ninguno había nacido en el “Extraño País de los Jerigonzosos”, donde ningún ciudadano entiende al otro; por lo tanto, ¡ninguno hablaba jerigonza! Cada uno hablaba la lengua en la que había nacido.

b)  ¿Qué significa “les oímos nosotros hablar” ? Significa que los apóstoles hablaban las lenguas natales de los presentes. El milagro no fue hecho en los oídos de quienes escuchaban a los apóstoles. Es decir, los apóstoles no hablaban un solo idioma, por ejemplo, el hebreo, recibiendo cada oyente de parte del Espíritu Santo una traducción instantánea. El Espíritu Santo no obró milagrosamente en los oyentes, capacitándolos para entender en su lengua natal lo que decían los apóstoles en arameo o hebreo, sino que obró milagrosamente en los apóstoles, capacitándoles para hablar las lenguas natales de los oyentes. “Hablar… en nuestra lengua.” Los apóstoles hablaron las lenguas natales de los presentes, ¡sin haberlas estudiado o aprendido previamente! Al instante de recibir el “poder” prometido, ¡pudieron hablar perfectamente idiomas que jamás habían hablado! Y eso, ¡a pesar de ser “hombres sin letras y del vulgo”! (Hechos 4:13). He aquí el verdadero milagro de hablar otras lenguas en Pentecostés: hablar otros idiomas al instante, sin haberlos estudiado jamás, con perfecta soltura, sin errores, sin acento. En la actualidad, ¿quién es capaz de hacerlo? Curiosamente, los evangelistas y pastores del presente que reclaman el “don de lenguas”, al dirigirse a personas de otras lenguas, tienen que valerse de intérprete para hacerse entender. No así los apóstoles en Pentecostés. El contraste es obvio, con implicaciones graves para todo aquel que dice “hablar lenguas” pero que es incapaz de hablar siquiera un solo idioma que no haya aprendido anteriormente. Hasta el mismo fundador del pentecostalismo, Charles Fox Parham, comprendió que el don de lenguas es el poder de hablar, al instante de la necesidad, otros idiomas sin haberlos estudiado (El Pentecostalismo: su origen y desarrollo en Estados Unidos de América).

4.  Observación de suma importancia: el don de hablar otras lenguas tal cual definido en Hechos, el capítulo dos, es el único presentado en el Nuevo Testamento. No hay dos o tres distintos dones de lenguas, por ejemplo: (a) el don de hablar, al instante, otros idiomas, (b) el don de hablar lenguas angelicales o (c) el don de lenguas extáticas. No aciertan los comentaristas que distinguen entre el don de lenguas de Pentecostés y el de 1 Corintios, el capítulo catorce, catalogando este como “angelical” o “extática”. Si el Señor lo permite, ofreceremos evidencias, mediante la exposición que proyectamos de 1 Corintios catorce, para probar todo lo contrario.

B.  “Comenzaron a hablar.” ¿Cuándo “comenzaron a hablar” los apóstoles otras lenguas?

1.  ¿Estando todavía dentro de la casa donde estaban sentados cuando “de repente vino del cielo un estruendo… y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego” ? Dudoso. Dudoso que hablaran otras lenguas entre sí los doce apóstoles. Casi el cien por ciento cierto que no lo hicieran. Todos eran galileos (2:7). Todos hablaban el mismo dialecto, el arameo. ¿Por qué hablarse en idiomas que no entendían? “Las lenguas son por señal, no a los creyentes, sino a los incrédulos” (1 Corintios 14:22). “Señal” , e instrumento para comunicar a los incrédulos “las maravillas de Dios” (Hechos 2:11). Los apóstoles eran creyentes. No recibieron el don de lenguas para edificarse mutuamente sino para proclamar las buenas noticias de salvación tanto a judíos, como a prosélitos y gentiles, en su propio idioma.

2.  ¿ ”Comenzaron a hablar en otras lenguas” cuando salieron de su casa y se enfrentaron a los varones piadosos de distintos países que acudían para verificar la causa del insólito y asombroso “estruendo como de un viento recio que soplaba”? Es de asumirse que asimismo sucediera.

C.  “Comenzaron”, plural. Todos los apóstoles reciben el mismo poder de lenguas, y, por ende, los mismos privilegios de predicar “las maravillas de Dios” y la misma autoridad de “atar o desatar” (Mateo 18:18), de “remitir o retener” (Juan 20:22-23). Todos hablan lenguas. No solo el apóstol Pedro sino también los demás. Plural: “comenzaron” .

1.  ¿Hablan todos los apóstoles a la vez en presencia de las mismas personas? ¡Inconcebible! El Espíritu Santo no es un espíritu inferior de confusión y desorden. “Hágase todo decentemente y con orden” (1 Corintios 14:40) instruye él.

2.  Entonces, ¿cómo proceden para que cada apóstol participe en la explicación de lo que está pasando? No se nos informan los pormenores. Sin embargo, dadas las circunstancias conocidas o implicadas, es factible postular posibles escenas.

a)  Para temprano en el día, después del estruendo, pero antes de las 9:00 a.m. (2:15).

(1)  Primera posible escena. Al ser “llenos del Espíritu Santo” , los doce apóstoles salen de su casa, pues las muchas personas que, de pronto, se acercan no caben en la casa. Salen, cada uno con la lengua repartida, como de fuego, encima de su cabeza. Se paran juntos en la calle fuera de la casa, o tal vez en alguna plazoleta cercana. Comienzan a explicar, por turno (1 Corintios 14:27), lo que está pasando, comunicando el mensaje “según el Espíritu les daba que hablasen”. No hablan los doce, o siquiera dos de ellos, a la vez. Habla uno en el idioma de algunos de los presentes. El segundo repite lo mismo en otro idioma. El tercero, lo mismo en todavía otra lengua, y así, sucesivamente. Se multiplica exponencialmente el número de presentes. Es preciso hacer arreglos para que muchos miles escuchen y se señala el templo como lugar donde reunirse.

(2)  Segunda posible escena. Al ser “llenos del Espíritu Santo”, los doce apóstoles salen de su casa, cada uno con la lengua repartida, como de fuego, encima de su cabeza, pero no se paran juntos sino que se separan para atender a la multitud que se aglomera rápidamente. Alrededor de cada apóstol se forma un grupo creciente de personas que hablan distintos idiomas. Cada apóstol se dirige a los congregados en derredor suyo, impartiendo la misma revelación primero en un idioma, luego en otro, hasta pronunciarla en la lengua de cada uno presente. Pero, se multiplica exponencialmente el número de presentes. Es preciso hacer arreglos para que muchos miles escuchen y se señala el templo como lugar donde reunirse.

b)  Para las 9:00 a. m. en adelante.

(1)  Se ha juntado una gran multitud de personas. Ya que se bautizan casi tres mil antes de finalizarse el día de Pentecostés (2:41), se estima en muchos miles más el número total de congregados.

(2)  ¿Dónde se reúnen estos miles? No se nos informa. Probablemente, en los pórticos del gran templo judío edificado por Herodes. Después del día de Pentecostés, los tres mil bautizados “perseveraban unánimes cada día en el templo(2:46), añadiendo el Señor cada día a la iglesia los que habían de ser salvos” (2:47). Esta evidencia circunstancial señala hacia el templo como lugar donde se reuniera la multitud en Pentecostés.

(3)  A las nueve de la mañana, los apóstoles se encuentran juntos en presencia de la multitud. “Entonces Pedro, poniéndose en pie con los once, alzó la voz y les habló diciendo…” (2:14). ¿Pronuncia Pedro su discurso en otras lenguas? Posiblemente. ¿Cómo realizar semejante hazaña? Repetir el mismo mensaje en las distintas lenguas de los presentes. De haberlo hecho, ¡cuan grande impacto habrá hecho milagro tan extraordinario! ¡Un hombre, Pedro, sin letra y del vulgo, que proclama las maravillas del nuevo evangelio de Cristo en varios idiomas, sin jamás haberlos hablado anteriormente! ¡Fantástica e irrefutable manifestación del “poder” sobrenatural! El mensaje predicado en Pentecostés es, en sus puntos esenciales, bien condensado y de corta duración. Se calcula en hora y medio, o menos, el tiempo necesario para predicarlo en quince idiomas, o más.

(4)  ¿Se dirigen los demás apóstoles a la multitud? Lo consideramos muy probable. Tenían el mismo poder de hablar otros idiomas, las mismas “lenguas repartidas, como de fuego”, la misma autoridad de las llaves espirituales. El mensaje de Pedro, tal como relatado en Hechos dos, toma unos pocos minutos, nada más. Tal vez sea, no el único mensaje presentado en la ocasión, sino representativo de la revelación hecha por el Espíritu Santo a través de todos los apóstoles. Tal vez no sea el mensaje completo en todos sus detalles sino la síntesis concisa de la revelación. De hecho, se nos informa que “con otras muchas palabras” Pedro “testificaba y les exhortaba” (2:40). Además, se observa que los casi tres mil bautizados “perseveraban en la doctrina de los apóstoles" (2:42). “De los apóstoles”, plural. De todos los apóstoles, y no tan solo de Pedro. Se implica y se deduce que los demás apóstoles tomaron parte en la exposición de “la doctrina” frente a la multitud. De haberlo hecho, no hablaron todos a la vez, sino por turno. Las circunstancias indican que la reunión de los apóstoles con la multitud durara horas, proporcionándose suficiente tiempo para que cada apóstol aportara su revelación mediante el “poder” de hablar otros idiomas.

(5)  En resumen, todos los apóstoles proclaman el evangelio de Jesús en otras lenguas en Pentecostés, realizando aquella grandiosa obra de evangelismo en el primer día de la Era Cristiana de tal modo que no se creara confusión sino convicción, de tal manera que no dijeran “estáis locos” (1 Corintios 14:23) sino que sobreviniera “temor a toda persona” (Hechos 2:43), gozando la iglesia de “favor con todo el pueblo” (Hechos 2:47).

 

“...según el Espíritu les daba que hablasen.”

A.  El Espíritu Santo da a los apóstoles el mensaje que estos predican en Pentecostés. Predican por inspiración del Espíritu Santo. El Espíritu se apodera de las facultades mentales de los apóstoles, implantando en su cerebro el mensaje celestial que han de proclamar. También se adueña de sus instrumentos del habla –las cuerdas vocales, la boca, la lengua, los labios- facilitando la predicación en otros idiomas. Estos humildes hombres “sin letra, y del vulgo” , a lo mejor totalmente atónitos por lo que está pasando, salen de su casa, se encuentran cara a cara con los varones piadosos que vienen corriendo para saber el significado de aquel estruendo y, al instante, les es dado lo que han de hablar. Se lo había anticipado Cristo mismo al decirles: No os preocupéis por cómo o qué hablaréis; porque en aquella hora os será dado lo que habéis de hablar. Porque no sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu de vuestro Padre que habla en vosotros(Mateo 10:19-20). El Espíritu Santo vino sobre ellos (Hechos 1:8), apoderándolos para las grandiosas ejecutorias necesarias para establecer el reino de Dios (Marcos 9:1) en Pentecostés y dar inicio a la nueva Era Cristiana. No hablan ellos por su cuenta sino que el Espíritu de Dios es quien habla a través de ellos. El “cómo” y el “qué” hablan lo decide el Espíritu, determinando no solo el contenido sino también las matices de la oratoria, todo para implementar perfectamente los propósitos de Dios, evitando que perjudicaran débiles elementos humanos. El “milagro de la inspiración divina” impresiona sobremanera a todo aquel que aprecia sus múltiples dimensiones sobrenaturales manifestadas en la mente, el espíritu, el cerebro y hasta en los órganos del habla, o en la mano que escribe, de quien lo experimenta.

B.  Si bien los apóstoles sirvieron de instrumentos para el Espíritu en Pentecostés no es menos cierto que el Espíritu Santo también fue, a su vez “instrumento”, pues la Palabra inspirada no se originó en él sino en el Padre. “Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir. Él me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber. Todo lo que tiene el Padre es mío; por eso dije que tomará de lo mío, y os lo hará saber” (Juan 16:13-15). También aclaró el Señor: “Porque yo no he hablado por mi propia cuenta; el Padre que me envió, él me dio mandamiento de lo que he de decir, y de lo que he de hablar (Juan 12:49).

-Del Padre al Hijo...

-Del Hijo al Espíritu Santo...

-Del Espíritu Santo a los apóstoles...

-De los apóstoles, por inspiración, a los demás seres humanos.

Siendo así la procedencia del “evangelio eterno” (Apocalipsis 14:6), ¿con qué justificación elevar al Espíritu Santo al nivel del “Ser Divino más importante de la Era Cristiana? Sin duda, tiene funciones importantísimas, pero no deja de ser “enviado” por otros superiores a él. ¿Quién es superior: el que envía o el que es enviado? “Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho” (Juan 14:26).

1.  El Padre envía al Espíritu Santo. El Espíritu escucha a Cristo, tomando de Cristo la Palabra de vida. Se la da a los apóstoles. Estos son algunos de los parámetros bíblicos para la obra del Espíritu.

2.  ¿Nos enseña el mensaje que proviene de Dios a adorar al Espíritu Santo, clamar constantemente a él, orar en su nombre, leer la Biblia en su nombre? Tales acciones las toman quienes exageran el rol del Espíritu Santo en el plan de Dios para salvar a la humanidad. Deben desistir. Cristo es quien tiene “toda potestad… en el cielo y en la tierra” (Mateo 28:18), siendo él el único mediador (1 Timoteo 2:5). El Espíritu Santo obra sujeto a la voluntad de Cristo.

C.  En Pentecostés el Espíritu Santo hace perfectamente el papel que el Padre y Cristo le asignaron, dando a los apóstoles la Palabra que hablasen, magnífico principio de la revelación de “toda la verdad” (Juan 16:13), tarea que culminó sesenta y tres años más tarde con la revelación de Apocalipsis.

 

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Comentario completo sobre Hechos de Apóstoles, por J. W. McGarvey, en esta Web

Historia de la iglesia de Cristo en Jerusalén

 

  

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