En esta Iglesia Bautista en Puerto Rico, los encargados de predicar y enseñar aseguran al visitante que puede recibir perdón de pecados con solo arrepentirse y hacer profesión de fe, que no es necesario bautizarse para ser perdonado y que una vez salvo no podrá perder jamás la salvación. Pese a la popularidad y arraigo de la Iglesia Bautista en muchas áreas del mundo, ninguna de estas doctrinas tiene fundamento en el Nuevo Testamento. Organizaciones bautistas, al igual que otras iglesias y organizaciones religiosas, vienen arrastrando referidas doctrinas desde que fueran enseñadas por algunos líderes de La Reforma. Mediante el siguiente intercambio se pone de relieve la falta de apoyo bíblico para la doctrina de “salvo, siempre salvo”.
El peruano Juvenal escribe:
”Muy apreciados ...
Ciertamente es muy alentador y aleccionador los ministerios que vienen realizando, sobre todo en el Internet. Quiero referirme a lo expuesto de ... salvo, siempre salvo.
Mi pregunta a ustedes es: ¿Cristo ofreció la salvación bajo condiciones? ¿Que condiciones? Si es así, ¿pueden señalarlo para saber "sus puntos de vista"?
Respuesta. Certeramente, Jesucristo establece “condiciones” para salvación. Por ejemplo, dice: “El que creyere, y fuere bautizado, será salvo” (Marcos 16:16). “Salvación” para “toda criatura” es lo que Cristo propone, pero no sin condiciones para el ser humano. Si (1) creer y (2) bautizarse no son condiciones, entonces ¿qué son? Aquí no se trata, pues, de “puntos de vista” sino de hechos y realidades innegables.
Una vez, conversando con un pentecostal que enseñan que la salvación lo pueden perder, y que el responsable en conservar su salvación es el hombre y no Dios, me pareció con mucha lógica, pero, desde un ángulo posicional del que cree tal percepción. Analizando a la luz de las Escrituras, no encuentro ninguna referencia que debemos hacer tal o cual cosa para mantener la salvación que nos otorga el Señor.
-Comentarios. Amado Juvenal, ¿qué Biblia, o qué versión de la Biblia, lee usted? El Nuevo Testamento está repleto de exhortaciones sobre lo que debe hacer el cristiano para “mantener la salvación”, como dice usted, o sea, para no perderla, más contiene infinidad de advertencias sobre el peligro de descuidar o perder la salvación. Considere solo algunas tomadas del libro de Hebreos.
-Hebreos 2:1-3. “Es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que hemos oído, no sea que nos deslicemos. Porque si la palabra dicha por medio de los ángeles fue firme, y toda transgresión y desobediencia recibió justa retribución, ¿cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande?”
-Pregunta retórica esta, sobreentendida la respuesta necesaria y correcta. ¡No escaparemos! ¿De qué? De la “justa retribución”, o sea, del castigo correspondiente. ¿Quiénes son “nosotros”? El contexto no deja lugar a dudas: ¡nosotros, los cristianos! El cristiano que se desliza, no recuperándose, está condenado y será castigado. Este es el sentido natural y obligatorio de esta admonición. “Salvo, siempre salvo” es una percepción totalmente contraria.
-Deslizarse implica: ir, apartándose paulatinamente, resbalarse, perder el equilibrio, cayéndose, desplazarse hacia abajo. “No sea” señala el peligro de deslizarse el cristiano. Pero, ¿con qué justificación señalar un peligro que no exista?
-¿Quién debe atender “con más diligencia… a las cosas que hemos oído”? ¡El cristiano! Dios no es quien pone más diligencia o atiende a las cosas necesarias para salvación sino el cristiano mismo. Atender con más diligencia lo debo hacer yo, no haciéndolo Dios por mí, ni obligándome a hacerlo.
-Hebreos 3:6. “La cual casa somos nosotros, si retenemos firme hasta el fin la confianza y el gloriarnos en la esperanza.” “...si retenemos firme...” He aquí prueba irrabatible de que la salvación es condicional. El pequeño vocablo sencillo “si" establece inequívocamente la condición. Significa “con tal de…” , siendo la condición la de retener “firme hasta el fin la confianza”. ¿No ve usted la pequeña conjunción "si"? Tiene tan solo dos letras, pero pesan mucho. “La... casa” mencionada al principio del versículo es la iglesia.
-Hebreos 3:12. “Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo.” Esta exhortación va dirigida específicamente a los “hermanos”, y no a incrédulos. Hermano, ¡existe el peligro de “apartarse del Dios vivo”! Un peligro y verdadero. ¡Cuidado de no caer en la incredulidad! Sinceramente, demasiado obtuso o prejuiciado a favor de alguna teología humana tendría que uno para no captar el sentido natural de palabras y enseñanzas tan claras y sencillas. Amigo Juvenel, qué no le escandalice mi franqueza. Ya es hora de creer lo que dice la Biblia, dejando de apoyar doctrinas que hacen violencia a las Sagradas Escrituras, careciendo además de sentido común.
-Hebreos 3:14. “Porque somos hechos participantes de Cristo, con tal que retengamos firme hasta el fin nuestra confianza del principio.”
-Ahí está la frase “con tal”, la cual establece “condición”, como lo sabe cualquier persona que sepa un poco siquiera de la gramática más elemental.
-¿Qué yo no tenga que hacer nada yo mismo para retener firme mi fe o confianza? ¡Tonterías! Estas palabras son dirigidas a miembros de la iglesia, y no a Dios. ¡Ay de mí si me quedo pasivo, pensando que Dios todo lo haga en mí y por mí, sin que este servidor levante ni un dedo, para evitar que no pierda yo mi confianza! Dios inspira e infunde en mi confianza. Confiar es un acto de mi mente y corazón. Dios no me hace confiar; no interviene en mi intelecto, obligándome a confiar, sin que esté yo interesado en confiar, deseoso de confiar.
-Hebreos 3:19. “Y vemos que no pudieron entrar a causa de incredulidad.” Los israelitas comenzaron el viaje hacia la tierra prometida, pero, con la excepción de dos (de los que tenían más de veinte años de edad al salir de Egipto), no entraron “a causa de su incredulidad”. Paralela y decididamente, ¡tampoco entrarán en la tierra nueva prometida los cristianos que caen en incredulidad!
-Hebreos 4:1. “Temamos, pues, no sea que permaneciendo aún la promesa de entrar en su reposo, alguno de vosotros parezca no haberlo alcanzado.” Pero, ¿con qué razón exhortarnos a temer si no existe peligro alguno de no entrar en el reposo que “queda… para el pueblo de Dios”? Quien advierte peligros, sabiendo que no existen, lo tildaríamos de malicioso, engañoso o tonto, ¿cierto? Como el que grita “¡Fuego!”, no habiendo llama alguna o siquiera un poquito de humo. El Espíritu de Dios nos advierte el peligro de perder la salvación porque el peligro es real y presente.
-Hebreos 6:4-6. Pasemos a Hebreos 6:4-6, donde se aborda el pecado de muerte. ¿Quién puede cometerlo? El inconverso, no. ¡El cristiano, sí! ¡Pecado de muerte! Del cual no es posible recuperarse.
-“Porque es imposible que… y recayeron, sean otra vez renovados para arrepentimiento.” ¿Quiénes son estos infortunados que no pueden ser renovados jamás para salvación? Son los que…
-“Fueron iluminados.”
-“Gustaron del don celestial.”
-“Fueron hechos partícipes del Espíritu Santo.”
-“Gustaron de la buena palabra de Dios y los poderes del siglo venidero.”
-“Y recayeron.”
-Incontestablemente, ¡estos son cristianos! ¿Quién osa negarlo? Recaen, después de haber sido iluminados, gustando el don celestial, etcétera. “Recayeron.” Estaban en Cristo, pero ¡recayeron! Es decir, ¡cayeron de nuevo! Llegan al extremo de crucificar “de nuevo para sí mismos al Hijo de Dios… exponiéndole a vituperio”. Habiendo ido tan lejos, “es imposible que… sean otra vez renovados”. Una vez fueron renovados cuando obedecieron al evangelio. Pero, ya no pueden ser “otra vez renovados”. Fueron salvos, pero, al cometer el pecado de muerte, repudiando violenta y tajantemente al único Salvador después de haberlo confesado, cae sobre ellos la sentencia a castigo eterno. ¿“Salvos, siempre salvos” estos? ¡Imposible, en absoluto!
-¿Por qué multiplicar palabras, textos o argumentos? Este texto, por sí solo, basta y sobra para descubrir el error mayúsculo de “una vez salvo, siempre salvo”.
-Casa fabricada de naipes. La casa “salvo, siempre salvo”, en la que se refugian millones de creyentes, la comparamos a una casa fabricada de naipes. Utilizan muchos argumentos para hacerla y fortalecerla, pero sigue siendo flojísima y peligrosa. Sacamos un solo naipe clave y ¡toda la casa se desmorona! Citando algunos pasajes de Hebreos, ya sacamos varios. O, podemos verificar su resistencia, colocándole algún contra argumento de peso. Esto lo hemos hecho con Hebreos 6:4-6, viendo cómo la casa “salvo, siempre salvo” ¡se desploma pronto y totalmente!
-Más vale a sus constructores abandonarla, refugiándose en la casa sólida hecha por Cristo, y “reteniendo firme hasta el fin la confianza”. “Pero Cristo como hijo sobre su casa, la cual casa somos nosotros, si retenemos firme hasta el fin la confianza y el gloriarnos en la esperanza” (Hebreos 3:6).
-Respetado Juvenal, cariñosamente le animamos a refugiarse en la casa de Cristo.
Su servidor en el Señor,
Homero Shappley de Álamo
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