DIÁLOGO
entre el hermano A Capela
y el hermano Instrumento
sobre la música en
el culto de la iglesia
Iglesia Evangélica Amigos, Kingston, Nueva York.
Billy Quijada toca el piano.
El hermano Instrumento pertenece a más o menos
esta clase de congregación.
Esta congregación canta a capela, es decir,
sin instrumentos de música.
El hermano A Capela pertenece
a esta categoría de iglesia.
¿Son los instrumentos musicales opcionales
en el culto, necesarios o pecaminosos?
Cuestiones de "unidad", "división",
"mutua aceptación", "libertad",
"derechos cristianos", "conciencia",
"convicción" y "opiniones".
Aplicaciones de las enseñanzas
de Romanos 14, etcétera.
Introducción
La convicción del hermano A Capela es que tocar cualquier instrumento de música en el culto de la iglesia constituye una infracción de la ley del Nuevo Testamento. En cambio, la posición del hermano Instrumento es que tocar instrumentos musicales en la adoración no es pecado, con la salvedad de que Dios tampoco manda a la iglesia a tocarlos. El hermano A capela inicia el diálogo.
El hermano A Capela dice
Hno. Instrumento, como bien sabe usted, la música de nuestra congregación es exclusivamente a capela, o sea, sin el acompañamiento de instrumentos musicales. Mi pregunta para usted es la siguiente: ¿Puede nuestra congregación obedecer el mandato de Efesios 5:19 de cantar y alabar a Dios, sin tocar nunca ninguno de nosotros algún instrumento de música?
El hermano Instrumento responde.
Sí, hno. A Capela, su congregación puede obedecer Efesios 5:19 sin tocar instrumentos. No es mi intención tratar de imponer a cristiano alguno el uso de instrumentos en el culto a Dios.
Hno. A Capela
O sea, ¿podemos ser salvos eternamente, aunque jamás cantemos himnos acompañados por instrumentos? ¿Tampoco perderían usted y su congregación la salvación de sus almas si de pronto decidieran no seguir tocando instrumentos musicales?
Hno. Instrumento
Correcto. Ustedes pueden ser salvos para siempre sin jamás tocar instrumentos al cantar himnos. También creemos firmemente que, si nosotros decidiéramos eliminar los instrumentos, no por hacerlo perderíamos la salvación.
Hno. A Capela
Pues bien, de ser así, hno. Instrumento, que tanto ustedes como nosotros podemos todos obedecer a Dios y ser salvos sin los instrumentos, respetuosamente, quisiera saber con qué justificación inquieta usted a nuestras congregaciones, sembrando discordia y división, por objetos no indispensables para la salvación.
Me refiero a instrumentos de música tales como el piano o la guitarra, y a su práctica, plenamente documentada, de introducirse en congregaciones a capela con el propósito de persuadirlas a tocar instrumentos.
Vuelvo a enfatizar que se trata, según su propia confesión, de objetos no indispensables, no necesarios, no imprescindibles, para obedecer la voluntad divina y ser salvos.
Asegura usted que su intención no es imponer instrumentos musicales a ningún cristiano. Sin embargo, nos consta que, en ocasiones, se dedica agresivamente a persuadir a hermanos a capela a aprobar su uso en la adoración.
Su proceder resulta en malestar, confusión, contiendas acaloradas y aun divisiones. Así, estorbando nuestra paz y distrayéndonos de nuestra misión primordial de evangelizar, por cosas no esenciales para la obediencia a Dios, honestamente, le pregunto: ¿no está usted arriesgando la censura de Dios por obrar según la carne? Ambos sabemos que disensiones y divisiones entre cristianos sobre cuestiones de opinión, sobre creencias o prácticas no esenciales para salvación, son abominaciones ante nuestro Dios.
Hno. Instrumento
Hno. A Capela, con todo el respeto que usted merece, le digo que yo no estoy obrando según la carne, pues no estoy inquietando, distrayendo o dividiendo las congregaciones que no tocan instrumentos. No exijo que los toquen. No las condeno si no los tocan. Puedo unirme a ellas en alabanzas, sin violar mis convicciones o mi conciencia.
Hno. A Capela
Amado, mas, sin embargo, me consta que usted no suele dejar quieto el tema de los instrumentos musicales.
Personalmente, comprendo que, en realidad, al encontrarse en presencia de cristianos a capela, usted se siente como compulsado a abrir el tema. En conversaciones o clases sobre la adoración en la iglesia, se ve usted obligado a divulgar, tarde o temprano, que aprueba el uso de instrumentos musicales en culto a Dios y que los tocan las congregaciones con las cuales más se solidariza usted.
Entonces, ¿qué sucede? Inevitablemente, brotan controversias y disensiones entre usted y los suyos, por un lado, y por el otro, nosotros que adoramos sin instrumentos. No son necesarios, dice usted, para el culto “en espíritu y en verdad”, ni tampoco para la salvación. Sin embargo, los introducen y los utilizan, sabiendo que causan disensiones y divisiones.
Fíjese usted: de no tocarlos y defenderlos, habría unidad entre ustedes y nosotros, pero la muy preciada “unidad del Espíritu”, por la cual deberíamos siempre ser “solícitos”(Efesios 4:1-6), no la hay porque insisten usted y los suyos en tenerlos, cosas que -reitero- según afirman ustedes mismos, no son esenciales.
Sinceramente, esto es difícil de entender. Suena como incongruente de su parte, esperando que mi franqueza no le ofenda. Suena como inconsecuente.
¡Decir que no es necesario tocar instrumentos musicales en la adoración, pero causar disensiones y divisiones sobre ellos entre cristianos que no desean tocarlos!
Da la impresión de que amen más sus “objetos innecesarios” que la unidad.
Hno. Instrumento replica.
Pues, yo amo la unidad, pero los instrumentos me son lícitos, aunque no esenciales, y los voy a defender y los vamos a tocar en nuestras congregaciones, aun sabiendo que son tropiezo para usted y los suyos, que nos separan, que causan contiendas y divisiones. No son necesarios, pero tenemos derecho de comprarlos y usarlos en nuestras congregaciones, y los tendremos y los tocaremos, aunque esto signifique el rompimiento de la comunión entre nosotros y ustedes.
No son necesarios los instrumentos musicales en culto a Dios, pero los tendremos siempre, aunque nuestra decisión imposibilite la unidad.
Porque ¡no permitiremos que ustedes limiten nuestra libertad! ¿Quiénes se creen?
Hno. A Capela
Hno. Instrumento, los seguidores de Cristo que no tocamos instrumentos musicales en la adoración a Dios somos unos cuantos millones de almas en el mundo. Entiendo que sus palabras significan que no prescindirá usted del uso de los instrumentos, a pesar de que, al sacrificar referidos objetos no esenciales para el culto ni la salvación, según su propia confesión, pudiera disfrutar de plena comunión con todos estos millones y evitar contiendas contraproducentes o divisiones. ¿Estoy en lo cierto? Se deduce, pues, que, para usted, los instrumentos, objetos innecesarios, tienen más valor e importancia que la unidad y la comunión con gran número de creyentes.
Hno. Instrumento
Sí, porque no tolero que limiten ustedes mi libertad en Cristo de tocar instrumentos durante el culto.
No tolero que anulen mi derecho de cantar himnos acompañados de instrumentos.
No estoy dispuesto a sacrificar mis derechos y libertades, ni siquiera cuando se trate de cosas, tales como los instrumentos, no indispensables para la adoración bíblica o la salvación.
¿Qué sacrifique yo y que no sacrifiquen ustedes nada? ¡Injusto!
Hno. A Capela
Pero, bien sabe usted que nuestra renuencia a tocar instrumentos no obedece a mero capricho, sino a nuestras fuertes convicciones doctrinales al respecto. ¿Pretende que sacrifiquemos nuestras convicciones y nuestra conciencia para que haya comunión y unidad con usted y los suyos? Por lo contrario, lo único que tendría usted que sacrificar para que haya comunión y unidad sería algo de la “libertad” que asegura tener referente al uso de instrumentos en las alabanzas. Los dos conocemos las enseñanzas de Romanos 14. ¿Nos tiene usted por “débiles”? Pues, ¡trátenos como a “débiles”, absteniéndose de sus “cosas innecesarias” que nos ofenden!
Hno. Instrumento
Hno. A Capela, usted y los suyos no solo son “débiles” sino errados, al insistir en cantar sin instrumentos, y rayan en el fanatismo al seguir sus convicciones y su conciencia, rechazando unirse de lleno a nosotros porque tocamos instrumentos. Las normas y directrices de Romanos 14 no son aplicables a ustedes, a pesar de que nuestros instrumentos caigan en la categoría de “cosas innecesarias” para el culto bíblico y la salvación.
Hno. A Capela
Disculpe usted, hno. Instrumento, si tengo la osadía de cuestionar su entendimiento y su aplicación de Romanos 14 en este caso.
No siendo necesarios sus instrumentos, ¿por qué agarrarse de ellos como si fueran verdaderamente vitales para la salvación? Si no son necesarios, ¿por qué contender con nosotros sobre lo que no es necesario?
Si no son necesarios, y ustedes son los fuertes y nosotros los débiles, ¿por qué no sobrellevarnos para que haya unidad?
También pongo en tela de juicio su apreciación del valor de la unidad, los mecanismos para alcanzarla y su deseo de lograrla entre usted, con sus simpatizantes, y nosotros. Lo que estoy viendo es que sí, claro, desea que nos unamos a ustedes, desechando nosotros nuestra convicción y violando nuestra conciencia. ¿No pide usted demasiado? ¿Aun lo que sería, efectivamente, la desobediencia a normas bíblicas sobre asuntos opinables y de convicción, o fe?
Hno. Instrumento
Reafirmo, hno. A Capela, que los instrumentos no son necesarios para rendir culto aceptable a Dios y ser salvo. Pero, no podemos complacerle, cediendo a su petición de sacrificarlos en bien de la unidad, porque los derechos y las libertadas que gozamos bajo el Nuevo Testamento no son negociables. Es cuestión de principios y de precedentes. De ceder en este caso, a lo mejor nos veríamos obligados a ceder en otros todavía más dudosos, y por ese derrotero rehusamos comenzar a andar.
Hno. A Capela
O sea, ¿libertades, derechos, principios y precedentes relacionados con “cosas innecesarias” pero “lícitas”, según usted, pesan más que la comunión y la unidad entre millones de creyentes? Personalmente, no comparto semejante concepto de estos temas.
Según mis estudios del Nuevo Testamento, entiendo que la libertad para practicar una acción ni siquiera censurada por Dios puede tornarse nociva para la iglesia si hace caer a los hermanos. Sobre esto mismo el apóstol Pablo escribe: “Mirad que esta libertad vuestra no venga a ser tropezadero para los débiles” (1 Corintios 8:9).
Usted apela a la libertad y al derecho para justificar su decisión de no tomar las medidas que abrieran paso a la unidad con nosotros. ¿No es egoísta esta posición? “¡Mis libertades y derechos por encima de la unidad!” ¿No enseña el Espíritu Santo justamente lo contrario? Parafraseando: “La unidad por encima de mis libertades y derechos cuando de cosas o acciones opcionales se trata.”
Hno. Instrumento
Pero, las libertades y los derechos que nos concede el Señor son sagrados. No cederé los míos, ni aun para lograr la unidad con millones de creyentes. Además, hno. A Capela, usted y los suyos alegan que estemos pecando al tocar instrumentos, consignándonos al infierno si no dejamos de tocarlos. Deben retractar sus acusaciones. De hacerlo, quizás podamos seguir dialogando. Al fin y al cabo, los instrumentos no son nada para nosotros sino una simple ayuda.
Hno. A Capela
Hno. Instrumento, yo no juzgo a nadie, ni mando a nadie al infierno. Dios juzgará a usted; también a mí. Qué tenga Él misericordia de los dos. Ya que, para usted, el instrumento no es nada más que “una simple ayuda”, innecesario para la adoración aceptable o la salvación, lo indicado, a la luz de Romanos 14 y otros textos parecidos, es que lo renuncie hasta tanto no poder convencernos de nuestro “error” de oponernos a su uso. Si no está dispuesto a renunciarlo por esta razón poderosa, se pone en tela de juicio su amor por la unidad, como también su objetividad analítica.
Hno. Instrumento
Vuelvo a enfatizar que el instrumento es una simple ayuda que no altere en nada la naturaleza de la adoración. Ayuda al adorador a entonar correctamente los himnos, a mantener el ritmo de la composición. Lo clasifico juntamente con el himnario, el sistema de sonido, los bancos o el lugar de reunión. Al oponerse usted al instrumento, estaría oponiéndose a una mera ayuda. ¿Por qué no renuncia su himnario o el micrófono? Daría lo mismo.
Hno. A Capela
Aún no estamos discutiendo la función del instrumento, bien que sea una mera ayuda o que sea un medio para adorar y edificar. Sea la función la que sea para usted y los suyos, afirman que el instrumento no es indispensable para la adoración bíblica, ni tampoco para la salvación. Por lo tanto, propongo:
(A) Que lo eliminen de sus lugares de reunión para que no sirva de obstáculo para la unidad entre ustedes y nosotros.
(B) Que, de unirse nuestras congregaciones en cultos, actividades evangelísticas o confraternidades, no se expresen abiertamente en defensa de la música instrumental en la iglesia, callando sus opiniones y aun sus convicciones en torno al derecho que afirman tener de tocar instrumentos en la iglesia.
(C) Que nos sobrelleven paciente y calladamente a nosotros cuando enseñamos y predicamos en contra del uso de los instrumentos en alabanzas, teniendo presente que nuestras convicciones no las podemos callar, precisamente porque se trata de convicciones doctrinales, y no, como en el caso de ustedes, de prácticas opcionales, siendo asunto indiferente prescindir de ellas o implementarlas.
(D) Que sigamos nosotros solo los líderes capacitados e interesados analizando el tema de la música instrumental en la iglesia, mediante reuniones debidamente organizadas, sin inquietar o involucrar a los neófitos en la fe, a los débiles, a los no interesados o a los hermanos carentes de los recursos necesarios para tal estudio avanzado, con tal de evitar disensiones y divisiones en el seno de las congregaciones.
(E) Que, de no poder los líderes capacitados armonizar sus convicciones de tal manera que hablen todos “una misma cosa” referente a la música instrumental en la iglesia, se separen sin recriminaciones y censuras personales, haciendo cada cual, con su congregación, lo que sus convicciones indiquen o demanden, apelando siempre a la misericordia de Dios.
(F) Que ningún líder cause más disensiones o divisiones bajo el pretexto de estar procurando la unidad.
Hno. Instrumento, usted y los suyos tienen la palabra.
Hno. Instrumento
Pues bien, hno. A Capela, sus propuestas es preciso analizarlas con más detenimiento. Por el presente, quisiera que usted y los suyos consideren desapasionadamente mi afirmación al efecto de que los instrumentos no son nada más que una mera ayuda. ¿Por qué oponerse a una simple ayuda tal como el himnario, el micrófono o el sistema de sonido?
Hno. A Capela
Hno. Instrumento, ¿exactamente qué es su defensa de los instrumentos en la iglesia? ¿Como mera ayuda sin significado en términos de la adoración, o como implícitos en los vocablos griegos “sallo” y “sallontes”, y por ende, autorizados?
De acuerdo con los escritos de uno de los suyos, los instrumentos son más que mera ayuda. David L. Elliott dice:
“He sido convencido de mis pecados al escuchar música instrumental sin palabras. La música me ayudó a acercarme a Dios.
La música instrumental induce a pensamientos más espirituales.
La música instrumental enseña, exhorta y ayuda a la persona a pensar en el amor, el gozo, la paz, la paciencia, etcétera, y a actuar en armonía con estas virtudes. Por lo tanto, es espiritual.
“Toda clase de música, sin la letra, tiene un mensaje en sí. Si se entiende el mensaje, y el mensaje es espiritual, no puede ofender a Dios.”
La música instrumental edifica, siempre y cuando su significado armonice con el mensaje del himno.
(Análisis preliminar de los argumentos contra el uso de los instrumentos de música en las reuniones de la iglesia, por David L. Elliott, Lawrence, Maine, EE UU)
Hno. Instrumento, ¿se solidariza usted con las afirmaciones de su compañero de ministerios?
Respetuosamente, le pregunto: el púlpito, el himnario, el micrófono, el banco, el edificio, ¿también convencen de pecado, enseñan, exhortan, emiten mensajes espirituales y edifican? ¿Suben a la presencia de Dios, juntamente con la música de instrumentos?
Su colaborador asegura que el instrumento es “como el sistema de sonido que reproduce la voz del predicador”. Sin embargo, al juzgar por las afirmaciones enunciadas por David Elliott, él mismo comprende que los instrumentos tienen su propia voz, su propio mensaje, y yo digo que tiene mucha razón.
Por cierto, el himnario no es nada más que una ayuda, pues en nada altera el mensaje o la melodía del himno, siendo mero papel y tinta. En cambio, la música del instrumento es otro tipo de música, distinto a la música puramente vocal; es otra dimensión, otro elemento, que requiere otra acción, a saber: la de tocar, adicional a la de cantar.
El que ayude al cantante a cantar mejor no significa que sea mera ayuda.
¡Piénselo, por favor! ¡Analícelo todo objetivamente! Y que Dios nos conceda a los dos más entendimiento para que lleguemos a estar “perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer”, hablando todos los que amamos al Señor y su Verdad “una misma cosa, y que no haya entre” nosotros “divisiones” (1 Corintios 1:10).
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¿Autoriza Dios el uso de INSTRUMENTOS
de MÚSICA en las ALABANZAS de la iglesia?
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Próximo estudio en esta serie de DIEZ sobre Música contemporánea, tradicional o bíblica: Las ARPAS de Dios en Apocalipsis.
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