Bautismo. Modo y propósito bíblicos. Muchos estudios e intercambios en esta Web.
El hermano Chiquito nos reconviene:
“¡Su plan de salvación es demasiado largo!”
“¡ESTOY ASOMBRADO DE SU PLAN DE SALVACIÓN! ¡ES DEMASIADO LARGO! DIOS NO EXIGE TANTO. ACEPTAR LA GRACIA DE JESUCRISTO EN NUESTRAS VIDAS NO ES NADA DE COMPLICADO. ASÍ COMO EL ACEPTAR LO QUE REQUIERE EN SU PALABRA PARA OBEDECER.”
¿“Demasiado largo”, o del “largo” que establece Dios?
¿Demasiado corto y fácil el “plan”
que anuncian la gran mayoría de
los predicadores, evangelistas
y pastores modernos?
Estimado amigo Chiquito:
El “plan de salvación” que anunciamos se resume en las palabras de Cristo: “El que creyere, y fuere bautizado, será salvo” (Marcos 16:16); y en las de los apóstoles en Pentecostés: “Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados” (Hechos 2:38). Creer, arrepentirse y bautizarse: tres pasos para alcanzar perdón. Estos tres pasos, ¿los establecen Cristo y el Espíritu Santo? ¿Cuál o cuáles de los tres podemos eliminar para que el “plan” no sea “demasiado largo”? ¿El bautismo? ¡Ah!, el bautismo es el paso que complica, según muchísimos mensajeros, el plan, ¿no es eso así?, haciéndolo “demasiado largo”.
En Pentecostés, los apóstoles no encontraron “demasiado largo y complicado” el plan que incluye el bautismo. Responden a su predicación y llamamiento “como tres mil personas” (Hechos 2:41). ¿Qué fue la reacción de los apóstoles? ¿Acaso se consultaran entre sí para abreviar el plan de Cristo?
“¡Maravilla de maravillas! Tres mil almas están arrepentidas de sus pecados y quieren seguir a Cristo. ¡Asombroso sobremanera! Pero, ¿cómo zambullir en las aguas a tanta gente? ¡Imposible hacerlo hoy mismo! De cierto, nuestro Señor Jesús nos mandó a predicar su evangelio ‘a toda criatura’, diciendo ‘El que creyere, y fuere bautizado, será salvo’, pero ¿bautizar a tantas personas enseguida? ¿Dónde? Nos tomará demasiado tiempo. Vamos a recibir en comunión a estos tres mil, adoctrinándoles con paciencia, y luego les bautizaremos por grupitos cuando tengamos tiempo y oportunidad. ¿De acuerdo?”
En realidad, ¡ni el asomo de tal mentalidad aflora en los apóstoles! “Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas” (Hechos 2:41). “…AQUEL DÍA.” ¿Se da cuenta usted, Sr. Chiquito? “Bautícese… para perdón” instruyeron por el Espíritu a la multitud, y procedieron a bautizar aquel mismo día a todos “los que recibieron su palabra”.
Pero, el plan de salvación que siguieron los apóstoles en Pentecostés resulta ser “demasiado largo y complicado” para la mayoría de los predicadores modernos. Estos quieren ver frutos al instante, sin pasar trabajo o molestia.
“¿Quién necesita de Cristo en esta noche? ¿Cuántos quieren ser salvos en esta misma noche? ¡Cristo es poder! ¡Cristo sana y salva! ¡Pasen al frente! ¡Pasen! Quiero orar por ti para que recibas perdón. Trae tus problemas a Cristo. ¡Confía en él! ¡Gloria a Dios! ¡Algunos están pasando! ¡Ábranles paso! ¡Aleluya! ¡Muchas almas están pasando al altar! Júntense aquí, manos en alto. Ahora, repitan esta oración conmigo: ‘Señor, estoy arrepentido de mis pecados. Perdóname, Cristo. Yo te recibo como mi Salvador. Lávame en tu sangre. ¡Soy salvo! ¡Ya soy salvo! ¡Gracias, Dios! ¡Gracias, Cristo! ¡Gracias por la salvación que me han dado! ¡Me siento salvo! Dios me ha perdonado. Yo era borracho… drogadicto… mujeriego. Pero, ¡ya soy salvo! ¡Amén! ¡Gloria a Dios! ¡Cristo me salvó! ¡Aleluya! ¡Amen, y amén!’”
¡Ni una palabra acerca de bautizarse “para perdón de los pecados”!
“¡Fastidioso ‘bautismo’! ¡Demasiado problemático! No tenemos agua en este lugar. ¿Salir de aquí a esta hora de la noche para el río, la playa, un pozo de agua? Dios no exige tanto. ¿Sumergir a estas personas, aun a las mujeres de edad, en agua fría? ¿También mojarme yo? ¡Bendito sea Dios! Aceptar la gracia de Cristo en nuestras vidas no ha de ser tan complicado.”
A la luz de la Biblia, este “plan de salvación sin bautismo” es chiquito, demasiado corto y fácil, acomodaticio en extremo, y sus “frutos”, pues, inmaduros, logrados a medias, realmente faltos de salvación, diga lo diga el siervo que lo anuncie.
“Quiero orar por ti para que recibas perdón.” Estimado siervo Chiquito, en todo el Nuevo Testamento no se encuentra alguna expresión parecida. La famosa “oración del pecador para perdón” es pura Invención humana. El pastor Francis Chan, de la Iglesia Comunitaria Conerstone, está de acuerdo.
Francis Chan, fundador de la Iglesia Comunitaria Cornerstone, pone en tela de juicio “la oración del pecador” como medio para salvación, enseñando el arrepentimiento y el bautismo como necesarios para recibir el perdón de Dios.
El plan de salvación que incluye el bautismo el apóstol Pablo y el evangelista Silas no lo tenían por “demasiado largo y complicado”. Encarcelados en la ciudad de Filipos, después del terremoto acaecido a la medianoche, los dos exponen “la palabra del Señor” al carcelero de Filipos “y a todos los que estaban en su casa”. El carcelero cree la palabra “y en enseguida se bautizó él con todos los suyos. Y llevándolos a su casa, les puso la mesa; y se regocijó con toda su casa de haber creído a Dios. Cuando fue de día…” Esta familia se bautiza en horas de la noche, antes de que fuese “de día”. No se bautizan en su casa, pues claramente se relata que el carcelero lleva a Pablo y Silas a la casa de él después de efectuarse el bautismo (Hechos 16:25-40).
¡Tanto trabajo, molestia e incomodad para recibir la gracia del perdón! Salir de la casa en la oscuridad de la noche, antes del alba. Mojarse, a lo mejor en agua fría, para bautizar a una sola familia. No lo haría el predicador típico moderno. ¿Verdad que no? El típico pastor de actualidad, de haber estado allá en la casa del carcelero en lugar de Pablo, hubiese preguntado al hombre y su familia: “¿Creen que Cristo es el Hijo de Dios?”, y respondiendo ellos afirmativamente, les hubiese dicho: “Pues, ¡ya son salvos! ¡Los declaro salvos! Salvos por gracia. Salvos por fe. ¡Glorifiquen a Dios! Pues, sus pecados han sido perdonados ya.” Y ¡se acabó el evento! ¡Sin el bautismo!
Pero, el evento real de la conversión verdadera del carcelero y su familia no fue tan sencillo, acomodaticio, en desacuerdo con instrucciones específicas de la Deidad y ejemplos previos de conversiones en el siglo I. El carcelero y los suyos debían bautizarse como los tres mil en Pentecostés. Por inmersión, enseguida y “para perdón de los pecados”. Y, de hecho, esto mismo lo hicieron.
La persona que confía en el “evangelio corto y fácil de salvación por fe sola”, o en el “evangelio de salvo por la oración del pecador para perdón”, ¿recibe la gracia de Jesucristo en su vida? La respuesta conforme a enseñanzas y ejemplos bíblicos de conversión: solo una porción incompleta; no lo suficiente para ser salva.
Creer y arrepentirse traen bendiciones, por ejemplo: cambios de actitud y conducta, paz, esperanza, gozo en el espíritu. Sin embargo, la medida plena de gracia divina no la recibimos hasta no sumergirnos en las aguas bautismales, “en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo” (Mateo 28:18-20), para que sean lavados nuestros pecados (Hechos 22:16; 1 Pedro 3:21; Tito 3:5). Por lo tanto, los sentimientos de “paz, esperanza, gozo” que se experimentan antes de bautizarse no se justifican, siendo prematuros, y esto es así, pese a emociones o testimonios, por la sencilla razón de que no se ha hecho todo lo que requiere Dios para que sea otorgada al creyente arrepentido la remisión de sus pecados. Es más, ¡tales emociones y testimonios resultan realmente engañosos! Fíjese bien, Sr. Chiquito: el carcelero y su familia se regocijan después de bautizarse, y no antes (Hechos 16:33-34). El etíope sigue “gozoso su camino” después de bautizarse, y no antes (Hechos 8:26-40).
Respetado amigo Chiquito, el plan de salvación es tan largo como Dios mismo lo ha establecido. El siervo que lo abrevie, que lo trunque, anula su efectividad. Quien elimina el bautismo del plan divino, elimina también la salvación. Tan significativo y emocionante es todo bautismo realizado bíblicamente que negárselo al creyente arrepentido es privarlo no solo del perdón y del “don del Espíritu Santo” (Hechos 2:38) sino también de una experiencia espiritual gloriosa e inolvidable.
Así que, “…arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo” (Hechos 2:38). ¡Usted también, Sr. Chiquito! No sea vago, ni porfíe, ni busque mil vueltas al bautismo. “Por qué te detienes? Levantate y bautízate, y lava tus pecados, invocando su nombre”, el de Cristo (Hechos 22:16). ¿Qué? ¿Es mayor usted que Saulo de Tarso, quien escuchó este mandato, acatándolo enseguida?
“El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él. El que no me ama, no guarda mis palabras…” (Juan 14:21-24). Sr. Chiquito, mandamiento tiene usted, al igual que todo aquel que escucha el evangelio de creer y bautizarse para ser “salvo” (Marcos 16:15-16). Pues, derecho no tiene de profesar amar a Cristo hasta no obedecer el mandamiento de bautizarse como manda él. ¡Anímese a hacerlo lo más pronto posible!
Dios le ama, y yo le amo, sin conocerle personalmente. Le amo como alma-espíritu, deseando su salvación, como deseo fervientemente la mía propia.
Homero Shappley de Álamo
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