El neófito Francisco A. emite duras críticas
contra los estudios en nuestra Web
sobre la música cristiana

 


Escribe Don Francisco: “Por casualidad di con sus artículos publicados en su página de Internet sobre el tema ‘LA MUSICA CRISTIANA’ y créanme no sé quiénes sean ustedes ni qué hacen en este mundo. Por lo que leí son ustedes pie de tropiezo para mucha gente que intenta recibir a JESUCRISTO en ESPIRITU Y DE VERDAD por necesidad, ya que somos a nivel mundial personas con diferente cultura, costumbres, creencia, formas y estilos de vida.  

Así también la música, y su entendimiento debe ser bíblico, pero no con la gran ignorancia que ustedes demuestran. Solo recalcan que son legalistas y malos dirigentes hacia la VERDAD Y LA LIBERTAD QUE JESUS  NOS OTORGA POR SER HIJOS DE DIOS.

No puedo abundar mucho sobre el tema ya que soy recién llegado al conocimiento de CRISTO pero sí noté su extravío ya que me he dado tiempo de leer y comparar si es verdad lo que ustedes dicen con respecto a la MUSICA CRISTIANA, y llegué a la conclusión de que es bueno no estar al alcance de ustedes porque me hubieran extraviado. Afortunadamente, estoy en un lugar adonde sí se da la libertad, no el libertinaje. Pediré a DIOS que los ilumine y los guíe, les de sabiduría y discernimiento por amor a las personas que con ustedes se congregan.”

Francisco A. 

Respondemos 

Estimado Sr. Francisco A., la paz de Dios abunde en usted y los suyos. Ya que usted se describe a sí mismo como “recién llegado al conocimiento de Cristo”, pensamos que identificarle como “neófito” no le ofenda. Siendo, pues, nuevo creyente, naturalmente estarían en tela de juicio sus credenciales espirituales para evaluar, con toda “inteligencia espiritual” (Colosenses 1:8) y objetividad, los estudios nuestros en torno a la música cristiana.

¿Por cuál puerta entró usted al cristianismo, si se puede saber? ¿Acaso por la “Puerta ancha del pentecostalismo”? ¿Y qué tal si hubiese entrado por otra puerta, digamos, la “Puerta del catolicismo romano”, o la “Puerta del protestantismo”?

Al entrar el que busca de Dios, con sinceridad, por la “puerta religiosa” que sea, ¿no le convendría examinar cuidadosamente el lugar en el que se encuentra, preguntándose que si realmente estaría en el correcto?

Desde luego, para una decisión inteligente al respecto le haría falta el conocimiento bíblico necesario para pesar en la balanza de la verdad divina las doctrinas y prácticas encontradas en el lugar. Se halla, en los contornos retorcidos del cristianismo actual, además de las mencionadas, también la “Puerta estrecha de la buena doctrina” (1 Timoteo 4:6, 16). De haber usted entrado primero por esta, me atrevo a pensar que fuesen más positivas sus percepciones de “quiénes somos nosotros y qué hacemos en este mundo”.

Somos “cristianos”(Hechos 11:26), e intentamos enseñar en este mundo de tanta confusión, contradicción y desunión religiosas la “sana doctrina” de Cristo (Tito 2:1; 2 Juan 9-11), deseando ser la continuación legítima de la iglesia establecida por Dios en el Siglo I. ¿Acaso considere usted malo este propósito nuestro?

Usted dice: No puedo abundar mucho sobre el tema ya que soy recién llegado al conocimiento de CRISTO pero sí noté su extravío ya que me he dado tiempo de leer y comparar si es verdad lo que ustedes dicen con respecto a la MUSICA CRISTIANA, y llegué a la conclusión de que es bueno no estar al alcance de ustedes porque me hubieran extraviado.”

Respetado don Francisco, dada la severidad de su denuncia, personalmente considero que su sagrado deber sería, precisamente, “abundar mucho sobre el tema” para ayudarnos a corregir lo que usted cataloga como una “gran ignorancia” en nosotros. Dice que se dio “tiempo de leer y comparar si es verdad lo que ustedes dicen…”.

Verdaderamente, nos intriga sobremanera saber qué leyera usted, como, además, las comparaciones realizadas, que le hicieran llegar a la conclusión de que seamos “legalistas y malos dirigentes”. Pues, se lo digo con el corazón en la mano que este servidor no quiere ser “legalista o mal dirigente”, ni tampoco “pie de tropiezo” o hacer extraviarse a persona alguna. Así que, aguardamos la información de parte suya que nos ilumine.

El que usted pida a Dios por nosotros, que él nos ilumine, dándonos sabiduría, se lo agradecemos, pero a usted le correspondería compartir con nosotros el conocimiento y el entendimiento que Dios haya dado, se supone, a usted ya, ¿no le parece?

¿O deberíamos deducir que su argumento principal a favor de tocar instrumentos de música en culto a Dios sea presentado mediante las siguientes expresiones? “…ya que somos a nivel mundial personas con diferente cultura, costumbres, creencia, formas y estilos de vida. Así también la música, y su entendimiento debe ser bíblico, pero no con la gran ignorancia que ustedes demuestran.”

¿Está usted afirmando, como lo hacen muchos creyentes hoy día, que las “diferentes culturas, costumbres, creencias, formas y estilos de vida” componen un criterio bíblico y válido para determinar, cada cristiano, cómo adorar a Dios? De ser así, le ruego responder usted a nuestras inquietudes y dudas al respecto.

1.  ¿En cuál texto del Nuevo Testamento se nos enseña que la “cultura” de cada persona pueda ser determinante en lo concerniente a su forma de adorar a Dios?

2.  Según Mateo 15:6, Cristo dijo a los judíos: “Así habéis invalidado el mandamiento de Dios por vuestra tradición. También les aplicó Isaías 29:13, diciendo: “Pues en vano me honran, enseñando como doctrinas, mandamientos de hombres” (Mateo 15:8-9). Pregunto: las “costumbres” y “tradiciones” de los distintos pueblos del mundo del presente, incluso las distintas clases de música y tipos de instrumentos musicales, ¿provienen de Dios o son de los hombres? ¿Se pueden incorporar al culto sin invalidar el “mandamiento de Dios”? El adorador que los introduce en el culto, ¿no honra “en vano” a Dios?

3.  Jesucristo enseña: “Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. Dios es espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que le adoren” (Juan 4:23-24).

Usted pretende, infiero, adorar a Dios conforme a su propio criterio, establecido según su cultura, costumbres, estilo de vida, etcétera, esperando que el Padre se agrade de su adoración, pero el Padre busca a “verdaderos adoradores… que le adoren”.

¿Y quiénes son estos “verdaderos adoradores”? Son los que adoran “en espíritu y en verdad”. No en la carne, ni de acuerdo a culturas, costumbres o estilos de vida, sino, reitero, “en espíritu y en verdad”.

¿La “verdad” de quién? Obviamente, la “verdad” que el Padre mismo establece. No una “verdad relativa”, variable y cambiante, basada en culturas, tradiciones y estilos de vida, sino invariable y universal.

Estimado Sr. Francisco, en su muy admirable deseo de alabar al Padre celestial, Creador del universo, ¿ha tomado en cuenta esta gran enseñanza de Cristo sobre los “verdaderos adoradores”? Por cierto, “verdaderos” implica “falsos”. No quiero ser “falso adorador”, ni ser culpable de instruir incorrectamente sobre la adoración a Dios, induciendo, tal vez, a otros a ser “falsos adoradores”. Mi empeño es ser “verdadero adorador”, obedeciendo a esta meta los estudios muy detallados nuestros sobre la música en la iglesia.

4.  Ahora bien, el Espíritu Santo enseña: “Pero el Dios de la paciencia y de la consolación os dé entre vosotros un mismo sentir según Cristo Jesús, para que unánimes, a una voz, glorifiquéis al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo” (Romanos 15:5-6).

¿Cómo glorificar a Dios? ¿Cada uno a su parecer? ¿Cada uno espontáneamente? ¿Cada uno conforme a la cultura, las costumbres o creencias de su país? ¡De modo alguno! Más bien, “unánimes, a una voz”, y con “un mismo sentir”. Esto quiere decir, a mi entender, que todos los “verdaderos adoradores” en todo el mundo han de adorar a Dios de la misma manera. “Unánimes, a una voz.” Siguiendo “una misma regla” (Filipenses 3:16). Esta “regla” divina, dada a conocer solo en el Nuevo Testamento, seguida fielmente en toda la tierra, asegura la “unidad” en la adoración. Maravillosa unidad que distingue a los “verdaderos adoradores” dondequiera que se encuentren, bien en Sur América, Centro América, México, el Caribe, Asia, África o Europa (Efesios 4:1-7). ¡Todos unidos en las alabanzas que tributan al Dios y Padre! Glorioso testimonio al “vínculo perfecto” (Colosenses 3:14) que los une “en un solo cuerpo” (Efesios 2:16). También a la perfecta unidad de la Deidad (Juan 17:20-23).

De manera que le incumbe al que desea ser verdadero adorador estudiar el Nuevo Testamento para aprender los actos de adoración agradables a Dios. Amado Sr. Francisco, la cuestión fundamental no es el culto que me agrade a mí o a usted sino el que agrada a Dios. Al fin y al cabo, él es quien busca a “verdaderos adoradores”, y por consiguiente, a él le correspondería fijar el tipo de adoración que le agrada.

5.  Dice usted: “…estoy en un lugar adonde sí se da la libertad”, refiriéndose también a “la libertad que Cristo nos otorga por ser hijos de Dios”.

Pero, cuidado de confundir temas y conceptos. “La libertad con que Cristo nos hizo libres” es la que disfruta el cristiano que no está esclavizado a la antigua ley de Moisés. Así es el contexto de Gálatas 5:1-13. “A libertad fuisteis llamados” (Gálatas 5:13), pero no a la libertad de adorar espontáneamente, conforme a gustos o criterios personales, sino a la de no tener que someterse “a los débiles y pobres rudimentos” del Antiguo Testamento, tales como guardar “los días, los meses, los tiempos y los años”, circuncidarse, diezmar, etcétera (Gálatas 4:8-11, 21-31; 5:1-13). “Libres” sí de “las ordenanzas de culto y un santuario terrenal” de aquel “primer pacto” (Hebreos 9:1), y esto incluye, lógicamente, el culto de música bajo aquel “primer pacto”, pero no libres para practicar cualquier culto sino para adorar “en espíritu y en verdad”, conforme al Nuevo Testamento de Cristo.

Adorar “en verdad”, “todos unánimes, a una voz”, elimina, efectivamente, el concepto de “adoración espontánea”, al igual que el de la “adoración dictada por cultura, costumbres, tradiciones o estilos de vida”. La doctrina bíblica de seguir “una misma regla”, de hablar “todos una misma cosa, y que no haya entre vosotros divisiones, sino que estéis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer” (1 Corintios 1:10), también rinde totalmente insostenibles tales conceptos de adoración.

Conque se encuentra usted “en un lugar adonde sí se da la libertad”. ¿“Libertad” para qué? ¿Quién se la da y con qué autoridad? ¿Se la da el pastor para alabar espontáneamente? ¿Aunque tales “alabanzas” resulten en bullicios desordenados, en clara violación de 1 Corintios 14:33-40? Conforme a mis estudios de las Escrituras inspiradas, ningún pastor cuenta con tal autoridad, ni ha concedido Dios tal “libertad” a cristiano alguno.

¿Por qué habría usted de tropezar, o cualquier otro lector, a causa de los estudios nuestros sobre la música cristiana? Si no le convencen, pues su prerrogativa es rechazarlos y continuar adorando conforme a su propio entendimiento.

Realmente, no es concebible que usted, o cualquier otro, decida no ser cristiano, citando referidos estudios y culpándome. El derecho de dar usted a conocer sus convicciones lo tengo yo también. Desde luego, ambos daremos cuenta a Dios si alteramos sus enseñanzas sobre lo fundamental para la salvación.

Cantar himnos, salmos y cánticos espirituales, sin el acompañamiento de instrumentos de música, es, incuestionablemente, una forma sana, espiritual y bíblica de adorar a Dios. Haciéndolo con entendimiento y sinceridad, ¿cómo pecar contra Dios o los hombres?

Por otro lado, quien traiga instrumentos de música, ya del Antiguo Testamento ya del mundo de culturas, costumbres y estilos de vida, añadiéndolos al acto de cantar, habría de justificar su acción ante el tribunal de Dios. Al menos, tal es el parecer de este servidor.  

A propósito, en el mundo de hoy, decenas de miles de evangelistas, pastores (ancianos, obispos), maestros, maestras y predicadores se solidarizan con la posición sobre la música cristiana expuesta en los estudios que usted leyó. Así que, no soy el único, como tampoco el primero, que trajera estas enseñanzas para la consideración del público en general.

Para servirle en el amor de Cristo,

Homero Shappley de Álamo

 


 

 Estudios adicionales sobre la Música cristiana

 

 

  

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