Vida en el cuerpo de Cristo

Por Jerry Humphries, evangelista

Lección 11

Ayudando a los nuevos miembros a sentir que pertenezcan

Introducción

¿Ha tenido usted alguna vez la experiencia de ser nuevo miembro de un grupo ya establecido, apoderándose de usted la sensación de no pertenecer realmente a él? Quizás de algún club, equipo deportivo, organización cívica, comité social, o durante su niñez y adolescencia, de una escuela nueva, o clase nueva. Tal vez a consecuencia de cambiar de trabajo o mudarse a una vecindad diferente. ¿Cómo se sentía? ¿Acaso incómodo? ¿Cuestionando los sentimientos de otros hacia usted? ¿A solas? ¿Resentido?

A menudo, los nuevos miembros de la iglesia experimentan dificultades relacionadas con desarrollar el sentido de pertenencia. En demasiados casos, el proceso es largo, lento y hasta penoso. De hecho, en la iglesia típica, esto es un problema mayor. A no ser que se enfatice mucho el asunto, la mayoría de los miembros de la iglesia no acostumbra a acercarse a los nuevos, esforzándose para hacerles sentirse amados y aceptados.

I.  La importancia de incorporar a los nuevos miembros.

Incorporación significa combinar, mezclar, aunar. Es lo que sucede a los distintos ingredientes en el proceso de confeccionar un pastel. Incorporar a nuevos miembros figura entre las cosas más importantes que una iglesia pueda hacer. La idea que tienen algunos es que llenar las necesidades informacionales de los nuevos miembros sea suficiente. Certeramente, enseñar a nuevos discípulos todo cuanto Jesús ha mandado debería ser clasificado de alta prioridad (Mateo 28:18-20). Mas sin embargo, las necesidades relacionales de los cristianos también son extremadamente importantes, especialmente durante la etapa de iniciar su nueva vida en Cristo. Frecuentemente, muchas cosas asociadas con la nueva relación a cristianos son extrañas para el que es nuevo en Cristo. El efecto se puede comparar al “choque cultural” que muchas personas experimentan al visitar por primera vez un país desconocido. Quizás el nuevo miembro se sienta como una estaquilla cuadrada en un hueco redondo.

Saulo, quien más adelante sería Pablo, el gran apóstol de Jesús, no mucho después de convertirse en cristiano, viajó desde Damasco, donde fue convertido, a Jerusalén. Entusiasmado al haberse transformado en cristiano, deseaba envolverse activamente con la iglesia en Jerusalén. Pero, cuando intentó unirse a ella en comunión, algunos miembros se manifestaron renuentes a recibirle. Bernabé convenció a los líderes de la iglesia que la conversión de Saulo a Jesús fue genuina. Consecuentemente, la iglesia aceptó a Saulo, y este se envolvió agresivamente en el evangelismo (Hechos 9:26-28). Bien que la falla de aceptar y dar la bienvenida a nuevos miembros usualmente no sea, en el presente, tan abierta o extrema como en el caso de Saulo, no es menos cierto que sigue siendo un problema común de muchas congregaciones en la actualidad.

Entre las necesidades y los deseos más fuertes de toda persona normal se encuentra la de sentirse aceptada y apreciada. En particular, los nuevos cristianos necesitan percibir estos sentimientos en los que eran miembros de la congregación antes que ellos. Los nuevos que no desarrollen, prontamente después de convertirse en cristianos, el sentido de pertenecer, son mucho más propensos a apartarse o comportarse de maneras indeseables. Con demasiada frecuencia, miembros de la iglesia asumen que los nuevos se sientan automáticamente como parte vital de la congregación y que tengan lealtad a ella. A menudo, semejante asunción errónea resulta fatal para los nuevos cristianos.

La falla de no incorporar efectivamente a nuevos miembros (y otros miembros) figura entre los factores más fuertes contribuyentes a tres problemas mayores, a saber:

1.  El poco envolvimiento de los miembros.

2.  La falta de crecimiento espiritual.

3.  Una tasa alta de reincidencia.

Así pues, su congregación necesita darse a conocer como una iglesia que realmente se preocupe, un lugar donde las personas puedan sentirse como en casa, una iglesia donde cada uno sea alguien especial. Hacer que las personas se sientan bienvenidas, que hagan falta y que son apreciadas, es un asunto que debería ser enfatizado en mensajes, clases, anuncios, boletines y sesiones de adiestramiento.

II.  Las características de un miembro incorporado.

Un miembro incorporado debidamente:

1.  Se refiere a la congregación como “nosotros”, y no como “ellos”.

2.  Cuenta con varias amistades íntimas en la congregación.

3.  Asiste regularmente a las asambleas congregacionales de adoración y a clases bíblicas, participando también de otras actividades de la congregación.

4.  Utiliza sus habilidades en ministerios congregacionales.

5.  Contribuye generosamente para el sostenimiento de las obras de la congregación.

6.  Se identifica con las prioridades y metas de la congregación.

7.  Ejerce su influencia para lograr que otras personas se añadan a la congregación.

III.  Impedimentos a la incorporación.

Diferencias culturales y socioeconómicas hacen más difícil la incorporación de nuevos miembros. Tales diferencias dieron lugar a muchos problemas en las iglesias de Cristo del Siglo I. Algunos de los muchos textos del Nuevo Testamento que abordan esta categoría de problemas son: Hechos 6:1-7; 11:1-18; 15:1-27; Romanos 14:1-15 y Gálatas 2:11-16. De la manera que los cristianos del Siglo I debían tener presente que diferencias culturales o socioeconómicas no justifican sentimientos de superioridad o de inferioridad, asimismo los cristianos del presente deben recordar lo mismo. En Cristo, todos somos iguales (Gálatas 3:28). Manifestar favoritismo es pecado (Santiago 2:1-9). Debemos asegurar que ninguna persona de nuestra congregación se sienta discriminada a causa de su origen étnico, trasfondo, estatus socioeconómico, apariencia, edad, etcétera.

Mientras los miembros de mucho tiempo en la iglesia tienen amistades dentro de la congregación, la mayoría de los nuevos son ansiosos de establecer tales relaciones. Sucede con mucha frecuencia que miembros unidos en grupos bien establecidos se constituyen en claques,  los cuales son prácticamente impenetrables para los nuevos miembros. Una realidad triste es que algunos miembros de la iglesia ni siquiera desean envolverse con gente nueva. Obviamente, no son como Jesucristo; más bien, lo que hacen es impedir el cumplimiento de sus deseos y propósitos. Es posible que miembros de esta calaña saluden amable y cortésmente a los nuevos al encontrarse con ellos, pero no hacen ningún esfuerzo para establecer relaciones amistosas. Peor todavía, no faltan miembros que intentan evitar saludar a los nuevos.

Términos tales como “nuevo cristiano”, “nuevo convertido”, etcétera, se utilizan, a menudo, de manera condescendiente, y esto resulta en proyectarlos, pese a que tal no sea la intención, como diferentes o inferiores.

Frecuentemente, los nuevos cristianos son mucho más entusiastas y optimistas acerca de la iglesia y sus posibilidades para servicio y crecimiento. Suelen ser más abiertos a métodos innovadores de realizar obras. En cambio, los miembros de más tiempo en la iglesia tienden a ser confortables con las cosas como son, con el estatus quo, resistiendo el cambio. Más aún, es posible que se sientan amenazados por las ideas de los nuevos, aunque estas ideas sean compatibles con la enseñanza bíblica y pudieran, potencialmente, ayudar a la iglesia.

Una desventaja para el nuevo miembro es la de no tener conocimiento de las excentricidades o complejos que tengan quizás algunos miembros de la congregación. Pueda que, sin darse cuenta, toque lo que sea “tabú” para algunos. De suceder semejante cosa, sus chances de convertirse en “persona de confianza” su reducen considerablemente.

IV.  Cómo ayudar a los nuevos miembros a sentirse aceptados y apreciados.

Dar a los nuevos miembros reconocimiento y atención especial, evitando hacerlo de manera condescendiente. Algunas congregaciones celebran, periódicamente, eventos sociales en honor a todos los que hayan llegado a ser miembros desde el último de tales eventos. Sea creativo usted mismo al identificar medios que hagan sentirse bienvenidos a los nuevos miembros.

Investigaciones formales, al igual que mucha observación informal, indican fuertemente la probabilidad de permanecer nuevos miembros en comunión con la iglesia y envolverse activamente en obras congregacionales con tal de formar ellos prontamente amistades con varios miembros. Recalcamos que formar relaciones íntimas de mutuo apoyo dentro de la congregación es la necesidad más apremiante inicial de la mayoría de los nuevos cristianos. Las referencias hechas por el apóstol Pablo a las acciones que él tomó a favor de los cristianos en Tesalónica demuestran que reconoció la importancia de desarrollar relaciones personales, y seguir fortaleciéndolas (1 Tesalonicenses 2:7-8).

Debido al factor tiempo, cada uno de nosotros puede tener, normalmente, relaciones estrechas solo con un número limitado de personas a la vez. Así que, intente concentrarse en los nuevos miembros que parezcan ser más compatibles con usted. En adición, hacer todo lo posible para envolver nuevos miembros con otros miembros de la iglesia. Además de esfuerzos individuales espontáneos, a cada congregación le hace falta algún sistema formal que asegure la satisfacción de las necesidades relacionales de todos los miembros, especialmente las de los nuevos.

Demostrar los líderes de la iglesia que respetan y valúan las ideas de los nuevos miembros (como también las de otros) es de suma importancia. ¿Cómo se hace esto? Pues, prestarles atención. Pedirles que aporten. Expresar apreciación por sus aportaciones. Dar a conocer, tanto verbalmente como mediante acciones, que se les da consideración cuidadosa a las ideas de los miembros. Mantener a los miembros bien informados. En adición al efecto positivo que esta comunicación y transparencia tiene sobre los miembros, los líderes pueden aprender de ellos mucho que sea beneficioso para la iglesia. A menudo, los nuevos miembros traen perspectivas e ideas innovadoras y frescas. Si los líderes de la iglesia y otros miembros tienen actitudes correctas, los nuevos miembros hacen para la iglesia, en muchos casos, lo que hace una transfusión de sangre para el cuerpo físico que la necesita urgentemente.

Envolver a nuevos miembros en actividades espirituales constructivas que les sean llamativas y para las cuales estén preparados, les ayuda a sentirse de valor y apreciados. A cada congregación le conviene tener valiosos roles y tareas adecuados para utilizar eficazmente las habilidades de todo miembro. Algunos líderes privan, en ocasiones, a nuevos miembros de la oportunidad de ocuparse en actividades significantes por temer que hagan daño. Reservan actividades de esta índole para miembros de más tiempo y experiencia, confiando que estos no los hagan quedarse mal. En este contexto, a los líderes de la iglesia les convendría considerar que ellos mismos personalmente cometen no pocos errores. Deberían conceder a otros miembros el derecho de hacer otro tanto. Bien que haga falta, a menudo, dirección, aplicada con tacto, también está comprobado que los miembros sirven con más satisfacción y efectividad si los líderes les ofrecen la oportunidad de seleccionar entre ministerios. Es importante lograr que los nuevos miembros sientan que su envolvimiento sea necesario y deseado, a la vez evitando hacer que se sientan presionados a ejecutar algo para lo cual no estén preparados.

V.  ¿Tiene su congregación un problema de incorporación?

1.  ¿Se sienten muchos miembros que no se les tome en cuenta?

2.  ¿Hay muchos miembros que no estén ocupados activamente en ministerios congregacionales?

3.  ¿Es el número de los miembros que asisten a otros servicios significantemente menos que el número presente para el culto principal del domingo?

4.  ¿Intenta solo un pequeño porcentaje de los miembros persuadir a otras personas a ser añadidas a la congregación?

5.  ¿Se van muchos miembros de la iglesia para otras congregaciones del área, o dejan de participar activamente en congregación alguna?

Responder en lo positivo a estas preguntas indicaría que a su congregación le haría falta mejorar la efectividad de su incorporación.

Conclusión

De todas las agrupaciones, es la iglesia, el cuerpo espiritual de Jesús, la que más debería hacer a sus miembros sentirse amados, aceptados y apreciados. Todos los cristianos debemos sentir una fuerte responsabilidad personal de hacer todo lo posible para ayudar a otros miembros de la congregación, especialmente a los nuevos miembros, a desarrollar el sentido de pertenencia.

Preguntas para reflexionar y discutir

1.  ¿Qué significa “incorporar” miembros?

2.  ¿Qué pasará, con toda probabilidad, si un cristiano nuevo no recibe ayuda para el desarrollo de sentido de pertenencia a la congregación?

3.  ¿A quién le corresponde la responsabilidad de ayudar a los nuevos miembros sentirse aceptados y apreciados?

4.  Hacer un listado de las características del miembro debidamente incorporado, discutiéndolas.

5.  ¿Cuáles son algunas diferencias culturales o socioeconómicas que dificultan la incorporación de nuevos miembros?

6.  Anotar y discutir algunas diferencias entre nuevos miembros y los que han sido miembros de la congregación por mucho tiempo.

7.  ¿Qué podemos hacer para lograr que nuevos miembros se sientan aceptados?

8.  Cuando los líderes de la iglesia procuran que nuevos miembros aporten ideas, escuchándolas y respondiendo positivamente, ¿cuáles son dos resultados beneficiosos principales?

9.  ¿Cómo evalúa usted la efectividad general de su congregación relevante a la incorporación de miembros?

(   )  Excelente            (   )  Buena                (   )  Mediocre                  (   )  Pobre

 

 

  

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