Requisitos de pastores-ancianos, predicadores, maestros

Estudios avanzados para los siervos del Señor que ministran en su iglesia

Celulares de predicadores y dirigentes de culto suenan durante la Cena del Señor y las prédicas.

Este predicador se siente embarazado cuando suena su celular durante su propia predicación.
Este predicador se siente avergonzado cuando suena su propio celular durante su predicación.

Predicadores, maestros y dirigentes llegan tarde a las reuniones. Miembro cataloga esto como “desorden”. Le dicen que es “débil en la fe” y “un bebé”.

Correo electrónico del hermano

"Querido hermano, me llamo……... Soy miembro de la iglesia de Cristo. Tengo un año y medio que soy miembro. Sabe, que busco consejos bíblicos sobre un asunto que no me parece bien. En nuestra congregación, los líderes y maestros están haciendo las cosas mal. Un domingo durante la santa cena al hermano que la dirigía le sonó el teléfono dos veces y siguió dirigiendo como nada, y nadie dijo nada. Y la semana siguiente volvió a dirigir. Ahora, otro hermano se sube a predicar y a veces dirige la santa cena también, y este hermano varias veces ha llegado tarde a la congregación y todavía dirige. Le ha sonado el teléfono varias veces durante la congregación mientras se predicaba. Y otro hermano también dirige himnos y da anuncios, y este hermano también llega tarde a la congregación, a los estudios. Querido hermano, a lo que voy es que estos son los lideres que tienen mucho tiempo allí y me es tropiezo todo esto porque es un desorden y nada de respeto al Señor. Por ese motivo tengo cuatro semanas que no asisto a la congregación. Huí de la primera congregación porque era una secta y predicaban falsa doctrina. Leyendo su Página Web, encontré esta congregación donde estamos en la verdad. Pero, ¿qué pasa con esto que le cuento? Dicen ser llamados líderes y tienen estas faltas. Me dicen que soy débil en la fe, que soy un bebé, que no entiendo mucho. Por favor, ayúdeme a comprender los requisitos de un líder, maestro, etcétera. ¿Qué debo de hacer?"

Comentarios

“Si a Dios quiere adorar, primero a su celular apagar.” Conozco a una congregación cuyos dirigentes suelen decir esto mismo al principio de las reuniones. Y lo dicen con una grata sonrisa que invita la cooperación al instante de todos los presentes. También algunos de ellos dicen: “Aquí adoramos con instrumentos –el instrumento que Dios nos ha dado- nuestras voces, que hacen la música más hermosa.” Algo así. Nos regocijamos al escuchar estas expresiones, ambas, pues las encontramos tan prácticas y apropiadas. Establecen, desde el inicio parámetros para el culto que sutilmente implican orden y espiritualidad.

En cambio, mi espíritu se siente atribulado e invaden mi corazón sombras de tristeza al visualizar las escenas que describe el autor del correo arriba de estas líneas, escenas que toman lugar en la congregación a la cual llegó, hace año y medio, con alegres ilusiones, suponemos, de haber encontrado la iglesia que Dios ideó y su Hijo fundó. Y de hecho, la halló, como dan a entender sus palabras “…encontré esta congregación donde estamos en la verdad”. Pero, sus predicadores, maestros y dirigentes de culto le han hecho tropezar, y nuestro dolor de alma, para no decir también, nuestra indignación, aumentan aún más al informarnos el autor del correo que él llegó a aquella congregación mediante las orientaciones de nuestra Web.

¡Cosa inaudita! Qué el administrador de la sagrada “mesa del Señor” tenga su celular encendido durante la celebración de la solemne “cena del Señor”. Suena una vez, y ni aun así lo apaga, concluyéndose lógicamente que lo dejaba encendido adrede. Y de ahí, ¡suena otra vez! ¿Qué hizo? ¿Acaso verificara la identidad del que llamaba? ¿Respondería de alguna forma, por breve que fuera, a la llamada? ¿Estaría esperando que Dios le llamara? De cierto, un día de estos Dios le llamará. ¡Le llamará a cuentas por la falta de seriedad en la ministración de un acto tan importante como lo es la “cena del Señor”! A menos que haya arrepentimiento, acompañado por la debida rectificación de procederes, pienso que el resultado de la entrevista no sea positivo para tal dirigente de culto, a no ser que tuviera razones irreprochables que justificaran su conducta mientras parado tras la “mesa del Señor”.

¡Cosa inconcebible! Qué dirigentes de alabanzas, maestros o predicadores dejen encendidos sus celulares durante la reunión de la congregación y que estos aparatos suenen durante la predicación, interrumpiendo el mensaje, rompiendo la concentración del oyente, distrayendo a chicos y grandes, a miembros y también a visitas que hayan acudido en busca de la iglesia verdadera, de socorro espiritual para mente y alma. Aparatos materiales que emiten su voz exigente en medio de una convocación espiritual. El hombre verdaderamente espiritual toma medidas para que semejante cosa no pase.

¡Cosa censurable! Qué varones encargados de distintos ministerios en el culto, que están guiando a la congregación en sus cultos y demás actividades, lleguen tarde, por costumbre, a servicios de adoración, clases bíblicas, etcétera. Se supone que los “pastores” de las ovejas del redil espiritual de Dios lleguen primero para recibir con gozo a las ovejas, animarlas, ayudarlas a acomodarse, velar que todo esté debidamente organizado, y se supone que cada pastor (administrador de Dios, dirigente, ministro de Dios) esté con antelación en el lugar que le corresponde para ejecutar con reverencia y alegría en el Señor el rol, o los roles, asignados a él. Curiosamente, no faltan administradores de Dios que son muy puntuales en sus trabajos seculares pero consistentemente impuntuales cuando de la iglesia se trata. Su proceder envía, aunque no lo quieran, un mensaje negativo inconfundible, a saber: la iglesia no es tan importante para mí como mi trabajo secular. Desde luego, ¡tampoco faltan personas impuntuales en todo! Para todo, o casi todo, llegan tarde. Convertidas a Cristo, no cambian su mala costumbre, también llegando tarde para reuniones y actividades de la iglesia. Más sin embargo, es de esperarse que maduren en Cristo, que se hagan más responsables en todos los aspectos del diario vivir, que aprendan a disciplinarse, que ejerzan dominio propio. “En lo que requiere diligencia, no perezosos…”, figura en el listado de directrices espirituales apuntadas por el apóstol Pablo en Romanos 12, destacándose “diligencia” en el versículo 11. Por cierto, congregarse puntualmente “requiere diligencia”. Y lo tenemos por axiomático que los administradores de Dios deberían ser los más diligentes en cualquier congregación.

¡Cosa lamentable! Qué nadie dijera nada. ¿Qué significa este silencio ante conductas,  ejemplos, ejecutorias de personas frente a una congregación que resultan dañinos, contraproducentes, irresponsables?

-¿Qué el conformismo se haya adueñado de la congregación?

-¿Qué todos ignoren lo correcto?

-¿Qué todos estén de acuerdo con lo incorrecto?

-¿Qué a todos les dé lo mismo?

-¿Qué todos tengan más o menos el mismo criterio y la misma práctica?

-¿Qué los administradores no admitan ninguna corrección, sugerencia, consejo?

¡Ay de la congregación que sufra de cualquiera de estas condiciones, o de más de una! Seguramente, su porvenir estará en duda.

¡Cosa muy triste, de verdad! Qué los líderes de aquella congregación tilden de “débil en la fe”, diciéndole “un bebé” al autor del correo porque él se atreviera a llamar las acciones que él señala por lo que son: ¡un desorden! ¡Falta de respeto al Señor!” Sinceramente, amado lector, ¿quién en sus cabales espirituales diría que el autor del correo no tenga razón? Ciertamente, no controlar el uso de aparatos electrónicos durante los servicios de la iglesia abre paso al desorden. Y esto es aplicable tanto a niños y adolescentes como a adultos. Precisamente, a los administradores de Dios en cada congregación les corresponde el deber de imponer, con tacto y respeto, dando razones legítimas, el control de tales aparatos, y que sean ellos ejemplos a seguir en lo concerniente a la implementación de las directrices. Así que, naturalmente surge una pregunta: ¿Quiénes son los débiles en la fe, quiénes actúan como bebés, en aquella congregación? Diríase que el hermano comparativamente nuevo en la congregación, el mismo que es el autor del correo al que estamos respondiendo,  sea más maduro que los que lo llaman “bebé”.

¡Cuidado, líderes de mucho tiempo en las congregaciones! Predicador, maestro, dirigente de culto de mucho tiempo en la iglesia. Qué, andando los años, no se vuelvan todas las acciones de la iglesia, las obras de la iglesia, aun las alabanzas de la iglesia, incluso la “cena del Señor”, rutinarias, hasta aburridas, sin valor, meras tradiciones realizadas con poca o ninguna espiritualidad. He aquí uno de los grandes peligros para el siervo que ministra largo tiempo en la iglesia. Cayendo en tal estado, no le importa dejar su celular encendido durante el culto. No le importa que llegue tarde. No tiene mucho cuidado de las ovejas. No piensa en el impacto que sus actuaciones tengan en visitas. Ejecuta sus ministerios, pero por dentro la indiferencia se ha hecho dueña de su espíritu, si bien no una frialdad espiritual mortífera, y padeciendo de tal condición, quizás aun sin darse cuenta completamente, será propenso a emitir juicios faltos de madurez y espiritualidad, ofendiendo y haciendo tropezar. El Espíritu Santo tiene una palabra, por medio del apóstol Pablo, para tal siervo: “…te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti…” (2 Timoteo 1:6). Y si no la hace, ¡mejor darse de baja como siervo de Dios! Jesucristo tiene una palabra de advertencia para el tal siervo: “Y cualquiera que haga tropezar a alguno de estos pequeños que creen en mí, mejor le fuera que se le colgase al cuello una piedra de molino de asno, y que se le hundiese en lo profundo del mar” (Mateo 18:16).

El teléfono celular y la cortesía. Haciendo en este mundo nuestro rol de cristiano, deberíamos ser siempre corteses, pese a que la mayoría en derredor nuestro no lo sea, no apreciando muchos ni siquiera el significado de “cortesía”, de “ser cortes”. El teléfono celular domina tantas vidas hoy día, especialmente de la gente joven, pero también de muchas personas de mediana edad, al igual que de mayores de edad. En el uso de sus aparatos, vemos comúnmente falta de modales, de respeto, de cortesía. Hablan duro en presencia de sus semejantes, los que preferirían no verse obligados a escuchar lo que dicen. Esto ocurre en filas, oficinas, tiendas, autobuses, aviones, aceras, en fin, dondequiera. Algunos están más pendientes a su celular que a la conversación que sostienen con algún familiar, amigo, compañero de trabajo, quien sea, lo cual ha de calificarse como verdadera falta de respeto. Y esto puede suceder aun entre miembros de la iglesia del Señor. Suena el celular, y sin pedir disculpas siquiera, contestan, se apartan y siguen hablando por teléfono. Atienden múltiples llamadas casi simultáneamente, y que conste: no estamos hablando de asuntos de negocio sino del uso social-recreacional del teléfono celular. En nuestro desenvolvimiento como cristianos no permitamos que el celular, o cualquier otro aparato electrónico, dominen nuestra vida, ni seamos descorteses en el uso de ellos. Dejar nosotros el celular encendido durante el culto, que suene, que la dama cristiana tenga que rebuscar desesperadamente en su cartera para encontrar el suyo, que conteste en pleno culto, que se levante y salga fuera para hablar, sin que se trate de alguna emergencia, no solo evidencia cierta falta de madurez espiritual sino que también merece calificarse como falta de cortesía y respeto hacia los demás. El hermano, o la hermana, que, por compromisos de su trabajo secular, ha de mantener su teléfono celular encendido durante cultos o clases de la iglesia, que lo ponga en el modo de vibrar.

Eliminemos, pues, de la iglesia, de nuestros ministerios, causas injustificables de tropiezos y desorden, incluso el uso indebido de dispositivos electrónicos en las reuniones.

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