Oro, plata, piedras preciosas
Madera, heno, hojarasca
En las congregaciones de las iglesias
“…mire cada uno cómo sobreedifica”
1 Corintios 3:5-15
Estudio 3
“Perito arquitecto”, por “la gracia de Dios”, que pone
“el fundamento” de la iglesia.
Advertencia: “…cada uno mire cómo sobreedifica”.
El único “fundamento” es “Jesucristo”.
El Gran Arquitecto del universo es también el Arquitecto de su "casa espiritual" (1 Pedro 2.4)
en la tierra, su "templo santo" (Efesios 2:21), sinónimo del "edificio de Dios"
(1 Corintios 3:9), el cual es la iglesia diseñada por él y establecida
por su Hijo Jesucristo (Mateo 16:18).
1 Corintios 3:10-11
1 Corintios 3:10. “Conforme a la gracia de Dios que me ha sido dada, yo como perito arquitecto puse el fundamento, y otro edifica encima; pero cada uno mire cómo sobreedifica.”
A. Según este versículo, “…la gracia de Dios” que fue dada al apóstol Pablo le capacitó para una hazaña muy particular y especial. ¿Cuál fue? Primero, le capacitó para ser “perito arquitecto” espiritual, luego para ejecutar la tarea de poner “el fundamento” de la iglesia de Cristo en la ciudad de Corinto. Habiendo recibido esta “gracia”, Pablo dice: “…yo como perito arquitecto puse el fundamento”. No contando él con esta “gracia de Dios” jamás hubiese podido efectuar tan magnífica obra.
B. ¿Cómo, pues, se define esta “gracia de Dios” en el contexto del versículo 10? Se entiende como sinónima del “poder del Espíritu de Dios” (Romanos 15:19) dado por Dios a Pablo y a los demás apóstoles, poder sobrenatural que operaba en ellos, comunicándoles el dechado (modelo, plano) para la iglesia, siendo “el fundamento” componente básico y, desde luego, de vital importancia, como lo es para cualquier estructura.
“Poder” sí, pero este “poder” el término “gracia” lo reviste de matices gratos y elegantes, connotando “bondad, amor, beneplácito, favor inmerecido”, no solo hacia Pablo, como instrumento, sino hacia todos los beneficiados por esta manifestación divina en él.
Poder servir de “perito arquitecto” en el Reino de Dios debería conceptuarse como una “gracia”, en particular, “la gracia de Dios”, un privilegio inmenso, bendecido, con auras de bondad y amor divinos.
C. ¿Cuándo recibió el apóstol Pablo esta “gracia de Dios”?
Respuesta. Al quedarse investido como “apóstol de Jesucristo”, hecho que ocurrió después de convertirse al Señor en Damasco, bautizándose en obediencia a las instrucciones del Espíritu Santo impartidas por Ananías, y así lavando sus muchos pecados, incluso la persecución y matanza de cristianos (1 Timoteo 1:12-16).
Dice Ananías a Saulo de Tarso (Pablo): “Ahora, pues, ¿por qué te detienes? Levántate y bautízate, y lava tus pecados, invocando su nombre” (Hechos 22:16).
¡Advertencia! NO sería cualificado para hacer el papel de “perito arquitecto” espiritual, y consiguientemente, tampoco podría poner correctamente “el fundamento” de la iglesia diseñada por Dios, cualquier varón que no se bautizara tal cual Pablo. Es decir, no solo por inmersión sino también con el propósito divino de lavar sus pecados, o como lo dice el apóstol Pedro en Pentecostés, “para perdón de los pecados” (Hechos 2:38).
D. Hoy día, ¿hay quienes reciban esta “gracia de Dios”?
Respuesta. No como la recibieron los únicos verdaderos apóstoles de Jesucristo seleccionados por el propio Señor, y también por Dios Padre, en el sI.
1. Contrario al dogma de la Iglesia Católica Romana, Dios no hizo provisión en el Nuevo Testamento de su Hijo para la continuación del oficio de “apóstol” hasta el fin del mundo. Dada la perfección divina del “nuevo pacto” (Hebreos 8:8-13), el servidor fiel de Dios no da credibilidad a las tradiciones eclesiásticas a las que apelan teólogos católicos romanos en apoyo de una supuesta sucesión apostólica.
2. Habiéndose suicidado el apóstol traidor Judas Iscariote, se eligió a un varón que tomara su lugar. Los requisitos que debiera cumplir cualquier candidato eran:
“…que de estos hombres que han estado juntos con nosotros todo el tiempo que el Señor Jesús entraba y salía entre nosotros, comenzando desde el bautismo de Juan hasta el día en que de entre nosotros fue recibido arriba, uno sea hecho testigo con nosotros, de su resurrección”.
Matías fue el elegido (Hechos 1:21-26). Desde luego, ningún varón del presente podría llenar aquellos requisitos.
En cuanto a Saulo de Tarso (Pablo), el propio Señor lo llamó al apostolado, con el propósito especial y único de que fuera “apóstol a los gentiles” (Romanos 11:13; 1 Timoteo 2:7).
Cuando “el rey Herodes… mató a espada a Jacobo, hermano de Juan” (Hechos 12:1-2), ningún varón fue seleccionado para tomar su lugar como apóstol.
Se desprende de estos datos y consideraciones que los tantos varones y mujeres de actualidad que se identifican como “apóstol”, son, indubitablemente, “falsos apóstoles, obreros fraudulentos, que se disfrazan como apóstoles de Cristo” (2 Corintios 11:13-15).
3. Ahora bien, siguiendo al pie de la letra las instrucciones y el ejemplo de apóstoles tales como Pablo, el obrero espiritual fiel al Señor en la actualidad también puede ser perito arquitecto, poniendo el verdadero fundamento estipulado por el propio Dios en el modelo para la iglesia que él confeccionó antes de la creación del mundo (Efesios 3:10-11).
E. Preguntas para orientarse, ubicarse y reflexionar.
1. Suponiendo que usted, estimado lector, pertenece a alguna congregación, ¿quién puso su fundamento? ¿Era él “perito arquitecto”? ¿Había sido bautizado por inmersión y “para perdón de los pecados”, o acaso predicara que el bautismo no sea necesario “para perdón”?
2. ¿Conocía él que puso el fundamento de su congregación el plano hecho por Dios para la iglesia diseñada en el cielo?
3. ¿Se identifica como “apóstol” el fundador de su congregación o iglesia?
¿Acaso fundara su iglesia alguna mujer “apóstol”? Si responde en lo positivo, le rogamos considerar seriamente las implicaciones de tal circunstancia. Las iglesias o concilios, movimientos, etcétera, fundados hoy por hoy en muchos lugares por hombres y mujeres que toman, osada e ignorantemente, el título de “apóstol”, ciertamente, no son bíblicos, y por ende, la salvación de los que se adhieren a ellos estaría, decididamente, en tela de juicio.
Más sabio sería salir de ellos, procurando ser añadido a una congregación fundada conforme al modelo de Dios en el Nuevo Testamento. ¿Le parece bien este humilde consejo?
No quedarse, pues, donde no debiera, intentando justificar a personajes religiosos –evangelistas, pastores, pastoras, falsos apóstoles, falsas apóstolas, reverendas- cuyo proceder y mensajes no se ajustan a lo netamente bíblico, sino ¡tomar acción! Actuar responsablemente ante Dios. ¡Salir! Buscar a la iglesia fundada bíblicamente. Hacerse miembro activo.
F. “…perito arquitecto…”
1. Definiciones de “…perito arquitecto…”
1. “Perito, -ta adj./s. m. y f. 1 Se aplica a la persona que tiene experiencia, práctica o habilidad en determinada ciencia o arte. — s. m. y f. 2 Persona que tiene el título de técnico de grado medio en ingeniería. Ingeniero.”
2. “Arquitecto, -ta s. m. y f. Persona que se dedica a la arquitectura.” “Arquitectura s. f. Arte y técnica de diseñar, proyectar y construir edificios, obras urbanísticas y otras construcciones.” (Definiciones del Diccionario Manual de la Lengua Española Vox. © 2007 Larousse Editorial, S.L. www.es.thefreedictionary.com)
2. ¿Era el apóstol Pablo un arquitecto cualquiera? Negativo. Era arquitecto lleno de “la gracia de Dios”. Trabajaba por Dios. Era “perito arquitecto” en la edificación de congregaciones. Al llegar a Corinto, ya tenía experiencia, práctica y habilidad en esta ciencia única e importantísima, habiendo hecho obras evangelísticas en Damasco, Arabia, Tarso, Antioquía de Siria, Chipre, Pisidia, Frigia, Asia, Macedonia, etcétera, levantando “el edificio de Dios” en muchos lugares.
3. ¿Cuál era su especialidad? Respuesta. Levantar el “edificio de Dios”, es decir, la “iglesia de Dios”, en ciudades y campos del Imperio Romano, particularmente entre los gentiles.
4. ¿Trabajaba Pablo por su cuenta, conforme a criterios propios?
De modo alguno. Él no era el Jefe de Arquitectos Espirituales. Esta posición la ocupa Dios. De la manera que Dios es el “arquitecto y constructor” de “la ciudad que tiene fundamentos” (Hebreos 11:10), es decir, de “la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial” (Hebreos 12:22), “la santa ciudad, la nueva Jerusalén” (Apocalipsis 21), asimismo él ideó a la iglesia, y siendo el Arquitecto Supremo, trazó él mismo el plano para ella. Reiteramos: Pablo, como “perito arquitecto”, trabajaba por él, encargado, tal como los demás apóstoles, de seguir estrictamente el plano divino en el levantamiento del “edificio de Dios” en la tierra.
a) A diferencia del apóstol Pablo, muchos arquitectos y constructores de iglesias del presente implementan su propio plano, procediendo como si Dios jamás hubiera preparado el suyo. Adaptan sus planos a su conveniencia para complacer a hombres, mujeres y jóvenes que desconozcan el plano de Dios, ni se interesan siquiera en verificar si tal plano divino exista.
Su tesis es que iglesias hayan de ser diseñadas y construidas tomando en cuenta…
Distintos accidentes culturales.
Gustos religiosos del populacho.
Tendencias filosóficas.
Necesidades sociológicas.
Cambios en patrones de relaciones personales, para la familia, etcétera.
De ahí, la proliferación hoy por hoy de iglesias que ni se parecen a la iglesia revelada en el Nuevo Testamento, de ministerios independientes que obedecen a las proyecciones humanas de sus fundadores, de movimientos religiosos que fluyen llevados por las corrientes de este mundo más bien que por canalizaciones de Dios.
b) El fundador de la iglesia a la cual pertenece usted, respetado lector, ¿era, o es, perito arquitecto guiado por “la gracia de Dios” y sujeto al Arquitecto Supremo? ¿O acaso arquitecto sin auténticas credenciales divinas, sin certificación divina, que trabajara, o trabaje, por su propia cuenta, no sujetándose cuidadosamente al plano trazado perfectamente por Dios?
¿Y qué hará usted si halla que el tal fundador pertenece a esta segunda categoría? ¿Permanecer en un edificio espiritual no diseñado, no autorizado, por Dios? ¿Qué debería hacer para asegurar la salvación de su alma? Encarecidamente, le animamos a actuar sabia y espiritualmente.
La nébula Mariposa en el espacio. Esta fotografía fue tomada por
el telescopio Hubble. El Arquitecto del universo, con sus tantas
maravillas asombrosas, es también el Arquitecto de la iglesia
que él mismo concibió, la que fue establecida por su
Hijo Jesucristo y cuyo plano divino los apóstoles
siguieron fielmente.
G. “…otro edifica encima…”
1. En el contexto de este versículo 10, ¿quién era aquel “otro” que edificaba encima del fundamento puesto por Pablo?
Respuesta. Era Apolos. “Yo planté, Apolos regó…” (1 Corintios 3:6). “Pero esto, hermanos, lo he presentado como ejemplo en mí y en Apolos por amor de vosotros, para que en nosotros aprendáis a no pensar más de lo que está escrito, no sea que por causa de uno, os envanezcáis unos contra otros” (1 Corintios 4:6).
2. Más adelante en la historia de la iglesia en Corinto llegaron otros a aquella ciudad, mayormente judaizantes que edificaron malamente encima del fundamento puesto por Pablo. Otros espíritus que predicaban otros evangelios y “a otro Jesús” (2 Corintios 11:4). A estos el apóstol los cataloga como “falsos apóstoles, obreros fraudulentos, que se disfrazan como apóstoles de Cristo”, texto ya citado (2 Corintios 11:13-15).
Añade: “…necios” que esclavizaban, devoraban, tomaban los bienes de los hermanos y, para colmo, les daban “de bofetadas”, enalteciéndose (2 Corintios 11:19-20).
Lejos de seguir construyendo inteligentemente y embelleciendo el “edificio de Dios” en Corinto, lo que hacían era destruir lo ya edificado.
3. Tristemente, sucede lo mismo hoy día en no pocos lugares donde peritos arquitectos fieles al plano de Dios levantaron el “edificio de Dios”.
Luego de su trabajo hecho admirablemente, quizás con ardua labor y sacrificio, se arriman malos obreros, aunque se pinten de lo contrario, con planos alterados humanamente, reclamando que lo hecho es preciso deshacerlo y comenzar de nuevo con “nuevos paradigmas, nuevas visiones, nueva estructura, nuevas formas de adorar”, que respondan a nuevos parámetros sociales, necesidades, esperanzas, gustos.
“Agentes de cambios”, pero no de cambios saludables o inocentes, sino de cambios que alteran el modelo original de Dios para su iglesia.
Y tal cual en Corinto, asimismo hoy día, no faltan muchos adeptos que los toleran, aun apoyándoles abierta y gustosamente. Porque no aprecian el modelo original de Dios. Les parece muy anticuado. Tan sencillo y modesto. Demasiado espartano. Sin atractivo. Irrelevante “a los tiempos que vivimos”. ¡Caramba! ¡Ni siquiera con un piano, mucho menos una batería, maracas, guitarras o trompetas!
4. ¿Qué tal la historia espiritual de su congregación, apreciado lector? ¿Siempre ha sido verdadero “edificio de Dios” en el cual hayan trabajado obreros diligentes en seguir el plano divino concebido en el cielo?
Muriendo el primero, o los primeros, en el Señor, o trasladándose a otras áreas, ¿llegan otros arquitectos espirituales, otros constructores, tan fieles como los primeros? De ser así, ¡qué bendición!
¿O acaso lleguen nuevos que cambien no solo la fachada sino hasta el interior del “edificio de Dios”, aun sustituyendo modelos de adoración contemporánea por el culto “en espíritu y en verdad” de los “verdaderos adoradores” de Dios que él busca (Juan 4:23-24)?
Suscitando esto último, ¿qué debería hacer usted? Percibo que confrontaría tres opciones principales, a saber, permanecer esforzándose para detener y rectificar el daño hecho, salir y ubicarse en un “edificio” más sano bíblicamente o comenzar a construir un nuevo “edificio” siguiendo el plano original de Dios.
H. “…pero cada uno mire cómo sobreedifica.” Advertencia tan seria como escueta para todo el que esté ocupado en edificar espiritualmente, o que piense comenzar a sobreedificar.
¡Cuidado! ¡Muchísimo cuidado! No se trata de cualquier edificio sino del “edificio de Dios”. No de algún edificio ideado por el ser humano sino del que el propio Dios concibió dibujando él mismo el plano, fijando el modelo, de la misma manera que fijó el modelo preciso, con lujo de detalle, del tabernáculo-templo entregado al pueblo de Israel. Así que, sea advertido: ¡No se admiten cambios! ¡No se toleran alteraciones! Habrá consecuencias penosas para el atrevido que cambie el “edifico de Dios”; pérdidas para el que no sobreedifique sabiamente.
Ya que el apóstol Pablo amplía este tema desde el versículo 12 en adelante reservamos explicaciones adicionales para el estudio al respecto.
1 Corintios 3:11. “Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo.”
A. ¿Cuál es el fundamento verdadero y único para la iglesia? ¡Jesucristo!
B. “Jesucristo” era el “fundamento” que estaba “puesto” en Corinto para el “edificio de Dios”. El apóstol Pablo puso aquel fundamento, y, por consiguiente, nadie podía poner otro.
Mas, sin embargo, esta realidad no significaba necesariamente que otros no intentaran alterar de alguna forma aquel fundamento, invalidarlo, o hasta romperlo.
De hecho, los judaizantes que llegaron a Corinto después de Pablo y Apolos pretendían añadir a Moisés al fundamento, empeñados en obligar a los cristianos a someterse a ciertos preceptos y prácticas de la antigua ley de Sinaí, la cual fue, por cierto, abolida en la cruz (Colosenses 2:13-17; 2 Corintios 3:6-17; Hebreos 7:12; 8:7-13).
Otro tanto pretenden los judaizantes del presente, entre ellos, los sabatistas de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, pentecostales que imponen leyes tales como la del diezmo, católicos romanos que han creado un sacerdocio parecido en muchos aspectos al sacerdocio levítico del Antiguo Testamento, etcétera. Moisés figura prominentemente en los fundamentos de sus iglesias, puesto allí por arquitectos que no entienden el “cambio de ley” (Hebreos 7:12) efectuada por Dios en la cruz.
C. Qué quede claro: Moisés no figura en el fundamento de la iglesia concebida por Dios y hecha realidad en la tierra por Cristo y sus apóstoles fieles.
El fundamento completo de la iglesia se describe en Efesios 2:20-22. “…edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo, en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor; en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu.”
¡Qué elocuente, hermosa y plena presentación del fundamento de la iglesia verdadera!
De nuevo, el apóstol Pablo emplea la retórica de un “edificio”, el “edificio de Dios”. ¿Cuál es su fundamento completo? Pues, Jesucristo figura como “la principal piedra del ángulo”. Precisamente, el énfasis en 1 Corintios 3:10-11 es sobre él. El resto del fundamento se detalla en Efesios 2:20-22. También lo componen “los apóstoles y profetas”.
Todos los apóstoles genuinos del Señor, y no los “falsos apóstoles” señalados por Pablo. Ciertamente, no los tantos falsos apóstoles de hoy día, los que solo fabrican fundamentos falsos, engañosos, tal vez lindos pero podridos, con la apariencia de solidez, pero huecos por dentro.
Y todos los profetas genuinos de la iglesia del siglo I fueron puestos en el fundamento diseñado por Dios. Pero, no, en absoluto, los “muchos falsos profetas” que habían salido por el mundo de aquel entonces (1 Juan 4:1), ni mucho menos los innumerables falsos profetas del presente, cuya boca está llena de “Dios me ha revelado… Dios me ha dicho… Dios me ha hablado en sueños”, pero cuyo dios verdadero es su “vientre” (Romanos 16:18), el dios de la prosperidad material, el dios de diezmos y ofrendas, el dios de pomposidad y vanidad, no habiéndoles hablado el Dios verdadero, ni dándoles visión o sueño alguno (Jeremías 23; Ezequiel 13).
Recalcamos: Moisés no es mencionado como parte del fundamento divino para la iglesia.
D. Tampoco pasemos por alto el que el apóstol Pablo no puso al apóstol Pedro como fundamento de la iglesia en Corinto. De hecho, Pedro no es “la principal piedra del ángulo” sino Jesucristo. En la presentación del fundamento de la iglesia en Efesios 2:20-22, el Espíritu Santo no destaca a Pedro, elevándole por encima de los demás apóstoles, sino más bien simplemente incluyéndole entre “los apóstoles”. Así que, todos estos figuran por igual en el fundamento, no haciendo Dios ninguna distinción.
E. Bien que “los apóstoles y profetas” formen parte del fundamento de la iglesia, su posición se pone en perspectiva en 1 Corintios 3:21-23.
“Así que, ninguno se gloríe en los hombres; porque todo es vuestro; sea Pablo, sea Apolos, sea Cefas, sea el mundo, sea la vida, sea la muerte, sea lo presente, sea lo por venir, todo es vuestro, y vosotros de Cristo, y Cristo de Dios.”
Cefas es otro nombre de Pedro. Qué ninguno se gloríe, pues, en él; ni tampoco en el brillante Pablo, el elocuente Apolos o cualquier otro predicador. Pero los católicos romanos se glorían en Pedro, los paulinos en Pablo y los seguidores de personajes carismáticos religiosos de actualidad cada uno en su favorito, edificando todos sobre fundamentos falsos, ocupados en la construcción de edificios espirituales que jamás serán “templo santo en el Señor”.
F. Hoy día, el único fundamento que pone el fiel obrero de Dios es Jesucristo como “principal piedra del ángulo”, acompañado por “los apóstoles y profetas” inspirados del siglo I. Lo hace predicando, sin añadir o quitar, el mismo mensaje de aquellos hombres de Dios. Sobre tal fundamento sólido y seguro tiene el cuidado de sobreedificar conforme al plano divino.
Estudios 1 Estudio 2 Estudio 4
Índice de los cuatro estudios sobre 1 Corintios 3:5-15
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