¿No tan claro eso de que los dones sobrenaturales cesaran
una vez revelado todo el Nuevo Testamento?

 

1 Corintios 13:10-13 examinado cuidadosamente

Una imagen del Escudo de oro que identifica a los Tratados investigativos sobre textos y grandes temas de la Biblia presentados en editoriallapaz.org.

Estta fotografía de una Biblia abierta sostenida en las manos de un varón ilustra el tema ¿No tan claro eso de que los dones sobrenaturales cesaran una vez revelado todo el Nuevo Testamento, en editoriallapaz.org.

 

El Sr. Humberto escribe: “Para mí no es tan claro y de hecho no lo veo así cuando usted se refiere a los milagros que hizo la iglesia primitiva, de que esos hechos portentosos hubieran llegado a su fin, dado que ahora estaríamos completos, perfectos porque tenemos toda la Biblia, que por cierto la iglesia primitiva no tenía. No estoy de acuerdo con esta interpretación porque eso equivaldría a afirmar algo que la Biblia no dice. Para mí la Biblia tendría que decir en forma meridianamente clara: ‘los milagros van a terminar una vez que tengan toda la Biblia’ y esto lo digo por lo extremo que implica esta actitud, que considero más bien de incredulidad.”

 

El Espíritu Santo enseña claramente la cesación de los dones sobrenaturales.

 

Estimado lector, ¿quiere usted ayudarnos a determinar cuándo?

 

Unas pocas horas de mi vida para llegar al entendimiento de una profecía dada por Dios por el Espíritu Santo a su iglesia. Entendimiento que evita falsas interpretaciones, presunciones e ilusiones, las que, potencialmente, me desviaran por derroteros desastrosos para mi alma, y por extensión, a toda alma que me siguiera.

 

El “buen ministro de Jesucristo” es estudioso asiduo que se ocupa “en la lectura” antes de ocuparse en la exhortación y la enseñanza (1 Timoteo 4: 6 y 13), aprendiendo a usar “bien la palabra de verdad” (2 Timoteo 2:18). Es paciente en “la lectura”, dedicado, persistente. No escatima tiempo ni esfuerzo hasta no haber adquirido el entendimiento espiritual necesario para no caer en contradicciones y tergiversaciones que hunden en engaños y apostasías.

 

“En forma meridianamente clara” el Espíritu Santo anuncia la cesación de los dones sobrenaturales.

“Las profecías se acabarán…

…y cesarán las lenguas…

…y la ciencia acabará” (1 Corintios 13:8).

¿Acepta usted que el Espíritu Santo anuncia la cesación de los dones sobrenaturales?

Pero, dice que no acepta que el Espíritu diga “en forma meridianamente clara: los milagros van a terminar una vez que tengan toda la Biblia".

Entonces, ¿cuándo se cumpliría el anuncio, o profecía, del Espíritu sobre la cesación de los dones de profecías, lenguas extrañas y la revelación de la ciencia celestial? Honestamente, este servidor quisiera saber, deseando de todo corazón evitar instruir erróneamente a las almas que buscan de Dios, debilitar su fe o servirles de tropiezo. Hasta el momento, mi convicción es que se cumplió el anuncio del Espíritu Santo cuando él mismo cumplió su propia misión de guiar a los apóstoles “a toda la verdad” (Juan 16:13). Es decir, los dones sobrenaturales cesaron cuando todo el Nuevo Testamento quedó perfectamente revelado y confirmado.

Se me dice que esta conclusión es “algo que la Biblia no dice” y que no es “tan” clara. Pues, aguardo una explicación más lógica de 1 Corintios 13:8-13, sintiendo en mi espíritu inquietudes que quisiera calmar.

¿Me complace en una petición? Responder usted, Sr. Humberto, o sus simpatizantes, con respuestas fundadas en textos bíblicos, o apoyadas por una lógica irreprochable, a las preguntas o planteamientos que tengo a bien hacerle. Se los hago con el ánimo sincero de brindarle la oportunidad de ayudar a determinar cuándo se cumpla el anuncio del Espíritu en torno a la cesación de los dones.

Nota. Siéntase cualquier estudioso de estos temas en la libertad de enviarme sus respuestas, con la salvedad de que desecharé enseguida meras reprensiones o recriminaciones subjetivas.

Para los pentecostales, carismáticos o cualquier simpatizante:

Preguntas y planteamientos sobre la cesación de los dones.

Estimados pentecostales y carismáticos de otras confesiones, ustedes afirman categóricamente que los dones sobrenaturales permanecen hasta la Segunda Venida de Cristo, ¿correcto? ¿Qué sucede en la tierra después de la Segunda Venida de Cristo? Me parece no equivocarme al decir que la mayoría de ustedes proyecta “Siete años de tribulación” para después de la Segunda Venida, luego mil años (el Milenio) cuando Cristo ocupa, según ustedes, un trono literal en la tierra, reinando él mismo sobre las naciones, seguido por el “poco de tiempo” marcado por nuevos grandes conflictos entre Cristo y Satanás, y, por fin, ¡la destrucción total del universo! Mi pregunta: ¿también estarán disponibles todos los dones sobrenaturales durante “la gran tribulación”, el Milenio y el “poco de tiempo”, conforme a cómo programan ustedes estas etapas en su escatología?

a)  Una respuesta afirmativa resultaría en lo que percibe este servidor como un dilema doctrinal serio para ustedes. Me explico: dicen que “lo perfecto” es Cristo, ¿cierto? Supongamos, pues, que “lo perfecto” sea Cristo. Entonces, “cuando venga lo perfecto”, es decir, Cristo, en su Segunda Venida, cesarían los dones, según sus interpretaciones. Su dilema doctrinal: cesando los dones en el día de la Segunda Venida de Cristo, ¡no estarían disponibles durante “la gran tribulación”, el Milenio o el poco de tiempo tal cual programados en su escatología! ¿Qué dicen al respecto?

b)  De responder en lo negativo, entonces se privan de los dones las generaciones de “la gran tribulación”, el Milenio y el “poco de tiempo” que visualizan. ¿Correcto, o no?

El Espíritu Santo mismo nos informa cuándo acabarían los dones.

Dice: “cuando venga lo perfecto”. 1 Corintios 13:10

¿Qué es “lo perfecto”? Cuatro interpretaciones distintas.

1. El propio Jesucristo.

2. Las condiciones que, supuestamente, establezca Cristo en la tierra durante el Milenio después de su Segunda Venida.

3. El cielo prometido a los cristianos.

4. La revelación completa de todo el conocimiento espiritual y de todas las profecías que componen el Nuevo Testamento.

Analicemos objetivamente una por una estas interpretaciones, comparándolas.

1. ¿Es “lo perfecto” el propio Jesucristo? Si el vocablo “perfecto” en 1 Corintios 13:10 identifica a Cristo, ¿por qué no se escribió esta frase como sigue: “…cuando venga el perfectoEl perfecto”, y no “lo perfecto”“El”, como refiriéndose a una persona. “Lo” se utiliza con referencia a cosas o estados. Lo. Forma neutra del artículo determinado. Su principal oficio es unirse a los adjetivos para designar el conjunto de cosas a que son aplicables” (Diccionario de uso del español. María Moliner. Editorial Gredos, Madrid. Tomo II, 278). “Lo” no es “forma masculina” sino “forma neutra”. Ahora bien, tratándose de lo que “no sea tan claro”no es “tan claro” para este servidor que “lo perfecto”, expresión neutra, sea aplicable a una persona, específicamente, a Cristo.

a)  Al sostener ustedes los pentecostales y carismáticos en general que “lo perfecto” es el propio Jesucristo, les incumbe resolver el dilema gramatical o de sintaxis que semejante interpretación crea. Desde luego, rodeos o porfías no deberían tener peso alguno en la corte de argumentaciones sólidas.

b)  Si aceptan que no es correcto aplicar “lo perfecto” a Cristo, entonces ¿a qué aplicarlo?

2. ¿Es “lo perfecto” el conjunto de “condiciones perfectas” que Cristo impusiere, según ustedes, en el planeta Tierra durante el Milenio después de su Segunda Venida? De responder que sí, responderíamos con más o menos lo mismo que acabamos de comentar sobre la primera interpretación analizada.

3. ¿Acaso identifica “lo perfecto” a las moradas celestiales y demás bendiciones celestiales que Cristo promete al justo?

a)  Si dicen que sí, preguntamos: ¿cuándo se hacen disponibles para los cristianos estas moradas y demás bendiciones celestiales? Sus dilemas frente a esta interrogante son evidentes.

(1)  Si responden que se hacen disponibles al aparecer Cristo en su Segunda Venida, entonces se arruina su hipótesis de tribulación, Milenio y “poco de tiempo” después de la Segunda Venida. ¿Por qué? Por la sencilla razón de que el planeta Tierra habrá dejado de existir al ocupar los santos las moradas celestiales. Al no haber Tierra, demás es señalar que ¡tampoco habrá “tribulación, Milenio o poco de tiempo” después de la desaparición de la tierra!

(2)  Si responden que se hacen disponibles las moradas celestiales “después de la tribulación, el Milenio, el poco de tiempo, el fin del tiempo y el juicio”, estarían obligados a concluir, conforme a sus doctrinas, que los dones sobrenaturales estarán vigentes por más de mil años después de la Segunda Venida de Cristo. Pero, ¿no enseñan ustedes que “lo perfecto” es Cristo en su Segunda Venida? Si esto lo creen, la sana lógica requiere que programen, según sus doctrinas, la cesación de los dones para el tiempo de la Segunda Venida. De ahí, su dilema: no pueden proyectar los dones para ningún tiempo después de la Segunda Venida.

b)  No pocos expositores de varias denominaciones cristianas identifican a las moradas celestiales como “lo perfecto”“Cuando se abran para los santos las moradas celestiales, cuando estemos en el cielo, entonces acabarán los dones; lo que es en parte se acabará.” Esta interpretación equivale a decir: “Los dones sobrenaturales continuarán hasta la desaparición de la tierra, o sea, hasta el fin del tiempo”. Por sencilla y acertada que parezca, esta interpretación encierra algunas dificultades doctrinales con implicaciones serias tanto para la iglesia como para Dios, Cristo y el Espíritu Santo.

(1)  Si los dones siguen hasta el fin del mundo, se deduce que la revelación sobrenatural del conocimiento divino y de las profecías continúe a través de toda la Era Cristiana hasta el fin del mundo. De hecho, esto mismo es lo que creen los pentecostales y algunos carismáticos. Si me equivoco, qué me corrijan. Su doctrina significa:

(a)  Primera inferencia. Que la revelación de la voluntad de Dios para su iglesia nunca sea completa hasta el último día de la Era Cristiana; que sea parcial o “en parte” durante toda esta Era.

-Durante toda la Era Cristiana, ¿siempre es parcial, o sea, “en parte”, la revelación de la voluntad de Dios para la iglesia? ¿Por qué?

(b)  Segunda inferencia. Que las profecías y los conocimientos revelados milagrosamente mediante dones espirituales después del tiempo apostólico estén revestidos de la misma autoridad y poder que los libros y las cartas inspirados del Nuevo Testamento.

(i)  Negar que sean iguales en autoridad y poder al Nuevo Testamento equivale a negar que fuesen el producto de dones sobrenaturales auténticos, y si no son el producto de dones auténticos idénticos a los del siglo I, entonces se cae de la mata que son el fruto corrupto de dones ficticios.

-¿Son iguales o no son iguales?

(ii)  Afirmar que son iguales en autoridad y poder a los escritos inspirados que componen el Nuevo Testamento impone a sus autores, con sus seguidores, el sagrado deber de imprimir una nueva y ampliada versión del Nuevo Testamento que incorpore las nuevas revelaciones. Hace años, estamos esperando tal “Nueva Versión Ampliada del Nuevo Testamento” que incluya “las nuevas profecías, sueños, visiones y demás revelaciones divinas” de famosos pentecostales tales como Yiye Ávila, Rodolfo Font, Luis Palau y los demás “profetas, profetisas, apóstoles y apóstolas” que aseguran poseer dones sobrenaturales. Ya me siento bastante decepcionado ante la renuencia de ellos, o dejadez o irresponsabilidad, pues ¡bendito sea!, si sus “mensajes y profecías” son el fruto de dones sobrenaturales auténticos tengo derecho de reclamar que me los presenten, y a toda la iglesia, y a todo el mundo, como inspirados, iguales en autoridad y poder a los mensajes y profecías de los apóstoles.

-¿Habla el Espíritu Santo a través de los tantísimos “siervos de Dios” que reclaman “inspiración sobrenatural”? ¿Son inferiores los mensajes de los tales a los del apóstol Pablo? ¿Por qué? ¿Ameritan ser incluidos en una nueva versión del Nuevo Testamento? Si, o no. ¿Por qué?

(c)  Tercera inferencia. La continuidad de los dones sobrenaturales hasta la Segunda Venida de Cristo significaría que el Nuevo Testamento no quedara completo y sellado para siempre con la revelación de las visiones de Apocalipsis.

-¿Completa Apocalipsis el Nuevo Testamento, o no?

(d)  Cuarta inferencia. Significaría que el Espíritu Santo quedara corto en el cumplimiento de su encomienda de guiar a los apóstoles a “toda la verdad” (Juan 16:13), recibiendo los apóstoles solo una parte de la verdad, revelándose verdades adicionales a través de los siglos siguiente hasta el fin del mundo.

¿Recibieron los apóstoles del siglo I “toda la verdad”?

¿Figura entre “las revelaciones adicionales” la de “la perfecta dieta de frutas y vegetales para una super salud” que el renombrado profeta Yiye Ávila afirma haber recibido de Dios? Pese a su “perfecta dieta” “super salud”, el Sr. José Joaquín Yiye Ávila falleció el 28 de junio de 2013, teniendo 87 años de edad.

(e)  Quinta inferencia. Significaría que el Nuevo Testamento no ha sido ratificado aún ni será ratificado hasta el fin del mundo, pues “un pacto, aunque sea de hombre, una vez ratificado, nadie lo invalida, ni le añade” (Gálatas 3:15). Al continuar los dones sobrenaturales haciendo su función hasta el fin del mundo, habría que seguir añadiendo al Nuevo Testamento las nuevas revelaciones y profecías. Así pues, ¡no podría ser ratificado nunca hasta el fin del mundo!

¿Ha sido ratificado el Nuevo Testamento? ¿Cuándo?

Conclusiones.

Hasta el momento, mi apreciación personal es que estas cinco inferencias carecen de apoyo bíblico. Quizás ni siquiera cuenten con el respaldo de la gran mayoría de los proponentes de “dones para la actualidad y hasta el fin del mundo”. Quienes creen y defienden estas inferencias están en el deber de presentar a su favor textos bíblicos irrefutables y/o argumentos convincentes confeccionados según las reglas de la sana lógica.

La patente falsedad (a mi juicio) de estas cinco inferencias constituye una prueba fuertísima de que la revelación del conocimiento espiritual y de las profecías divinas no es un proceso progresivo realizado a través de toda la Era Cristiana hasta el fin del mundo.

A su vez, esta misma verdad significa que los dones sobrenaturales no continúan a través de toda la Era Cristiana hasta el fin del mundo.

Ya que tal es el caso, se desprende que “lo perfecto” no es, ni puede ser jamás, “el cielo paradisíaco para los cristianos”, pues los dones acaban “cuando venga lo perfecto”, acabándose o cesando antes de la aparición de aquel “cielo paradisíaco”.

(2)  Otra dificultad doctrinal gira en torno a la relación entre “lo perfecto” y “lo que es en parte” (1 Corintios 13:10). Sin duda, la sintaxis de 1 Corintios 13:8-13 indica que “lo perfecto” es el complemento de “lo que es en parte”. Complemento. (Del lat. complementum). m. Cosa, cualidad o circunstancia que se añade a otra para hacerla íntegra o perfecta. ||  2. Integridad, perfección, plenitud a que llega algo” (Diccionario de la Real Academia Española. Biblioteca de Consulta Microsoft® Encarta® 2003. © 1993-2002 Microsoft Corporation. Reservados todos los derechos). Debido a esta relación, una vez determinado el significado de “lo que es en parte” podremos identificar “lo perfecto”. ¿De acuerdo? Si discrepa, ¿por qué?

(a) ¿Qué es “lo que es en parte”? La respuesta nos la da el mismo Espíritu: es el conocimiento (la ciencia) espiritual que revelaba el Espíritu Santo a través del don sobrenatural de la “palabra de ciencia”. Además, las profecías. “En parte conocemos, y en parte profetizamos” (1 Corintios 13:9). El conocimiento espiritual impartido mediante el don de la “palabra de ciencia” existía solo “en parte” cuando Pablo escribió a los corintios. Asimismo, hasta aquella fecha se profetizaba “en parte”. Pero, a su debido tiempo, conforme a los designios de Dios, llegaría “lo perfecto”siendo “lo perfecto” el complemento de lo que era “en parte”. Siguiendo la definición del Diccionario de la Real Academia, y aplicándola, “lo perfecto” es la “cualidad” que hace íntegros o perfectos el conocimiento espiritual que había sido parcial y las profecías que eran incompletas“Lo perfecto” es, efectivamente, “la integridad, perfección, plenitud a que llega algo”, siendo el “algo”, en el caso de 1 Corintios 13:8-10, el conocimiento espiritual y las profecías. Por lo tanto, “lo perfecto” es la perfección o plenitud del conocimiento espiritual y de las profecías divinas, o sea, es la revelación perfecta de la voluntad completa de Dios. ¡Apuntémoslo como cierto, verificable, un hecho innegable! Esta revelación perfecta es sinónimo del Nuevo Pacto perfeccionado, es decir, del Nuevo Testamento totalmente revelado y ratificado.

¿Por qué no es “tan claro” todo esto? La relación de “lo perfecto” “lo que es en parte” es tan y tan obvia, impresionando por su sencillez y lógica.

La primera carta de Pablo a la iglesia en Corinto fue escrita cuarenta años, quizá hasta cuarenta y cuatro años, antes de completarse el Nuevo Testamento mediante las revelaciones de Apocalipsis en el año 95. “Según varios indicios del capítulo 16 de 1 Corintios, se estima que Pablo redactó esta carta durante su estadía en Éfeso, entre el año 52 y el año 56” (Nuevo Diccionario Ilustrado de la Biblia. Editorial Caribe. Página 216)¡Faltaban al menos cuarenta años más para acabar la revelación sobrenatural de todo conocimiento divino y toda profecía para la Era Cristiana! Verdaderamente, los cristianos del siglo I aún conocían “en parte” “en parte” profetizaban cuando el apóstol Pablo escribió 1 Corintios 13:8-13.

Vuelvo a preguntar: ¿por qué no es “tan claro” todo esto? El Sr. Humberto dice que para creerlo él “la Biblia tendría que decir en forma meridianamente clara: ‘los milagros van a terminar una vez que tengan toda la Biblia". Él sabe que esta terminología suya no se encuentra en la Biblia. Sin embargo, se encuentra la del Espíritu Santo, a saber, cesarán, acabarán las profecías, las lenguas y la palabra de ciencia “cuando venga lo perfecto”. De no ser “tan claro” a primera vista que “lo perfecto” es el complemento de “lo que es en parte”, y, por consiguiente, ha de ser el Nuevo Testamento perfeccionado, debería bastar para entenderlo un poco de razonar, un poco de reflexionar y escudriñar objetivamente.

¿No hemos de analizar racionalmente la revelación de Dios, formulando conclusiones correctas, aun irrefutables, basadas en lo revelado? Tanto en el mensaje de Cristo como en el de los apóstoles encontramos muchos ejemplos del silogismo, el clásico argumento compuesto de premisas y deducciones. Consideremos el que utilizó el propio Señor Jesucristo para refutar a los saduceos “los cuales niegan haber resurrección” (Lucas 20:27-40). Les dijo:

Primera premisa: Moisés enseñó la resurrección cuando “en el pasaje de la zarza… llama al Señor, Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob”.

Segunda premisa: “Dios no es Dios de muertos, sino de vivos, pues para él todos viven”.

Deducción necesaria, y, por lo tanto, irrefutable, teniendo el mismo peso de una doctrina expresamente declarada: “…los muertos han de resucitar”.

De tal manera impactó este silogismo de Cristo que “algunos de los escribas” dijeron: “…maestro, bien has dicho. Y no osaron preguntarle nada más”.

Está en tela de juicio cuánto derecho tenemos de condicionar nuestra aceptación de cualquier enseñanza en la “forma” de su presentación. “La Biblia tendría que decir en forma meridianamente clara.” ¿Ponerle condiciones a Dios? Sucede que lo que no es “meridianamente clara” para uno, lo puede ser para otro. Además, no todo en la Biblia es fácil o sencillo de entender. Referente a los escritos de Pablo, el apóstol Pedro observa lo siguiente: “…casi en todas sus epístolas, hablando en ellas de estas cosas; entre las cuales hay algunas difíciles de entender, las cuales los indoctos e inconstantes tuercen, como también las otras Escrituras, para su propia destrucción” (2 Pedro 3:16). ¿Acaso suceda esto mismo con 1 Corintios 13:8-13 y el tema de la cesación de los dones sobrenaturales?

El Espíritu Santo nos comunica algunos mandamientos con diáfana claridad. Por ejemplo: “…bautícese para perdón de los pecados” (Hechos 2:38). Meridianamente claro queda el propósito del bautismo bíblico según el Espíritu, a saber: el bautismo es “para perdón”. ¡Más claro no canta un gallo! Pero, ¿cuántos pastores, evangelistas o iglesias predican la inmersión en agua (el bautismo) como requisito “para perdón”? La realidad es que muy pocos. Para vergüenza suya. Si obvian o tuercen lo más claro, ¿qué no harán con las cosas “difíciles de entender”? Niegan que el bautismo sea “para perdón”. A las almas las pronuncian “salvas” antes del bautismo. ¡Ay de ellos! No hay peor ciego que el que está cegado por doctrinas y mandamientos de hombres, por los que invalidan “el mandamiento de Dios” (Mateo 15:5-9).

(b) ¿Hasta cuándo conocen los cristianos solo en parte y hasta cuándo profetizan solo en parte? ¿Hasta la Segunda Venida de Cristo, o hasta el fin del universo y del tiempo, o hasta la glorificación de los santos en el cielo? Una respuesta afirmativa a cualquiera de estas posiciones produce dilemas serios.

(1) Durante toda la Era Cristiana, ¿nunca llega la iglesia del Señor a tener todo el conocimiento de la voluntad divina? ¿Siempre conoce solo en parte? ¿Nunca recibe todas las profecías? ¿Siempre profetiza solo en parte?

(a) Al escribir el apóstol Pablo la frase “en parte conocemos”, ¿de qué conocimiento se trata? ¿Del conocimiento solo parcial o nebuloso de Dios mismo y sus lugares celestiales? ¿Del pobre conocimiento quizá bastante distorsionado de lo que es mayormente incomprensible para el ser humano? La grandeza de Dios, todos los atributos divinos, su existencia desde la eternidad y hasta la eternidad, las maravillas que él está preparando para sus hijos, etcétera? Certeramente, jamás en esta vida terrenal podremos tener el perfecto conocimiento de aquel mundo espiritual y todos sus habitantes. Pero, he aquí una consideración clave para este servidor: tal conocimiento no es el que Pablo enfoca sino el conocimiento espiritual que se obtenía mediante el don de la “palabra de ciencia”, y el conocimiento que impartía este don era el de la voluntad de Dios para su iglesia y la humanidad perdida, o sea, todo el conocimiento espiritual que se recoge en el Nuevo Testamento. ¿Me equivoco? Quienes discrepan favor de señalarme cualquier error de análisis o lógica.

Entender correctamente la naturaleza y función del don sobrenatural del conocimiento espiritual es de vital importancia para descifrar la enseñanza del Espíritu sobre la cesación de los dones. Volvemos a hacer hincapié en que se trata del don de la “palabra de ciencia” (1 Corintios 12:8), es decir, del conocimiento espiritual revelado milagrosamente. Interpretar la “ciencia” de 1 Corintios 13:8 como una referencia a las “ciencias naturales” (biología, geología, astronomía, etcétera) es cometer un error descabellado de exégesis. Se hace esta observación, ya que no faltan pastores o predicadores que señalan triunfalmente: “No se ha acabado todavía la biología, y, por tanto, ¡tampoco han cesado los dones!” No podemos menos que pensar que si fallan en puntos tan sencillos ¿cómo o por qué confiar en su capacidad para entender o exponer otros pasajes o temas bíblicos? Y si ni siquiera entienden lo que era el don sobrenatural de “palabra de ciencia”, y su función en la iglesia apostólica, con razón se cuestionan sus credenciales para estar disertando sobre la duración de los dones.

(b) ¿Cómo debemos entender “en parte profetizamos” (1 Corintios 13:9)?

(i) “Estamos revelando por profecía solo una parte de lo que va a pasar en el futuro, y los profetas de la iglesia que vienen detrás de nosotros van a seguir hasta la Segunda Venida de Cristo revelando solo una parte de lo que pasará. Al volver Cristo por Segunda Vez, las profecías se acabarán.” ¿Es esto el sentido de las palabras de Pablo?

(ii) ¿O es el sentido el siguiente? “En la actualidad (es decir, en el momento cuando Pablo escribía la carta a los corintios –entre el 52 y el 56 d. C.), estamos dando a conocer algunas de las profecías que Cristo tiene para su iglesia, y este proceso seguirá hasta que se las revele todas. Al tenerlas todas, esta circunstancia de tener solo una parte se acabará. Entonces, no habrá más revelaciones sobrenaturales por profecía ya que la iglesia habrá recibido todas, y, por consiguiente, también acabará el don de profecías, pues ya no hará falta.”

(2) Si se afirma que la iglesia nunca llega a tener todo el conocimiento de la voluntad de Dios para su pueblo, se inferiría necesariamente que el Espíritu Santo fallara en su encomienda de revelar a los apóstoles “toda la verdad” (Juan 16:13).

(a) Cierto o falso. El Espíritu Santo no reveló a los apóstoles “toda la verdad”. ________ Cierto o falso. El Espíritu Santo reveló a los apóstoles “toda la verdad”. ______

(b) Cierto o falso. El Espíritu Santo sigue revelando verdades divinas a sus siervos a través del don de la “palabra de ciencia” y el don de profecías, pero nunca llegará a revelar “toda la verdad” a la iglesia. _______

(c) Cierto o falso. “Toda la verdad” es sinónima del perfecto conocimiento de la “buena voluntad de Dios, agradable y perfecta” (Romanos 12:2). ________ “Toda la verdad” es sinónima de “la perfecta ley, la de la libertad” (Santiago 1:25), la cual ley es el Nuevo Testamento de Cristo. _______

c) Todas estas consideraciones nos llevan a la conclusión de que “lo perfecto” es el complemento de “lo que es en parte”.

(1) Esta conclusión también la fortalece la definición del artículo determinado “lo” anotada en el Número 2: “Su principal oficio es unirse a los adjetivos para designar el conjunto de cosas a que son aplicables”“Perfecto” es adjetivo, uniéndose “lo” al adjetivo “perfecto” ¡precisamente “para designar el conjunto de cosas” que componen las profecías y el conocimiento! En definitiva, designa un “conjunto de cosas”, y no a una persona.

(2) De cierto, Cristo mismo no es “en parte”, ni es “en parte” el cielo prometido a los cristianos. En cambio, aquel conjunto de cosas compuestas de profecías y conocimientos era “en parte”, evolucionándose mediante profecías y conocimientos adicionales hasta convertirse en “lo perfecto”.

(3) ¿Quién es capaz de arrebatar estas conclusiones?

4. ¿Es “lo perfecto” la revelación perfecta de todo el conocimiento espiritual y de todas las profecías que componen el Nuevo Testamento?

a)  En la actualidad, ¿existe algo en el planeta Tierra que merezca el adjetivo “perfecto”?

b) ¿Es la Biblia un libro “perfecto”?

c) ¿Es el Nuevo Testamento un pacto espiritual “perfecto”?

d) Cierto o falso. En la tierra Dios no tiene ninguna cosa “perfecta”.

e) Cierto o falso. Lo único “perfecto” es Cristo; el Nuevo Testamento no es perfecto.

 

Tres comparaciones hechas por el Espíritu Santo para echar luz

sobre la profecía en torno a la cesación de los dones sobrenaturales

A. De niño a adulto. “Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; mas cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño” (1 Corintios 13:11).

1. “Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño…”.

a) La nueva criatura que nace del agua y del Espíritu (Juan 3:1-7; 2 Corintios 5:17), ¿alcanza al instante la madurez espiritual o pasa por una etapa de niñez? “Desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación” (1 Pedro 2:2).

b) En el día de Pentecostés, ¿apareció de repente la iglesia del Señor con todos los rasgos de iglesia completamente madura, dotada en aquel mismo día de su establecimiento de todo conocimiento espiritual y recibiendo toda profecía? ¿O comenzó la iglesia con poco conocimiento espiritual, adquiriendo más, y cada vez más, conforme revelaba el Espíritu la verdad en cumplimiento de la misión que Cristo le asignó (Juan 16:13)?

(1) ¿Pasó la iglesia del siglo I por un período de niñez?

(2) Durante referido período, ¿era capaz la iglesia de recibir hasta el alimento espiritual más sólido, digiriéndolo todo enseguida sin problema? (Hebreos 5:11-14)

(3) En aquel estado, ¿entendía la iglesia enseguida y a cabalidad todas las enseñanzas y profecías que el Espíritu Santo iba impartiendo?

c) Algunas evidencias de cómo la iglesia hablaba, pensaba y juzgaba como niño durante la fase de su desarrollo, la que comenzó en Pentecostés:

(1) Hubo miembros que se identificaban como discípulos de importantes personajes de la iglesia, causando divisiones (1 Corintios 1:10-13). Pablo los cataloga como niños en Cristo” (1 Corintios 3:1-5).

(2) En Jerusalén, los ancianos dicen a Pablo: “Ya ves, hermano, cuántos millares de judíos hay que han creído”, añadiendo: “y todos son celosos por la ley” (Hechos 21:20). ¡Increíble inmadurez espiritual! “Todos son celosos por la ley.” Como si la Antigua Ley de Moisés no hubiese sido clavada en la cruz (Colosenses 2:14-16). Como si Dios no hubiese efectuado cambio de ley (Hebreos 7:12).

(3) En Corinto, la Cena del Señor una parte de la membresía la corrompió hasta el extremo de tenerla como una cena común y corriente donde comían para saciar el hambre, no faltando quien se emborrachara (1 Corintios 11:17-34).

(4) De nuevo en Corinto, el afán por los dones sobrenaturales, su mal uso y el desorden resultante descubren una mentalidad propia de niños, provocando a Pablo a insertar entre sus correcciones la siguiente exhortación: “Hermanos, no seáis niños en el modo de pensar, sino sed niños en la malicia, pero maduros en el modo de pensar (1 Corintios 14:20). En lo concerniente a los dones, es del todo claro que los corintios hablaban, pensaban y juzgaban como niños, como cristianos inmaduros, mal que aflige a infinidad de creyentes del presente.

2. “Mas cuando ya fui hombre…”.

a) ¿Cuándo llega la iglesia a ser madura? En términos generales, bien se sabe que un porcentaje sustancial de los discípulos del Señor crece muy poco, o nada, pero los sinceros y diligentes, ¿es factible que lleguen alguna vez al estado de “hombre” plenamente desarrollado? ¿Cuándo llega la iglesia, al menos sus administradores y demás miembros consagrados, a la adultez espiritual?

(1) ¿Nunca en esta vida terrenal?

(2) ¿Al aparecer Cristo en su Segunda Venida?

(3) ¿Después de la Segunda Venida, la tribulación, el Milenio, el poco de tiempo y el fin del mundo?

(4) Aquella iglesia de los tiempos apostólicos que nació en Pentecostés y comenzó a desarrollarse, ¿nunca adquirió todo el conocimiento espiritual necesario para hablar, pensar y juzgar con madurez y plena sabiduría celestial?

b) Con una claridad tan luminosa que despeja hasta sombras de dudas, el Espíritu Santo enseña que la iglesia puede y debe crecer hasta la madurez durante su existencia en esta tierra, claramente dando a entender que aun la iglesia del siglo I no se eximía de tan excelente y necesaria meta. “Hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfectoa la medida de la estatura de la plenitud de Cristo” (Efesios 4:13). ¿Imposible que llegara la iglesia a semejante estado de perfección antes de la Segunda Venida de Cristo? ¡De modo alguno! Podía llegar, y debía llegar, y esto se sabe por la razón que se plantea en el siguiente versículo, a saber: “…para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error” (Efesios 4:14). Así que, ¡de niño fluctuante a “varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo”! De niño fluctuante a varón maduro, estable, conocedor de la voluntad divina, inconmovible por su fe madura y recia convicción. Este mismo crecimiento es el que Cristo espera ver en su iglesia, en toda congregación. Crecimiento espiritual normal, aun acelerado por la importancia de madurar lo más pronto posible, a no ser que los vientos “de doctrina”, las estratagemas “de hombres” “las artimañas del error” acaben prematuramente con la preciosa obra de Dios. Crecimiento que no se puede postergar hasta la Segunda Venida de Cristo. Atrofiarse o estancarse, ¡no! Permanecer como niño, ¡no! ¿Tardar cualquier congregación del tiempo presente sesenta años, ochenta, cien años en madurar? ¿Con qué justificación? Debe crecer espiritualmente, llegando a “varón perfecto” dentro de un término razonable de tiempo.

c) Ahora bien, “fui hombre” es sinónimo de “lo perfecto”, ¿sí o no? Aplicado espiritualmente, “fui hombre” también es sinónimo de “varón perfecto”, o sea, iglesia que llega a “la medida de la estatura de la plenitud de Cristo”. ¿Cierto, o falso? Por consiguiente, las tres expresiones “lo perfecto”“varón perfecto” y “la estatura de la plenitud de Cristo” identifican el mismo estado, a saber, el de tener la iglesia “la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios”, estado hecho alcanzable mediante la revelación de todo conocimiento espiritual y toda profecía. ¿Es correcto este análisis? ¿Es evidente que las tres expresiones definen el mismo estado o condición de la iglesia?

3. “Dejé lo que era de niño.”

a) De hablar, pensar y juzgar como niño.

b) El conocimiento incompleto y el entendimiento embotado (2 Corintios 3:14) que son característicos de niños o adolescentes, es decir, de inmaduros.

c) La dependencia de niños, su inclinación y aun necesidad de apoyarse en lo visible, lo tangible, en lo que suple sus faltas.

d) Aplicado espiritualmente, entendemos que Pablo está diciendo, efectivamente: en el tiempo propicio cuando los cristianos lleguemos a “varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo”dejaremos los dones sobrenaturales, como soportes que nos hacían mucha falta durante nuestra niñez, pero ya adultos en Cristo podremos andar por fe, sostenidos por el pleno conocimiento de su voluntad. Ya no andaremos por vista. Es como dijera el apóstol Pablo a los corintios: “Amados, acabo de anunciarles por el Espíritu que los dones cesarán, se acabarán, y sin duda esta noticia será muy desconcertante para ustedes, pero quiero que sepan que es la voluntad de Dios. Ahora somos como niños, pero vamos a crecer hasta ser adultos en el Señor. Entonces, dejaremos lo que era de niño, incluso, por difícil que sea para ustedes comprenderlo, dejaremos los dones de profecías, conocimiento y lenguas, como también los demás dones sobrenaturales”.

B. La comparación con un espejo. “Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara” (1 Corintios 13:12).

Espejo. Superficie pulida, destinada a reflejar los objetos y el rostro (Is. 3:23; 2 Co. 3:18; Stg. 1:23). Los espejos de la antigüedad eran de metal fundido, de bronce y de otras aleaciones de cobre (Éx. 38:8; Jb. 37:18); redondos, ovalados o cuadrados, con un mango. Cuando se oxidaban, se volvían a pulimentar (Eclo. 12:11). Estos objetos no estaban a la par de los espejos modernos, quedando la imagen un tanto borrosa (1 Co. 13:12).” (Nuevo Diccionario Ilustrado de la Biblia. Caribe. CD ROM.)

Espejo. En la Biblia ya se mencionan espejos hechos de latón, y los antiguos egipcios, griegos y romanos empleaban habitualmente espejos de bronce. Los griegos y romanos también utilizaban plata pulida para producir reflexión. Los primeros espejos de vidrio rudimentarios comenzaron a fabricarse en Venecia alrededor de 1300.” (Biblioteca de Consulta Microsoft® Encarta® 2003. © 1993-2002 Microsoft Corporation. Reservados todos los derechos.)

1. “Ahora vemos por espejo, oscuramente.”

a) “Ahora”, es decir, a mediados del siglo I de la Era Cristiana, específicamente, el tiempo cuando el apóstol Pablo compuso el texto que estamos escudriñando, entre el 52 y el 56 d. C. ¿De acuerdo? “Ahora”, o sea, en aquel tiempo cuando el Espíritu Santo cumplía, a través de los dones, su encomienda de guiar a los apóstoles “a toda la verdad”“Ahora”, veintitrés años después de Pentecostés, y cuarenta y tres años antes de las visiones y profecías de Apocalipsis. “Hermanos en Corinto, ahora, en estos días nuestros, vemos por espejo.”

b) ¿Abarca “ahora” toda la Era Cristiana? ¿Cubre dos mil años, tres mil o más?

c) En la segunda década del siglo XXI, al leer nosotros el adverbio “ahora” en 1 Corintios 13:12, ¿tiene sentido aplicárnoslo como si no hubiesen transcurrido dos milenios de la Era Cristiana? “Ahora, en mi tiempo, en el año que sea, vemos por espejo, oscuramente.” ¡Todavía, después de dos mil años! ¿Todavía estamos viendo borroso tal cual Pablo allá en Éfeso en la década de los cincuenta del siglo I de esta Era?

2. ¿Qué cosa veían Pablo y los corintios “oscuramente”? El sujeto de “vemos” Pablo no lo apunta en el texto. “Ahora vemos…”. Hay que llenar el espacio con algún sujeto. ¿Qué es el sujeto –objeto, cosa, situación, asunto- del verbo “vemos”? El lector de la carta tiene que suplir el sujeto. ¿Por qué no lo apuntó Pablo, precaución que hubiera callado toda especulación? Sin duda, porque para él apóstol el contexto de sus palabras hacía sobradamente evidente el sujeto. Al intentar identificar el sujeto de “vemos” no debemos nosotros caer en la trampa interpretativa de obviar el contexto. Pues, ¿hacia qué sujeto señala el contexto?

a) El contexto general es el de los dones sobrenaturales, tema que introduce el apóstol en 1 Corintios 12:1, donde escribe “No quiero, hermanos, que ignoréis acerca de los dones espirituales”, ampliándolo y desmenuzándolo en los capítulos 12, 13 y 14. El contexto particular de “Ahora vemos por espejo, oscuramente” es el de la cesación de los dones. Por consiguiente, he aquí el asunto que veían oscuramente: ¡el de la cesación de los dones! ¿Qué tema trataba Pablo en 1 Corintios 13:8-13? La cesación de los dones, ¿correcto?

Para entenderlo y apreciarlo quizá mejor, ampliemos lo que dice Pablo por el Espíritu con esa concisión y precisión tan admirable característica de la palabra inspirada. Ampliación: “Hermanos, acabo de anunciarles que cesarán los dones, los que anhelan ustedes, procurándolos con tanto afán. ¿Se sorprenden sobremanera? ¿Les perturba y confunde esta revelación del Espíritu? ¿Se sienten alarmados y consternados? ¿No entienden por qué han de cesar? ¿Se están preguntando qué harán sin ellos? ¿Qué cómo podrán llevar a cabo la obra de Dios y mantener a la iglesia sin ellos? Pues, este asunto de la cesación de los dones lo vemos ahora oscuramente, como en un espejo, pero cuando suceda, cuando Dios haya cumplido su propósito mediante los dones, quitándolos, entonces veremos todo claramente, cara a cara, de frente, perfectamente. No sé exactamente cuándo cesarán. El Espíritu no me lo ha revelado en el momento. Aún no me pone Dios al tanto de todos los detalles. Pero la iglesia entenderá perfectamente todo esto cuando acontezca y cuando haya más luz del cielo.” Dado el contexto, ¿no es este el sentido de lo que Pablo escribió?

¿Cómo sabía Pablo que cesarían los dones espirituales? Por revelación divina, ¡claro! Posiblemente, se quedara él mismo atónito por esta revelación. Y, ¿los corintios al leerla? Pues, ¡boquiabiertos! Aquellos que no contaban con todo el Nuevo Testamento escrito tal cual lo tenemos nosotros, su visión era borrosa. La ventaja es nuestra, ya que disponiendo de “lo perfecto”, es decir, de todo el conocimiento espiritual, el Nuevo Testamento perfecto, y orientados por la perspectiva que nos proporcionan dos milenios de la Era Cristiana, se supone que veamos con diáfana claridad el propósito de Dios en los dones, para qué sirvieron y por qué él los hizo cesar.

b)  En el espacio donde hay que suplir el sujeto de “vemos”, algunos expositores apuntan “el cielo” o “Dios y su mundo”. “Ahora vemos el cielo por espejo, oscuramente.” “Ahora vemos a Dios, Cristo, sus designios y su mundo por espejo, oscuramente.” Para el estudiante poco perceptivo, estas interpretaciones quizá suenen completamente lógicas, pues es muy cierto que en esta vida siempre vemos oscuramente a Dios, el cielo y hasta el infierno. Pero, el analista más perspicaz se percata de que tales expositores salen totalmente fuera del contexto en busca del sujeto. De hecho, se equivocan gravemente, desorientando también a sus discípulos, pues ni el tema ni el contexto de 1 Corintios 13:8-13 es “el cielo” o “Dios y su mundo”, sino…

…los dones espirituales…

…la revelación solo parcial (“en parte”) en aquel entonces de la ciencia divina y las profecías…

…y, en particular, el anuncio portentoso de la cesación de los dones del Espíritu.

C. Tercera comparación. Como fui conocido. “Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido” (1 Corintios 13:12).

1. El contexto es el mismo, y también el sentido de esta tercera comparación. Ampliación: “Este asunto de la cesación de los dones espirituales lo conozco en parte; es más, hasta la fecha (mediados del siglo I) conocemos solo en parte la verdad que nos prometió Cristo al decir: ‘él os guiará a toda la verdad`. Pero cuando los dones cesen y llegue lo perfecto, entonces el pueblo de Dios conocerá plenamente el por qué de esta decisión, la que es parte del plan de Dios”.

2. “Entonces”: no cuando venga Cristo o cuando lleguemos al cielo, sino cuando suceda lo que proyecta Pablo por el Espíritu, a saber, cuando cesen los dones espirituales. “Conoceré como fui conocido”, es decir, conocerá a plenitud, plenamente, perfectamente, cabalmente, no habiendo lagunas en el entendimiento, no permaneciendo oculto ningún aspecto o ninguna faceta del plan de Dios para su iglesia.

Cosas que cesan

Cosas que permanecen

“Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor” (1 Corintios 13:13).

A. El contraste entre cosas que iban a cesar y otras que permanecerían es notable y muy aleccionador, esclareciendo aún más el tema de la cesación de los dones espirituales.

1. “Las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará (1 Corintios 13:8).

2. En cambio, permanecen la fe, la esperanza y el amor”.

¿Qué estudiante serio de las Sagradas Escrituras pasa por desapercibido tan fuerte contraste o hace caso omiso de su importancia?

B. “El amor nunca deja de ser” (1 Corintios 13:8), pero ¡la fe y la esperanza sí dejan de ser! ¿Cuándo? Cuando lo que aguardamos por fe, como también lo que esperamos, se haga realidad. “Pero la esperanza que se ve, no es esperanza; porque lo que alguno ve, ¿a qué esperarlo?” (Romanos 8:24). Al regresar el Señor en gloria y triunfo, tanto la fe como la esperanza serán absorbidas en realidad. Por lo tanto, la fe y la esperanza permanecen hasta la Segunda Venida de Cristo, y no después.

Ahora bien, la fe y la esperanza permanecen sí después de la cesación de los dones espirituales, ¿cierto? Ya que eso es así, una deducción lógica salta de inmediato a la vista: ¡los dones cesan antes de la Segunda Venida de Cristo! ¿Dejan de ser la fe y la esperanza al venir Cristo? ¡Claro que sí! Pero los dones cesan antes de cesar la fe y la esperanza. Por lo tanto, los dones cesan antes de venir Cristo. ¿Quién es capaz de arrebatar esta conclusión?

Razonemos un poco más. De permanecer los dones hasta la Segunda Venida, el texto tendría que leer: “Y ahora permanecen la fe, la esperanza, el amor y los dones, estos cuatro, pero el mayor de ellos es el amor”. Si los cuatro permanecen hasta la Segunda Venida de Cristo, ¿con qué razón o lógica introducir el contraste entre cosas que cesan y cosas que permanecen? Es más: si los dones sobrenaturales permanecen hasta la Segunda Venida de Cristo ¿por qué anunciar a la iglesia su cesación? En tal caso, su cesación no afectaría en nada a la iglesia. Pero, si no siguen hasta la Segunda Venida, el anuncio, o la profecía, de su cesación sería una noticia de gran envergadura para la joven iglesia del siglo I de la Era Cristiana. ¡Y lo fue!

Conclusión

Si bien el anuncio de la cesación de los dones espirituales fue impactante para la iglesia en Corinto, y, por ende, para toda la joven iglesia de aquel tiempo (mediados del siglo I de la Era Cristiana), revoluciona aún mucho más a los pentecostales y carismáticos del presente quienes aseguran tenerlos. En perfecto cumplimiento de la profecía de Pablo, a su debido tiempo llegó “lo perfecto”, haciendo posible que la iglesia llegara a “varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo”. Hasta el día de hoy, toda congregación fiel a la “sana doctrina”, “a la perfecta ley, la de la libertad”, cuenta con los medios para alcanzar la meta de “varón perfecto”. De ahí, es tan lamentable el afán de muchos por los “dones” que cesaron ya hace mucho. Todo este tema lo ven “oscuramente”. Su conocimiento “en parte”, mezclado con doctrinas de hombres tales como William J. Seymour, los envuelve en la ilusión de tener los dones verdaderos del Espíritu Santo. Examinados imparcialmente sus “dones”, pronto se descubre su falsedad.

Una vez comprobado que llegó “lo perfecto”, cesando los dones, cuando el Espíritu Santo cumplió perfectamente su misión de guiar a los apóstoles “a toda la verdad”, grandiosa obra concluida antes de la muerte del último apóstol, quedan desacreditados todos los “profetas, soñadores, pastores, evangelistas y apóstoles” del presente que reclaman poseer poderes sobrenaturales. Personalmente, no los creo ni los sigo. Ya el Espíritu me ha dado “lo perfecto”. ¿Qué más pueden añadir ellos?

A esta revelación (posiblemente la primera) sobre la cesación de los dones espirituales el Espíritu Santo añadió más en los años subsiguientes al tiempo cuando Pablo escribió a los corintios. Si le place a Dios concedernos tiempo y salud analizaremos textos tales como Efesios 4:7-16, Judas 3, Hebreos 2:1-4, Marcos 16:17-20 y Hechos 8:14-25.

Dios bendiga a todo lector, a toda lectora, de este estudio, orando que cada uno reciba abundantes bendiciones del trono de Dios para su andar por esta vida hacia la eternidad.

Su humilde servidor en Cristo, Homero Shappley de Álamo


 

¿Qué es “lo perfecto” de 1 Corintios 13:10? Documento investigativo. Estudio del griego en interlineares griego-español-inglés y de traducciones. Enfoque sobre el contexto temporal del pasaje y su relación al proceso de la revelación de “toda la verdad” que el Espíritu Santo debía comunicar a los apóstoles del siglo I. Documento equivalente a treinta páginas tamaño carta.

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