Darwin en el estrado

Por Phillip E. Johnson

Capítulo Tres

Mutaciones grandes y pequeñas

Parte 1

Saltacionismo, guadualismo,
y el enigma del OJO

Ejemplos de mutaciones en los ojos del ser humano. Obsérvese atentamente las distintas coloraciones en los pares de ojos, habiendo variaciones aun entre el ojo izquierdo y el derecho de la misma persona.

Ejemplos de mutaciones en los ojos del ser humano. Obsérvese atentamente las distintas coloraciones en los pares de ojos, habiendo variaciones aun entre el ojo izquierdo y el derecho de la misma persona.

 

La “Evolución” es un concepto lo suficientemente abarcador como para incluir cualquiera alternativa a la creación instantánea, y, así pues, no es de sorprenderse que pensadores hayan especulado, desde tiempos remotos, acerca de la evolución. La contribución especial de Charles Darwin fue describir un mecanismo plausible que no requiriese dirección divina, fuerzas vitales misteriosas o cualesquiera otras causas no en operación en la actualidad en el mundo. Particularmente, Darwin estaba muy deseoso de evitar la necesidad para “saltaciones” –saltos repentinos por medio de los cuales un nuevo organismo aparezca en una sola generación. La mayoría de los científicos opina que saltaciones (o macro mutaciones sistémicas, como se llaman frecuentemente hoy día) sean, teóricamente, imposibles, y no sin razones de peso. Las criaturas vivientes son ensamblajes extremadamente intricados de piezas interrelacionadas, y las propias piezas también son complejas. Resulta imposible imaginar cómo las piezas pudieran evolucionar al unísono a consecuencia de mutaciones casuales.

En una palabra (la palabra de Darwin), una saltación es equivalente a un milagro. El saltacionismo es, en su forma extrema, virtualmente indistinguible de creación especial. Suponiendo que se rompiera el cascarón del huevo de una culebra y saliera un ratón, podíamos clasificar el evento, con igual razón, como un ejemplo de evolución o de creación. Aun la aparición repentina de un solo órgano complejo, tal como un ojo o un ala, implicaría intervención sobrenatural. Darwin rechazó enfáticamente cualquier teoría de evolución de semejante categoría, escribiendo a Charles Lyell:

“De estar yo convencido de que se requieran tales adiciones a la teoría de selección natural, la rechazaría como basura… No daría ningún valor a la teoría de la selección natural si esta requiriera adiciones milagrosas para cualquier etapa de descendencia.”

El propósito de Darwin era hacer para la biología lo que Lyell había hecho por la geología, a saber: explicar grandes cambios en base de principios uniformes y naturales, significando esto la operación gradual a través de periodos largos de tiempo de fuerzas naturales conocidas que aún podemos observar en operación en el presente. Comprendió que el rasgo distintivo de su teoría fue su materialismo filosófico inflexible, lo cual lo hizo verdaderamente científico en el sentido de que no invocaba fuerzas algunas de índole mística o sobrenatural inaccesibles a la investigación científica. A fin de formular una teoría netamente materialista Darwin debía poder explicar toda característica compleja o transformación mayor como el producto cumulativo de una gran cantidad de pasos chiquititos. Como lo expresó en sus propias palabras elocuentes:

 “La selección natural puede realizarse solo por medio de la preservación y acumulación de modificaciones infinitésimamente pequeñas heredadas, cada una útil al ser preservado, y si la geología moderna ha hecho desvanecer ideas tales como la excavación de un gran valle a consecuencia de una sola ola diluvial, asimismo la selección natural, con tal de ser un principio verdadero, hará desvanecer la creencia en la creación continua de seres orgánicos nuevos, o de cualquier modificación grande o repentino de su estructura.”

 
Pintura de Thomas Henry Husley (1825-1895). Biólogo ingles, con una concentración en anatomía comparativa.

Thomas Henry Huxley (1825-1895). Biólogo ingles. Concentración en anatomía
comparativa
.

T. H. Huxley protestó desde el principio contra este gradualismo dogmático, advirtiendo a Darwin en su famosa carta que “Usted se ha echado encima la carga de una dificultad innecesaria al adoptar natura nonfacit saltum tan incondicionalmente”. [Johnson sigue escribiendo] La “dificultad” no fue acaso innecesaria, dado el propósito de Darwin, pero sí lo suficientemente real. A largo plazo, el problema más grande era el del record de los fósiles, el que no proveyó evidencia para la existencia de las tantas formas transicionales requeridas por la teoría de Darwin. Darwin hizo la respuesta obvia, arguyendo que faltaba la evidencia porque el record de los fósiles era incompleto. En aquel tiempo [cuando Darwin escribió estas palabras a mediados del Siglo XIX] esta fue una posibilidad razonable, a salvo, convenientemente, de ser echada por tierra; volveremos sobre ella en el próximo capítulo.

La dificultad más apremiante era teorética. Muchos órganos requieren una combinación intricada de piezas complejas para poder ejercer sus funciones. El ojo y el ala son las ilustraciones más comunes, pero dar la impresión que el uno o el otro fuera un caso especial sería representar erróneamente la realidad; los cuerpos tanto de humanos como de animales están atestados, literalmente, de maravillas parecidas. ¿Cómo es posible que tales cosas sean confeccionadas por medio de “variaciones

 

Fotografía de Stephen Jay Gould (1941-2002) Paleontólogo americano, biólogo evolucionista e historiador de ciencia, ilustración para Darwin en el estrado.

Stephen Jay Gould (1941-2002)
Paleontólogo americano,
biólogo evolucionista e
historiador
de ciencia.

Stephen Jay Gould se hizo a sí mismo “la pregunta excelente: ¿De qué sirve el 5% de un ojo?”, especulando que las primeras partes [producto de la evolución, conforme al contexto] de un ojo pudieran haber sido útiles para algo que no fuera la vista. Richard Dawkins respondió:

 

“Un animal de la antigüedad con 5% de un ojo bien pudiera haberlo usado para algo que no fuera visión, pero a mí me parece igualmente probable que lo usara para ver en un 5%. Y, en la actualidad, no pienso que sea una pregunta excelente. La visión en un 5% de la visión tan buena como la de usted o yo vale la pena tenerla comparada con no tener visión alguna. Asimismo, la visión en un 1% es mejor que la ceguera total. Y el 6% es mejor que el 5%, el 7% mejor que el 6%, y así, sucesivamente, subiendo la secuencia gradual y continua.”

 
Richard Dawkins (1941…) Etnólogo inglés y biólogo evolucionista

Richard Dawkins (1941…) Etnólogo inglés y biólogo evolucionista

La falacia del argumento es que “el 5% de un ojo” no es lo mismo que “el 5% de visión normal”. En primer lugar, para que un animal tenga visión útil, es necesario que muchas piezas complejas estén trabajando juntos. Aun es inútil un ojo completo a menos que pertenezca a una criatura con la capacidad mental y neural para hacer uso de la información de tal manera que contribuya a sobrevivir o reproducirse. Lo que tenemos que imaginar es una mutación casual que provea esta completa capacidad compleja en el mismo instante, a un nivel de utilidad suficiente como para dar a la criatura una ventaja en lo concerniente a producir descendencia.

Dawkins procedió a frasear de nuevo la respuesta de Darwin al enigma del ojo, señalando que existe una serie plausible de diseños oculares intermediarios entre animales vivientes de actualidad. Algunos animales de una sola célula tienen un área sensible a la luz con una mayita de pigmento detrás de ella, y en algunos animales de múltiples células una disposición similar [de materias oculares] se halla situada en una copa [de tejidos], lo cual provee una capacidad mejorada de poder determinar direcciones. El nautilus, existente desde tiempos remotos, tiene un ojo, tipo agujero de alfiler, carente de lente, en el pulpo se encuentra el lente, y así, sucesivamente. Sin embargo, no se considera que ninguno de estos ojos se haya evolucionado de cualquier de los otros porque tipos distintos de estructuras están envueltos en lugar de una serie de estructuras similares que se aumenten en complejidad.

 
Una fotografía del nautilus.

El nautilus

De haber experimentado el ojo cualquier evolución, evolucionaría muchas veces. Ernst Mayr escribe que el ojo debía de haber evolucionado, independientemente, al menos cuarenta veces, una circunstancia que le hace pensar que “un órgano altamente complicado puede evolucionar repetida y convergentemente cuando ventajoso, siempre y cuando tal evolución sea probable en primer lugar. Pero, en tal caso, ¿por qué nunca evolucionaron a formas más avanzadas las muchas formas primitivas de ojos aún existentes en la actualidad? Dawkins confiesa estar desconcertado por el nautilus, el cual, durante sus cientos de millones de existencia, no ha evolucionado nunca un lente para su ojo, pese a tener una retina que “prácticamente está pidiendo a gritos este simple cambio particular”.*

*Antes de dejar este tema del ojo, debo añadir que los darwinistas citan imperfecciones en el ojo como evidencia de que no fue diseñado por un creador omnisciente. Según Dawkins, las fotocélulas están “alambradas al revés”, y “ningún ingeniero de mente cuidadosamente ordenada” hubiese sido tan ineficiente.

Traducción por Homero D Shappley

 

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Ateos en el huerto del Edén

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