Capítulo Tres de
Análisis de las profecías y visiones
Los siete sellos
Preámbulo celestial a la abertura
de los Siete Sellos
Apocalipsis, los Capítulos 4 y 5
La visión de
los cuatro seres vivientes
y los veinticuatro ancianos
Los veinticuatro ancianos dicen:
“Nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes,
y reinaremos sobre la tierra.”
Apocalipsis 5:10
Analizadas las porciones relevantes de
Apocalipsis 4:1-11; 5:1-14; 7:9-17;
15:1-8; 19:4; 1:4-9 y 1 Pedro 2:4-9.
¿Quiénes pronuncian las palabras:
“Nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes,
y reinaremos sobre la tierra”?
Respuesta: son “los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos”.
“Y cuando hubo tomado el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero… y cantaban un cántico nuevo, diciendo… nos has hecho… reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra” (Apocalipsis 5:8-10).
¿Quiénes son los cuatro seres vivientes
y los veinticuatro ancianos?
La repuesta: ¡son seres humanos redimidos y glorificados!
Se identifican a sí mismos, al menos en parte, al exclamar, en su “nuevo cántico”:
“Porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación” (Apocalipsis 5:9).
O sea, son seres humanos redimidos. “Nos has redimido… de todo linaje y lengua y pueblo y nación.”
No son ángeles; tampoco alguna nueva creación de seres celestiales.
Los linajes, lenguas, pueblos y naciones pertenecen al planeta Tierra, y no a las regiones celestiales.
Con su “sangre” el Cordero redime a los seres humanos en la tierra que le obedecen. Por lo tanto, reiteramos: los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos son seres humanos redimidos.
Además, claramente, son identificados en Apocalipsis 4:4-11 y 7:9-17.
1. Una pista valiosa es la siguiente: los veinticuatro ancianos están “vestidos de ropas blancas” (Apocalipsis 4:4).
Observamos que también están “vestidos de ropas blancas” los “de todas naciones y tribus y pueblos y lenguas” que componen la “gran multitud” (Apocalipsis 7:9).
En adición, vemos que los “ejércitos celestiales” que acompañan a Cristo en su Segunda Venida están “vestidos de lino finísimo, blanco y limpio” (Apocalipsis 19:14).
Entonces, en el escenario conmovedor de la cena de las bodas del Cordero, se nos explica que el “lino fino, limpio y resplandeciente” de sus ropas blancas, “es las acciones justas de los santos”(Apocalipsis 19:8).
¿De quiénes las acciones justas? “DE LOS SANTOS.” Tratándose, inequívocamente, de seres humanos redimidos en la tierra por la sangre de Cristo, premiados, al perseverar fielmente al Señor hasta la muerte, con la vestimenta celestial de “ropas blancas”.
Así que, tanto los veinticuatro ancianos como los cuatro seres vivientes, la gran multitud y los ejércitos celestiales ¡todos son seres humanos redimidos en el planeta Tierra y glorificados ante el trono de Dios sobre el mar de vidrio!
2. Abundando aún más, uno de los veinticuatro ancianos se identifica a sí mismo al identificar claramente a los seres que integran la “gran multitud”.
Siempre tengamos presente que los veinticuatro ancianos y los cuatro seres vivientes ya se identificaron a sí mismos como entre los redimidos de la tierra y que también sus ropas blancas los identifican.
“Entonces uno de los ancianos habló, diciéndome: Estos que están vestidos de ropas blancas, ¿quiénes son, y de dónde han venido?” El apóstol Juan responde: “Señor, tú lo sabes”. Y el anciano le dice:
“Estos son los que han salido de la gran tribulación, y han lavado sus ropas, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero” (Apocalipsis 7:13-14).
El anciano que plantea a Juan la pregunta pertenece él mismo a estos que salieron de “la gran tribulación”; también los restantes veintitrés ancianos y los cuatro seres vivientes. Tanto los unos como los otros son, en realidad, los redimidos en la tierra que, sufriendo martirio, son elevados a tronos sobre el mar de vidrio, según Apocalipsis 20:4, evento a investigarse más adelante con detenimiento.
¿Quiénes son todos ellos? El anciano sabe quiénes son. Dice que ¡son los salvos en Cristo “que han salido de la gran tribulación”! Explicación y testimonio contundentes.
¿Qué “gran tribulación” es esta?
Al referirse el anciano a “la gran tribulación”, sin duda, el apóstol Juan no hubiese tenido necesidad alguna de pedir una explicación detallada, pues ya él mismo padecía, en carne viva, tribulación, sufriendo Juan juntamente con ellos.
“Yo Juan, vuestro hermano, y copartícipe vuestro en la TRIBULACIÓN, en el reino y en la paciencia de Jesucristo, estaba en la isla llamada Patmos, por causa de la palabra de Dios y el testimonio de Jesucristo” (Apocalipsis 1:9).
“Copartícipe” implica, certeramente, que también las iglesias de Asia padecían “tribulación”.
Además, los cristianos en Tesalónica recibieron “la palabra en medio de GRAN TRIBULACIÓN, con gozo del Espíritu Santo” (1 Tesalonicenses 1:6).
El propio apóstol Pablo sufría “tribulación”. “Bien hicisteis en participar conmigo en mi tribulación” (Filipenses 4:14), sufriendo martirio durante el reinado del infame emperador romano Nerón.
Así pues, ¡la “gran tribulación” para la iglesia comenzó en el primer siglo!
Duró, primero bajo los judíos y los romanos, luego bajo la iglesia apóstata y los gobiernos por ella engañados, hasta el fin de la Edad Media.
A la luz de los textos citados y los hechos históricos, ¿con qué razón o lógica se pauta la “gran tribulación” para el futuro después del presente (primera mitad del siglo XXI)? Quienes lo hacen obvian claros datos bíblicos e históricos.
Durante el “poco de tiempo” la iglesia ha de sufrir, de nuevo, mucha “tribulación” (Apocalipsis 6:11; 11:3-10; 20:7-10). Con todo, no perdamos de vista que la iglesia ya ha sufrido grandes y terribles tribulaciones a través de largos siglos, dando su vida por la fe no pocos cristianos.
A resumida cuenta, los cuatro seres vivientes, los veinticuatro ancianos y la gran multitud, todos son los seres humanos redimidos que salen “de la gran tribulación”, habiendo triunfado en Cristo “hasta la muerte”.
¿Por qué representarlos como “ANCIANOS”? Caracterización quizás cuestionada por algunas personas no ancianas.
En contextos espirituales, “anciano” implica madurez, sabiduría e inteligencia espirituales (Colosenses 1:9), resistencia inquebrantable, gran fuerza moral y espiritual, fidelidad constante, pruebas soportadas aun por largos años, abundantes obras y vivencias que evidencian compromiso, santidad, nobleza de carácter, sacrificio, etcétera.
“Ancianos” es uno de los términos bíblicos usados para identificar a varones cristianos nombrados para administrar una congregación de cristianos. Los evangelistas Pablo y Bernabé “constituyeron ancianos en cada iglesia” (Hechos 14:23; 1 Timoteo 3:1-7; Tito 1:5-10).
“Neófito” es el término contrario, como en la cláusula: “no un neófito” (1 Timoteo 3:6), figurando esta entre los veintiséis requisitos para ser “anciano”, sinónimo, bíblicamente, de “obispo” o “pastor” (Hechos 20:17 y 28).
La designación de “ancianos” para los veinticuatro seres ante el trono de Dios en el cielo obedece, lógicamente, a sus fuertes connotaciones espirituales elevadas. Ellos constituyen, efectivamente, la representación simbólica de redimidos por Cristo que fueron fieles hasta la muerte, y muerte por martirio. Espiritualmente maduros en grado sumo. Y en este contexto, “ancianos”. No siendo determinante para el significado del término en este contexto espiritual el número de los años de edad física vividos en el planeta Tierra.
¿Dónde se encuentran los cuatro seres vivientes
y los veinticuatro ancianos cuando pronuncian
las palabras “reinaremos sobre la tierra”?En el cielo, en la presencia de Dios y del Cordero.
“He aquí una puerta abierta en el cielo; y la primera voz que oí… dijo: Sube acá… y he aquí, un trono establecido en el cielo … Y alrededor del trono había veinticuatro tronos; y vi sentados en los tronos a veinticuatro ancianos … y junto al trono, y alrededor del trono cuatro seres vivientes … Y delante del trono había como un mar de vidrio semejante al cristal; y junto al trono, y alrededor del trono cuatro seres vivientes …” (Apocalipsis 4:1-6).
“Los veinticuatro ancianos se postran delante del que está sentado en el trono” (Apocalipsis 4:10).
“Oí la voz de muchos ángeles alrededor del trono, y de los seres vivientes, y de los ancianos” (Apocalipsis 5:11).
1. Así que, tanto los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos, como también la gran multitud, están en el cielo, “alrededor del trono” (Apocalipsis 4:4), sobre una superficie “como un mar de vidrio semejante al cristal” (Apocalipsis 4:6). Están “delante del trono y en la presencia del Cordero” (Apocalipsis 7:9). Encontrarse en el mismo lugar celestial no prueba que todos integren la misma especie de seres, pero no deja de ser un hecho que los coloca a todos allá, en el cielo, y no acá en la tierra.
2. En tan majestuoso y maravilloso escenario celestial, se unen a ellos “todos los ángeles”.
“Oí la voz de muchos ángeles alrededor del trono, y de los seres vivientes, y de los ancianos; y su número era millones de millones” (Apocalipsis 5:11).
“Y todos los ángeles estaban en pie alrededor del trono, y de los ancianos y de los cuatro seres vivientes” (Apocalipsis 7:11).
Los ángeles no están en la tierra. Pues, tampoco los cuatro seres vivientes ni los veinticuatro ancianos, ya que todos se encuentran en el mismo lugar.
¡Veinticuatro TRONOS en el cielo!
Estando en el cielo, ¿dónde se sientan los veinticuatro ancianos?
“Y alrededor del trono había veinticuatro tronos; y vi sentados en los tronos a veinticuatro ancianos…” (Apocalipsis 4:4)
Se sientan en “TRONOS”.
¿Dónde están los “tronos”? ¡En el CIELO, “alrededor del trono” de Dios!
Reiteramos una y otra vez, para énfasis: ¡no están en el planeta Tierra sino en el CIELO!
¡Veinticuatro CORONAS!
¿Qué tienen los veinticuatro ancianos en sus cabezas? ¡CORONAS! ¡Tienen CORONAS EN SUS CABEZAS! (Apocalipsis 4:4,10) ¿Y dónde están con sus coronas en sus cabezas? ¡En el CIELO, sobre TRONOS, alrededor del trono de Dios! Tienen coronas y tronos.
¿Cuándo reciben coronas y tronos?
En las visiones del apóstol Juan, al tomar el Cordero el “libro escrito por dentro y por fuera, sellado con siete sellos” (Apocalipsis 5:1-7), “los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postran delante” de él “diciendo… nos has hecho… reyes y sacerdotes” (Apocalipsis 5:8-10). ¿Cuándo fueron hechos “reyes y sacerdotes”? ¿Cuándo fueron coronados, recibiendo tronos?
Respuesta fundamentada en los siguientes textos y enseñanzas.
El apóstol Juan, saludando “a las siete iglesias que están en Asia” (Apocalipsis 1:4), ensalza al Señor, diciendo: “nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre” (Apocalipsis 1:5-6). “Nos hizo”; tiempo pasado, acción ya realizada.
El apóstol Pedro afirma, efectivamente, lo mismo al explicar que la iglesia en la tierra es “real sacerdocio” (1 Pedro 2:9). “Real”; de “realeza”, es decir, no solo sacerdotes sino también sacerdotes de la realeza, particularmente, de la realeza espiritual.
En su vida terrenal, todo cristiano verdadero es “sacerdote” de Dios “para ofrecer sacrificios espirituales” (1 Pedro 2:5), y, además, es “rey”.
Ahora bien, de la manera que los “sacrificios” son “espirituales”, también son “espirituales” la posición y los poderes de “rey” que todo cristiano verdadero posee.
En la tierra, el cristiano fiel es “rey” sobre su propia vida, conciencia, mente, alma y espíritu, ejerciendo dominio en las dimensiones sociales, morales y espirituales de su vida.
El rango de “rey” implica “vestimentas reales, cetro y corona”.
Desde luego, en este contexto la terminología es retórica, pues se trata de condiciones y circunstancias esencialmente espirituales.
También es preciso tener presente que, mientras esté el cristiano en cuerpo de carne y sangre, si reincide en el pecado ¡ya no sería “rey” ni “sacerdote” para Dios! Por cierto, el peligro de tal desenlace triste es real, dado que el cristiano puede sí, definitivamente, ¡desligarse de Cristo, cayendo de la gracia! (Gálatas 5:1-5; 2 Pedro 2:20-22)
En el cielo, ante el trono de Dios, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos que allí se encuentran ¡ya habían vencido hasta el fin, muriendo “en el Señor”! Consiguientemente, ¡son hechos “reyes y sacerdotes” permanentemente, recibiendo coronas y tronos reales en el CIELO!
“La segunda muerte no tiene potestad sobre éstos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años” (Apocalipsis 20:6).
Subrayamos: “serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán”, o sea, también serán reyes. “Serán”; tiempo futuro. ¿Cuándo lo “serán”? Guiado por los tiempos contextuales de Apocalipsis, cambio el verbo a “serían”, preguntando: ¿Cuándo serían reyes? O sea, ¿cuándo comenzarían a reinar?
Lógicamente, después de ser resucitados. Habiendo muerto en Cristo, naturalmente, debían resucitar para poder ser elevados al “mar de vidrio” en el cielo, donde reciben vestimentas blancas, tronos y coronas.
¿Cuándo resucitarían? Entiendo que, lógicamente, en la “primera resurrección”, de la que se trata en Apocalipsis 20:4-5.
Estando en la tierra, eran reyes y sacerdotes espirituales, condicionalmente, hasta morir en Cristo.
Muertos sus cuerpos físicos, son trasladados, ya como seres espirituales sin cuerpo físico (2 Corintios 5:1-8), al Paraíso, destino de todo aquel tenido por digno de vida eterna con Dios (Lucas 16:18-31; 23:43).
Entonces, en la hora determinado por Dios, son resucitados, recibiendo nuevos cuerpos transformados (Apocalipsis 20:4-6; 1 Corintios 15:35-58). Así, llegan a ser reyes y sacerdotes en el cielo.
¡Preparados para reinar!
Al recibir coronas y tronos, cuentan con la autoridad necesaria para reinar. Apocalipsis 4:4 representa a los veinticuatro ancianos sentados sobre veinticuatro tronos, con sus coronas en sus cabezas. Están preparados para reinar.
¿Iniciarían su reinado milenario sin antes haber sido constituidos “reyes y sacerdotes”, recibiendo tronos y coronas? ¡Negativo!
Debidamente reconocidos y comisionados, proclaman: “Reinaremos sobre la tierra” (Apocalipsis 5:10). De nuevo, subrayamos que están en el cielo cuando lo proclaman en la última línea de su “nuevo cántico” en honor al Cordero.
Fijémonos bien en que…
No cantan: “Volveremos al planeta Tierra y reinaremos, literalmente, sobre la tierra por mil años exactos”.
No cantan: “Reinaremos mil años en la tierra después de la Segunda Venida de Cristo”.
Ni cantan: “Trasladaremos nuestros tronos a la tierra para reinar allá sobre las naciones por mil años”.
Cantan, sí: “Reinaremos sobre la tierra”. ¿Cuándo?
Durante los “mil años” programados por Dios para antes del “poco de tiempo” y la Segunda Venida de su Hijo.
“Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar; y vi las almas de los decapitados por causa del testimonio de Jesús y por la palabra de Dios, los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, y que no recibieron la marca en sus frentes ni en sus manos; y vivieron y reinaron con Cristo mil años.” (Apocalipsis 20:4)
¿Tienen que retornar a la tierra para reinar?
¡Negativo! ¡De modo alguno!
Durante toda la Era Cristiana, ¿no reinan Dios y Cristo sobre la iglesia y las naciones desde sus tronos en el cielo?
¡Claro que desde allá es cómo reinan!
Pues, ¡otro tanto lo pueden hacer los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos! Y, de hecho, así es que reinan, pues reinan “con Cristo”.
Aclaración: reinan mil años desde el cielo, juntamente con Cristo, pero no “con vara de hierro”, pues la “vara de hierro” no es para el Milenio, tiempo pacífico para la iglesia cuando las naciones aseguran libertad religiosa, sino para el tiempo de la Segunda Venida de Cristo cuando el “Rey de reyes y Señor de señores”, apoyado por sus “ejércitos celestiales”, quebrantará y desmenuzará a las gentes incorregibles (Apocalipsis 19:11-21; 2:26-28; Salmo 2:7-9).
Para un comentario detallado sobre estos textos recomendamos el estudio Autoridad sobre las naciones. http://www.editoriallapaz.org/apocalipsis_autoridad_naciones.htm
Resumen conciso
Las escenas tan emocionantes que describen los capítulos cuatro, cinco y siete de Apocalipsis presentan a los santos redimidos de Cristo en la presencia de Dios. No están en la tierra. Ya triunfaron sobre la carne, muriendo en Cristo. Librados de sus cuerpos físicos, y, por ende, de “la gran tribulación”, se encuentran en el cielo. No volverán al planeta Tierra para tomar, de nuevo, sus cuerpos de carne y sangre.
¿Representan los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos
a los mártires resucitados?Las evidencias indican que sí, que los veinticuatro ancianos y los cuatro seres vivientes simbolizan, en el lenguaje retórico de las revelaciones apocalípticas, a los santos redimidos que fueron muertos a causa del evangelio, es decir, representan a los MÁRTIRES. Tengamos presente que aquellos seres son, tal y como se identifican a sí mismos, de entre los seres humanos redimidos.
Son ellos, en particular, los veinticuatro ancianos, los que tienen tronos y coronas. Observamos que los cuatro seres vivientes también están “junto al trono, y alrededor del trono” (Apocalipsis 4:6).
Tanto estos como aquellos son quienes pronuncian las palabras “reinaremos sobre la tierra”.
Referente a “reinar”, Apocalipsis 20:4 nos enseña que los mártires “vivieron y reinaron con Cristo mil años”. Las semejanzas de estos textos nos llevan a pensar que, repitiendo, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos son los mártires resucitados en la primera resurrección. A continuación, dos silogismos:
a) Los veinticuatro ancianos reciben tronos y coronas en el cielo, reinando desde allá.
b) Los mártires son resucitados, suben a la presencia de Dios y reinan mil años.
c) Deducción: los veinticuatro ancianos representan a los mártires.
Y, de nuevo:
a) Los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos son “reyes y sacerdotes” (Apocalipsis 5:10).
b) Los mártires son “sacerdotes” y “reinarán” (Apocalipsis 20:6).
c) Deducción: los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos representan a los mártires.
“Los cuatro seres vivientes”: ¡criaturas muy extrañas!
Al intentar visualizarlos literalmente, de acuerdo con los rasgos destacados en Apocalipsis 4:6-8, la imagen que resulta es de criaturas, pues, ¡sumamente extrañas!
A la verdad, no hace falta ni intentarlo por la razón de que ya sabemos que no se trata de una rara especie de seres fantásticos que solo exista en el cielo sino de ¡seres humanos redimidos que fueron muertos por el evangelio, luego son resucitados y suben a la presencia del Cordero de Dios, donde reciben honores y privilegios extraordinarios!
Informados de su verdadera identidad, razonamos que aquellos “rasgos extraños” los deberíamos interpretar simbólicamente. ¿Qué le parece la siguiente explicación breve?
1. “Llenos de ojos delante y detrás.”
“Y alrededor y por dentro estaban llenos de ojos” (Apocalipsis 4:6, 8).
Apunta el Señor: “La lámpara del cuerpo es el ojo; cuando tu ojo es bueno, también todo tu cuerpo está lleno de luz… no teniendo parte alguna de tinieblas, será todo luminoso” (Lucas 11:34-36).
Consiguientemente, lo de “llenos de ojos” significaría ¡mucha luz, esplendorosa luminosidad en todo el ser, cero tinieblas!
Asimismo, esta es la condición de los santos resucitados.
Escribe el apóstol Pablo:
“Para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él, alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos” (Efesios 1:17-18).
Aplicando tal alumbramiento intelectual-espiritual, “llenos de ojos” significaría: el perfecto entendimiento de los misterios de Dios y de “las riquezas de su gloria”.
“Delante y detrás…” Que contemplen, con amplio entendimiento, tanto el futuro como el pasado.
“Alrededor y por dentro…” Que miren, capten y entiendan todo lo que esté pasando en derredor suyo.
Que contemplen su propio ser interior, entendiendo su naturaleza y discerniendo sus pensamientos, intenciones, criterio, poder, etcétera.
¿No es esta justamente la condición admirable de los santos resucitados?
2. “El primer ser viviente era semejante a un león; el segundo era semejante a un becerro; el tercero tenía rostro como de hombre; y el cuarto era semejante a un águila volando” (Apocalipsis 4:7).
Es decir, cada uno de los cuatro representa a distintos atributos de los cristianos que permanecen fieles hasta la muerte, resistiendo, soportando, luchando, triunfando, aun sacrificando, de ser necesario, la vida misma sobre el altar del martirio.
O, quizás, a cuatro categorías de cristianos victoriosos hasta el fin, cada categoría manifestando en grado sumo el atributo que más la identifica, sin carecer de otros esenciales para vencer.
El valor y la fuerza del león
La humildad del becerro
La inteligencia de hombre
La majestad, velocidad y resistencia del águila volando.
3. “Tenían cada uno seis alas.”
No dos, ni cuatro ¡sino seis!
A lo mejor, ¡largas y blancas!
Para servir con presteza a Dios.
Como prendas elegantes que adornen su nuevo cuerpo espiritual e inmortal.
¡Ah! Y ¡para ser “iguales a los ángeles”!
“Porque no pueden ya más morir, pues son iguales a los ángeles, y son hijos de Dios, al ser hijos de la resurrección” (Lucas 20:36).
He aquí también el significado de “vivientes”: “¡no pueden ya más morir”! “La segunda muerte no tiene potestad sobre” ellos. ¡Son “seres vivientes”!
4. Estos “cuatro seres vivientes” están “junto al trono, y alrededor de Dios” (Apocalipsis 4:6).
O sea, aparecen solo “cuatro”; sin embargo, “junto… y alrededor” de la impresión de “muchos”.
Quizás acertemos al pensar que los cuatro representen a muchos seres humanos redimidos, resucitados y glorificados que estén juntos y alrededor del gran trono de Dios en el cielo.
Apocalipsis 15:1-8 corrobora y amplía.
La escena y las acciones del drama celestial que se realiza ante nuestros ojos en este texto armonizan, maravillosamente, con lo que ya presenciamos, corroborando nuestra interpretación.
1. Vemos “un mar de vidrio”, tal como en Apocalipsis 4:6, añadiéndose el detalle: “mezclado con fuego” (Apocalipsis 15:2).
2. Los seres que se presentan son “los que habían alcanzado la victoria sobre la bestia y su imagen, y su marca y el número de su nombre, en pie sobre el mar de vidrio” (Apocalipsis 15:2).
O sea, ¡son los mismos “que han salido de la gran tribulación, y han lavado sus ropas, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero”! (Apocalipsis 7:14).
Exactamente, los mismos, y ¡en el mismo lugar! Están en el cielo, en la presencia de Dios, “sobre el mar de vidrio”, con los ángeles, ¡participando desde allá en los juicios y el reinado del Cordero!
Fíjese en los detalles corroborantes:
“Y uno de los cuatro seres vivientes dio a los siete ángeles siete copas de oro, llenas de la ira de Dios, que vive por los siglos de los siglos. Y el templo se llenó de humo por la gloria de Dios, y por su poder” (Apocalipsis 15:7-8).
Estas “siete copas de la ira de Dios” (Apocalipsis 16:1) son “las siete plagas postreras” (Apocalipsis 15:1). “Postreras”, o sea, ¡últimas! Son las últimas “porque en ellas se” consuma “la ira de Dios” (Apocalipsis 15:1).
Ya está para consumarse “el misterio de Dios” (Apocalipsis 10:7), y allí en el cielo todavía se encuentran los cuatro seres vivientes, juntamente con los demás “que habían alcanzado victoria” (Apocalipsis 15:2).
¡No han bajado, de nuevo, al planeta Tierra!
¡No volvieron a resucitar en la tierra para reinar, en cuerpos de carne y sangre, mil años literales! ¡Siguen en el cielo!
La problemática de Apocalipsis 19:4
en algunas traducciones del libro de Apocalipsis“Y los veinticuatro ancianos y los cuatro seres vivientes se postraron en tierra y adoraron a Dios, que estaba sentado en el trono, y decían: ¡Amén! ¡Aleluya!” (La Reina Valera de 1960)
Esta versión (traducción) de Apocalipsis 19:4 de la Reina Valera, de 1960, coloca a los veinticuatro ancianos y los cuatro seres vivientes “en tierra”.
Sin embargo, la frase “en tierra” ¡no aparece en el griego original!
El vocablo griego para “tierra” en Apocalipsis 20:11 es “gh” (Se pronuncia “ga”), y la variación en Apocalipsis 21:1 es “ghn” (“gan”).
¡Este vocablo griego simplemente no se halla en Apocalipsis 19:4!
La Nueva Versión Internacional de la Sociedad Bíblica Internacional traduce Apocalipsis 19:4 como sigue:
“Entonces los veinticuatro ancianos y los cuatro seres vivientes se postraron y adoraron a Dios, que estaba sentado en el trono, y dijeron: ¡Amén, Aleluya!”
No se inserta “en tierra” en el texto, y con toda razón, pues no hay tal frase en el original.
Consultamos a la versión King James en inglés, comprobando, efectivamente, que el equivalente de “en tierra” (“on the earth”) no figura en la traducción.
El versículo completo en inglés lee: “And the four and twenty elders and the four beasts fell down and worshipped God that sat on the throne, saying, A-men; Alleluia”.
Al analizar el contexto de Apocalipsis 19:4, desde el 19:1 hasta el 19:10, observamos que “en tierra” no armoniza con la escena de esta visión particular.
Tal como en Apocalipsis 5:11 y el 7:9-17, asimismo en el 19:1-8, la gran multitud se encuentra “en el cielo”, donde también están los veinticuatro ancianos y los cuatro seres vivientes, conforme a Apocalipsis 4:4-10 y 5:1-10.
En los tres textos, aquellos seres redimidos y glorificados adoran a Dios en su trono.
No se postran en la tierra para adorar a Dios sentado en su trono en el cielo, sino que se postran en su presencia allá en el cielo.
“…se postraron y adoraron a Dios”, sin la añadidura de “en tierra”, es la traducción correctadel versículo 4 de Apocalipsis 19, entendiéndose por todas las circunstancias y el contexto de las palabras que se postraron en el cielo en presencia de Dios, y no en el planeta Tierra.
La errónea traducción inexcusable que añade “en tierra” se presta para justificar la popularísima fantasía de “mil años paradisíacos en la tierra, con Cristo sobre un trono literal en la ciudad terrenal de Jerusalén”. Para varios estudios al respecto: www.editoriallapaz.org/apocalipsis_Capitulo10.htm
Preguntas sobre este estudio para el autodidactismo y alumnos de escuelas o institutos de capacitación ministerial
Estimado estudioso de las Sagradas Escrituras, Apocalipsis es "alimento sólido" (Hebreos 5:13-14); también este Análisis de las profecías y visiones del libro. Digerirlo todo requiere mucho tiempo, paciencia y gran concentración. Nuestra oración al Señor es que encuentre usted edificante este análisis. Gustosamente, recibiremos sus observaciones, evaluaciones, sugerencias, inquietudes o correcciones, siempre y cuando respiren objetividad y sean respaldadas por textos bíblicos, argumentos lógicos o información histórica fidedigna.
Orientaciones del autor
Más importante aún que el estudio de "Apocalipsis" es el de la "sana doctrina" fundamental revelada en su totalidad por el Espíritu Santo (Juan 16:13).
"Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren" (1 Timoteo 4:16).
"Cualquier que se extravía, y no persevera en la doctrina de Cristo, no tiene a Dios; el que persevera en la doctrina de Cristo, ése sí tiene al Padre y al Hijo" (2 Juan 9).
Una anomalía curiosa y preocupante de nuestra época es el afán que manifiestan muchos creyentes, incluso predicadores, evangelistas y pastores, por Apocalipsis y otros textos proféticos, sin haber aprendido ellos siquiera "los rudimentos de la doctrina de Cristo" (Hebreos 6:1). Por ejemplo, que el bautismo bíblico es por inmersión y "para perdón de los pecados" (Hechos 2:38; 8:34-40).
"Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre... Y entonces los declararé: Nunca os conocí..." (Mateo 7:22-23).
¿Y por qué "nunca"?
Obviamente, porque jamás llegaron a creer y bautizarse como ordena Cristo en la Gran Comisión, diciendo: "El que creyere y fuere bautizado, será salvo..." (Marcos 16:15-16).
Estimado estudioso de las Sagradas Escrituras, respetuosamente le animamos a escudriñar no solo "Apocalipsis" sino a estudiar detenidamente las Doctrinas fundamentales del evangelio"
Preguntas sobre este estudio para clases bíblicas o autodidactismo.
LISTA del contenido completo del Capítulo Tres
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