Capítulo Ocho del Análisis
“La gran ramera... gran ciudad”
Escandaloso drama convulsionado de una poderosa mujer inmoral, avara,
perseguidora, increíblemente cruel y hasta sangrienta, la que también pretende
gobernar al mundo entero y ser adorada por todos los seres humanos.
Capítulos 17 y 18 de Apocalipsis
Acto 1
“La gran ramera” es “la gran ciudad”.
Escena 1
Su manifestación como “la gran ciudad”
Escenario 1
El “SENTIDO ESPIRITUAL”
de “la gran ciudad”
La gran ramera
Pintura, estilo mural,
por Joe Maniscalco.
Derechos reservados
“Vestida de púrpura y escarlata, y adornada de oro, de piedras preciosas y de perlas”, tiene “en la mano un cáliz de oro”. Está “sentada sobre una bestia escarlata”.
“Está sentada sobre muchas aguas”, las que el pintor representa en la pintura como dos grandes olas. Estas “aguas… son pueblos, muchedumbres, naciones y lenguas”.
En la porción izquierda del mural, los picos simbolizan los “siete montes, sobre los cuales se sienta la mujer”.
A la derecha, superior, viene Cristo, el jinete del caballo blanco, en juicio sobre “la gran ramera”, vengando “la sangre de sus siervos de la mano de ella” (Apocalipsis 19:1-2).
A la derecha, inferior, quitada su disfraz y enjuiciada, ella es consignada al “lago de fuego que arde con azufre”.
PDF de este estudio
Diapositiva. “La gran ramera… Babilonia la grande,
la madre de las rameras y de las abominaciones de la tierra.
http://www.editoriallapaz.org/apocalipsis_ilust_cap8_introduccion.htm
I. Introducción.
A. En las visiones audiovisuales dadas al apóstol Juan en la isla de Patmos, “la gran ramera” aparece por primera vez en las escenas de Apocalipsis 17.
B. Tenemos a bien ofrecer el siguiente “Bosquejo, por tema, de los textos en Apocalipsis relevantes a la gran ramera”:
1. Rasgos y acciones de “la gran ramera”. Apocalipsis 17:1-6, 9, 15-17.
2. Revelado “el misterio… de la bestia que la trae, la cual tiene las siete cabezas y los diez cuernos”. Apocalipsis 17:8-17.
3. Identidad de “los diez cuernos”, y sus acciones contra “la gran ramera”. Apocalipsis 17:12-17.
4. “El misterio de la mujer” revelado. Apocalipsis 17:7 y 18. “Le diré el misterio de la mujer… Y la mujer que has visto es la gran ciudad que reina sobre los reyes de la tierra.” Esta identificación se añade a los rasgos y acciones abarcados en la partida “B-1” arriba.
5. Revelaciones sobre “la gran ciudad”. Apocalipsis 18:1-24; 19:1-5. Encontramos, en Apocalipsis, referencias a “la gran ciudad” anteriores a este pasaje principal, a saber: Apocalipsis 14:8; 16:19 y posiblemente el 11:13.
La gran ramera de Apocalipsis sostiene en sus manos un cáliz lleno de abominaciones, entre las cuales se cuentan sus fornicaciones
con los reyes de la tierra, o sea, con poderes políticos-seculares.
Ella es presentada como ebria de la sangre de los santos, porque persigue despiadadamente a los que llama "herejes", habiendo dado muerto a millones.
II. A continuación, presentamos un “Resumen de datos claves” sobre “la gran ramera”, los que son divulgados en el mismo texto inspirado del libro de Apocalipsis.
A. Ha sido pronunciada una “sentencia” divina “contra la gran ramera” (Apocalipsis 17:1).
B. Ella “…está sentada sobre muchas aguas” (Apocalipsis 17:1, 15).
C. Con ella “han fornicado los reyes de la tierra” (Apocalipsis 17:2).
D. “Los moradores de la tierra se han embriagado con el vino de su fornicación” (Apocalipsis 17:2).
E. Está “sentada sobre una bestia escarlata… que tenía siete cabezas y diez cuernos” (Apocalipsis 17:3).
F. Está “vestida de púrpura y escarlata, y adornada de oro, de piedras preciosas y de perlas” (Apocalipsis 17:4).
G. “Tenía en la mano un cáliz de oro lleno de abominaciones y de la inmundicia de su fornicación” (Apocalipsis 17:4).
H. “En su frente un nombre escrito, un misterio: Babilonia la grande, la madre de las rameras” (Apocalipsis 17:5).
I. Está “ebria de la sangre de los santos” (Apocalipsis 17:6).
J. Ella es “la gran ciudad que reina sobre los reyes de la tierra” (Apocalipsis 17:18).
III. ¿Quién es la “gran ramera”? Entre las distintas opiniones sobre su identidad apuntamos las siguientes:
A. Que la “gran ramera” es la ciudad física de Roma, en la península de Italia, capital del Imperio Romano en el occidente.
B. Que ella es el Vaticano, sede física de la Iglesia Católica Romana.
C. Que ella es la propia Iglesia Católica Romana, particularmente, su jerarquía eclesiástica.
Diapositiva disponible en… www.editoriallapaz.org/apocalipsis_8_gran_ciudad2.htm
“La gran ramera” es, “…en sentido espiritual”, “…la gran ciudad” de la Roma pagana. Además, la Roma “cristiana”, la Roma pontificia bajo el dominio de la Iglesia Católica Romana, y también la Nueva Roma-Constantinopla vinculada a la Iglesia Ortodoxa Griega.
D. Nuestra tesis sobre la identidad de “la gran ramera” difiere un tanto de las tres explicaciones anteriores, mayormente en el contexto de lo que percibimos como manifestaciones suyas en tiempos previos a la Era Cristiana, como también en lo concerniente al significado y la aplicación de la distintiva metafórica “la gran ciudad”. Postulamos que ella es:
1. Para la Era Cristiana, principalmente “en sentido espiritual” (Apocalipsis 11:8).
a) “…la gran ciudad” de la Roma imperial pagana, en la península italiana, antes de la conversión del emperador Constantino en el año 312.
Esquema de la historia de “la gran ciudad” Roma-Constantinopla.
Sección 1. Años del 33 al 600 d. C.
Diapositiva en: http://www.editoriallapaz.org/apocalipsis_8_gran_ciudad2.htm
Sección 2. Años del 600 al 1200 d. C. Eventos, fechas y gráficas en la Línea del tiempo. Del 600 al 1200 d. C.
Diapositiva en: http://www.editoriallapaz.org/apocalipsis_8_ciudad_historia2.htm
b) Además, que ella es “la gran ciudad” de la “Roma cristiana apóstata”, en la península italiana, entre el tiempo cuando el cristianismo fue impuesto en la ciudad, durante la primera mitad del siglo IV, comenzando con la conversión de Constantino en el año 312, y hasta el año 751, cuando la ciudad dejó de pertenecer al Imperio Romano Oriental.
En el año 751, San Bonifacio coronó a Pepino el Breve “Patriciano de los romanos”.
En el año 756, este mismo Pepino el Breve otorgó al Papa jurisdicción secular sobre Roma y áreas adyacentes, así creándose los Estados Papales.
c) Que ella es la Nueva Roma-Constantinopla, en Bizancio, vinculada fuertemente con la Iglesia Ortodoxa Griega.
d) Y que ella es también la “Roma pontificia”, es decir, Roma, en Italia, bajo el dominio de los Papas católicos romanos.
Durante gran parte de la época comprendida entre los años 751 y 1527, los Papas católicos romanos gobernaban la Roma occidental. Sin embargo, en ocasiones líderes seculares-políticos tomaron las riendas de poder en aquella ciudad.
e) Resumiendo y englobando, ella es, conforme a nuestro análisis, la personificación figurada de los poderosos de Roma, durante las distintas etapas religiosas-espirituales de esta ciudad, y en sus dos distintas localidades, a saber: Roma, en la península italiana, y la Nueva Roma-Constantinopla, en Bizancio, a orillas del Bósforo.
Ella simboliza, metafóricamente, a los poderosos gobernantes, intelectuales y líderes religiosos practicantes de la abominable falsa religión engañosa, ya sea esta conforme al paganismo antiguo de Egipto, Babilonia, Grecia y el Imperio Romano, ya conforme al nuevo patrón del paganismo cristiano de la iglesia en plena apostasía.
2. Para los tiempos antes de la Era Cristiana:
Que ella es, en sentido universal,la personificación figurada de la religión engañosa, en todas sus manifestaciones, particularmente, mediante la de “diosa madre pagana”.
Este concepto está fundamentado en su aparición como “sentada sobre una bestia escarlata… que tenía siete cabezas y diez cuernos” (Apocalipsis 17:3), concepto que se desarrolla en una futura “Escena” de este Escandaloso drama.
3. ¡Tropos, y más tropos! “Gran ramera” es, desde luego, una metáfora, específicamente, la de “personificación”, pero no una personificación que se haga realidad en algún ser real, es decir, en alguna mujer prostituta de carne y sangre, sino en una que se proyecta simbólicamente.
Esta “gran ramera” así proyectada personifica a alguien o a alguna entidad. Pues bien, el ángel que dice al apóstol Juan “Yo te diré el misterio de la mujer” (Apocalipsis 17:7), le explica: “Y la mujer que has visto es la gran ciudad que reina sobre los reyes de la tierra”.
Es decir, ella personifica “la gran ciudad” de la visión.
Pero, una “ciudad” literal, compuesta de edificios gubernamentales, comerciales y residenciales, como también de escuelas, estadios, calles, parques, etcétera, NO REINA literalmente.
Por lo tanto, “la gran ciudad” también es una metáfora, en este caso, la de “prosopopeya”, tropo mediante el que se atribuyen “cualidades y acciones de seres animados” (las de “la gran ramera”) a “cosas inanimadas” (“la gran ciudad”).
¿Cómo, pues, reina “la gran ciudad”? Lógicamente, “reina” mediante seres humanos poderosos, los que, teniendo a “la gran ciudad” como capital, o sede, GOBIERNAN, bien sea política o espiritualmente, o de ambas formas.
Estos seres humanos poderosos, quienesquiera que sean, son realmente los que reinarían “sobre los reyes de la tierra”.
Aplicando la frase clave “en sentido espiritual” a estos seres humanos poderosos, postulamos que se trata principal, si bien no exclusivamente, de personas religiosas revestidas de poderes que los capacitaran para “reinar” de verdad.
Pronto veremos que entre estas personas figuran emperadores, césares, príncipes y reyes romanos, en sus roles “religiosos-espirituales”, como, además, otros poderosos religiosos, tanto del paganismo antes de la conversión del emperador Constantino al cristianismo como del cristianismo apóstata, incluso obispos, metropolitanos, Patriarcas y Papas”.
a) Según nuestra tesis, “la gran ramera” también “personifica” la religión engañosa en todas sus manifestaciones a través de la historia humana.
b) “Bestia escarlata”, “siete cabezas”, “diez cuernos”, “Babilonia la Grande, la madre de las rameras”, “montes” y “reyes” –todos son términos figurados. Así que, hallamos en las visiones de Apocalipsis tropos a granel, los que bien pudieran confundir de no ser discernidos y apreciados correctamente. Tengamos presente esta circunstancia en nuestro análisis del actual Escandaloso drama de la gran ramera, esforzándonos para entender cabalmente los tropos, los cuales están repletos, por cierto, de gran colorido y significado.
4. Ya que “Gran ramera” es una metáfora sumamente fuerte, implicando la más promiscua depravación degradante, conviene tomar todas las medidas posibles para evitar identificar incorrectamente a las personas o instituciones que ella simbolice. ¿A quién, a quiénes, o a qué entidad representa esta poderosa mujer flagrantemente corrupta?
Sería del todo imperdonable llamar “gran ramera” a algún individuo, o alguna agrupación de seres humanos, que no mereciera tal calificación. Así que, deberíamos tomar toda precaución para identificarla acertadamente en sus manifestaciones entre las gentes y las naciones de la tierra, tarea y meta que nos hemos asignado, no sin alguna trepidación.
IV. En este Escenario 1, del Acto 1, contemplamos a “la gran ramera” en su manifestación como “la gran ciudad”. “Y la mujer que has visto es la GRAN CIUDAD que reina sobre los reyes de la tierra” (Apocalipsis 17:18).
A. Ahora bien, esta es la única explicación que provee el ángel que dice al apóstol Juan: “¿Por qué te asombras? Yo te diré el misterio de la mujer…” Aquel ángel dedica no pocas oraciones a la explicación del “misterio… de la BESTIA”, específicamente, los versículos del 8 al 17 de Apocalipsis 17. Sin embargo, solo en el versículo 18 habla del “misterio de la MUJER”.
Efectivamente, Juan debía aguardar la intervención de “otro ángel” (Apocalipsis 18:1), las revelaciones de “otra voz del cielo” (Apocalipsis 18:4), los pronunciamientos de otro “ángel poderoso” (Apocalipsis 19:21) y las proclamaciones de “una gran voz de gran multitud en el cielo” (Apocalipsis 19:1), para tener más luz sobre el significado de “la gran ciudad”.
B. No obstante, revisando de nuevo las revelaciones dadas al apóstol Juan, encontramos que antes de las escenas y explicaciones de los capítulos 18 y 19 sobre “la gran ciudad”, esta misma “ciudad” había figurado en la conmovedora escena de los “dos testigos”. Evoquemos de nuevo referida escena, y en particular la parte donde se dijo: “Y sus cadáveres estarán en la plaza de la grande ciudad que en sentido espiritual se llama Sodoma y Egipto, donde también nuestro Señor fue crucificado” (Apocalipsis 11:8).
Vemos en esta escena que el Espíritu Santo da un “sentido espiritual” a “la grande ciudad”. “…en SENTIDO ESPIRITUAL”, aquella “grande ciudad… se llama Sodoma y Egipto, donde también nuestro Señor fue crucificado”. He aquí, verdadera luz importante para la conceptualización correcta de “la gran ciudad”, a saber: el enfoque es sobre su aspecto “ESPIRITUAL”.
1. “…sentido espiritual” hace contraste con lo opuesto de “sentido material”. Por consiguiente, razonamos que Dios esté mirando, principalmente, el aspecto “espiritual” de “la grande ciudad”, sinónima de “gran ciudad” o “Babilonia la grande”, y, por ende, que él esté llamando nuestra atención a ese mismo aspecto “espiritual”, el cual encerraría, se supone, elementos morales, religiosos y filosóficos.
En esa “ciudad”, los poderosos que reinan controlan no solo la política, economía y cultura sino también la religión, la conducta diaria, y, además, la educación en todos sus niveles. Aun cuando permitan algún grado de libertad religiosa, ellos siguen siendo la “máxima autoridad” en asuntos religiosos.
O sea, en esa “ciudad”, la religión está vinculada inseparablemente al poder político-secular. No hay tal cosa como “separación de estado y religión”. Opinamos que deberíamos concentrar nuestra atención en esta situación, con sus complicadas ramificaciones potencialmente peligrosas, y no tanto en aspectos materiales de “la gran ciudad”.
a) Al enfocar Dios en la visión el “sentido espiritual” de “la grande ciudad”, deducimos que el “aspecto material” de ella tenga solo alguna importancia secundaria. ¿Hace sentir ella su presencia en la tierra mediante muchas y grandes construcciones materiales, extenso comercio, fuerzas militares, etcétera? A su discreción, Dios puede permitir que lo haga, o bien impedírselo, ya en parte, ya del todo.
b) Esencialmente, “la gran ramera” NO ES, pues, cualquier “ciudad” material de Europa, ni de cualquier otra área del globo terráqueo.
Ella NO ES, literalmente, Roma en la península italiana, la Nueva Roma-Constantinopla en Bizancio, París, Londres, Madrid, Washington (Distrito de Colombia, EEUU), Las Vegas, New York City, Ciudad México o Buenos Aires.
En el contexto de las profecías apocalípticas, ella es una “grande ciudad” esencialmente “espiritual”.
Esta es la explicación de cristalina claridad que nos provee el Espíritu de Dios en el propio libro de Apocalipsis.
2. “…la grande ciudad que en sentido espiritual se llama Sodoma y Egipto, donde también nuestro Señor fue crucificado” (Apocalipsis 11:8). Siguiendo esta explicación inspirada, resaltamos que la “grande ciudad” es “en sentido espiritual”:
a) “Sodoma”, ciudad infame por sus abominaciones sensuales.
b) “Egipto”, notorio por haber esclavizado durante cuatrocientos treinta años a los israelitas, el pueblo escogido de Dios, siendo, además, país muy entregado, a través de su milenaria historia, a múltiples dioses y diosas de concepción humana.
Curiosamente, “Egipto” no es nombre de alguna ciudad sino de un país. Este hecho realza aún más la naturaleza fundamentalmente “espiritual” de “la gran ciudad” en las profecías sobre ella.
c) La ciudad “…donde también nuestro Señor fue crucificado” es, desde luego, Jerusalén, foco de tradiciones religiosas humanas, rebeldía contra Dios, hipocresía piadosa e incredulidad insidiosa.
d) Pasando a Apocalipsis 14:8, aprendemos que la “grande ciudad” también se identifica como “Babilonia”. “Otro ángel le siguió, diciendo: Ha caído, ha caído Babilonia, la gran ciudad…”
Según Apocalipsis 17:5, “la gran ramera” tiene un nombre escrito en su frente: “Babilonia la Grande”.
Babilonia, capital del Reino de Hammurabi, de Asiria y del Reino Babilónico. Ubicada en Mesopotamia, área delineada por los ríos Éufrates y Tigres, ¡cuna de la religión dedicada a la “diosa madre universal”!
(1) “Babilonia. Ya para el año 2300 a. C., fue la ‘santa ciudad’ de Babilonia, y desde el año 612 a. C., la sede del Nuevo Imperio Babilonio. Los ‘Huertos Colgantes de Babilonia’ figuraban entre las ‘Siete Maravillas del Antiguo Mundo’. El vocablo ‘Babilonia’ es una variación griega del Akkadian Babilu (bāb-ilu, cuyo significado es ‘Puerta de los dioses’, siendo esta la traducción del sumerio Ka dirigir.ra). En la Biblia en Hebreo, el nombre aparece como בבל (Babél), interpretado en Génesis 11:9 como ‘confusión’ (de idiomas), del verbo balbal, ‘confundir’. Se estima que Babilonia fuera la ciudad más grande del mundo desde aproximadamente 1770 a 1670 a. C., y de nuevo, entre 612 y 320 a. C. Quizá fuera la primera ciudad en alcanzar una población de más de 200,000. Ya para el año 141 a. C., cuando el Imperio Parta se adueñó de la región, Babilonia estaba completamente desolada en obscuridad” (www.wikipedia.org Artículo Babylon).
Babilonia.
Fotografía tomada
en el año 1932 d. C.
¡Ruinas, nada más!
(2) Estas definiciones y datos resaltan el “lado espiritual” de la una vez gran ciudad de Babilonia. Abandonada y desolada aquella ciudad más de ciento cincuenta años antes de Cristo, existían solo ruinas cuando apareció como “Babilonia la Grande, Madre de las Rameras” en algunas escenas de Apocalipsis, doscientos cincuenta años más tarde, en el año 95 d. C. Indiscutiblemente, este hecho también pone de relieve el “sentido espiritual”básico de su representación metafórica en las profecías apocalípticas. Hola com
e) Deducción. “…la grande ciudad” de Apocalipsis posee todos los rasgos negativos y espantosos de Sodoma, Egipto, Jerusalén y Babilonia. Esto es alarmante en grado sumo, pues significa que la “ciudad” en cuestión no solo es “grande” por el número elevado de sus moradores sino también satanizada en extremo.
¿Qué pretende enseñarnos el Espíritu Santo acerca de “la grande ciudad” al identificarla como Sodoma, Egipto, Jerusalén y Babilonia? Seguramente, que ella está llena de abominaciones sexuales y otras inmoralidades, oprime al pueblo escogido de Dios, impone tradiciones religiosas humanas, sigue “doctrinas de demonios” (1 Timoteo 4:1-5), y para colmo, practica el culto a la “diosa madre universal”, pues todo esto, a grandes rasgos, es precisamente lo que hacían Sodoma, Egipto, Jerusalén y Babilonia.
3. Como ejemplo de comentaristas que apoyan, aunque sea en parte, la línea de interpretación que estamos desarrollando, citamos a Mark Norris.
“La referencia en Apocalipsis 17:18 a la gran ciudad no es… a una sola ciudad (polis: la ciudad donde reside uno; una morada) que aparezca un día de estos. Ella no es Roma o Bruselas, conforme algunos han teorizado a través de los años. Tampoco es Nueva York, Ámsterdam, París o Babilonia reconstruida, como tampoco cualquier otra ciudad contemporánea conocida.” (Mark Norris, editor encargado de Escatología para el presente)
C. Concentrándonos de nuevo en las tres palabras importantísimas “en sentido espiritual”, observamos que, en las esferas espirituales, existen dos “ciudades” principales, a saber, la “ciudad del Dios vivo” (Hebreos 12:22; Apocalipsis 3:12) y la “grande ciudad” corrupta de Satanás, “Babilonia la Grande, la Madre de las Rameras”.
1. Razonemos un poco. ¿Es material la “ciudad del Dios vivo”? ¡Claro que no! “Mi reino no es de este mundo… Mi reino no es de aquí”, declara Cristo a Pilato (Juan 18:36).
Este rasgo del “reino” de Cristo se transfiere necesariamente a la “ciudad del Dios vivo”, pues esta tampoco “es de este mundo”.
Así que, siguiendo el mismo concepto de “reino espiritual”, o el de “ciudad espiritual”, nos parece axiomático que tampoco sería material, en su esencia elemental, “la grande ciudad” de Satanás.
Tal cual “la ciudad del Dios vivo”, ella está en el mundo, pero su naturaleza o esencia fundamental no es material.
Tal cual “la ciudad del Dios vivo”, ella se manifiesta en el mundo material a través de sus ciudadanos humanos y haberes materiales, pero la fuerza que la infunde aliento y poder proviene de regiones espirituales.
Efectivamente, “la grande ciudad” corrupta de Satanás es la contraparte de la reluciente “ciudad del Dios vivo”, “ciudad santa” iluminada por “la gloria de Dios” (Apocalipsis 21:10, 22-27).
2. Ahora bien, estas dos ciudades espirituales, totalmente contrarias la una a la otra, se manifiestan en la tierra por medio de organizaciones religiosas.
a) Por un lado, la “ciudad del Dios vivo” se manifiesta en la tierra por medio de la iglesia verdadera de Jesucristo, un organismo espiritual. Cristo “amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, a fin de presentársela a sí mismo una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha” (Efesios 5:25-27).
Esta iglesia que Cristo ama, entregándose “a sí mismo por ella”, una vez purificada y santificada completamente, será glorificada. No se trata de cualquier iglesia sino de la que Dios concibió, Cristo compró a precio de sangre (Hechos 20:28) y el Espíritu Santo hizo, mediante los apóstoles del siglo I, realidad en la tierra.
A continuación, recopilamos referencias a la “santa ciudad” en el Nuevo Testamento.
(1) “Mas la Jerusalén de arriba, la cual es madre de todos nosotros, es libre” (Gálatas 4:26).
(2) “Porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios” (Hebreos 11:10).
(3) “Por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos; porque les ha preparado una ciudad” (Hebreos 11:26).
(4) “Os habéis acercado... a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial” (Hebreos 12:22)
(5) “Al que venciere... escribiré sobre él... el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo” (Apocalipsis 3:12).
(6) “Yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido” (Apocalipsis 21:2).
b) Por otro lado, “la grande ciudad” de Satanás se da a conocer en la tierra por medio de iglesias apóstatas y religiones falsas.
(1) “…falsos apóstoles, obreros fraudulentos, que se disfrazan como apóstoles de de Cristo” (2 Corintios 11:13).
(2) “Por ahí andan muchos, de los cuales os dije muchas veces, y aun ahora lo digo llorando, que son enemigos de la cruz de Cristo; el fin de los cuales será perdición, cuyo dios es el vientre, y cuya gloria es su vergüenza; que sólo piensan en lo terrenal” (Filipenses 3:18-19).
(3) “Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y doctrinas de demonios; por la hipocresía de mentirosos que, teniendo cauterizada la conciencia, prohibirán casarse, y mandarán abstenerse de alimentos que Dios creó para que con acción de gracias participasen de ellos los creyentes y los que han conocido la verdad” (1 Timoteo 4:1-3).
(4) “Porque si viene alguno predicando a otro Jesús que el que os hemos predicado, o si recibís otro espíritu que el que habéis recibido, u otro evangelio que el que habéis aceptado, bien lo toleráis… Pues toleráis si alguno os esclaviza, si alguno os devora, si alguno toma lo vuestro, si alguno se enaltece, si alguno os da de bofetadas” (2 Corintios 11:4, 20).
(5) “Y de vosotros mismos [de los obispos] se levantarán hombres que hablen cosas perversas para arrastrar tras sí a los discípulos” (Hechos 20:30).
El Vaticano, sede de la Iglesia Católica Romana
(6) En los contornos del cristianismo, las más notables de estas organizaciones religiosas corruptas son: la jerarquía compleja y poderosa de la Iglesia Católica Romana, seguida por la jerarquía, menos compleja y poderosa, de la Iglesia Ortodoxa Griega.
En la “Roma Papal”, una de las manifestaciones de “la gran ciudad” de Apocalipsis, el Papa Benedicto XVI bendice a una multitud en la plaza de la Basílica de San Pedro. El Vaticano, Roma, Italia.
De la manera que “Babilonia la Grande” es “Madre de las Rameras”, de las entrañas de estas dos grandes iglesias apóstatas han salido “hijas”, es decir, sectas religiosas llamadas “cristianas”, las que arrastran al menos algunas de las “abominaciones” de su “madre espiritual” –doctrinas, prácticas y códigos de conducta contrarios a la “buena enseñanza” del Nuevo Testamento sellado con la sangre del Señor.
Sentimos, de veras, tener que decirlo, pero nuestra convicción y conciencia nos constriñen: todas, tanto “madre” al igual que “hijas”, pertenecen a “la grande ciudad” corrupta de Satanás.
Al frente de todas ellas va la Iglesia Católica Romana, con sede actual en el Vaticano, siendo ella la más grande, por mucho, en todo concepto: feligresía, riquezas materiales, influencia, número de oficiales en su jerarquía, complejidad de su organización, reclamaciones de poder, pretensiones políticas, ostentación, cantidad de imágenes, los seres que tienen por “santos beatificados”, días sagrados, tradiciones, ritos, etcétera, etcétera.
Vista de una porción del Vaticano
desde el techo de la Basílica
de San Pedro.
Estimado lector, estimada lectora, le aseguramos haber llegado a estas conclusiones solo después de muchísimo estudio y oración.
Sin duda, al católico romano promedio, en particular, le parezcan esta interpretación y aplicación de la “grande ciudad” un atrevimiento demasiado descabellado, irreverente y hasta blasfemo, a la luz del gran poder, las incontables riquezas, la enorme influencia y casi omnipresencia de su Iglesia Católica Romana en la tierra.
Potentados eclesiásticos
de las grandes iglesias apóstatas
Mas, sin embargo, los hechos comprobables de la historia religiosa de la Era Cristiana nos respaldan completamente, según nuestra apreciación. Por tanto, no titubeamos en invitar al católico romano inteligente y objetivo, como además a todo lector, a colocar en la balanza de la verdad la autenticidad y relevancia de los hechos históricos citados en este Análisis. De resultar inadecuados o distorsionados nuestros argumentos, evidencias y conclusiones, pediremos perdón, públicamente confesando “equivocada” nuestra aplicación de “la gran ciudad”, sinónima de “la gran ramera”, a la “Roma Papal”, y por ende, a la Iglesia Católica Romana.
Reiteramos que también aplicamos esta terminología a la antigua Roma imperial pagana, en la península italiana, y a la Nueva Roma-Constantinopla, en Bizancio.
La Guardia Suiza del Vaticano
Tanto “la gran ciudad que reina sobre los reyes de la tierra” como la auténtica “ciudad del Dios vivo” se manifiestan en el mundo material mediante sus respectivos “ciudadanos” y las cosas materiales –fondos recaudados, facilidades físicas, maquinarias propagandistas, etcétera- que utilizan para “adorar” y promover sus “causas” contrarias. Sin embargo, en su esencia elemental, cada una es “espiritual”. La primera es de un “espíritu malo”; la segunda, del “Espíritu de Dios”.
En la fotografía, la Guardia Suiza del Vaticano claramente evidencia la mundanalidad de “la gran ciudad que reina sobre los reyes de la tierra”. También, al juzgar por los “uniformes” de estos varones, sus fuertes vínculos con instituciones, prácticas y mentalidades de la Edad Media.
Quien aprecia correctamente la verdadera naturaleza de la auténtica “ciudad del Dios vivo” sabe que ella jamás se valdría de semejante fuerza cuasi militar.
3. Las “dos ciudades”, según Agustín de Hipona. “La ciudad de Dios (cuyo título latino original es De Civitate Dei contra paganos, es decir La ciudad de Dios contra los paganos) es una obra en 22 libros de Agustín de Hipona que fue escrita durante su vejez y a lo largo de quince años, entre el 412 y el 426. El libro se estructura a partir de la contraposición entre la Ciudad de Dios (que representa el Cristianismo, y por tanto la verdad espiritual) y la ciudad pagana (que representa la decadencia y el pecado). En el prólogo mismo se expone esta dicotomía:
[Agustín de Hipona escribe:] ‘La gloriosísima ciudad de Dios, que en el presente correr de los tiempos se encuentra peregrina entre los impíos viviendo de la fe, y espera ya ahora con paciencia la patria definitiva y eterna hasta que haya un juicio con auténtica justicia, conseguirá entonces con creces la victoria final y una paz completa. Pues bien, mi querido hijo Marcelino, en la presente obra, emprendida a instancias tuyas, y que te debo por promesa personal mía, me he propuesto defender esta ciudad en contra de aquellos que anteponen los propios dioses a su fundador.’
El autor estaba conmocionado por la caída de Roma a manos de Alarico I. El desconcierto que provocó la entrada de los bárbaros en la Ciudad donde residía el Papa, y que había sido referente del Cristianismo desde Constantino I y especialmente desde Teodosio I, le hizo cuestionarse acerca del hecho de la desaparición de una civilización entera. La respuesta a esta cuestión es que el edificio al cual conviene aliarse y en el cual conviene trabajar no es la Ciudad de los Hombres, sino la Ciudad de Dios. El objetivo de esta obra es, por tanto, examinar la oposición entre ambas ciudades, sus orígenes, su desarrollo y su final:
[Agustín escribe:] ‘Las dos ciudades, en efecto, se encuentran mezcladas y confundidas en esta vida terrestre, hasta que las separe el juicio final. Exponer su nacimiento, su progreso y su final, es lo que voy a intentar hacer, con la ayuda del cielo y para gloria de la Ciudad de Dios, que hará vivo el resplandor de este contraste.’” (www.wikipedia.org Copiada electrónicamente del Artículo La ciudad de Dios.)
D. “Yo te diré el misterio de la mujer, y de la bestia que la trae” (Apocalipsis 17:7). El apóstol Juan testifica que al ver “la mujer sentada sobre una bestia escarlata”: “…quedé asombrado con gran asombro” (Apocalipsis 17:6).
El ángel que le había enseñado “la sentencia contra la gran ramera” (Apocalipsis 17:1), le dice: “¿Por qué te asombras? Yo te diré el MISTERIO…” Luego, expone para Juan “el misterio… de la bestia” (Apocalipsis 17:8-17), añadiendo, en lo concerniente al “misterio de la mujer”, que ella “es la gran ciudad que reina sobre los reyes de la tierra” (Apocalipsis 17:18).
En el capítulo 18, otros ángeles y voces hacen numerosas revelaciones sobre “la gran ciudad”.
1. Al escucharlas Juan, y leerlas sus contemporáneos, ¿identificarían “la gran ciudad” como Roma, la capital del Imperio Romano en aquel tiempo? Muy probablemente, opinamos, y por razones obvias a cualquier cristiano informado y analítico de aquella época. Así, el “misterio” dejaría de ser un enigma para ellos, por lo menos en algunos aspectos, asumimos.
2. Con todo, su interpretación y aplicación del “misterio de la mujer, y de la bestia que la trae”, estarían limitadas, naturalmente, por la falta de presciencia exacta y completa de futuros acontecimientos.
En cambio, nosotros vemos, mediante documentos históricos, cosas que ellos tal vez jamás anticiparan. Por ejemplo, que la capital del Imperio Romano fue trasladada a una Nueva Roma, en Bizancio, y que esta Nueva Roma, también llamada Constantinopla, sobrepasaría, en algunos renglones, a la antigua, cumpliéndose también en la Nueva Roma las visiones y profecías aplicables primeramente a la Roma original.
Adicionalmente, vemos, más adelante en el relato histórico, que, sobre las ruinas de la antigua Roma, saqueada y prácticamente destruida del todo, a la larga se edifica una nueva “Roma Papal”, en la cual también se cumplen, efectivamente, las visiones y profecías cumplidas anteriormente, primero en la Roma imperial pagana, luego en la Roma cristianizada, entonces, en la Nueva Roma, en Bizancio.
Al procurar nosotros explicar y aplicar acertadamente las visiones y profecías sobre “la gran ciudad”, ¿deberíamos circunscribirnos al entendimiento que tuvieran el apóstol Juan y sus contemporáneos, obviando lo que vemos después en la historia de la Era Cristiana?
Hacerlo sería, a nuestro parecer, injustificable. Múltiples cumplimientos se registran de otras profecías o visiones en la Biblia. Por ejemplo, sin entrar en detalles, de algunas profecías sobre la ciudad de Jerusalén. ¿Por qué descartar, pues, que suceda lo mismo en el caso de estas visiones y profecías relacionadas con “la gran ramera-la gran ciudad”?
Eliminar a la Nueva Roma-Constantinopla, en Bizancio, como también a la Roma pontificia, de las proyecciones proféticas sobre “la gran ciudad” lo clasificaríamos como una decisión arbitraria, carente de perspectiva e indiferente a realidades históricas.
Lejos sea de nosotros complicar innecesariamente el cumplimiento y aplicación de las profecías y visiones apocalípticas, pero nos privaríamos de no poca rica e instructiva información al cortar prematuramente nuestras indagaciones.
La “ciudad del Dios vivo” según Hebreos 11.
8 "Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba.
9 Por la fe habitó como extranjero en la tierra prometida como en tierra ajena, morando en tiendas con Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa;
10 porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios.
13 Conforme a la fe murieron todos éstos sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos, y creyéndolo, y saludándolo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra.
14 Porque los que esto dicen, claramente dan a entender que buscan una patria;
15 pues si hubiesen estado pensando en aquella de donde salieron, ciertamente tenían tiempo de volver.
16 Pero anhelaban una mejor, esto es, celestial; por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos; porque les ha preparado una ciudad.”
Próximo Escenario 2, de la Escena 1, del Acto 1. Los "diez cuernos" identifican a "la gran ramera".
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