TODO lo PERDIDO en el EDÉN RECUPERADO con CRECES ESPECTACULARES
I. Al reflexionar el ser humano pensante y serio sobre las condiciones actuales de la creación material y espiritual, bien pudiera DUDAR de la bondad, el amor y el poder del Dios Supremo Creador que hizo existir todo lo que conocemos.
A. Muchísimos ÁNGELES CAÍDOS guardados “bajo oscuridad, en prisiones eternas, para el juicio del gran día”. Judas 6
B. La mayoría abrumadora de los seres humanos enfilada por el camino “espacioso… que lleva a la perdición”. Mateo 7:13
C. Naciones, pueblos, sociedades, hogares y corazones plagados por inmoralidad, iniquidad, violencia, sufrimiento, enfermedades y muerte.
D. El reino animal lleno de violencia, enfermedades y muerte.
E. El planeta Tierra, con todos sus recursos, azotado por incesantes desastres climatológicos grandes y pequeños, terremotos, tsunamis, contaminación, etcétera.
1. Todo lo vivo, ya sea carnal o vegetal, se envejece y muere. El árbol más alto y majestuoso, la hermosa mariposa cuya vida dura apenas pocas horas, el enorme elefante, toda flor, toda hierba y también todo ser humano. ¡No existe nada vivo que no muera tarde o temprano!
2. El propio planeta Tierra, juntamente con todo el universo material, se apresuran hacia el punto en el tiempo cuando desaparecerán eternamente. Esto lo aseguran muchos científicos que ni creen en Dios.
a) ¡Qué panorama más sombrío!
b) ¡Cuántas condiciones quisiéramos eliminar, o al menos mejorar! De creaciones de distintas categorías tanto morales-espirituales como físicas-materiales ¡que se han vuelto alarmantemente imperfectas! De ambientes amenazantes y peligrosos.
c) Dios, ¿por qué permite usted tanto deterioro y destrucción en SU PROPIA OBRA?
¿Qué la CULPA la tengamos nosotros y los ángeles caídos por haber elegido no vivir conforme a los designios de la Deidad para nosotros, no conformándonos a su voluntad sino optando por seguir la nuestra y rechazando el rol que usted nos asignó en su creación?
Pues bien, somos culpables, algunos más que otros. Pero ¡nuestro CASTIGO es realmente TERRIBLE! Soportamos y sufrimos todo lo que hemos señalado a grandes rasgos, sin haber apuntado cada mal físico, mental, emocional o espiritual que experimentamos a través de nuestra existencia, apenas pasando tan siquiera un solo día sin algún dolor físico, mental o emocional ya leve, ya grave; conflictos, sinsabores, preocupaciones, temores, cansancios, frustraciones, decepciones, fracasos, reveses, amenazas, peligros, etcétera.
Considere, por favor, perdonando nuestro atrevimiento, tan solo la lista de achaques, defectos congénitos y enfermedades que afectan a nuestro cuerpo físico. ¡La misma es larguísima! Muchísimos nombres latinos de infinidad de males corporales. Desde un simple dolor de cabeza hasta feísimos y dolorosos cánceres incurables.
Y la lista de enfermedades psíquicas, emocionales o espirituales, ¡ni hablar!
Luego, ¡la MUERTE! ¡Acabamos aquí MURIÉNDONOS TODITOS!
Ciertamente, ¡grande es nuestro castigo! Estamos rodeados de deterioro y muerte, obligados, además, a enfrentarnos a la evaluación de toda nuestra vida terrenal en el Juicio programado por usted.
¡Tanta PÉRDIDA sufrimos! ¡PÉRDIDAS INCALCULABES!
Señor Dios Todopoderoso, único Dios vivo y verdadero, le preguntamos respetuosamente, rogando que perdone nuestra osadía: ¿Ha pesado usted todas nuestras pérdidas tan catastróficas?
De acuerdo: en este Planeta Tierra también estamos rodeados de mucha belleza, impresionantes obras diseñadas y creadas por usted, como además asombrosa abundancia y variedad de vida. Desde la constelación de Orión hasta las flores silvestres de los prados verdes. Desde el venado en la selva hasta la pareja humana en su casa. Procreándose y multiplicándose continuamente. Estamos más que agradecidos por todo lo que nos trae placer sano y hace fascinante nuestra vida. Mas, sin embargo, tras todo ello, y aun en medio de ello, obran el deterioro y la muerte, hecho que diluye notablemente nuestro disfrute de su creación, de manera que a menudo la tristeza se mezcla con el gozo y la felicidad, y más todavía al cruzar por nuestra mente la visión de nuestra propia dimisión física inevitable.
¿Es cierto que recompensará usted todas nuestras pérdidas, aun con CRECES ESPECTACULARES, con tal de arrepentirnos nosotros de nuestras dudas y pecados, haciendo fiel y gustosamente su voluntad? Entendemos que sí, ¡gracias y gloria a su Nombre! Fundada nuestra esperanza en PROMESAS y AFIRMACIONES tales como las siguientes.
“Porque los hombres ciertamente juran por uno mayor que ellos, y para ellos el fin de toda controversia es el juramento para confirmación. Por lo cual, queriendo Dios mostrar más abundantemente a los herederos de la promesa la inmutabilidad de su consejo, interpuso JURMENTO; para que por dos cosas inmutables, en las cuales es imposible que Dios mienta, tengamos un fortísimo consuelo los que hemos acudido para asirnos de la esperanza puesta delante de nosotros. La cual tenemos como segura y firme ANCLA del ALMA, y que penetra hasta dentro del velo, donde Jesús entró por nosotros como precursor, hecho sumo sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec”. Hebreos 6:16-20
Gracias, infinitas gracias, por esta incomparable promesa, confirmada “por dos cosas inmutables”. Entendemos que “su consejo” es inmutable. También su “juramento”. ¿Qué es “su consejo”? Todo el Nuevo Testamento de su Hijo, ¿cierto?, incluyendo todas sus promesas. Por “inmutables” entendemos “irrevocables, incambiables, incuestionables, indiscutibles o no negociables”.
A causa de nuestras enormes pérdidas y múltiples flaquezas humanas, estábamos desorientados, desconsolados y deprimidos, pero ¡ya no! Aferradamente, nos asimos “de la esperanza puesta delante de nosotros” y crece dentro de nosotros un “fortísimo consuelo” al contemplar la segura recuperación de todo lo que habíamos perdido.
Sabiendo que nada meritorio hay en nosotros, nuestra profunda gratitud no tiene límites.
II. Lo perdido recuperado, con creces increíbles, con tal de que obedezcamos “a la verdad, mediante el Espíritu”. 1 Pedro 1:22
A. Perdimos la INOCENCIA y se corrompió nuestro espíritu-alma. Pero, los JUSTOS, es decir, los JUSTIFICADO en Cristo Jesús y por él, serán “hechos perfectos” en todos los aspectos de su nueva identidad y existencia, recobrando su estado de “INOCENCIA”. Incluso, cada uno recibirá un “NUEVO NOMBRE”. Hebreos 12:23; Apocalipsis 2:17
B. Perdimos la salud y la inmortalidad del cuerpo físico, debilitándose, enfermándose y muriendo esta maravilla de la creación divina. Este mismo cuerpo carnal no lo vamos a recuperar sino que recibiremos un CUERPO NUEVO muy superior preparado como morada eterna para el espíritu hecho perfecto.
Un cuerpo nuevo incorruptible, glorioso, poderoso y espiritual. El cuerpo de esta tribulación terrenal “se siembra en corrupción, resucitará en incorrupción. Se siembra en deshonra, resucitará en gloria; se siembra en debilidad, resucitará en poder. Se siembra cuerpo animal, resucitará cuerpo espiritual. Hay cuerpo animal, y hay cuerpo espiritual”. 1 Corintios 15:42-44
El nuevo cuerpo será “un edificio, una casa no hecha de manos, eterna, en los cielos” (2 Corintios 5:1-10), y, qué conste, ¡no nunca aquí en la tierra material!
Este “cuerpo de la humillación nuestra” será transformado “para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya”, es decir, semejante al cuerpo actual del Cristo glorificado, y esto el Todopoderoso lo efectúa “por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas”. Filipenses 3:20-21. El apóstol Juan lo confirma al escribir: “Amados… aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es”. 1 Juan 3:2
C. Perdimos el privilegio de habitar el paraíso terrenal llamado el “EDÉN”. Aquel mismo Edén no será restaurado sino que se está preparando un nuevo “Paraíso de Dios” (Apocalipsis 2:7) para los que le aman, el que se describe en Apocalipsis 22:1-5.
D. Perdimos acceso al “árbol de la vida en medio del huerto” del Edén. Mas, sin embardo, la vida eterna aún está al alcance de los humanos ya que las personas justificadas y perfeccionadas tendrán acceso a un nuevo “’ARBOL de VIDA”. “En medio de la calle de la ciudad, y a uno y otro lado del río, estaba el árbol de la vida.” La “ciudad” aludida es la nueva “gran ciudad santa” (Apocalipsis 21:9-27), y el “RÍO” es el que sale “del trono de Dios y del Cordero”. Apocalipsis 22:1-2
E. Perdimos la dicha de tener al Creador literalmente a nuestro lado en esta tierra material, como cuando Dios “paseaba en el huerto, al aire del día”. Génesis 3:8. No obstante, al Dios hacer “nuevas todas las cosas”, “él morará con ellos”, es decir, con los justos perfeccionados, “y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios”. Apocalipsis 21:1-7
F. Perdimos la bendición de no tener que trabajar obligatoria, constante y duramente para sostener nuestra vida material. A consecuencia de este quebranto, son el pan nuestro de cada día el trabajo, el sudor, el afán, el estrés y el agotamiento. Mas, para nuestro consuelo y fortalecimiento, el Misericordioso Dios Creador ha proclamado “la promesa de entrar en su REPOSO” eterno todos los seres humanos que procuran ser leales a él. “Queda un REPOSO para el pueblo de Dios” (Hebreos 4:1-11), no tratándose, tengamos presente, del reposo del “Séptimo Día” del Antiguo Testamento sino del reposo que se disfruta sempiterno una vez terminadas las labores de esta existencia física-material-terrenal. “Bienaventurados de aquí en adelante los muertos que mueren en el Señor. Sí, dice el Espíritu, descansarán de sus trabajos, porque sus obras con ellos siguen”. Apocalipsis 14:13
G. Hoy por hoy, al igual que por todas las épocas ya transcurridas, la mayoría de los seres humanos anda por sendas escabrosas o calles sucias y hostiles. Contrasta con su pobre e insegura condición las riquezas estupendas que el Creador promete a los que lo respetan y obedecen. “…una PATRIA… celestial”, y una “CIUDAD que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios.” Hebreos 11:9-16.
En cuanto a la nueva “gran CIUDAD santa de Jerusalén” proyectada para la "Tierra Nueva", “su fulgor era semejante al de una piedra preciosísima, como piedra de jaspe, diáfana como el cristal… Y la calle de la ciudad era de oro puro, transparente como vidrio”. Apocalipsis 21:9-27. Además, asegura el Señor Jesucristo que: “…en la CASA de mi Padre muchas moradas hay”. Juan 14:2. Entonces, ¡una morada cómoda y bellísima para cada alma “otorgada amplia y generosa entrada en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo”! 2 Pedro 1:11
H. Perdimos nuestra dignidad, honra y gloria. Mas, ¡alabado el nombre del Señor para siempre!, al que persevera “en hacer el bien”, dedicándose gozoso y afanosamente a la búsqueda de, precisamente, “gloria y honra e inmortalidad” Dios le pagará lo que busca, a saber: “GLORIA y HONRA y PAZ a todo el que hace lo bueno, al judío primeramente y también al griego, porque no hay acepción de personas para con Dios”. Romanos 2:6-11
I. Toda la raza humana pierde, tarde o temprano, al propio planeta Tierra como lugar “de su habitación” (Hechos 17:26) ya que el planeta será eliminado total y eternamente, pasando “con gran estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas”.2 Pedro 3:10-14; Apocalipsis 20:11. No recuperaremos esta tierra material, pues, siendo temporal, llegará a su FIN absoluto y eterno. 2 Corintios 4:18. Mas, ¿por qué entristecernos, deprimirnos, o sentirnos molestos y enojados por semejante desenlace? Pues, el Magnánimo Dios Creador y su Amoroso Hijo están preparando “CIELO NUEVO y una TIERRA NUEVA” para todos los seres humanos que toman la inteligente decisión de acatar la “buena voluntad agradable y perfecta” de Dios. Apocalipsis 21:1-3; 2 Pedro 3:10-14; Romanos 12:2
J. En fin, TODO lo grandioso y glorioso prometido a todo ser humano que vuelve su cara hacia Dios, obedeciendo a su voluntad tal como expresada en el Nuevo Testamento, sobrepasa por muchísimo todo lo que se perdió en el Huerto de Edén al introducirse en el mundo la “ciencia del Bien y del MAL”. Certeramente, Dios el Padre “nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina”. Por lo tanto, lejos de airarse contra Dios, pelear contra él, culparle por lo que está pasando en esta tierra material, amargarse o deprimirse, lo razonable sería que cada uno de nosotros haga suya “la esperanza puesta delante de él”, haciéndola su “SEGURA y FIRME ANCLA del ALMA”. Hebreos 6:19
1. “Todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro”. 1 Juan 3:3
2. Todo aquel que cree en Cristo, se arrepiente de sus pecados y su bautiza “para perdón de los pecados” (Hechos 2:38) es acreedor a la esperanza que Dios ofrece a toda alma sincera y obediente.
Autor: Homero Shappley
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