De juicios y destinos espirituales

¿Confusión de “Juicios” en el
Nuevo Testamento?

Parte 3

Cinco juicios adicionales

 

A picture containing text, night sky  Description automatically generated

 

El juicio “al mundo con justicia” en
“un día” establecido
por Dios

Hechos 17:31-32

“Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres
en todo lugar, que se arrepientan;
 por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará
al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó, dando fe a todos
con haberle levantado de los muertos.”
Hechos 17:30-31

Así que, un día en particular, un solo día “establecido” para juzgar al mundo con justicia”.

En este contexto, ¿abarcaría “mundo” a todos los seres humanos desde Adán y Eva hasta los últimos vivos en el planeta Tierra al Cristo presentarse en su Segunda Venida? En tal caso, sumarían unos cuantos miles de millones. Más o menos dieciséis miles de millones (16,000,000,000) dicen los eruditos en la ciencia de poblaciones. ¿A ser sometidos a juicio en un solo “día”? Desde luego, “…para con el Señor un día es como mil años, y mil años como un día” (2 Pedro 3:8), y para él “nada es imposible”, dicen, pero ¿será necesario invocar tales consideraciones para entender o explicar el texto?

¿Abarca “mundo” a todos y cada uno de los justos y obedientes admitidos al Paraíso del Hades a través de todos los siglos de la existencia humana en la tierra?

Pintura realista de almas en el Paraíso del HadesRazonamos que NO, ¡NEGATIVO!, ya que todos los habitantes del Paraíso están totalmente a salvo, seguro e irreversible su destino final, el cual es su nueva “casa no hecha de manos, eterna, en los cielos”. 2 Corintios 5:1.

Una representación artística realista de almas en el Paraíso del Hades. Desde luego, quien tenga conocimiento de las enseñanzas de 2 Corintios 5:1-10 sabe que semejante realismo no se ajusta al estado verdadero de almas llevadas por los ángeles de Dios a tan bendito lugar, pues ya no habitan cuerpos físicos. Por ejemplo, Lázaro. Lucas 16:19-31. Lo cierto es que no están esperando ser sometidas a juicio de nuevo sino su resurrección en nuevos cuerpos espirituales, en los que acompañarán a Cristo en su retorno “por segunda vez” en gloria “sin relación al pecado”.

Definitivamente, ellos no están esperando otro juicio. Indisputablemente que no, sino la resurrección de su cuerpo, proceso que resulta en la perfecta transformación del cuerpo material a cuerpo espiritual, poderoso, glorioso e inmortal. 1 Corintios 15:42-58

Su esperanza se hace espectacular realidad cuando son resucitados, transformados y glorificados ANTES de la Segunda Venida de Cristo. Enfatizo: ¡ANTES! Así, recibiendo sus nuevos cuerpos espirituales, ¡acompañan al Señor en su Segunda Venida! Enseñanza diáfanamente clara de 1 Tesalonicenses 4:13-18. ¿Con qué sentido someterlos de nuevo a otro juicio después de la Segunda Venida? Por cierto, semejante desenlace para ellos no se enseña en las Sagradas Escrituras.

¡Ah! Estoy consciente de haber expresado lo mismo varias veces ya, y pido disculpas por las repeticiones. Lo hago adrede para que no se nos pierda de vista hechos imprescindibles para el entendimiento de los distintos “juicios del Nuevo Testamento”.

Dado que “mundo” en Hechos 17:31-32 no abarca a la multitud en el Paraíso del Hades que aguardan su resurrección y glorificación, se deduce que se trata de los pecadores impenitentes cuya sentencia oficial y final será dada a conocer en el día del juico” establecido “para ser castigados” ellos eternamente, “día” identificado en 2 Pedro 2:9. “MUNDO”, pues, se entiende como sinónimo de “gentes no convertidas a Dios”.

A picture containing light  Description automatically generatedDios juzgará al mundo con justicia”. ¿Qué quiere decir con justicia”? Su significado se pone de manifiesto perfectamente en los dos cuadros proféticos del juicio de las naciones existentes en los días previos a la Segunda Venida de Cristo. El cuadro de Cristo en Mateo 25 y el cuadro del apóstol Juan en Apocalipsis 20.

Añadimos que la “justicia” a aplicarse en ese “día” a los impenitentes incorregibles se reviste de solemne severidad tajante. Será la demostración del justo juicio de Dios… Porque es justo delante de Dios pagar con tribulación a los que os atribulan…”, manifestándose “el Señor Jesús desde el cielo con los ángeles de su poder, en llama de fuego, para dar retribución a los que no conocieron a Dios, ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo; los cuales sufrirán pena de eterna perdición, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder”. 2 Tesalonicenses 1:5-9

Entonces, ¿por qué proclamar a los atenienses, y, por extensión, a toda la humanidad, que Dios ha establecido tal “día” de juicio para el “mundo” de los no convertidos al Señor? ¿Por qué exhortarles a arrepentirse?

Respondo: para que se arrepientan de verdad y a tiempo, se bauticen “para perdón de los pecados” (Marcos 16:15-16; Hechos 2:37-47; 22:16), y perseveren hasta el fin en santidad, ¡tomando todas las medidas necesarias para evitar verse obligados a presentarse en el juicio después de la Segunda Venida de Cristo! Pues, para los así llevados a juicio, no habrá ni misericordia ni escapatoria. Su culpabilidad y condenación están selladas. Su sentencia es irreversible. No hay provisión alguna para una apelación. El día de su juicio ante la Deidad cae después de la Segunda Venida de Cristo y después de la desaparición del planeta Tierra (Apocalipsis 20:11-15), y será para ellos el día “para ser castigados” a condenación perpetua. 2 Pedro 2:9

 

A picture containing text, nature  Description automatically generatedEl rico y Lázaro sometidos a juicio

Lucas 16:19-31

A los textos anteriores sumamos el relato de Cristo sobre el hombre rico y el mendigo Lázaro. Lucas 16:19-31.

¿Descartamos este texto como espurio, como una interpolación de algún escritor que no fuera Lucas, o como una ficción cuyas circunstancias fueran todas inventadas? Pues, yo no, por razones formuladas durante mis muchos años de estudio, tantas y de tal naturaleza que ni siquiera las abordo en este escrito. Bien, si tenemos el relato como auténtico, si aceptamos que se trata de dos personas reales, y no ficticias, y si admitimos que se trata de desenlaces reales de dos vidas reales, entonces, hemos de deducir que al morir cada uno, ¡su destino espiritual fue decidido enseguida! Lázaro para el Paraíso donde sería consolado; el rico impenitente para el Tártaro en el Hades donde se sentiría atormentado.

Esta decisión presupone un juicio. El juicio del individuo, del alma-espíritu de cada uno, “después de la muerte” de su cuerpo físico, tal y como dice Hebreos 9:27. Y no años, siglos o milenios después del fallecimiento del cuerpo sino enseguida, para que cada alma sea conducida prontamente al lugar en el Hades que le corresponde conforme a sus obras y comportamiento en la tierra. No consignada a un “estado de sueño” ni en un “limbo” que dure desde la muerte del cuerpo físico hasta una resurrección a juicio al retornar el Señor por Segunda Vez.

Pues, ¿cómo asignar destinos espirituales sin efectuarse tal juicio?

 

See the source imageEl ladrón arrepentido en la cruz
sometido a juicio

Lucas 23:42-43

Lo mismo es aplicable al ladrón arrepentido crucificado juntamente con Jesucristo. “De cierto de cierto te digo que hoy estarás conmigo en el Paraíso”, le dice Cristo. Lucas 23:43.

El ladrón es sometido a juicio por el propio Cristo ahí mismo en la cruz. ¿Siempre había sido ladrón? ¿Robaría de vicio? ¿O para llenar alguna necesidad aguda, por ejemplo, obtener alimento para familiares hambrientos? Desconocemos, pero Jesucristo sí sabía.

Algo de temor a Dios tenía aquel ladrón ya que regaña al otro ladrón, diciendo: “¿Ni aun temes tú a Dios?”, expresión cuya implicación clara es: “Yo sí temo a Dios”.  

Además, obviamente aquel ladrón tenía algún conocimiento del Reino de Dios, ya que suplica a Cristo: “Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino”. Lucas 23:39-42. ¿Venir Cristo en su reino? Tal pensamiento implica no poco conocimiento del reino que Cristo predicaba incesantemente durante su ministerio terrenal. Seguramente el ladrón arrepentido le escucharía en alguna que otra ocasión, o por lo menos escucharía comentarios que circulaban sobre Jesucristo y sus mensajes, en los que se destacaba “el reino de Dios”.

Entonces, el Señor pasa juicio sobre aquel ladrón en ese preciso momento, absolviéndole sus pecados y abriéndole paso para ir él directamente al Paraíso. De verdad, ¡grande es la misericordia de Dios! Tremendo ejemplo aquel ladrón para todo violador de leyes ya terrenales, ya divinas. No hay pecado tan grande, tan cruel, vil y violento que Dios no se lo perdone al alma arrepentida de verdad y dispuesta a seguir a Cristo y su evangelio de amor, perdón y paz. Desde luego, exceptuándose el “pecado de muerte”. 1 Juan 5:16-17; Hebreos 6:4-6.

Saulo de Tarso, conocido luego como Pablo, apóstol de Jesucristo, confirma elocuentemente esta misma declaración. Él se clasifica a sí mismo como “el primero” de los pecadores, mas, sin embargo, al no rebelarse contra el llamamiento de Cristo, fue perdonado aun sus blasfemias y persecuciones a muerte de los cristianos. Hechos 26:19; Timoteo 1:12-17

Recalcamos: ahí en aquel escenario de la crucifixión, inevitable para ambos la muerte dolorosísima de sus cuerpos físicos, Jesucristo somete a juicio al ladrón arrepentido. ¿La decisión del juez Cristo? hoy estarás conmigo en el Paraíso.” Ya en el Paraíso, su salvación eterna asegurada absolutamente, aquel varón no sería sometido de nuevo a tal juicio. Consolado y cuidado, aguardaría la resurrección a vida eterna en cuerpo transformado, hecho espiritual, glorioso e inmortal, semejante al cuerpo de gloria que posee el Señor en la actualidad. Filipenses 3:20-21.

“Porque el Padre a nadie juzga, sino que todo el juicio dio al Hijo.” “Y también le dio autoridad de hacer juicio, por cuanto es el Hijo del Hombre.” Juan 5:22 y 27

 

El juicio “ante el tribunal de Cristo”

2 Corintios 5:10

Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba
según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo.”

A picture containing text  Description automatically generatedCada persona a presentarse individualmente “ante el tribunal de Cristo”, pero no en cuerpo de carne y sangre sino como ser espiritual que ya no tiene tal cuerpo físico.

Desarrollando aún más este hilo de investigación, afirmo que el juicio de 2 Corintios 5:10 es este mismo juicio hecho, esta decisión tomada, después de la muerte del cuerpo físico, enseguida, y no después de la Segunda Venida de Cristo.

Cada uno se comparece “ante el tribunal de Cristo” al salir de su cuerpo físico en el momento de derrumbarse este como “morada terrestre” que se deshace, o “tabernáculo” desinflado y caído al suelo. 2 Corintios 5:1. Enseguida, abandona al cuerpo físico que ya no le sirve de morada. 2 Pedro 1:14. Entrando en la esfera espiritual como alma-espíritu sin cuerpo físico, es llevado “ante el tribunal de Cristo” donde su destino espiritual es determinado “según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo”. La decisión es irreversible. O para el Paraíso o para el Tártaro, sin derecho a apelaciones, sin nuevos juicios.

Los dos vocablos “Juicio Final” no se hallan en 2 Corintios 5:1-10, como tampoco en Romanos 14:12, ni en 1 Pedro 4:5, textos similares.

De hecho, los vocablos “Juicio Final” no se hallan en la versión Reina Valera de 1960 en ninguno de los veintisiete libros del Nuevo Testamento, como tampoco la cláusula “el día del juicio final”. Y aunque aparecieran, o su equivalente, ello no significaría que se enseñara un solo juicio en el Nuevo Testamento. De la manera que se enseñan dos resurrecciones, una antes de los mil años, la otra, después (Apocalipsis 20:1-10), asimismo se enseñan distintos juicios, por ejemplo, uno de individuos que mueren antes del día de la Segunda Venida de Cristo, y otro, de gentes vivas sobre el planeta Tierra en el día de la Segunda Venida de Cristo, pero muertas por la espada (Palabra) que sale de su boca, para luego, enseguida, ser levantadas y llevadas directamente, en masa, delante del “gran trono blanco”, donde cada uno es sometido a juicio según sus obras.

En algún momento del “día del Señor” que “vendrá como ladrón en la noche”, después de la resurrección de los muertos en Cristo y después de la transformación de cristianos fieles vivos en la tierra al comenzarse referido día, “los malos” encarcelados en el Tártaro, en el Hades, son resucitados y llevados ante el trono de juicio. Siendo de condenación” su “resurrección” (Juan 5:29), no se presentan en el día del juicio” para una revisión de su caso y posible anulación de cargos sino “para ser castigados” (2 Pedro 2:9), escuchando la sentencia determinada para ellos, a saber: “pena de eterna perdición, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder”. 2 Tesalonicenses 1:9

  

See the source image

 El juicio de los falsos profetas en “aquel día”

Mateo 7:21-23

No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad.”

…en aquel día.” ¿Cuál día? El día del juicio. ¿Cuál juicio? Apoyándome en toda la información ya traída, respondo: el juicio después de la Segunda Venida de Cristo, cuando el Hijo del Hombre se sienta sobre “el trono de gloria” para juzgar a las distintas agrupaciones de almas-espíritus ya identificados en estos estudios y de las maneras ya explicadas.

Entre los malos del Tártaro resucitados “a condenación” (Juan 5:28-29) y los “pequeños y grandes” súbitamente muertos en los últimos instantes de Armagedón y llevados a juicio, figuran “muchos” falsos profetas y profetisas que intentarán defenderse, como lo hacen “los cabritos” a la izquierda en el juicio de las naciones, los que aseguran haber servido a Cristo exactamente como las “ovejas”. Jesucristo dice que serán “muchos”. Remachando, el apóstol Pablo escribe: Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias.” 2 Timoteo 4:3

No obstante sus pretensiones y porfías, el Juez Cristo los rechaza de plano con palabras duras, sentenciando: “Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad”. ¿Por qué “nunca”? Porque, pese a sus ilusiones, creencias, afirmaciones y postulaciones de “cristiano verdadero, profeta enviado por Dios, profetisa enviada por el Espíritu Santo, apóstol de Cristo, apóstola de Dios”, etcétera, etcétera, ¡no obedecieron nunca el evangelio verdadero de salvación, y, consiguientemente, nunca fueron reconocidos como salvos por el Señor! Por ejemplo, no se bautizaron por inmersión y “para perdón de los pecados” como manda Jesucristo en su evangelio (Hechos 2:37-47, Romanos 6:3-7), siguiendo más bien sus propias ideas y doctrinas acerca del modo y el propósito para el bautismo.

Estimado hermano, compañero de estudios bíblicos, sinceramente, ¿encuentra usted lógicas y lúcidas estas explicaciones, o no? ¿Bíblicas, o no? Durante muchos años, insertaba yo, mentalmente, el concepto de “Juicio Final” en textos bíblicos sobre juicios donde ni los dos vocablos, ni el concepto o doctrina generalmente asociados con ellos, estaban necesariamente presentes. Ese proceder entorpecía mi entendimiento de estos temas.

 

Background pattern  Description automatically generated

¿Es el Paraíso del Hades el mismo lugar que el Paraíso que es sinónimo de la Tierra nueva con cielos nuevos?

¿Tormento -Juicio- el mismo tormento de nuevo?

Pregunta un estudioso de estos temas: “O sea, ¿debería entrar a un estado similar o igual donde estaba ya antes? Y al que estaba en el tormento, ¿lo mandará de nuevo al tormento? Entonces, ¿qué sentido tendría el juicio final?”

Comentarios. En cuanto a “un estado similar o igual donde estaba ya antes”, me limito a aclarar que existen diferencias notables entre el Paraíso del Hades y el “Paraíso de Dios”, sinónimo de “los cielos nuevos, con tierra nueva” en los que habitarán los salvos eternamente.

Por ejemplo, los que son llevados al Paraíso del Hades aún no tienen cuerpo nuevo espiritual, inmortal, glorificado. Este cuerpo poderoso y glorioso lo reciben en el acto de la resurrección y transformación. En el Paraíso del Hades son consolados y preservados hasta la consumación del “misterio de Dios”, es decir, su plan, o designio, para la humanidad y el universo material. Resucitados y glorificados, acompañan a Jesucristo en su Segunda Venida, y, una vez concluidos los eventos finales en los que tengan el privilegio de participar, pasan a ocupar eternamente el “lugar” idílico, perfecto, que el Señor Jesucristo prometió durante su ministerio terrenal al decir: “En la casa de mi Padre muchas moradas hay. Voy, pues, a preparar lugar para vosotros…” Juan 14:1-3. Ya constituidos “espíritus… hechos perfectos” (Hebreos 12:23), se han librado total y eternamente de todo vínculo con el universo material y con el Hades. De aquí en adelante, para ellos “…todas las cosas” son “nuevas”. Apocalipsis 21:5

En cuanto a los habitantes del Tártaro del Hades, pregunta usted: “¿qué sentido” habría en someterlos a juicio de nuevo, habiendo sido enjuiciados ellos ya al ser consignados al Tártaro?

Respondo, abundando un tanto más sobre textos ya citados.

De la manera que los ángeles que “no guardaron su dignidad, sino que abandonaron su propia morada”, rebelándose, están reservados en prisiones de oscuridad para “el día del juicio” (2 Pedro 2:4; Judas 1:6), asimismo los “injustos” impenitentes están reservados en el Tártaro “para ser castigados en el día del juicio”. 2 Pedro 2:9.

Tanto aquellos ángeles caídos como los humanos injustos impenitentes fueron hallados culpables y encarcelados, sentenciados a cárcel por las evidencias incontestables en su contra. Aguardan “el día del juicio”. ¿Qué pasará en este “día del juicio”? Lo aguardan “para ser castigados”, dice el texto. Mas, ¡ya están castigados! Correcto. Porque su culpabilidad es incuestionable y su intransigencia malvada confirmada y reconfirmada. Son insalvables, irredimibles. Y, por lo tanto, encarcelados.

Tratándose de los humanos injustos impenitentes e incorregibles, ya comenzó su castigo en el Tártaro. Sin embargo, falta la proclamación oficial de su culpabilidad, con la sentencia correspondiente de “castigo”. Este acto tomará lugar en “el día del juicio” determinado por la Deidad. Día “para ser castigados” aquellos, tanto ángeles como seres humanos, para los cuales no hubo remedio antes de su “arresto” espiritual, ni lo habrá nunca. Estos “sufrirán”, de una vez para siempre, “pena de eterna perdición, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder”. 2 Tesalonicenses 1:9. Sus expedientes sellados, incinerados, para así decirlo, y echados al olvido. Su memoria borrada eternamente. Estrellas errantes eran cuya luz malvada desaparece para siempre de las dimensiones celestiales de la Deidad, de sus ángeles fieles y de los humanos redimidos y glorificados. El alcance de los “castigos” dictados por la Deidad en “el día del juicio” de su proclamación pienso que solo el Señor Todopoderoso y Justo lo sepa.

Salta a la vista el paralelo instructivo entre el caso de estos impenitentes insalvables y el de los reos de muerte en la tierra arrestados, encarcelados, luego llevados a juicio donde su culpabilidad es confirmada y la sentencia correspondiente declarada, entonces son encarcelados de nuevo de por vida, o se les aplica la pena de muerte.

Su servidor, HDS.

Estimado lector, estimada lectora, si estos temas que ponen de relieve el cumplimiento de profecías del Nuevo Testamento también le fortalecen, ¿qué le parece promoverlos mediante presionar el botón “LIKE” al pie de esta Página? Gesto sencillo que aumenta la posibilidad de ver la Página otras personas.

 


 

Juicios del Nuevo Testamento. LISTA de los estudios que componen la serie.

Juicios enseñados en el Nuevo Testamento. PDF del libro.

102 páginas tamaño carta en su formato de impreso. Once temas. Encuadernación espiral.

Los tronos de los apóstoles de Cristo. Asignados un reino, los apóstoles se sientan “en tronos juzgando a las doce tribus de Israel”.

Profecíaspara hoy y mañana. También del pasado. Cumplidas, cumpliéndose o a cumplirse. Gran cantidad de estudios relevantes.

 

  

¿Le gusta esta página? Por favor, ayúdenos a difundir la información por medio de compartirla automáticamente con sus amistades de Facebook, Google+, LinkedIn, y Twitter pulsando en los botones arriba colocados.

Derechos reservados. Permiso concedido para hacer una copia, o múltiples copias pero ninguna para la venta.