Los DEMONIOS y los endemoniados
“Y arribaron a la tierra de los gadarenos, que está en la ribera opuesta a Galilea. Al llegar él a tierra, vino a su encuentro un hombre de la ciudad, endemoniado desde hacía mucho tiempo; y no vestía ropa, ni moraba en casa, sino en los sepulcros. Este, al ver a Jesús, lanzó un gran grito, y postrándose a sus pies exclamó a gran voz: ¿Qué tienes conmigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Te ruego que no me atormentes” (Lucas 8:26-28).
Lección 1
Cuatro casos
Caso 1
Lucas 4:31-37
(31) “Descendió Jesús a Capernaum, ciudad de Galilea; y les enseñaba en los días de reposo. (32) Y se admiraban de su doctrina, porque su palabra era con autoridad. (33) Estaba en la sinagoga un hombre que tenía un espíritu de demonio inmundo, el cual exclamó a gran voz, (34) diciendo: Déjanos: ¿qué tienes con nosotros, Jesús nazareno? ¿Has venido para destruirnos? Yo te conozco quién eres, el Santo de Dios. (35) Y Jesús le reprendió , diciendo: Cállate, y sal de él. Entonces el demonio, derribándole en medio de ellos, salió de él, y no le hizo daño alguno. (36) Y estaban todos maravillados, y hablaban unos a otros, diciendo: ¿Qué palabra es esta, que con autoridad y poder manda a los espíritus inmundos, y salen? (37) Y su fama se difundía por todos los lugares de los contornos.”
A. “Espíritu de demonio” identifica al ser ajeno que moraba en el hombre encontrado en la sinagoga de Capernaum. Dos espíritus moraban en el cuerpo de aquel hombre, a saber, su propio espíritu de hombre (1 Corintios 2:11), y además, “un espíritu de demonio inmundo”. El demonio es un ser espiritual.
-Cristo mismo identifica a los demonios como “espíritus”. “Pero no os regocijéis de que los espíritus se os sujetan, sino regocijaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos” (Lucas 10:20).
B. “Inmundo” significa “malo, del mal, impuro, sucio o asqueroso”. Todo demonio es “inmundo” por su alianza con Satanás, a quien tanto Cristo como los judíos reconocen como “Beelzebú, príncipe de los demonios” (Lucas 11:14-23).
-Los demonios se llaman “espíritus malos” en Lucas 7:21 y Lucas 8:2. “Inmundo” es sinónimo de “malo”.
C. El hombre en quien moraba aquel espíritu de demonio inmundo se encuentra “en la sinagoga” de Capernaum (Lucas 4:31-33). No en lugares de inmoralidad y corrupción sino ¡en la sinagoga!, donde se leía la ley de Moisés y se impartía instrucción espiritual.
1. El demonio no impedía que el hombre acudiera a la sinagoga donde escucharía palabra de Dios.
2. ¿Incitaba el demonio al hombre a la maldad continuamente? Obviamente no lo hacía, pues el hombre se encuentra en la sinagoga, y no en lugares malos.
3. ¿Inducía al hombre a pecar en ocasiones? ¿Qué evidencia hay para responder afirmativamente? Ninguna.
4. ¿Dominaba el demonio al espíritu del hombre en contra de la voluntad de este? Ninguna circunstancia indica que tuviera semejante poder.
D. Consciente de la presencia de Cristo, el demonio “exclamó a gran voz”. ¿Valiéndose de su propia voz, asumiendo que pudiera, o de la voz del hombre? Pensamos que de la voz del hombre, pues los demonios demostraban poder tomar control del cuerpo físico, según los detalles de otros casos a estudiarse. Pero, ¿también del espíritu, obligando a la maldad? Veremos.
E. “…diciendo: Déjanos: ¿qué tienes con nosotros, Jesús nazareno? ¿Has venido para destruirnos? Yo te conozco quién eres, el Santo de Dios.”
1. “Déjanos”, plural, identificándose con los demás de su especie y hablando de parte de todos ellos. Se atreve a mandar a Jesús, sabiendo plenamente de quien se trata. Su falta de respeto y su rechazo hacia el Señor tipifican las malas actitudes y acciones de Satanás y quienes le siguen, bien sean ángeles u hombres.
2. “Yo te conozco quién eres, el Santo de Dios… Jesús nazareno.”
a) Todos los demonios conocen a Cristo, creen y tiemblan ante su presencia. “Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan.” Pero, su fe no los salva, como tampoco salva al hombre la “fe sola”. “¿Mas quieres saber, hombre vano, que la fe sin obras es muerta?” (Santiago 2:19-20). Pese a tan clara enseñanza, multitudes de almas confían en “la salvación por fe sola”, negando la necesidad de la inmersión en agua (el bautismo) “para perdón de los pecados” (Hechos 2:38). ¡Qué pena!
b) Palabras semejantes pronuncian muchos de los demonios que confrontan a Cristo. Su testimonio sirve para confirmar la identidad de Jesús como Ser espiritual venido de Dios. Antes de encarnarse el Hijo de Dios, ya los demonios lo conocían. Introducido “el Primogénito en el mundo” (Hebreos 1:6), no solo los ángeles de Dios sino también los demonios declaran su identidad.
3. “¿Has venido para destruirnos?” Teniendo la Deidad poder para “destruir el alma y el cuerpo en el infierno” (Mateo 10:28), lógicamente poder tiene para destruir también a los demonios, plenamente conscientes de ello los demonios, como atestigua la pregunta que este hace a Cristo. Destruir, sí, o mandar “ir al abismo” (Lucas 8:31), posibilidad cuyas implicaciones analizaremos al estudiar el caso del gadareno endemoniado.
F. “Jesús le reprendió, diciendo: Cállate, y sal de él.”
-Jesús no se dirige al espíritu propio del hombre sino al espíritu del demonio inmundo. No se dirige a un fantasma existente solo en la imaginación del hombre sino a un ser real y vivo, con identidad propia. Si aceptamos a Jesucristo como el Hijo de Dios, obligatoriamente hemos de creer en la existencia real de los demonios. Si calificamos a los demonios de “seres imaginarios de la mitología puramente humana”, hacemos a Cristo mentiroso y engañador.
-¿Quiénes son los demonios? ¿De dónde vienen? ¿Cuánto poder tienen? Respuestas más amplias a estas preguntas las encontramos al estudiar otros casos de personas endemoniadas.
G. “Entonces el demonio, derribándole en medio de ellos, salió de él, y no le hizo daño alguno.” Esto sucedió ahí mismo en la sinagoga, “en medio de” los congregados. No le hizo maldecir, blasfemar o cometer pecado alguno. Lo derribó, pero “no le hizo daño alguno”. Intervino físicamente con el hombre, pero ¿moral o espiritualmente? Negativo, en este caso.
Caso 2
Lucas 6:17-19
(17) “Y descendió con ellos, y se detuvo en un lugar llano, en compañía de sus discípulos y de una gran multitud de gente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón, que había venido para oírle, y para ser sanados de sus enfermedades; (18) y los que habían sido atormentados de espíritus inmundos eran sanados. (19) Y toda la gente procuraba tocarle, porque poder salía de él y sanaba a todos.”
-Lucas no escribe: “Habían sido llevados a pecar por espíritus inmundos” o “habían sido sujetados a la maldad, y forzados a practicarla, por espíritus inmundos”, sino que “habían sido atormentados”. El verbo es “atormentados”. “Atormentar. (De tormentar ). tr . Causar dolor o molestia corporal. 2. Dar tormento al reo o a un testigo para obtener una confesión. 3. Batir con la artillería. 4. Causar aflicción, disgusto o enfado.” ( Biblioteca de Consulta Microsoft® Encarta® 2005. © 1993-2004 Microsoft Corporation. Reservados todos los derechos) “Atormentados” en sus cuerpos físicos por los espíritus inmundos, pero, que quede bien claro, ¡no inducidos a pecar!
Caso 3
Lucas 8:1-3
(1) “Aconteció después, que Jesús iba por todas las ciudades y aldeas, predicando y anunciando el evangelio del reino de Dios, y los doce con él, (2) y algunas mujeres que habían sido sanadas de espíritus malos y de enfermedades: María, que se llamaba Magdalena, de la que habían salido siete demonios, (3) Juana, mujer de Chuza, intendente de Herodes, y Susana, y otras muchas que le servían de sus bienes.”
1. Tres de las mujeres “sanadas de espíritus malos” se identifican: María, Juana y Susana.
2. Enfocamos el caso de “María, que se llamaba Magdalena”. ¿Quién era ella? “Una mujer de la villa de Magdala, a orillas del mar de Galilea, esta dama se conocía popularmente como María Magdalena. Jesús la sanó de siete demonios, lo cual se entendía que indicara no solo problemas físicos y emocionales sino también morales. Muchos creen que María Magdalena era la ‘pecadora’ que se presentó durante el banquete en la casa de Simón, el fariseo, ungiendo a Jesús. Sin embargo, de esto no hay certeza. Como es de esperarse, apareció una multitud de leyendas sobre María Magdalena, la mayoría de índole sensacional. Es imposible hallar en estas leyendas detalles consecuentes o históricos en torno a la vida de ella” después de lo relatado en los evangelios ( Everyone in the Bible –Toda persona de la Biblia- por William P. Barrer. Fleming H. Revell and Comapany . Old Tappan , New Jersey . 1966. Página 230) .
a) Los siete demonios, ¿inducían a María Magdalena a adulterar, fornicar o cometer cualquier otro pecado? No existe evidencia bíblica alguna de que tuvieran semejante poder sobre ella. Asunciones y leyendas distorsionan percepciones, aceptándose a la larga como verdades o realidades. En lo concerniente a María Magdalena, la verdad es que los evangelios no la identifican como la “pecadora” que regó con lágrimas los pies de Cristo en la casa del fariseo Simón. Dos detalles rinden incorrecta tal identificación, a saber: (1) La pecadora que entró a la casa de Simón era “de la ciudad” (Lucas 7:3) de Naín (Lucas 7:11). En cambio, María Magdalena era de la villa de Magdala. (2) Al tratar Cristo el caso de la pecadora en la casa de Simón, ninguna alusión hace a “siete demonios” (Lucas 7:36-50), circunstancia sumamente extraña de haber sido la mujer afligida por tantos demonios. Le dice: “Tus pecados te son perdonados”, y “Tu fe te ha salvado, vé en paz” (Lucas 7:48, 50), pero ¿sanarla de demonios? Obviamente, aquella pecadora no era “endemoniada”.
b) Si bien los
“siete demonios”
no hacían pecar a María Magdalena, entonces ¿cómo afectaban a ella? No se divulgan tales detalles en el conciso relato bíblico. Orientados por los demás casos de “endemoniados”, deducimos que la afligían físicamente, y por ende, emocionalmente. Este mismo tipo de aflicción sufrían las demás
“mujeres que habían sido sanadas de espíritus malos”, incluso Juana y Susana. Pero, recalcamos: no hay evidencia o implicación alguna de que los demonios hicieran pecar a estas mujeres, dominando y corrompiendo a sus almas.
Caso 4
Lucas 8:26-39
(26) “Y arribaron a la tierra de los gadarenos, que está en la ribera opuesta a Galilea. (27) Al llegar él a tierra, vino a su encuentro un hombre de la ciudad, endemoniado desde hacía mucho tiempo; y no vestía ropa, ni moraba en casa, sino en los sepulcros. (28) Este, al ver a Jesús, lanzó un gran grito, y postrándose a sus pies exclamó a gran voz: ¿Qué tienes conmigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Te ruego que no me atormentes. (29) (Porque mandaba al espíritu inmundo que saliese del hombre, pues hacía mucho tiempo que se había apoderado de él; y le ataban con cadenas y grillos, pero rompiendo las cadenas , era impelido por el demonio a los desiertos.) (30) Y le preguntó Jesús , diciendo: ¿Cómo te llamas? Y él dijo: Legión. Porque muchos demonios habían entrado en él. (31) Y le rogaban que no los mandase ir al abismo. (32) Había allí un hato de muchos cerdos que pacían en el monte; y le rogaron que los dejase entrar en ellos; y les dio permiso. (33) Y los demonios, salidos del hombre, entraron en los cerdos; y el hato se precipitó por un despeñadero al lago, y se ahogó. (34) Y los que apacentaban los cerdos, cuando vieron lo que había acontecido, huyeron, y yendo dieron aviso en la ciudad y por los campos. (35) Y salieron a ver lo que había sucedido; y vinieron a Jesús, y hallaron al hombre de quien habían salido los demonios, sentado a los pies de Jesús, vestido, y en su cabal juicio; y tuvieron miedo.”
A. “Gadarenos”, residentes de Gadara, “ciudad de Decápolis”. “A Gadara se la ha identificado con la moderna Um Keis , aprox. 8 km (5 millas) al sudeste del mar de Galilea” (Diccionario Bíblico Conciso Holman . Nashville, Tennessee. Página 275).
B. “Vino a su encuentro un hombre de la ciudad.” El demonio, dominando al cuerpo físico del hombre, va al encuentro de Cristo, tomando la iniciativa.
- “Al ver a Jesús”, cuatro cosas hace el demonio (28)
(1) Lanza “un gran grito”.
(2) Se postra a los pies de Cristo.
(3) Identifica a Jesús como el “Hijo del Dios altísimo”.
(4) Ruega que Cristo no le atormente.
-Observación: sus acciones, actitudes y palabras guardan una similitud muy parecida a las del demonio que tenía el hombre en la sinagoga de Capernaum (Lucas 4:31-37).
C. El demonio, “hacía mucho tiempo que se había apoderado” del gadareno (29).
1. ¿Con qué efectos en el hombre?
a) El varón afectado “no vestía ropa” (27).
b) “…ni moraba en casa, sino en los sepulcros” (27).
c) La fuerza física de aquel varón era descomunal, a decir verdad, “fueza del demonio” tenía, pues rompía las cadenas y los grillos con los que intentaban sujetarlo (29).
d) “… era impelido por el demonio a los desiertos ” (29). “Impelido”, es decir, empujado a correr desenfrenadamente hacia los desiertos.
e) No pensaba racionalmente, trastornando el demonio el funcionamiento normal del cerebro del gadareno. Esto se deduce del comportamiento del varón tanto antes como después de ser librado del demonio. Antes, su comportamiento es de “hombre loco”. Después, está “en su cabal juicio” (35).
2. ¿Se apoderó el demonio del alma del gadareno, obligándolo a pecar? Negativo. Peca, sí, el varón o la mujer que, deliberadamente y a sabiendas, estando en su cabal juicio, no viste ropa. A diferencia, el gadareno no estaba en su cabal juicio. Entonces, ¿cómo imputarle pecado?
3. ¿Se apoderó el demonio del cuerpo del gadareno en contra de la voluntad personal de este? Una de las definiciones del verbo “apoderarse” es “Hacerse dueño de algo, ocuparlo, ponerlo bajo su poder” (B iblioteca de Consulta Microsoft® Encarta® 2005. © 1993-2004 Microsoft Corporation. Reservados todos los derechos). Esto mismo lo hizo el demonio con el cuerpo del gadareno: se hizo dueño de él, ocupándolo y poniéndolo bajo su poder. ¿Cuándo? “Hacía mucho tiempo.” ¿Estando en qué condición moral o espiritual el gadareno? No se nos informa. ¿Con el permiso de quién? No se nos dice.
-¿Permitió el mismo gadareno que el diablo se adueñara de él? No podemos saberlo a ciencia cierta. Posiblemente que sí. Al Cristo sanarlo, “toda la multitud de la región alrededor de los gadarenos le rogó que se marchase de ellos”, rechazando al Señor (Lucas 8:37). Su mentalidad colectiva es la de gente muy impía o supersticiosa que no se abre pronto a lo bueno. Los demonios encuentran puerta abierta en tales personas.
-¿Entró el demonio a la fuerza en el cuerpo del gadareno, usurpando la voluntad de este? De haber sucedido así, ¿quién le dio el poder de hacerlo? Es evidente que Dios mismo concede a Satanás y sus secuaces ciertos poderes limitados, incluso el de enfermar (el caso de Job) y el de hacer señales poderosas (Apocalipsis 13:5-7, 11-14; 2 Tesalonicenses 2:9-12), pero jamás el poder, afirmamos confiadamente, de adueñarse, de una vez hasta la muerte, del corazón (alma, espíritu, mente) capaz del arrepentimiento. Aunque Satanás y los suyos, no exceptuándose los demonios, aparenten desenvolverse libremente, en realidad no pueden pasar más allá de los parámetros establecidos por Dios, cuya autoridad y poder son universales y absolutas.
-¿Se adueñaron a la brava de cuerpos humanos? No por su propio poder lo hacían sino por el permiso explícito de Dios. ¿Con qué razón permitirles Dios tal acción? Para que Cristo y los apóstoles, más otros capacitados para la misión, demostraran su poder superior sobre todas las fuerzas malignas de maldad, tanto visibles como invisibles, haciendo salir fuera los demonios de los cuerpos humanos que habían ocupado.
-¿Se adueñaron a la brava de almas capaces de arrepentirse y obedecer, doblegándolas y forzándolas a pecar en contra de su voluntad, imposibilitándolas la salvación? ¡Jamás! Tal poder Dios no se lo ha concedido jamás a los demonios, como tampoco a Satanás.
D. Los “muchos demonios” llamados “Legión… rogaban que no los mandase ir al abismo” (31). En las escenas del primer ay, lo mismo que la quinta trompeta, del “pozo del abismo” sale “humo… como humo de un gran horno”, y “del humo salieron langostas sobre la tierra” que atormentasen a los hombres sin el sello de Dios” (Apocalipsis 9:1-11). Acabado los dos testigos su testimonio, “la bestia… sube del abismo” para hacer “guerra contra ellos” (Apocalipsis 11:7). El Milenio comienza cuando Satanás es atado y arrojado “al abismo” (Apocalipsis 20:1-3). “El abismo” es el lugar asignado por Dios a Satanás y los suyos.
1. ¿Salieron los demonios del abismo? De haber sucedido así, es necesario deducir que Dios mismo soltara a cuáles y cuántos de ellos quisiera para el propósito determinado que había trazado, durante el espacio de tiempo prefijado por él. No salieron por su cuenta. “Legión” conoce algo del “abismo”. No desea ser mandado allá, suplicando a Cristo “Te ruego que no me atormentes” (29).
2. ¿No salieron los demonios del abismo? En tal caso, discernimos una sola alternativa, a saber, se trata de ángeles caídos arrojados directamente del cielo a la tierra. Una vez realizado su papel en la tierra, conforme a los designios de Dios, serían mandados “al abismo” .
E. Cristo concede a “Legión” su petición de entrar en un hato de cerdos que “pacían en el monte”, “y el hato se precipitó por un despeñadero al lago, y se ahogó” (32-33).
1. ¿Se hace Cristo cómplice en la destrucción violenta de animales inocentes? Bueno, pues, los animales no son moralmente inocentes, como tampoco culpables, ya que no tienen espíritu o entendimiento como el hombre. Con todo, para Israel, el cerdo era inmundo, según la ley de Moisés.
2. Al fin y al cabo, “Legión” es quien mata a los cerdos, haciéndolos caer por un despeñadero al lago. Pudiera haber ocupado los cuerpos de los cerdos sin matarlos, pero, ¿quién sabe?, quizá se adueñara de él una furia terrible al verse obligado a salir del gadareno , y ¡para un hato de cerdos asquerosos! De todos modos, ahogados los cerdos, no se ahogaron los “muchos demonios” llamados “Legión” sino que se fueron a parar enseguida, supongamos, “al abismo”, adonde no habían querido ir tan pronto.
F. Feliz desenlace de su situación tiene el varón gadareno librado por Cristo de “Legión”. Los ciudadanos del lugar acuden al lugar de los sucesos, y “hallaron al hombre de quien habían salido los demonios, sentado a los pies de Jesús, vestido, y en su cabal juicio.” Quería acompañar a Cristo, pero este le dice: “Vuélvete a tu casa, y cuenta cuán grandes cosas ha hecho Dios contigo. Y él se fue, publicando por toda la ciudad cuán grandes cosas había hecho Jesús con él” (Lucas 8:35-39).
Guía para clases bíblicas para la Lección 1
Lista de estudios para esta serie sobre los Demonios
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