La espeluznante matanza en Las Vegas
“¿Pura maldad?”
Pero, “¡Dios está en control!”
¿Así? Entonces, ¿por qué no actuó para evitar la matanza de cincuenta y ocho personas y que fueran heridas quinientos veintisiete?
Entre veintidós mil espectadores de un show musical en Las Vegas, escenas de sangre, griterías de dolor y horror, de centenares de muertos y heridos, de un correcorre desesperado para salvarse de los tiros, o de un valiente quedarse en el escenario para socorrer a las víctimas.
El domingo por la noche, del 1 de octubre de 2017
El presidente de los Estados Unidos de América, Donald Trump, calificó de “pura maldad” lo acaecido.
Pocas horas después de tan estremecedora tragedia, el renombrado escritor Max Lucado escribió una pieza para FoxNews que termina con las siguientes palabras: “Cuando este mundo está en espiral hacia la violencia y la confusión, la persona contagiosamente calmada es la que recuerda a otros: “Dios está en control”. Luego, Lucado exhorta: “Persiga esta calma. El Señor está cerca- tú no estás a solas. Quizás te sientas a solas. Quizás pienses que estés a solas. Pero, nunca hay siquiera un minuto cuando te encares a la vida sin ayuda. Dios está cerca: ¡no tengas ansiedad por nada!”
Lejos sea de este servidor restar valor de palabras escritas para consolar y animar a los familiares y amigos de los cincuenta y ocho seres humanos que murieron tan trágicamente en Las Vegas el domingo del 1 de octubre, como también a los tantos miles de sobrevivientes. Sin embargo, me parece no desacertar al observar que quizás muchísimas almas se preguntaran: “¿Dónde estaba Dios en esa linda noche que se tornó en infierno cuando de repente la ‘pura maldad’ estallara con ráfagas tras ráfagas de balas mortíferas que segaban vidas y herían a cuerpos, mentes, corazones y espíritus? ‘¿Cerca, Dios?’ Entonces, ¿por qué no detuvo a aquel endemoniado antes de que disparara la primera bala? ¿Por qué? ¿No es él el Todopoderoso? Tú dices que él siempre está en control. Pero, obviamente, ¡no estaba en control aquella noche horrífica!”
Ciertamente, Dios no estaba en control de la mente y espíritu de Paddock. No mandaba en la cabeza de Paddock. Más bien, hacía tiempo que este se había entregado en cuerpo, alma y espíritu al propio Satanás, el padre de toda maldad. Su historial moral-social-espiritual arroja que Paddock era hombre obsesionado con el vicio de apuestas durante largos años, apostando hasta $10,000 a diario, día tras día, por etapa. Ahora bien, consabido es que el mal de apuestas florece en medio de toda una maraña de males mayúsculos, tales como: avaricia, engaños, timo de ingenuos, de jóvenes, de viejos y represalias violentas contra quien no pague deudas incurridas en los juegos. Además, en ámbitos de lujosa carnalidad, consumo de cuantiosas bebidas alcohólicos, uso de estupefacientes; adulterios, prostitución, pornografía, crimen organizado, etcétera. Paddock se desenvolvía en este mundo bajo de corrupción, de mujeres y hombres avaros, maliciosos y puramente carnales, carentes de importantísimos valores morales sanos, esencialmente sin disciplina en su ser interior. En fin, ¡un mundo sin Dios! Donde Dios no está bienvenido. Donde él, definitivamente, ¡NO ESTÁ EN CONTROL! Un mundo de tinieblas cuyos moradores no aman la luz; un mundo conducido y gobernado por ¡mentes sin Dios! Stephen Paddock se hizo ciudadano leal y muy activo de aquel mundo.
¡Ay de la raza humana a causa de mentes sin Dios! Mentes sin moral; faltas de principios sanos. Que no cuentan con barreras efectivas contra la maldad. Contra inclinaciones o pensamientos de maldad. Son capaces de cometer los crímenes más escalofriantes. Señoras y señores, hemos de entender y tener presente que en tales mentes Dios no fuerza la entrada. Porque él concede a cada ser humano la facultad del libre albedrío, permitiendo que cada uno tome sus propias decisiones sobre lo bueno y lo malo. De ahí, ¡que no detuvo a Paddock! Teóricamente, pudiera haber disuelto a Paddock en un santiamén, con todo y armas. Teóricamente, pudiera haber hecho esfumarse a Adolfo Hitler en un pequeño torbellino de moléculas sueltas antes de encender aquel malvado la Segunda Guerra Mundial. O, al rey de Japón, con sus generales belicistas, los que también se enfrascaron en la misma guerra. O, al dictador Joseph Stalin. O, a Mao Tse-Tung. O, al sanguinario dictador Pol Pot. Hombres moralmente malísimos y desalmados, cuyas agendas y acciones bélicas causaron la muerte de veintenas de millones de seres humanos durante el siglo XX. Pero, no lo hace. No ejerce tal CONTROL unilateral y fulminante. Al contrario, permite que precedan con todas sus terribles maldades. Con quizás rarísimas excepciones, siendo el rey Herodes Agripa ejemplo clásico de estas (Hechos 12:20-23).
El verbo “PERMITIR” es clave para entender por qué el Dios Creador no elimina oportunamente a personas tales como las mencionadas, incluso a Stephen Paddock, una vez decididos a efectuar sus planes satánicos. Además de respetar la autonomía personal otorgada a ellas, al igual que a todos los demás seres humanos, él PERMITE que actúan porque su presencia y malvada conducta figuran entre los castigos sobre los humanos a consecuencia de la rebeldía casi universal de estos contra el propósito de la Deidad para la creación. Creados “a imagen y semejanza de Dios” (Génesis 1:26-27), ¡todos reniegan, en algún momento de su adultez, honrar su origen divino, abanderizándose, aunque sea por tiempo corto, con los enemigos de Dios. A (1) este tipo de castigo se suman (2) los embates de fenómenos naturales violentos y ataques de criaturas salvajes, (3) enfermedades y accidentes de todo tipo, como también (4) la muerte del cuerpo físico. ¡CASTIGOS! ¿No nos afligen y castigan estas cuatro categorías de males? No exceptuándose las gentes malas de esta tierra. No solo los más malos (Hitler, Stalin, los mafiosos, Paddsock y su calaña) sino también los pillitos, mentirosos, difamadores, engañadores, estafadores, despreciadores, etcétera. Todos estos son una enorme carga, una tremenda molestia perenne, un fuerte castigo doloroso, los unos para con los otros, en una que otra medida, y, además, para los buenos y justos, a lo largo de nuestra travesía por esta Tierra. ¿Quién está del todo exento?
Pues bien, estos castigos todos nos causan dolor y angustia de cuerpo, mente, alma y espíritu. Pero, Dios, “el Padre de nuestros espíritus” (Hebreos 12:9), nos explica que él tiene varios propósitos al permitir que ocurran, siendo uno de ellos el de disciplinarnos. Que aprendamos a obedecer. Lección que debía aprender su propio Hijo en la tierra (Hebreos 5:8-9). Que nos arrepintamos de vicios, figurando él de apuestas entre los más populares de actualidad. Que demos la espalda a la maldad en todas sus manifestaciones. Que nos pongamos serios en lo concerniente a nuestra conducta moral-espiritual. Que comprendamos la incertidumbre y brevedad de la vida en la tierra. Que nos transformemos de personas netamente naturales (animales) a personas espirituales (1 Corintios 2:14-15). A resumida cuenta, ¡qué nos preparemos debidamente para nuestra inevitable salida de esta esfera material a la espiritual, de tal manera que seamos admitidos al “mundo venidero” (Hebreos 2:3), llamado también “nueva tierra” (2 Pedro 3:13-14), “mundo-tierra” eterno, totalmente libre de todos los males, grandes y pequeños, que hemos de soportar en este planeta Tierra temporal.
“Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina? Pero si se os deja sin disciplina, de la cual todos han sido participantes, entonces sois bastardos, y no hijos. Por otra parte, tuvimos a nuestros padres terrenales que nos disciplinaban, y los venerábamos. ¿Por qué no obedeceremos mucho mejor al Padre de los espíritus, y viviremos? Y aquéllos, ciertamente por pocos días nos disciplinaban como a ellos les parecía, pero éste para lo que nos es provechoso, para que participemos de su santidad. Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados.”(Hebreos 12:7-11)
Muy queridos señores y señoras, tenemos la opción de aceptar esta explicación del por qué de acontecimientos tales como la matanza en Las Vegas, o la de virar la espalda al Dios que la presenta, aun culpándolo y maldiciéndolo por no haber impedido semejantes atrocidades. La primera opción ofrece esperanza, “una esperanza viva” (1 Pedro 1:3), “la cual tenemos como segura y firme ancla del alma, y que penetra hasta dentro del velo” celestial (Hebreos 6:19). La segunda asegura más días, meses y años parecidos a los primeros, o peor, muerte física y una eternidad sin esperanza alguna de mejora. La elección es nuestra. Qué seamos sensatos y sabios al ejercer nuestro derecho.
Esto de “¡Dios está en control!” como que se haya convertido en un cliché psicológico-espiritual entre muchos seguidores de Dios y Cristo. Cliché de consejeros, psiquiatras y psicólogos que se identifican como “cristianos”. De predicadores de distintas confesiones. Dicho casi automáticamente para suavizar acontecimientos negativos, aun sumamente traumáticos. Tal vez sin tomar en cuenta circunstancias o realidades. Como si la expresión apareciera precisamente así en la Biblia. Pero, no se trata de una cita bíblica, y la expresión requiere elucidación. ¡Cuidémonos de repetirla como el papagayo! Para evitar proyecciones cuestionables acerca de Dios.
Aclaramos, pues, que “Dios está en control” sí del plan trazado por él para la humanidad y el universo material. Lo concibió antes de la creación y lo está llevando a cabo conforme a sus propios propósitos y parámetros. “Plan”, o sea, “designio”, como en la frase “…conforme al propósito del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad” (Efesios 1:11). También identificado como “el misterio de Dios” o “los misterios de Dios”, en algunos textos bíblicos (Colosenses 2:2; 1 Corintios 4:1). “Misterio” una vez oculto pero ya dado a conocer por Cristo y sus apóstoles (Lucas 8:10; Efesios 3:9; Colosenses 1:27) y, por lo tanto, ya no misterio sino revelación entendible. “…misterio”, “designio”, o plan que será consumado al sonar el Séptimo Ángel la séptima trompeta (Apocalipsis 10:5-7). Consiguientemente, plan que no será frustrado por hombre en la tierra o ángel en el cielo.
Ahora bien, este plan concebido por Jehová Dios incluye conceder a Satanás poder para ejecutar ciertas obras entre los humanos. Por ejemplo, a la primera bestia de Apocalipsis 13 “se le permitió hacer guerra contra los santos, y vencerlos. También se le dio autoridad sobre toda tribu, pueblo, lengua y nación” (Apocalipsis 13:7). A la segunda bestia “se le permitió infundir aliento a la imagen de la bestia, para que la imagen hablase e hiciese matar a todo el que no la adorase” (Apocalipsis 13:15). Ambas bestias reciben autoridad de parte del “gran dragón escarlata”, el cual es “la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero” (Apocalipsis 12:3 y 9). Pero, esta autoridad es delegada, poseyendo control absoluto de ella el Dios Todopoderoso, quien se la concede a Satanás solo con ciertos propósitos definidos y límites temporales determinados. De manera que Dios es realmente el Poder Supremo que, efectivamente, está en control de todo, pero NO interfiere NI ESTÁ PRESENTE en las acciones malísimas que él mismo permite a Satanás a realizar mediante sus agentes en la Tierra. Adolfo Hitler, Joseph Stalin, etcétera, eran agentes de Satanás. También, Stephen Paddock. Esto es lo que deberíamos tener presente al afirmar: “¡Dios está en control!”
Recalcamos: Dios permite a Satanás a llevar a cabo mediante sus seguidores en la tierra obras de pura maldad, a veces, en gran escala (guerras mundiales), a veces, que impacten solo a porciones de la población, desde multitudes hasta a grupos pequeños o individuos. Para consternación y castigo de los aliados de Satanás. Para que se arrepientan los pecadores de sus maldades (Apocalipsis 9:18-21). Y prueba dura para los que profesan andar con Dios (1 Pedro 4:12-19; Hebreos 12:1-4; 2 Corintios 11:23-33). Los inocentes ante Dios que pierdan la vida material a causa de tales actividades satánicas, pues, se acortan sus días en este mundo lleno de sufrimiento, pasando ellos más prontamente al glorioso Paraíso, adonde fue el propio Jesucristo al sufrir su cuerpo físico una muerte tan cruel en la cruz, llevando consigo al ladrón arrepentido (Lucas 23:43). Los incrédulos y los de poca fe suelen lamentar semejante desenlace de los inocentes, pero los creyentes de mucho entendimiento y mucha fe, bien que sufran en algunos aspectos tal fin terrenal de seres queridos inocentes, se consuelan grandemente al visualizarlos eternamente seguros y felices en los lugares celestiales de Dios y los suyos. De ahí, que los mártires de Cristo de los primeros siglos del cristianismo sus hermanos espirituales que permanecían vivos en la tierra los tenían por muy dichosos.
Así que, dentro del control absoluto que mantiene el Dios Creador conforme a sus eternos propósitos, a Satanás se le permite hacer sus maldades entre los humanos en la tierra, pero, qué conste: ¡no todo el tiempo, ni en todo lugar! Algunas perspectivas correctas evitan trastornos mentales y emotivos, aun distorsiones espirituales. Las guerras mundiales no continúan sin parar. Tampoco otras guerras de menos alcance. Los terroristas hacen grandes maldades, pero no las veinticuatro horas del día en casi toda la tierra. Más bien, con frecuencia sí en algunas áreas limitadas, pero solo esporádicamente en otras regiones o países del mundo. Los “Paddock” del mundo hacen sus terribles maldades de vez en cuando, pero no todos los días ni en muchos lugares. No es menos cierto que los criminales, pequeños y grandes, efectúan sus andanzas malísimas a menudo en todos los países del mundo. Con todo, de la manera que hay muchos más días de sol que de lluvia, así mismo la mayoría de los habitantes de esta tierra disfruta de más tiempo libre de las obras malas de Satanás que de tiempo dominado fuertemente por él. El cristiano consciente de esta realidad ve en ella otra manifestación no pequeña de la sabiduría, bondad y control del Dios Soberano. ¿Qué ves tú? Te digo la verdad para mí: que si esto fuera a revés, es decir, que si Satanás tuviera el control que, en la actualidad, posee Dios, ¡este mundo sería un caos total donde sobrevivieran solo los más malos, y eso solo por tiempo muy corto!
Escribe el Sr. Max Lucado, en el contexto de la matanza en Las Vegas: “…nunca hay siquiera un minuto cuando te encares a la vida sin ayuda. Dios está cerca: ¡no tengas ansiedad por nada!” Para el cristiano sumamente fiel y consagrado, “afligido en diversas pruebas” (1 Pedro 1:6; Santiago 1:2), aun por la pérdida de un ser querido a consecuencia de la acción maléfica de un tipo tal como Stephen Paddock, quizás vinieran muy bien semejantes expresiones. Con todo, dirigir estas palabras al público en general implicaría que toditos, tanto malos, como malísimos, como buenos y justos, contaran en todo momento con la ayuda de Dios para encararse a la vida. ¿Es eso así? ¿Para los no convertidos a Cristo? ¿Aún para los que no quieren tener a Dios en su mente? ¿Que vayan a Las Vegas para apostar, emborracharse, acostarse con prostitutas, pasar días y noches en orgías? ¿Quién está “en control” de los tales? Ciertamente, ¡no lo es el Dios que llama al arrepentimiento y santidad! ¡Él no está “cerca” de los tales, ni ellos de él! ¡Ellos deberían tener muchísima ansiedad por todo, en vez de ninguna por nada! ¡Ah! Si, claro, en el momento de la balacera, ¡clamar a Dios a todo pulmón! Qué él escuche y proteja, o no… pues, él es muy misericordioso, y no me corresponde hablar de parte de él. Sin embargo, ¡cuidado de invocar a él la persona que no lo respete ni lo siga, no haciendo su “buena voluntad, agradable y perfecta”! (Romanos 12:2). Esperanzada en que responda positivamente al instante. El Señor hace caso a los justos y buenos.
“Porque: el que quiere amar la vida y ver días buenos, refrene su lengua de mal, y sus labios no hablen engaño; apártese del mal, y haga el bien; busque la paz, y sígala. Porque los ojos del Señor están sobre los justos, y sus oídos atentos a sus oraciones; pero el rostro del Señor está contra aquellos que hacen el mal.” (1 Pedro 3:10-12)
“Dios está cerca…” ¿A todo ser humano, en todo lugar, aun en un casino, y en todo momento? Bueno, eso será así, pero solo relativamente. Quizás más lejos de algunos que de otros. Más lejos del que está sentado al bar en un casino, malgastando dinero en una máquina de video póker. Más cerca de la persona que ande a riberas de algún lago cristalino, contemplando, maravillada, paisajes lindísimos. Porque el Dios Creador se da a conocer mediante todo lo creado por él (Romanos 1:18-20), pero no por todo lo inventado por el hombre, por ejemplo, un casino, con todo su mobiliario y personal dedicados a lo malo. Con todo, “ciertamente” él “no está lejos de cada uno de nosotros. Porque en él vivimos, y nos movemos, y somos… siendo… linaje de Dios” (Hechos 17:24-29).
Cada criatura humana concebida pertenece al “linaje de Dios”. Es pura e inocente. No tiene pecado.
La inmensa problemática que encara la gran mayoría de los humanos es que, al nacer y crecer, repudian, en algún momento, su genealogía espiritual de “linaje de Dios”, eligiendo a Satanás como su “padre” espiritual. A los tales Jesucristo dice: “Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer” (Juan 8:44).
Pero, no todo está perdido: teniendo libre albedrío e inteligencia, pueden sacar al diablo de su mente y corazón, librándose de él por medio de la verdad de Dios. “Conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (Juan 8:32). Y así, reconciliándose con el verdadero “Padre” de sus “espíritus” (Hebreos 12:9), no solo lo tienen “cerca” sino ¡dentro de sí!
No basta tenerlo meramente “cerca”. Para completa seguridad y salvación, ¡es necesario vivir en él, moverse en él, ser en él! ¡Ser verdadero linaje de Dios! Para alcanzar tan estupendo privilegio, es imprescindible guardar la Palabra de Dios, y esto lo expone claramente el propio Hijo de Dios al decir: “El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él” (Juan 14:23). ¡Ah! No solo tener a Dios y Cristo “cerca” sino ¡dentro de uno mismo! ¡Morando en uno mismo! En nuestra mente y corazón. Y así, ser “un espíritu… con él” (1 Corintios 6:17), teniendo “la mente de Cristo” (1 Corintios 2:16).
El joven, la joven, la mujer o el hombre en quien moran tanto el Padre Dios como su Hijo Jesucristo y también el Espíritu Santo (Romanos 8:11) poco importa que mueran joven, de mediana edad o anciano, ya de causas naturales, a consecuencia de guerras o por actos criminales. Pues, en espíritu ya viven con Dios y estarán con él eternamente, en cuerpo resucitado, espiritual y glorificado (1 Corintios 15:42-44).
Y qué no se me pase resaltar una gran verdad clave la obediencia a la cual es necesaria para estar “en Cristo”, “revestidos de él”. Me refiere al bautismo en agua, por inmersión, “en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo” (Mateo 28:18), y “para perdón de los pecados” (Marcos 16:15-16; Hechos 2:36-47; 8:26-40; 22:16; Romanos 6:3-7; 1 Pedro 3:21). “…porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos” (Gálatas 3:27).
“Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la VERDAD, mediante el Espíritu, para el amor fraternal no fingido, amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro; siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre. Porque: toda carne es como hierba, y toda la gloria del hombre como flor de la hierba. La hierba se seca, y la flor se cae; mas la palabra del Señor permanece para siempre. Y esta es la palabra que por el evangelio os ha sido anunciada.” (1 Pedro 1:22-25)
¿Tú ves cómo es la vida humana terrenal? “…como flor de la hierba.” Frágil, pues, y de poca duración. Pero la del alma salva en Cristo es eterna, en lugares idílicos celestiales. Si no estás en Cristo, anímate a creer en él, arrepentirte, confesar que Jesús es el Señor, bautízate para perdón y vivir el resto de tus días en esta tierra sin temor a la muerte, comoquiera que se presente, confiadamente esperando tu transformación y glorificación eterna. Dios está en control absoluto de todo este maravilloso proceso, no habiendo humano o diablo que arrebate de su mano al alma salvaguardada por él.
El tema La espeluznante matanza en Las Vegas en INGLÉS. This subject in ENGLISH.
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