Comentario sobre Apocalipsis: análisis de las profecías y visiones. Por Homero S. de Álamo

Comentario completo sobre Colosenses

Historia de la Era Cristiana. Muchos documentos en esta Web.

Comentario sobre Hechos por J. W. McGarvey. Boceto del Contenido completo.

 

Hechos de Apóstoles

Por Lucas, el médico amado 

Mapa del Segundo viaje evangelístico del apóstol Pablo y sus compañeros de ministerio.

Segundo viaje evangelístico del apóstol Pablo y sus compañeros de ministerio.

Comentario por J. W. McGarvey, M. A.

Predicador y escritor de la Iglesia de Cristo

Adaptación del Prof. E. J. Westrup 

Parte Tercera

Giras de Pablo entre los gentiles

Hechos, capítulos del 13 al 21.

Sección III

Segunda gira de Pablo. Hechos 15:36 – 18:22.

PDF de este estudio

 

1.  Cambio de compañeros. Principia la gira. Hechos 15:36-41. 

     Versículo 35. Mucho nos hemos demorado en el intervalo empleado por Pablo y Bernabé en Antioquía. Ahora vamos a seguir aquél en su segundo viaje entre gentiles. (36) “Y después de algunos días, Pablo dijo a Bernabé: Volvamos a visitar a los hermanos por todas las ciudades en las cuáles hemos anunciado la palabra del Señor, cómo están.” Al proceder, hallaremos que la visita fue mucho más allá que la más remota iglesia de las que ya habían fundado, pero el objeto que Pablo tenía como propósito de este viaje, se dirigía al cuidado por los hermanos que habían bautizado. Esto demuestra que su solicitud por las congregaciones que había era no menos ardiente que su celo por la conversión de los pecadores.

     Versículos 37 – 39. Los mejores amigos difieren luego en cuestión de lo expediente o de preferencia personal, y ahora vemos que aun los inspirados están expuestos a diferir en tales cuestiones. (37) “Y Bernabé quería que tomasen consigo a Juan, el que tenía por sobrenombre Marcos; (38) mas a Pablo no le parecía bien llevar consigo al que se había apartado de ellos desde Panfilia, y no había ido con ellos a la obra. (39) Y Bernabé tomando a Marcos, navegó a Chipre.” El juicio de Pablo estaba dominado en este asunto por su alta estima del valor y la abnegación que deberían caracterizar al predicador del evangelio, mientras el de Bernabé se viera influenciado por sus rela­ciones personales con Marcos, su sobrino (Colosenses 4:10). No podemos determinar ahora quién de los dos obró más prudente, pues carecemos de los motivos y las circunstancias que hicieron a Marcos volverse; y aún si llegáramos a decidirlo ninguna utilidad práctica daría esto. Basta decir que Marcos más tarde quedó restaurado a la plena confianza de Pablo, sin alejarse de Bernabé de modo perma­nente, según la manera en que se expresa de ambos (1 Corintios 9:6; Colosenses 4:10; 2 Timoteo 5:11). Pese a la diferencia que tuvieron y a su separación, no permitieron que la buena causa sufriera, ni dejaron de llenar separadamente lo que Pablo proponía hicieran juntos, pues al volver a visitar Chipre, Bernabé vio buen número de los hermanos a quienes Pablo y él habían predicado, y Pablo por diversa ruta vio a los otros. Separarse Bernabé de Pablo es separarse de nosotros, pues su nombre no vuelve Lucas a mencionar. Pero al darle nuestro adiós, las velas se inflan del barco que lo llevará por el mar para alegrar las islas con el saber de salvación. Los incidentes posteriores de su vida noble se nos darán a saber cuando, con él, tomemos asiento en el reino eterno.

     Versículos 40 y 41. Volvemos con Lucas a seguir al que fue en trabajos más abundantes y en cárceles más que todos los apóstoles, y a trabar mejor relación con su nuevo compañero. (40) “Y Pablo escogiendo a Silas partió encomendado de los hermanos a la gracia del Señor. (41)Y anduvo la Siria y la Cilicia, confirmando las iglesias.” El hecho de que Silas, que había sido de los "varones principales entre los hermanos" en Jerusalén (Versículo 22), y escogido por los apóstoles y ancianos para que los representara en la solución de la controversia en Antioquía, consintiera ahora en unirse a Pablo en su obra entre gentiles, nos es prueba del convenio perfecto que había entre Pablo y los que eran autoridad en la iglesia en Jerusalén, y era garantía para los hermanos judaicos que visitaran en su viaje de que ningún anta­gonismo había entre su enseñanza y la de los apóstoles más antiguos. En añadidura a esto, el hecho de que Silas fuera profeta (Versículo 32) completaba su aptitud como colaborador de Pablo.

     La expresión de que fue "encomendado de los hermanos a la gracia del Señor" denota una reunión de la iglesia para este objeto, y no es improbable que la plegaria para encomendarlos, como en el caso de Bernabé y Pablo al principio, fuera acompañada de nueva imposición de manos (Compárense notas bajo Hechos 13:3.).

     En el intervalo entre la salida de Pablo para Tarso (Capítulo 9:30) y su llegada a Antioquía (Hechos 11:25,26), estuvo predicando el evan­gelio en Siria y en Cilicia (Gálatas 1:21); ahora acompañado de Silas, vuelve a visitar las iglesias que fundó en aquel tiempo. Su propuesta a Bernabé (Versículo 36) abarcaba sólo ver de nuevo las iglesias que juntos habían fundado, pero al irse a ver unas Bernabé con Marcos, Pablo quedó libre para visitar de vuelta las que él solo había fundado y el trabajo de estas visitas fue más completo por la separación que había ocurrido.

     Algunos de los que abogan por el rito episcopal de la confir­mación creen que "confirmar las iglesias" (Versículo 41) autoriza ese rito, pero una sola mirada nos dice que los cuatro lugares en que el vocablo original parece ("episteerizo"), no tiene referencia a impo­ner manos en recién convertidos para admitirlos a plena comunión, sino a afirmar en su ánimo, con instrucción y exhortación apropiadas, aquéllos que ya están en plena comunión en la iglesia.

2.  Visitar de nuevo a iglesias de primera gira. Hechos 16:1-5.

     Versículos 1 y 2. Omitiendo detalles de la labor de Pablo en Siria y en Cilicia, Lucas nos urge a llegar a Derbe y Listra, escenas respectivamente de las más dolorosas y de las más consoladoras de su viaje anterior. Si hubiera tenido inclinación a describir paisajes, que nunca lo hace, podría habernos dado un cuadro vivo de las Puertas Cilicianas, el magnífico paso a través de la sierra del Taurus que desemboca de las tierras bajas de Cilicia en la meseta de Licaonia. Lo grandioso de la escena debe haber impresionado vivamente a Pablo y Silas, como les pasa a todos los viajeros modernos, pero en sus páginas vivas no tiene Lucas lugar siquiera para leve alusión a tales cosas. De prisa nos presenta un carácter nuevo y sumamente intere­sante, destinado a jugar papel importante en la porción que sigue del relato. (1) “Después llegó a Derbe y a Listra; y he aquí estaba allí un discípulo llamado Timoteo, hijo de una mujer judía fiel, mas de padre griego. (2) De éste daban buen testimonio los hermanos que estaban en Listra y en Iconio.” La abuela y asimismo la madre de este discí­pulo eran creyentes, y ambas le habían precedido a entrar al reino. Por estas dos piadosas mujeres había sido instruido desde su infancia en las Santas Escrituras (2 Timoteo 3:14,15); en la primera visita de Pablo a Listra, había sido bautizado por él; había presenciado la ape­dreada de Pablo; sobre su cuerpo consternado había llorado; lo había visto levantarse como de entre los muertos, ponerse en pie y regresar a la ciudad; y al día siguiente lo vio alejarse con invencible resolución hacia otro campo de conflicto en pro de Cristo. No es maravilla que ahora, tras varios años de experiencia cristiana, tuviera buenas refe­rencias de los hermanos. El hecho de que de este testimonio gozara, no sólo en Derbe y Listra, cerca de su hogar, sino en la ciudad dis­tante de Iconio, hace probable que ya fuera joven predicador y que ya hubiera ocurrido la imposición de manos de los ancianos —no "presbiterio", como malamente se traduce en 1 Timoteo 4:14.

     Versículo 3. Pronto descubrió en aquel joven el ojo avisor de Pablo cualidades que le harían un compañero y ayudante listo, y para este puesto lo consiguió. (3) “Este quiso Pablo que fuese con él; y tomán­dolo, le circuncidó por causa de los judíos que estaban en aquellos lugares; porque todos sabían que su padre era griego.” "Los judíos que estaban en aquellos lugares", como todos los otros, no podrían ver con favor a uno de sangre judía que estuviera incircunciso. Les parecía que repudiaba su nacionalidad. Que su padre era griego se men­ciona como la causa de haberse descuidado del rito en la infancia de Timoteo.

     A un lector no bien informado de la posición de Pablo res­pecto a la circuncisión, le parece muy extraño que haya circuncidado a Timoteo tan pronto después de haberse negado a permitirlo a Tito en Jerusalén. También parece haber conflicto entre esto y ciertas expresiones de Pablo en sus epístolas, especialmente la de Gálatas 5:2-4: "Si os circuncidareis, Cristo no os aprovechará nada. Y otra vez vuelvo a protestar a todo hombre que se circuncidare, que está obligado a hacer toda la ley. Vacíos sois de Cristo los que por la ley os justificáis; de la gracia habéis cardo". Pero los términos mismos de este pasaje muestran que habla con uno que recibe la circuncisión con el fin de someterse a la ley y así salvarse guardándola. No podría aplicarse tal censura en cosas en que no fuera el objeto del acto. Si Tito se hubiera circuncidado, este habría sido precisamente su signi­ficado, pues sería para traerlo bajo la ley como medio de salvación final, tal como lo exigían los fariseos. Pero circuncidar a un judío tal como Timoteo era poner el asunto sobre una base totalmente diferente. Como nuestro Señor había enseñado (Juan 7:22): "no que la circuncisión sea de Moisés, sino de los padres". La obligación de observarla no se originó de la ley, sino en el pacto con Abraham, y su conexión con la ley vino del hecho de haber sido dada ésta a cierta porción de la progenie circuncidada de Abraham. Luego, si la obliga­ción no se originó en la ley, abrogar ésta no la anula. Por esta razón nunca puso Pablo en tela de juicio la circuncisión de niños de sangre judía; él y todos los discípulos la reconocieron justa hasta el fin (Hechos 21:20-25). El pacto con Abraham referente a este rito es algo eterno; hoy como antes la única pena de descuidarlo es ser cortado de la posteridad reconocida de Abraham (Génesis 17:2-14). Como señal de nacionalidadno tiene relación con Cristo. De ahí la declaración de Pablo: "En Cristo Jesús ni la circuncisión vale algo, ni la incircuncisión; sino la fe que obra por la caridad" (Gálatas 5:6).

-En alguna ocasión Pablo impuso sus manos sobre Timoteo para comunicarle un don espiritual (2 Timoteo 1:6); pero si fue este tiempo o más tarde luego que lo hubo probado en el campo de la obra, no tenemos medio de saberlo. Esto mismo es cierto de la imposición de manos de los ancianos que se mencionan en 1 Timoteo 4:14. Muy pro­bable es, sin embargo, que como Pablo mismo había sido apartado para esta obra por imposición de manos (Hechos 13:3), los ancianos de Listra siguieron en el caso de Timoteo tal precedente.

-Sea como fuere, no puede haber duda razonable de que esta ceremonia de parte de los ancianos fue con objeto de apartarlo para la obra de predicación, pues para ningún otro fin se puede explicar. La suposición de que Pablo lo ordenó por recomendación de dos o tres iglesias es cosa que meten en el texto los que creen hallarla allí.

     Versículos 4 y 5. Siguiendo ahora el hilo de la narración donde la interrumpió para hablar de Timoteo, Lucas nos dice de otro trabajo hecho por los apóstoles en las ciudades que tocaban. (4) “Y como pasaban por las ciudades, les daban que guardaran los decretos que habían sido determinados por los apóstoles y los ancianos que estaban en Jerusalén. (5) Así que, las iglesias eran confirmadas en fe, y eran aumentadas en número cada día.” Esta declaración muestra que los decretos no eran sólo para los de Siria y Cilicia, sino para todas las iglesias de gentiles. Por todas partes se necesitaban para amalgamar en comunión armoniosa a los convertidos judíos y gentiles. Como Pablo había fundado estas iglesias, y Silas había sido enviado expresamente de Jerusalén por los apóstoles con el propósito de cooperar con él en sostener la enseñanza de los decretos, éstos llegaban a oídos de judíos y gentiles con toda su fuerza, y producían el más feliz de los efectos. Las iglesias "eran aumentadas en número cada día", como conse­cuencia de ser "confirmadas en la fe" .

3.  Predicando en Frigia y Galacia. Llamado a Macedonia. 
Hechos 16:6-10.

     Versículos 6 – 8. Una línea trazada hacia el poniente de Derbe a Antio­quía de Pisidia podría llamarse en fraseología militar la línea del avance de Pablo hoy hacia el interior de Asia Menor, con propósito de difundir el evangelio por todos sus distritos. En persona no fue en esta dirección más allá de Frigia, al noroeste de Antioquía, y Galacia al norte; pero iglesias fundadas en estas regiones, si eran acti­vas y celosas, pronto harían que la verdad resonase por provincias más lejanas. Viajes y labores que deben haber tomado muchos meses los relata Lucas en las pocas palabras que siguen: (6) “Y pasando a Frigia, y la provincia de Galacia, les fue prohibido por el Espíritu Santo hablar la palabra en Asia. (7) Y como vinieron a Misia, tentaron de ir a Bitinia; mas el Espíritu no les dejó. (8) Y pa­sando a Misia, descendieron a Troas.” Con estas breves oraciones se nos advierte que no hay que suponer, por la brevedad del relato de Lucas en cualquier punto dado, que es sucinto porque nada impor­tante ni interesante tiene que decir, pues ya por parte de Pablo, hemos llegado a saber fue del todo de otro modo en los viajes por los que tan rápido pasó. Por estos trabajos en Galacia (1 Corintios 16:1) muchas congregaciones brotaron a la vida, y en una de sus más valio­sas epístolas se registra su desdichada condición más tarde.

-Los gálatas eran de raza gaólica; sus ancestros, guerreros que vivían del robo, habían emigrado de las Galias, o Francia moderna, al Asia Menor antes de la Era cristiana, y para el tiempo en que Pablo los visitó llevaban vida sedentaria agrícola. Al principio no era intención de Pablo predicarles, sin duda porque esperaba hallar campos más fructíferos, pero obligado a demorarse entre ellos por enfermedad, halló inesperadamente que eran un campo ya maduro para la siega. Más tarde les escribía, "Vosotros sabéis que por la flaqueza de carne os anuncié el evangelio al principio". La flaqueza, por lo que añade de ella, sabemos que era "un aguijón en la carne" que él pidió al Señor en vano le fuera quitado. Era de tal modo probable que los extraños lo despreciaran y rechazaran por ello, pero lo recibieron de modo tan diferente que luego les escribió con gratitud: "Y no desechasteis ni menospreciasteis mi tentación que estaba en mi carne; antes me recibisteis como a un ángel de Dios, como a Cristo Jesús". Y añade, "Yo os doy testimonio que si pudiera hacer, os hubierais sacado vuestros ojos para dármelos" (Gálatas 4:13-15). Su confusión de mente y flaqueza de cuerpo quizá dieron un tono de suavidad a su predicación que despertó desde luego las vivas simpatías de gente excitable, y esto lo alentó a prolongar sus trabajos allí mucho más allá de lo que era su intención primera.

-De las más im­propias circunstancias en que jamás había introducido el evangelio a una nueva comunidad, con la única excepción de su retirada de Listra a Derbe, brotaron los frutos más dulces de todas sus labores, pues no hubo otras iglesias de cuya devoción hable en términos iguales.

-Experiencias como éstas le ilustraron el propósito del Señor cuando, en respuesta a su plegaria en lo del aguijón en su carne, le dijo: "Bás­tate mi gracia; porque mi potencia en la flaqueza se perfecciona"; y fue experiencia tal como ésta que le hizo poder decir al fin, "por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis flaquezas, para que habite en mi la potencia de Cristo. Por lo cual me gozo en las flaque­zas, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustia por Cristo; porque cuando soy flaco, entonces soy poderoso" (2 Corintios 12:9,10).

     En este intervalo otra experiencia nueva y extraña sobrevino a Pablo. No sólo fue llevado por la enfermedad a predicar a Galacia contra sus intenciones, sino que al formarse el propósito de llevar el evangelio a la provincia contigua desde Asia, el Espíritu Santo no se lo permitió. Asia era entonces el nombre que principalmente se daba a la provincia romana cuya ciudad principal era Éfeso, y esta sin duda era el objetivo que sólo alcanzó después predicando allí dos años con tres meses.

     Esta fue la primera vez que sabemos que su propio juicio del siguiente campo de labor fuese contrariado por el Espíritu Santo. Pero esto no fue todo; impedido de ir a Asia, al sudoeste de él, se propuso enseguida dirigirse a Bitinia, rica e importante provincia al norte, y el mismo Espíritu se lo prohibió. Terminada la labor que dejaba atrás, e impedido de ir a izquierda o derecha, no tuvo alterna­tiva sino seguir de frente; esto lo llevó por Misia hacia el noroeste. Sin detenerse, pues tal significa la expresión "pasando por Misia", avanzó por este distrito no hallando oportunidad de trabajar por el camino, y bajó hasta Troas, en la costa del mar cuya barrera encontró aquí. No es posible que él y sus compañeros dejaran de ponerse muy perplejos por la misteriosa dirección en que los llevaba el Espíritu Santo. Deben haberles oprimido con interés creciente a cada paso las preguntas:"¿Por qué somos vueltos de campos de tanta promesa? ¿Adónde nos va llevando el Señor?”

     Versículos 9 y 10. En la primera noche de su estancia en Troas, el misterio se aclaró, al menos en parte. (9) “Y fue mostrada a Pablo de noche una visión: Un varón macedonio se puso delante rogándole y diciendo: Pasa a Macedonia y ayúdanos. (10) Y como vio la visión, luego procuramos partir a Macedonia, dando por cierto que Dios nos llamaba para que les anunciásemos el evangelio.” Ahora entendieron el propósito de Dios en parte; más tarde lo entendieron todo. Es en este punto que primero indica el autor su propia presencia con el uso de la primera persona del plural en los verbos —los pronombres "nosotros, nos". Las palabras, "dando por cierto que Dios nos lla­maba para que les anunciásemos el evangelio", denotan que el autor era uno de la partida que había sido desviada de los lugares donde intentaban predicar (Versículos 6 y 7), y que por eso se habla unido al grupo desde el interior de Asia Menor. Ahora los compañeros de viaje de Pablo son Silas, Timoteo y Lucas.

 

Hechos 16:11-15. La iglesia establecida en Filipos. Lidia y su familia se convierten al Señor.

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