Comentario sobre Apocalipsis: análisis de las profecías y visiones. Por Homero S. de Álamo

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Hechos de Apóstoles. Por Lucas, médico amado. PDFs del Comentario completo por J. W. McGarvey. 290 páginas de texto y gráficas, tamaño carta.

 

Hechos de Apóstoles

Por Lucas, el médico amado 

 

Mapa del primer viaje evangelístico de Pablo y Bernabé, para el comentario de McGarvery sobre Hechos 13, en editoriallapaz.

Comentario por J. W. McGarvey, M. A.

Predicador y escritor de la Iglesia de Cristo

Adaptación del Prof. E. J. Westrup 

Parte Tercera

Giras de Pablo entre los gentiles

Hechos, capítulos del 13 al 21.

Sección I

Gira primera. Hechos, los Capítulos 13 y 14.

Hechos 13:1-12

PDF de este estudio

 

1.  Bernabé y Saulo separados para la gira. 

Hechos 13:1-3

       Versículo 1. La oración introductoria de esta parte de Hechos va en estrecha conexión con lo que antecede, comenzando con el regreso de Bernabé y Saulo a Antioquía. Sin embargo, por el nuevo tema que introduce, su estilo es lo mismo que si comenzara una narración nueva. (1)“Había entonces en la iglesia que estaba en Antioquía, profetas y doctores (maestros); Bernabé y Simón que se llamaba Niger y Lucio Cireneo y Manahén, que había sido criado con Herodes el tetrarca, y Saulo.” No se expone en el Nuevo Testamento la distinción entre profetas y doctores, sino en el sentido de que aquéllos hablaban por inspiración, y éstos unas veces sí y otras no. El aserto previo de Lucas de que "descendieron de Jerusalén profetas a Antioquía" (Hechos 11:27), de los cuales uno era Agabo, pueda haber incluido a los que aquí se mencionan. El orden en que se dan escritos los cinco nombres probable es que no sea de la relativa reputación de los aludidos. Bernabé, que había sido enviado de Jerusalén donde había sido eminente, se tenía naturalmente por la persona más importante, mientras Saulo en este tiempo era el menos notable de ellos. Simón (Simeón), como indica su nombre, era judío de sangre pura, y aunque su apodo Niger (negro) no justifica siquiera que haya sido judío africano no es probable que se le haya dado sino como alusión a su tez morena. Eran tan numerosos los Simeones entre los judíos que era preciso distinguirlos de algún modo y muy probable es que a éste, por ser demasiado oscuro de color, le hayan llamado Simeón Negro. Como algunos del segundo grupo de predicadores que habían llegado a Antioquía (Hechos 11:20), eran de Cirene, natural es suponer que Lucio Cireneo era uno de ellos, y que fue por lo mismo de los fundadores de la iglesia allí. Manahén es la forma griega del nombre hebreo Menahem. Siendo hermanastro (hermano de leche) de Herodes el tetrarca porque su madre amamantó a ambos cuando eran chiquillos con toda probabilidad conservó de por vida sus relaciones con aquel príncipe; y probable es que Lucas haya sabido por él algo de los pensamientos y palabras de Herodes referentes a Juan Bautista y a Jesús que se asientan en su narración anterior (Lucas 9:7-9).

     Versículos 2 y 3. Simón, Lucas y Manahén habían sido los maestros principales de la iglesia durante la ausencia de Bernabé y Saulo con la misión que los llevó a Jerusalén; ahora quedaba de nuevo esta obra en sus manos. (2) “Ministrando pues éstos al Señor, y ayunando, dijo el Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra para la cual los he llamado. (3) Entonces habiendo ayunado y orado, y puesto las manos encima de ellos, despidiéronlos.” El ministerio al Señor que aquí se menciona no tiene referencia especial al culto público, sino al servicio de suplir las necesidades de sus hermanos, porque tal es el significado de la palabra original cuando se usa refiriéndose al servicio cristiano. Era su trabajo habitual, diario. No tenemos indicación de la razón por qué ayunaban en este tiempo preciso, pero por las instrucciones del Maestro sobre el asunto en Mateo 9:15, podemos inferir con seguridad que era consecuencia de alguna aflicción que les había sobrevenido.

     El mandato del Espíritu Santo de separar a Bernabé y a Saulo debe haberse dirigido a los otros tres hermanos, y sin duda les fue comunicado por uno de ellos. La frase "la obra para la cual los he llamado" comprende que ya antes de este tiempo habían tenido este llamado. Pablo lo fue en la comisión que el Señor le dio en el momento de su conversión, según nos informa el mismo verbalmente (Hechos 26:16-18); pero de Bernabé no tenemos medio para determinar cuándo fue llamado. Saulo ya había andado predicando a gentiles lo mismo que a judíos, podemos sin riesgo decir, desde que supo del bautismo de Cornelio por Pedro, pero hasta ahora no había hecho de esto su tarea principal. Debe observarse que la idea de sepa­rar a éstos dos para tal obra no tuvo origen entre los hermanos, sino que les fue expresamente comunicada por el Espíritu Santo.

     El propósito de ayunar e imponer las manos se indica claramente en el contexto, pues sin duda se les decía que hicieran lo que estaban haciendo, pero se les ordenó que "apartaran" a los dos para obra indicada; así, ayunar, orar e imponer las manos fue el método de apartarlos. Tal es la ceremonia que se tiene por adecuada para la separación de los que van bajo la dirección del Espíritu Santo, y se sigue que en ocasiones similares, como apartar a un hermano para el ministerio de la Palabra, o apartar a uno que ya es predicador experimentado, como lo eran ambos Bernabé y Saulo, para un campo nuevo y diferente de labores, es apropiado que los que se interesan por el movimiento pongan sus manos sobre él con oración y ayuno. El concepto moderno de que solo los que tienen un oficio superior al que se va a llenar pueden imponer las manos es una invención de jerarquía antibíblica que no tiene sostén en el Nuevo Testamento. En la instancia presente las manos de tres hombres inferiores en la estimación de la iglesia les fueron impuestas a Bernabé, y en Pablo, llamado apóstol de Jesucristo, las de otros que no eran apóstoles, y hasta donde nuestra información llega, ni ancianos de la congregación en donde había profetas y doctores. Tal incidente demuestra claro este otro hecho en relación con esta ceremonia: que no tiene poder mágico para impartir gracia espiritual ninguna de las que en superstición se le han atribuido, pues con seguridad Bernabé y Saulo no se hallaban desprovistos de ninguna gracia que pudieran comunicarles Simón, Lucio ni Manahén. La verdad es que tal ceremonia, que no se llama ordenación en las Escrituras, no era otra cosa que un método de encomendar solemnemente a Dios a alguna persona para el servicio para el que se le separaba. Este tema se tratará de vuelta con referencia a Timoteo en el Capítulo 16:1-3.

     Solamente los maestros y profetas se mencionan en conexión con este proceder, pero no habremos de suponer que obrasen en lo privado. Sin duda la ceremonia de imponerles las manos fue en presencia de toda la congregación, y después de recibir el mandato del Espíritu Santo, hubo tiempo, no hay duda, para que los enviados se preparasen para el viaje y para notificar a la congregación. Tales consideraciones traen la posibilidad de que el ayuno conectado con la imposición de las manos no fue aquél en que ya se ocupaban los maestros y profetas, sino especialmente el señalado para la congregación.

2.  Las labores en Chipre. 

Hechos 13:4-12

     Versículos 4 y 5. Los viajes que ahora emprendió Saulo son de mayor importancia que otros que hombre alguno haya hecho. Son pues merecedores del espacio que nuestro autor les concedió, y más cuidadoso estudio de parte de todo el que se interesa en el progreso humano. (4) “Y ellos, enviados así por el Espíritu Santo, descendieron a Seleucia; y de ahí navegaron a Chipre. (5) Y llegados a Salamina, anunciaban la palabra de Dios en las sinagogas de los judíos; y tenían también a Juan en el ministerio.” Seleucia era el puerto de mar de Antioquía, a distancia de 22 kilómetros, donde anclaban las embarcaciones grandes, pues el Orontes, a cuyas riberas se hallaba Antioquía, era navegable solo para pequeños bajeles, y sin profundidad para los de gran calado. Embarcándose aquí en bajel mercante, navegaron al puerto de Salamina, que está, ya en ruinas, en el ex­tremo oriental de la isla de Chipre. (Destruida por la guerra y temblores de tierra, se halla Salamina ahora a menos de cinco kilómetros al norte de la moderna Famagosta.)

     Al escoger esta isla como el primer punto en el ancho mundo a donde dirigir su carrera, en parte fueron movidos sin duda por el hecho de ser lugar natal de Bernabé, donde sus relaciones personales les serían ventajosas, pero también en parte por la consideración de haber allí muchas sinagogas judías que daban punto de partida para la obra y que ya se había predicado el evangelio allí con buen éxito (Capítulo 11:21, 21).

     El Juan que se menciona acompañante de Bernabé y Saulo era "el que tenia por sobrenombre Marcos" del Capítulo 11:25. No había sido separado para la obra, como sus acompañantes de más edad, pero voluntariamente emprendió el viaje como de servicio a ellos. Trabajo suyo era de ayudante sirviéndoles en todo aquello en que un joven puede hacerlo para sus mayores.

     Lucas calla enteramente en cuanto al éxito de la predicación en Salamina, dejándonos suponer que no fue grande, y la estancia de los enviados allí probablemente careció de incidentes excitantes.

     Versículos 6 y 7. No fue sino hasta dejar los predicadores la costa para la otra extremidad de la isla, como a 40 kilómetros al poniente, que el escritor se detiene para relatar incidentes de su obra en Chipre. (6) “Y habiendo atravesado la isla hasta Pafo, hallaron un hombre mago, falso profeta, judío, llamado Barjesús; (7) el cual estaba con el procónsul Sergio Paulo, varón prudente. Este, llamando a Bernabé y a Saulo, deseaba oír la palabra de Dios.” Pafo no era la ciudad original de ese nombre, lugar natal, según la mitología griega de la diosa Venus, sino que era una pequeña de origen posterior que heredó el nombre luego que su predecesora cayó en ruinas. Hoy es una aldea insignificante llamada Baffa o Bafo. En el tiempo de nuestro texto, aunque situada en el extremo occidental de la isla, era la sede del gobierno romano allí.

     "Monedas con inscripción de esta época precisa", dice Farrar, "se han hallado en Curium y Citium, en las que se da el título de 'procónsul' a Cominius Proeclus, a Julio Cordero y a Annun Bassus, que deben haber sido predecesores inmediatos de Sergio Paulo". Más tarde en Soli de la misma isla, se halló una moneda con la inscripción "Paulo el Procónsul". Esto se dice por escépticos que alegan que Lucas se equivocó en llamarlo procónsul.

     Porque no piense el que esto lee que Lucas se extralimita al llamar a Sergio Paulo "varón prudente", cuando se hacía acompañar de un falso profeta, observaremos que hombres de estado y generales de aquel siglo tenían el hábito de consultar oráculos y augures sobre todo asunto de importancia, y llevar consigo a alguien que se creía interpretaba las señales de bien o mal que se aproximaba. Como por cierto había habido entre los judíos profetas fieles, Paulo mostraba prudencia al confiar en un llamado profeta de aquella nación en lugar de otro cualquiera, y cuando otros dos judíos llegaron a Pafos diciendo traer revelaciones recientes del Dios de Israel, el mismo buen sentido lo indujo a mandar por ellos. Mente como la de él no podía menos de oír con provecho lo que Bernabé y Saulo tenían que decir.

     Versículo 8. Barjesús vio luego que, donde lograran Bernabé y Saulo convencer al procónsul allí terminaría el influjo que sobre él ejercía así como las ganancias que ahí le producían sus pretensiones. (8) “Mas les resistía Elimas el encantador (que así se interpreta su nombre), procurando apartar de la fe al procónsul.” Conjeturar la forma de argumento, o la difamación que empleaba, sería en vano. Sea lo que fuere, fue prueba para Pablo de que era un bellaco de lo más vil, que se oponía a lo que sabía que era justo, y pervertía lo que conocía ser verídico. Quizá hasta este momento Bernabé, como jefe de la expedición, llevaba la palabra, pero Saulo vio que algo más decisivo que meras palabras se había menester, y una escena sumamente extraordinaria se siguió.

     Versículos 9 – 12. (9) “Entonces Saulo, que también es Pablo, lleno del Espíritu Santo, poniendo en él los ojos, (10) dijo: Oh, lleno de todo engaño y de toda maldad, hijo del diablo, enemigo de toda justicia, ¿no cesarás de trastornar los caminos rectos del Señor? (11) Ahora pues, he aquí la mano del Señor es contra ti, y serás ciego, que no veas el sol por un tiempo. Y luego cayeron en él oscuridad y tinieblas; y andando alrededor, buscaba quién le condujese por la mano. (12) Entonces el procónsul, viendo lo que había sido hecho, creyó maravillado de la doctrina del Señor.” Este fue el único milagro del apóstol que causara daño a alguien. Fue un caso muy parecido al de Moisés en Egipto, que vio necesario hacer caer aflicciones irresistibles sobre los magos, para destruir la confianza que Faraón tenía en ellos. Saulo vio que el modo más expedito para convencer al procónsul de que Barjesús era un vil impostor, era denunciarle en su verdadero carácter, y luego probar que la sentencia que le daba era fiel y justa cegándolo. Al irse a tientas, llamando ya a uno, ya a otro de los azorados circunstantes que lo llevaran de la mano, prácticamente confesó de la falsedad e iniquidad de sus pretensiones. La misión divina de los apóstoles quedó demostrada. Tuvo el efecto deseado en el procónsul, y quizá Bernabé y Marcos, aunque no se asustaron, sí se sorprendieron tanto como los demás de la compañía. Si el procónsul apoyó su fe con la obediencia apropiada Lucas no lo informa, y con la omisión más bien se sobrentiende que no lo hizo. Los obstáculos que un pagano de alto rango hallaba para hacerse cristiano en la vida eran casi insuperables, y si Paulo hubiera llenado deber tan trascendental, no se explica por qué siquiera una palabra no se dice de ello. Cuánto duró el "tiempo" en que Barjesús quedaba ciego se deja a conjetura. Fue por cierto bastante para haberle convertido en creyente si su índole corrupta fuera capaz de algún bien.

     Con la frase "Saulo, que también es Pablo"deja este apóstol de llamarse Saulo, y principia a ser Pablo. Hasta aquí ha ocupado puesto subordinado, y su nombre es segundo en la lista de sus compañeros, pero en lo sucesivo ocupará el frente de toda escena en que toma parte. Hasta aquí han sido "Bernabé, y Saulo”; ahora serán "Pablo y Bernabé”. Imposible es no asociar tal cambio con el nombre de que se convenció con la acción vigorosa e inesperada de Pablo. Muchos sabios eminentes opinan que antes usaba ambos nombres, uno hebreo y el otro romano adoptado, y que el cambio consistió en usar el segundo exclusivamente en lo futuro. Si de ello tuviéramos alguna evidencia, fuera satisfactorio esto, pero no hay ni la más leve de que antes de ese tiempo se hubiera llamado Pablo, pues el mero hecho de que muchos judíos tuvieran sobrenombre griego o romano, evidencia no es de que Pablo lo tuviese. La explicación más clara es que, tal como su compañero Bernabé, siendo José su nombre original, así había sido denominado por sus hermanos por ser buen exhortador (Capítulo 4:36), así él, por haber convencido al primer procónsul, quien siempre dio atención respetuosa a la fe en Cristo, y especialmente por la manera excepcional osada y sorprendente en que lo hizo, sus hermanos —no él— cambiaron su nombre a Pablo. El cambio fue tanto más fácil y de más natural sugestión por la circunstancia de no haber más que una letra de diferencia entre los dos nombres. Por supuesto, luego que todo el mundo comenzó a darle el nuevo nombre, él se vio obligado, de grado o por fuerza, a usarlo así como lo hace en todas sus epístolas.

 

 

Hechos 13:13-41. Mensaje de Pablo en Antioquía de Pisidia.

 


 

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