ORO, plata, piedras preciosas, madera, heno y hojarasca en la iglesia. Cuatro estudios sobre 1 Corintios 3:5-15 que se prestan para clases, sermones, conferencias o la capacitación ministerial.

 

“TODO ES VUESTRO”

 

En esta gráfica, un varón joven empuja el globo terráqueo, ilustración para el tema Todo es vuestro, en editoriallapaz.

 

1 Corintios 3:21-23

 

21 Así que, ninguno se gloríe en los hombres; porque todo es vuestro: 22 sea Pablo, sea Apolos, sea Cefas, sea el mundo, sea la vida, sea la muerte, sea lo presente, sea lo por venir, todo es vuestro, 23 y vosotros de Cristo, y Cristo de Dios.

1 Corintios 3:21. “…ninguno se gloríe en los hombres; porque todo es vuestro…”

NO GLORIARNOS, pues, en pastores, pastoras, profetas, profetisas, predicadores, evangelistas, apóstoles, apóstolas, Papas, cardenales, obispos, sacerdotes o maestros religiosos, sea cual sea su afiliación eclesiástica, adulándoles y siguiendo fanáticamente sus enseñanzas.

NO GLORIARNOS ni siquiera en el poderoso apóstol Pablo, el elocuente predicador Apolos o el fogoso Cefas (Pedro).

Hoy día, al hacer nuestros los trece escritos inspirados de Pablo y los dos de Pedro, por medio del asiduo estudio, iluminado por la “sabiduría e inteligencia espiritual” (Colosenses 1:9), entendiéndolos cabalmente y haciendo las debidas aplicaciones correspondientes, también haríamos nuestros, retóricamente, a Pablo y a Pedro. “…todo es vuestro: sea Pablo… sea Cefas.” Internalizamos sus enseñanzas a tal medida que nos hacemos dueños de ellas, y, por ende, en este sentido, “dueños”, figurativamente, de estos dos apóstoles ilustres. Concepto sublime y altamente espiritual, que evita la virtual deificación de cualquier líder religioso por carismático e inteligente que sea.

Para los cristianos en la ciudad de Corinto del siglo I, el mismo concepto elevado sería aplicable a Apolos, ya que este “regó” a la congregación allá con la Palabra que hacía posible el crecimiento espiritual. Ningún escrito de Apolo figura en el canon del Nuevo Testamento.

Ahora bien, jamás ni nunca deberíamos cometer el error mayúsculo de colocar, en la misma categoría con Pedro, Pablo y los demás apóstoles, a los predicadores, pastores, pastoras, evangelistas, Papas, sacerdotes, etcétera, de actualidad.

No son apóstoles, aunque en estos días del siglo XXI no pocos se están dando, osada y ostentosamente, el título.

Y ya está de moda que damas al frente de congregaciones o ministerios independientes se otorguen el título ridículo de “apóstola”, compitiendo entre sí, y con los varones “apóstoles”, por fama y lana. Su verdadera recompensa sorprendente, para ellas, no tarda.

Sus ponencias no son inspiradas por Dios, pece a que muchos de ellos aseguren lo contrario.

Sus escritos no integran el canon del Nuevo Testamento, bien que algunos de ellos, segundados por multitudes de sus adeptos engatusados, los tengan por inspirados.

¿Con qué sentido, pues, permitir que nos hagan “suyos”, que sean nuestros dueños, gloriándonos en ellos, sometiéndonos a sus agendas y dominio espiritual; también dejando que nos exploten emocional, espiritual y económicamente? (2 Corintios 11:18-21)

1 Corintios 3:22. “…todo es vuestro… sea el mundo, sea la vida, sea la muerte, sea lo presente, sea lo por venir, todo es vuestro…”

O sea, ¡podemos ser dueños aun de fuerzas y tiempos de tremenda envergadura! Con tal de quererlo ardientemente, adquirir el conocimiento espiritual necesario y ejercer sabiamente el derecho de dueño. Entre el “todo es vuestro” del versículo 21 y el “todo es vuestro” del versículo 22 figuran no solo Pablo, Pedro y Apolos sino también “el mundo… la vida… la muerte… lo presente…” y “lo por venir”. ¡Estupendas adquisiciones a nuestro alcance!

¿Cómo hacerlas nuestras? La respuesta: llenarnos del conocimiento de su voluntad (la de Dios Padre) en toda sabiduría e inteligencia espiritual” (Colosenses 1:9).

Lográndolo, contamos con el “espíritu… de poder, de amor y de dominio propio” (2 Timoteo 1:7), el que nos capacita para ser dueños de nuestra propia mente, corazón, alma y espíritu; de nuestra propia “vida”, tanto material como espiritual.

Nos capacita para vencer al “mundo” y “la muerte” (Hebreos 2:14-15).

De imponernos al “presente” y prepararnos debidamente para “lo por venir”.

Poderes espirituales fantásticos que ejercitaríamos con gran humildad, siempre teniendo presente su origen divino en el Cielo de Dios.

En estos contextos, verdaderamente, ¡TODO ES NUESTRO!

¿Por qué habríamos de gloriarnos en meros hombres? Por impactante su presencia física, carismática su proyección personal o impresionante su inteligencia natural. Menos todavía, tratándose de nuestra alma-espíritu y de nuestras relaciones para con el Dios Creador.

Gloriarse en hombres y mujeres: acción, pues, de mujeres y hombres infantiles que no entiendan ni reconozcan su propio poder y valor potenciales, ni su autonomía y responsabilidad personales.

1 Corintios 3:23. “… vosotros de Cristo, y Cristo de Dios.”

“…vosotros de Cristo…”

“…todo es vuestro”, diciéndolo Pablo dos veces en dos versículos corridos, pero ¡cuidado con la mentalidad de “dominionistas”!

Estos son una nueva especie de creyentes en Cristo que reclaman tener derecho bíblico de apoderarse de puestos políticos-sociales-económicos-espirituales con el fin de “dominar” materialmente sus entornos físicos-materiales-morales.

De corte pentecostal moderno, son la cría de “Super Fe, Super Salud, Super Control y Super Poder”, tanto en los entornos materiales-físicos como en el mental-espiritual. Su visión se asemeja más a la de “Teocracia Terrenal”, a manera de Israel bajo el Antiguo Testamento, que a la del “Reino que no es de este mundo” del Nuevo Testamento (Juan 18:36).

¡Cuidado de inflarse, de gloriarse en sí mismo (2 Corintios 10:12-18), de tener más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura” (Romanos 12:3).

Los cristianos de verdad ¡tienen DUEÑO! Su dueño es Cristo. “…vosotros” son “de Cristo…”.

“…y Cristo de Dios.”

¡Aun el propio Cristo tiene DUEÑO! Su dueño es Dios el Padre. Certeramente, este es el sentido de la cláusula, tal y como determinado por el contexto. Aunque no armonice con la tesis de la “Trinidad” comúnmente creída en el cristianismo.

La jerarquía de seres es, de arriba para abajo: Dios -Cristo -Vosotros.

La misma jerarquía se halla, efectivamente, en 1 Corintios 11:3. “Pero quiero que sepáis que Cristo es la cabeza de todo varón, y el varón es la cabeza de la mujer, y Dios la cabeza de Cristo.”

Entonces… Dios -Cristo -Varón -Mujer

Dios, la cabeza de Cristo

Cristo, la cabeza de todo varón

El varón, cabeza de la mujer

Hueso duro para los “Trinitarios intransigentes”, al igual que para los y las “Unisex” y las feministas.

Pero, no, pienso, para la mente altamente espiritual que aprecie las organizaciones instituidas por el Dios Creador tanto en el Cielo como en la iglesia y la familia, en las que se establecen rangos, con funciones correspondientes, sin minimizar el valor intrínseco fundamental espiritual o la inteligencia natural de cada ser, ya de la Deidad, ya de los ángeles, ya de los humanos.

 


 

ORO, plata, piedras preciosas, madera, heno y hojarasca en la iglesia. Cuatro estudios sobre 1 Corintios 3:5-15 que se prestan para clases, sermones, conferencias o la capacitación ministerial.

 

  

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