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“Mi cuerpo, mi vida”

"Soy dueño absoluto de mi vida, mi cuerpo, mi voluntad, mi tiempo, mi dinero." Precisamente, este es el parecer de multitudes de seres humanos, a los que se les pregunta: ¿Planificó usted su concepción, nacimiento, cuerpo y vida? ¿Quién originó la vida? ¿Tendría él algún derecho al respecto?

Bebe de dos o tres meses

I.  Introducción.

A.  Salutación.

B.  Tema: “Mi cuerpo, mii vida”.

C.  El texto-tema para este mensaje es Mateo 16:24-27. Para comenzar, leo solo el Versículo 24. “Entonces Jesús dijo a sus discípulos: si alguno quiere venir en pos de mi, niéguese a sí mismo, tome su cruz, y sígame.”

II.  “Niéguese a sí mismo, tome su cruz, y sígame.”

A.  A estos planteamientos tan exigentes e imperiosos de Jesucristo el joven típico, el adulto joven promedio y la persona de mediana edad en plena carrera, en pleno desarrollo de su potencial y poderes, suele responder: “¿YO? ¿Negarme yo? ¡YO no quiero negarme a mí mismo! Negarme a mí mismo es contra la naturaleza, los instintos, el sentido común. La vida es para vivirla a plenitud. Llenarla. Aprovecharla. Aun explotarla. Disfrutarla al máximo. ¡Tampoco  me interesa tomar cruz alguna! Cargarme de pesados deberes amargos. Echarme al hombre alguna cruz de tristeza, dolor, sufrimiento, ignominia. Y quiero hacer mi propia voluntad, no la de otros.

B.  No solo se lo dicen, tácitamente, a Jesucristo, sino también a padres y otras figuras de autoridad. A quienquiera que intente aconsejarlos o presionarlos les escuchamos replicar:

-“La vida que hay en mí es mía. Derecho tengo de vivirla como me plazca, sin dar cuenta a terceras.”

-“Es mi vida, y este cuerpo es mío. Hará lo que yo quisiera con mi vida, mi cuerpo, mi tiempo, mi dinero, mis cosas.”

-“Yo soy señor y dueño de mi vida. No admito que nadie me domine, me mande, me diga lo que debiera hacer o no hacer.”

-“No te metas en mi vida, particularmente en mi vida personal. Soy como quiero ser. Hago lo que quisiera hacer. Si no te agrado, pues ¡lárgate!”

C.  ¿Quién se atreve a contradecir a la persona que se expresa más o menos de esta manera, ya sea con palabras más finas, ya con agresividad altanera o tosquedad barata? ¿No es verdad que la vida de cada uno le pertenece por derecho innato? “La vida que hay en mí es mía, y este cuerpo es mío. ¿Con qué lógica o razón pedir que los niegue; que los someta a voluntad ajena?” Sin embargo, esta filosofía de la vida, por razonable que suene, está fundada en ciertas falacias bastante evidentes para el que reflexiona siquiera un poco sobre el origen y el fin de nuestra vida material o carnal. Por ejemplo:

1.  ¿Acaso pidiera usted ser engendrado?

a)  En cuanto a mi persona o ser, yo no tenía nada que ver, en absoluto, con mi concepción. Mis padres contrajeron matrimonio, tuvieran relaciones íntimas y me engendraron. Si me engendraran voluntariamente, involuntariamente o contra su voluntad es asunto que no viene al caso, pues desde la creación de la primera pareja humana existe una ley inviolable de procreación, la que resulta en la concepción de una nueva vida humana, independientemente de las voluntades del hombre y la mujer cuyas células procreadoras se unen. Independientemente de  sus propósitos al juntarse sexualmente. Independientemente de aspectos morales y sociales de su relación.

b)  Sucede, pues, que la vida física que tengo no la concebí, no me la inventé, no es de mi creación, no me la di en ningún momento.

2.  ¿Acaso programara usted su propio nacimiento?

a)  Yo no pedí nacer. No planifiqué mi nacimiento. Abrumados por terribles problemas o sufrimientos, algunos seres humanos exclaman: “¡Ojala yo no hubiese nacido!” Aquel renombrado Job de la antigüedad lamentó: Perezca el día en que yo nací, Y la noche en que se dijo: Varón es concebido” (Job 3:3). Pero, ni él, ni este servidor, ni ningún ser humano que nace cuenta con la voluntad o el poder propio para impedir su propio nacimiento. Otros pueden impedirlo, pero no la criatura en la matriz de su madre. Llegado a término del embarazo, por ley inviolable de la naturaleza creada por Dios, ¡la criatura nace! Sale a la luz del mundo.

b)  Así que, nací, pero no por voluntad propia.

3.  Dados estos hechos, ha de ser del todo evidente, axiomático, incuestionable, que usted, yo y todo ser humano existimos, teniendo, cada uno, cuerpo y vida, pero no por voluntad propia.

a)  Siendo así nuestra condición humana, ¿con qué justificación reclamar soberanía absoluta sobre “mi vida y mi cuerpo”,   como si cada uno hubiese creado su propio cuerpo, infundiéndolo vida?

b)  “La vida que hay en mí es mía. Derecho tengo de vivirla como me plazca.” Pero, quien pronuncia tales palabras no originó la vida que reclama como suya, y por lo tanto, está en tela de juicio su aseveración derecho tengo de vivirla como me plazca, sin dar cuenta a terceras”.

4.  Lógicamente, la vida que tengo pertenece al Ser inteligentísimo y poderosísimo que la concibió y la hizo realidad, a menos que me la diera incondicionalmente. Referido Ser se revela como Jehová Dios, el Creador, el Todopoderoso, y me hace entender mediante abundantes revelaciones que no me ha dado esta vida incondicionalmente. Más bien, me la presta por tiempo determinado. Me presta este cuerpo físico. Me presta el tiempo que dura mi vida en este planeta Tierra. Me presta poderes y talentos. Me dota de facultades tales como el libre albedrío y la conciencia

a)  Quien “presta” tiene derecho de “cobrar”, y este Ser Supremo asegura que cobrará, como en la parábola de Cristo sobre los cinco talentos, los dos y el solitario talento cuyo dueño lo enterró (Mateo 25:14-30).

b)  Este Ser Supremo, “Padre de los espíritus” (Hebreos 12:9) y fuente de la vida misma, de toda vida, me ha hecho administrador de todo lo que me ha prestado, y como es de esperarse, me pedirá cuenta. ¡No puedo evitar que pida cuenta! Es su prerrogativa absoluta, y tiene poder para obligar al cumplimiento. Él pondrá fin a mi vida en la tierra, llamándome a dar cuenta.

-Fíjese: si este cuerpo físico, con su vida carnal, fuera mío de verdad, si yo tuviera plena potestad sobre él, ¡no permitiría que se envejeciera y muriera! “Es mi cuerpo, y lo usaré conforme a mi voluntad, aun a mi antojo o capricho.” Sí, amigo, amiga, hasta que su verdadero Dueño disponga lo contrario, y entonces usted entregará ese cuerpo a la Muerte, y saliendo de él como espíritu desnudo (2 Corintios 5:1-10), se comparecerá ante el tribunal de Cristo, donde, quererlo o no, dará cuenta de sí.

III.  “Derecho tengo de vivir mi vida como me plazca.” De acuerdo. Pero, no un “derecho innato e incondicional”, sino el “derecho condicional concedido por el verdadero Fuente y Dueño de la vida misma” en todas sus formas y manifestaciones. El Creador no solo da a todo ser humano vida, cuerpo físico y tiempo sino también le concede libre albedrío, es decir, “potestad de obrar por reflexión y elección”. Le otorga la facultad de voluntad. Voluntad. Facultad de decidir y ordenar la propia conducta.” (Ambas definiciones de Microsoft® Encarta® 2007. © 1993-2006 Microsoft Corporation. Reservados todos los derechos). Así que, usted, yo y todo ser humano cuenta con el “derecho”, por tiempo limitado, de vivir la vida, cada uno, “como le plazca”. Tengo a bien identificar y discutir brevemente la “elección” que hace cuatro grupos distintos.

A.  Primer grupo. Muchos, notablemente los adolescentes y adultos jóvenes, con no pocos de los maduros y mayores de edad, deciden “vivir la vida loca”. Consumirla en placeres y vicios carnales. Sin poner nunca “la mira en las cosas de Dios, sino” exclusivamente “en las de los hombres” (Mateo 16:23). Disponen de la vida que tienen como si la hubiesen creado, pudiesen mantenerla indefinidamente y no tuviesen que responder a nadie por ella. “No te metas en mi vida”, advierten. “Soy señor y dueño de mi vida.” ¡Claro que sí! Pero, tamaño embrollo hace la inmensa mayoría, trayendo sobre sí problemas, angustias y sufrimientos de toda suerte, fracasando en todo, o casi todo, renglón importante de la vida. Masa miserable de almas que repudian todo consejo y autoridad. Terminando su tiempo prestado con ojos llenos de dureza, dolor, desesperación e ira, para luego, quererlo o no, dar cuenta al verdadero Dueño de sus vidas.

B.  Segundo grupo. Otros deciden acumular bienes materiales y disfrutarlos ellos mismos o talvez compartirlos con familiares, amigos apreciados o instituciones médicas, educativas, filantrópicas , etcétera, pero sin tener en cuenta para nada a Dios y su voluntad respecto a la acumulación y disposición de recursos o riquezas materiales, de los que él es el verdadero Dueño por derecho de Creador.

1.  El año pasado (2007), Leona Helmsley legó cuatro billones de dólares al Fideicomiso Caritativo Leona M. y Harry B. Helmsley. Fallecida ella, se descubrió que dejó doce millones de dólares a su perro, pero nada a dos de sus cuatro nietos. En la década de los 1980, pasó dieciocho meses en la cárcel por evasión de contribuciones. La “Reina del trato hiriente” es el apodo que le ponen en la Enciclopedia Wikipedia de Internet.

2.  En el mismo año, el Sr. Jon Huntsman donó 627 millones de dólares a organizaciones médicas y educativas. (Registro de los sesenta donativos de mayor cantidad)

  Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?”, pregunta Jesucristo (Mateo 16:26), pero los que acumulan y disponen de riquezas sin tener presente al Creador de todo, no prestan oído a Jesucristo. Mueren, y salen de esta vida y de este mundo, ¡sin poder llevar consigo ni un centavito prieto! Quien elige no acatar en su vida “la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta” (Romanos 12:2), no le salvan sus donativos, por cuantiosos sean. No sirven como “recompensa” para rescatar “su alma” en el día de rendir cuentas.

C.  Tercer grupo. Teniendo la “potestad de obrar” en esta vida como quisieran, no faltan personas cuya ilusión mayor es alcanzar la admiración o reconocimiento de sus colegas. Ser alabadas, agasajadas, premiadas, aduladas, glorificadas por los hombres. Tener gran influencia y poder entre sus contemporáneos. Se glorían en títulos, puestos, placas, trofeos, pompa. Al triunfar, no dan con sinceridad y humildad ni una pizca de gloria al Creador y Sustentador de sus vidas. Todos los poderes intelectuales que hacen posible su éxito, provienen originalmente de él, pero personas de esta mentalidad no lo ven así. Ni una pizca de esta gloria que tributan los hombres podrán ellas llevar consigo más allá de la muerte. “Vanagloria” lo llama él que tiene poder para revestir de gloria eterna al que le agrada, haciendo su voluntad.

D.  Cuarto grupo. Recibiendo del Creador la “facultad de decidir y ordenar” su vida, algunos deciden dedicarse mayormente a su familia propia, y acaso también a su familia extendida. Se gastan en el empeño de cuidar y hacer felices a sus padres, cónyuge, hijos, nietos, abuelos, tíos, tías, primos y primas. Esto es noble y admirable en grado sumo. Cuenta para salvación eterna, con tal de que se haga no solo en beneficio de la familia sino también para honrar al Ser Supremo, el “Padre de los espíritus” , cuyos poderes, planificación original, dotes prestados, y buena voluntad hacen posible la existencia de “familias”. Si me dedico a mi familia, aun sacrificándome por ella, pero no obedezco al evangelio del Señor Jesucristo, mis buenas obras, mis sacrificios, mi entrega, mi tiempo, quedan sin la validación divina necesaria para la salvación de mi alma .

IV.  Invitación a la obediencia basada en las palabras enigmáticas de Cristo en Mateo 16:27. “Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mi la hallará.”

A.  “El que quiera salvar su vida, la perderá…”

1.  Es decir, el que esté dispuesto a hacer cualquier cosa con tal de salvaguardar su vida material, no solo perderá su vida material sino también, por implicación, la vida eterna con Dios.

2.  Preservar y prolongar su vida en la tierra es el deseo fuertísimo de la inmensa mayoría de los seres humanos, y en el afán implacable de lograrlo, están dispuestos a vivir en pecado, repudiar la verdad, abrazar el engaño, negar a Cristo, alejarse de Dios, despreciar la Biblia y oponerse a la iglesia del Señor.

B.  “Y todo el que pierda su vida por causa de mí…”

1.  Que la pierda literalmente, de ser necesario, a causa de su fe en Cristo y su confianza en el evangelio de salvación.

2.  O que la pierda en el sentido de gastarla en servir a la humanidad, mayormente a los de la familia de la fe, o sea, la iglesia.

C.  “La hallará.”

1.  Es decir, su vida en la tierra cobrará verdadero valor, y así, echará “mano a la vida eterna” (1 Timoteo 6:12).

2.  “Hallará” inmortalidad. Dios “pagará a cada uno conforme a sus obras; vida eterna a los que, perseverando en bien hacer, buscan gloria y honra e inmortalidad” (Romanos 2:5-7).

D.  Dios ha dotado de vida a cada uno de nosotros. Él es el Dueño legítimo de cada vida. De toda vida. Por lo tanto, lógicamente, derecho tiene de establecer metas y directrices. De pedir que hagamos su voluntad. Y su voluntad es que cada ser hermano capaz de entender su mensaje confiese a Cristo como el Mesías, el Salvador, se arrepienta de sus pecados y se bautice, sumergiéndose en agua “para perdón de los pecados” (Hechos 2:38; 22:16; Marcos 16:16; 1 Pedro 3:21). Respetuosamente, le animamos a obedecer estos mandamientos para hallar verdadera “vida” ahora, y “perseverando en bien hacer”, alcance “gloria y honra e inmortalidad”.

 

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