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Eventos del pasado y del presente que me incentivan a andar derechito en el presente. Seis temas principales. 241 diapositivas (slides) preparadas en PowerPoint y disponibles en PDF. Para clases bíblicas, conferencias o mensajes.

Parte 1 del mensaje Eventos del pasado y del futuro que me incentivan a andar derechito en el presente

Parte 3 del mensaje Eventos del pasado y del futuro que me incentivan a andar derechito en el presente

 

Mensaje espiritual orientador y motivador
Texto e ilustraciones

Eventos del pasado y del futuro que me incentivan a andar derechito en el presente

Parte 2

Imagen (diapositiva-slide) 1 para el sermon Eventos del pasado y del presente que me motivan a andar derechito en el presente, en editoriallapaz.org.

Tres Eventos futuros que quisiera evitar por la angustia, el sufrimiento y la vergüenza eterna que traerán.

Este mensaje en PDF

Las Partes 1, 2 y 3 en un solo PDF

Cinco imágenes, compuestas de gráficas y textos, resaltan las enseñanzas principales traídas. Después de cada imagen se encuentran explicaciones y aplicaciones prácticas para la actualidad.

Las imágenes (diapositivas-slides) en PDF
Para la proyección digital o el estudio personal

 

Imagen (diapositiva-slide) 1 de Tres eventos futuros que quisiera evitar, Parte 2 del mensaje Eventos del pasado y del futuro que me incentivan a andar derechito en el presente, en editoriallapaz.org.

Para el ser humano, ¿hay vida más allá de la muerte y sepultura del cuerpo físico? ¿Más allá de las playas y los mares del tiempo? ¿Más allá del universo visible, con sus enormes galaxias? “Negativo”, responden muchísimos seres humanos, muriendo sin esperar que la vida continúe después de la muerte de su cuerpo de carne y sangre.

El primer Evento futuro que quisiera evitar es el de morir sin ninguna esperanza de una vida mejor después de esta.

Es del todo obvio que no puedo evitar morir. Digo “obvio” porque observo que el ciclo de la vida de los seres humanos en derredor mío les conduce inexorablemente hacia el fallecimiento de sus cuerpos físicos. Además, se me informa que las generaciones que me antecedieron en la tierra ya murieron, y que asimismo sucede en todo el planeta Tierra en todos los tiempos. Así que, asumo, es más, sé que he de morir también, es decir, que mi cuerpo físico morirá. Se me dice en la Biblia que “…está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio” (Hebreos 9:27), y toda la evidencia empírica a mi alcance confirma que esta es la gran realidad. A propósito, la frase “que mueran una sola vez”tacha, efectivamente, toda creencia en reencarnaciones.

Para los que creemos en la Biblia, existe una excepción a lo de “morir inevitablemente”, a saber, la transformación repentina del cuerpo, sin ver muerte, al aparecer el Señor Jesucristo por segunda vez. He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados,  en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados(1 Corintios 15:51-52).

Tristemente, muchísimos de nuestra raza mueren sin esperanza alguna de vida más allá de la muerte de su cuerpo físico. Mayormente, ateos, escépticos, evolucionistas, humanistas, hedonistas, personas netamente seculares, espiritualmente ignorantes, materialistas. Estos son “los otros que no tienen esperanza”aludidos en 1 Tesalonicenses 4:13, donde el apóstol Pablo escribe: Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen, para que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza. Entristecidos y temerosos, aterrorizados no pocos, frente al evento inevitable de la muerte. Sin esperanza de una existencia mucho mejor que la actual más allá de la muerte. ¡Yo no quisiera morir así! Las imperfecciones, sinsabores, conflictos, trabajos, crisis, estrés, tragedias y agotamiento de esta vida material nos llevan a todos nosotros, tarde o temprano, a la tumba, vencido el cuerpo por la Muerte, su más fornido e invencible enemigo. Conducido a semejante destino por fuerzas irresistibles, no albergando esperanzas de una vida futura libre por toda la eternidad de todo lo negativo y malo, esto, querido amigo, ha de catalogarse como el colmo de todas las frustraciones, de todos los desenlaces lamentables, de todo lo tronchado prematuramente, de todo lo vivido en planos inferiores. Desde luego, “el hombre natural”, en poco o en nada espiritual (1 Corintios 2:14), no se hace solidario de esta percepción, contentándose a menudo con su vida natural y resignándose a una muerte sin esperanza. Pero, personalmente, no quiero ni vivir ni morir así, pues veo y comprendo que la vida dirigida según normas espirituales es superior por mucho a la vida meramente natural y que no es necesario resignarme a una muerte sin esperanza.

A resumida cuenta, si hago mías “las preciosas y grandísimas promesas” que el Todopoderoso Dios me ofrece (2 Pedro 1:4), y ando derechito conforme a sus designios para mí (Lucas 7:30), ¡evitaré morir sin esperanza!

2. Quiero evitar ser sometido al juicio divino sin haber hecho la voluntad del Juez de las almas.

Imagen (diapositiva-slide) 2 de Tres eventos futuros que quisiera evitar, Parte 2 del mensaje Eventos del pasado y del futuro que me incentivan a andar derechito en el presente, en editoriallapaz.org.

En la fotografía superior, el libro abierto simboliza “el libro de la vida”, mientras el mazo y la balanza representan el “juicio” del “gran trono blanco”, visión de Apocalipsis 20:12-15.

Los libros abiertos en la fotografía inferior simbolizan “los libros” de aquella misma visión. En ellos se encuentra un record de las obras de los seres humanos llamados a comparecer ante Dios en el juicio del “gran trono blanco”.

Otro Evento futuro que quisiera evitar a toda costa es el de ser sometido al juicio divino sin haber hecho la voluntad del Juez de las almas. Y este deseo fuerte mío, este temor vivo de pararme temblando y avergonzado, por no estar preparado, ante el Juez Supremo que juzga con justicia insobornable, me motiva grandemente a andar derechito en esta vida.

Fijémonos, amado, en que el mismo versículo donde se afirma “que está establecido para los hombres que mueran una sola vez…”, también establece que “después” de la muerte se efectuará “el juicio” (Hebreos 9:27). Así pues, dos Eventos inescapables para mí, usted y todo ser humano, a saber: la muerte y el juicio divino. Vinculados el uno al otro, inseparablemente, en el plan maestro de la Deidad para nosotros los humanos. Morir, seguido por el Juicio. ¿Estamos preparados para participar personalmente en los dos, confiados, por la gracia de Dios y sumisión a su voluntad, de salir airosos?

El texto de 2 Corintios 5:10 figura entre numerosos del Nuevo Testamento que enseñan el juicio del Dios Creador para todos los seres humanos, los que, dicho sea de paso, deberíamos llevar, conforme al propósito de la Suprema Inteligencia que nos concibió y creó, su imagen y semejanza. Escribe el apóstol Pablo: “Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo”. …ES NECESARIO…” Dictamen celestial. Vigente e inviolable.

Aun mi propio intelecto asiente a la necesidad de tal juicio de parte del Creador. Porque, razono, poseo inteligencia, una porción de la inteligencia divina del Ser que me infundió su imagen. Soy ser racional, moral y social, y consiguientemente, también he de ser responsable por mi comportamiento. Lo más natural y lógico es que sea yo llamado a cuentas por mi Padre espiritual que me dio no solo vida e inteligencia sino también las facultades de voluntad propia y conciencia. Esto mismo suelen hacerlo los padres de hijos terrenales, particularmente, los que, teniendo inteligencia social-moral-espiritual, son responsables en lo concerniente a la crianza de sus vástagos. Les instruyen, desde muy temprana edad, inculcándoles normas de conducta y, al crecer, haciéndoles responsables por sus acciones, premiándoles cuando cumplen y cuando no, castigándoles. ¿Por qué no habría de hacer otro tanto “el Padre de los espíritus”? De hecho, lo hace, y con sobrada razón, según Hebreos 12:7-11. Aclarando un tanto, los “espíritus” en este texto somos nosotros, pues, además de ser terrenales en cuanto a nuestro cuerpo mortal, también somos seres espirituales engendrados por “el Padre de los espíritus”.

Pues bien, no puedo evitar presentarme personalmente “ante el tribunal de Cristo”, más sin embargo, puedo sí evitar responder a la cita con las manos vacías en lo referente a evidencias que justifiquen mi existencia terrenal, que comprueben el acatamiento mío de los designios divinos sobre mi vida, que atestigüen una vida conducida en armonía con “la buena voluntad, agradable y perfecta” del Glorioso Ser que me infundió aliento, sosteniéndome durante mis años terrenales. ¿Cómo? ¡Fácil! Sencillamente, por medio de guardar los “mandamientos” de Cristo y ocuparme en buenas obras, para las que hemos sido creados. Explica el Señor Jesús: “El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él” (Juan 14:21). En cuanto a obras buenas, el apóstol Pablo escribe, por el Espíritu: “Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas (Juan 2:10).

Abundando sobre los “mandamientos” de Cristo, este ya había dicho instantes antes de lo citado en el párrafo anterior: “Si mi amáis, guardad MIS MANDAMIENTOS” (Juan 14:15). Qué conste: ¡sus mandamientos! Y no los de Moisés; no los del decálogo dado en el monte de Sinaí mil quinientos años antes de Cristo. Definitivamente, los “mandamientos” de Cristo difieren notablemente de los de la “antigua ley” dada al pueblo de Israel. Por ejemplo, en el mismo día de su ascensión Jesucristo pronunció dos mandamientos que, una vez hecho vigente su “nuevo pacto, acción efectuada en el día de Pentecostés, diez días después de su ascensión (Hechos 2), todo ser humano debía obedecer para ser “salvo”. Los dos mandamientos se infieren de lo que dijo Cristo al proclamar la Gran Comisión: “El que creyera y fuera bautizado, será salvo…”(Marcos 16:15-16). Efectivamente, el Señor manda a todo aquel que quisiera salvarse a creer y bautizarse. Así que, si quiero acudir ante su tribunal de juicio debidamente preparado, debo no solo creer sino también bautizarme (zambullirme en agua) “para perdón de los pecados” (Hechos 2:38; 22:16), no negando el propósito divino para el bautismo. Una vez bautizado, he de aprender y poner por obra “todas las cosas” que Cristo ha “mandado” (Mateo 28:18-20). Acumulo así un verdadero “tesoro” imperecedero “en los cielos”, el cual podré presentar al Señor cuando me cite ante su tribunal, a la vez teniendo muy en cuenta que mi salvación no es por obras sino por la gracia y misericordia del Padre y del Hijo.

Convencido por mis propios estudios de que Jesucristo es el Mesías prometido, el verdadero Hijo de Dios, y motivado por las consideraciones abordadas brevemente en este mensaje, he confesado con my boca que Jesucristo es el Señor (Romanos 10:8-17) y me he bautizado “en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo” (Mateo 28:18-20), para que fueran lavados mis pecados (Hechos 22:16). Habiendo tomado estos pasos imprescindibles para ser salvo, estoy esforzándose para andar derechito por el Camino que conduce a la Gloria eterna, pues, pesado en la balanza divina en el juico que no puede evitar, no quisiera ser hallado falto (Daniel 5:27). Querido lector, ¿qué ha hecho usted para salir bien en el juicio de su alma?

3. Quiero evitar ser entregado “a prisiones de oscuridad” eterna.

Imagen (diapositiva-slide) 3 de Tres eventos futuros que quisiera evitar, Parte 2 del mensaje Eventos del pasado y del futuro que me incentivan a andar derechito en el presente, en editoriallapaz.org.

Dos ventanas con rejas, selladas por dentro y rodeadas de neblinas rojizas y grisáceas, simbolizan, esotéricamente, las “prisiones de oscuridad” en dimensiones espirituales donde serán consignadas las almas que no “obedecen al evangelio” del Señor Jesucristo. No penetra en aquellas “prisiones” la luz de Dios. “…las tinieblas de afuera” las arropan completamente (Mateo 25:30).Este destino lúgubre, ¿quién no quisiera evitarlo?  

En tercer lugar, quiero evitar ser echado en las “prisiones de oscuridad”(2 Pedro 2:4; Judas 6), excluido de una vez para siempre “de la presencia del Señor y de la gloria de su poder” (2 Tesalonicenses 1:6-10).

El colmo de la vergüenza en esta vida terrenal sería caer en una prisión siquiera por un tiempo corto. Hallado culpable en una corte y sentenciado a ser apartado de familiares y el resto de la sociedad. Privado de libertades y encerrado en una celda. Semejante desenlace trae angustia, vergüenza y sufrimiento no solo al reo, asumiendo que no tenga la conciencia del todo cauterizada, sino también a seres queridos y amigos, también asumiendo que estos no sean insensibles. Tal vergüenza aumentaría exponencialmente al quedarse uno sentenciado a diez, treinta o cuarenta años de cárcel, alcanzando proporciones monstruosas al dictarse una sentencia de por vida, sin derecho a apelación.

Entonces, trasladándonos a regiones espirituales de lo eterno, tremendamente más vergonzoso resultaría ser echado en “prisiones eternas”, guardado “bajo oscuridad… para el juicio del gran día”, tal cual los ángeles “que no guardaron su dignidad” (2 Pedro 2:6). Cárceles en medio de tinieblas. Celdas sin luz, frías y deprimentes en grado sumo. Pero, no solitarias, pues en aquellas prisiones lejísimos del Paraíso de Dios, en el que ni siquiera hay noche (Apocalipsis 21:23-25), se encuentran los ángeles caídos, más multitudes de seres humanos que tampoco supieron guardar su propia dignidad de “criados a imagen y semejanza de Dios”.

Sacuda mi mente y espíritu el temor vivo de ser sentenciado a tal cárcel, y a consecuencia mi siento muy motivado a andar derechito ante Dios y mis semejantes, pues el propio Juez de las almas me asegura que si lo hago no terminaré jamás en una celda oscura eterna de donde no habría absolutamente ninguna esperanza de escapar.

En el día de hoy, al igual que en el tiempo del ministerio terrenal de Jesucristo, muchos hombres y mujeres, jóvenes y adultos, aman las tinieblas, aborreciendo la luz (Juan 3:19-20), “porque sus obras son malas”. Seguramente, no entienden cabalmente que sus caminos, los que les parecen buenos, conducen, en realidad, a la “eterna perdición”, y que serán “excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder”, “…cuando se manifieste el Señor Jesús desde el cielo con los ángeles de su poder, en llama de fuego, para dar retribución a los que no conocieron a Dios, ni obedecen al evangelio del Señor Jesucristo” (2 Tesalonicenses 1:6-10). Recalco: serán “excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder”. “…EXCLUIDOS…” Separados, pues, eternamente de Dios y enviados a “prisiones eternas” donde jamás alcanza la luz de Dios, ni se verá jamás ni nunca “la gloria de su poder”. ¡Qué horripilante! Tragedia sin paralelo. Fin terrible que quiero evitar a como dé lugar. Este Evento futuro, sobremanera trágico, en el que participarán personalmente “los que no conocieron a Dios, ni obedecen al evangelio del Señor”, me incentiva, como el fuego encendido en pastos secos, a correr a toda prisa por el Camino alto que va en dirección opuesta al camino espacioso por donde transitan multitudes, creyéndose libres, hacia las “prisiones de oscuridad” eterna. Me estoy esforzando para conocer a Dios y obedecer al evangelio de su Hijo. ¿Qué tal usted, estimado amigo?                                                                                                                                           

 
 
Imagen (diapositiva-slide) 4 de Tres eventos futuros que quisiera evitar, Parte 2 del mensaje Eventos del pasado y del futuro que me incentivan a andar derechito en el presente, en editoriallapaz.org.

Andando, tocando y cantando, por el camino espacioso, hacia castillos hechizados llenos de placeres carnales, pasiones calientes, misterios psíquicos, tras los que se encuentran “prisiones de oscuridad” en medio de “las tinieblas de afuera”.

A resumida cuenta, si quiero evitar Eventos futuros tales como los tres seleccionados, no debo andar por el camino suave y espacioso que conduce al infierno, sino DERECHITO, sin desviarme a derecha o a siniestra, por el Camino angosto que a vida eterna conduce.

En la imagen, el varón con la guitarra representa a las multitudes que andan por el camino espacioso que conduce a castillos hechizantes arropados en sombras negras y rojos llamativos, símbolos de placeres carnales, pasiones encendidas, “las profundidades de Satanás” (Apocalipsis 2:24), vicios psicodélicos, religiones medievales u orientales, irrealismo, ilusiones locas, prioridades invertidas, vida sin barreras, con sus niveles más bajos llenos de aberraciones contra naturaleza, sadismo, depravaciones escalofriantes y crímenes de los más horrendos. Multitudes hipnotizadas, cantando y tocando a las diosas y los dioses de su propia invención. En el plano espiritual, detrás de aquellos castillos se encuentran las “prisiones de oscuridad” en “las tinieblas de afuera”, donde los hombres y mujeres, jóvenes y adultos, que permanecen hasta el fin de su tiempo terrenal sin redimirse serán encarcelados eternamente.

Resistiendo con todas mis fuerzas ser llevado a tal fin, con la ayuda del Ser Supremo que me creó y la  mediación redentora de su Hijo Unigénito, me he separado de aquellas multitudes, andando, en la actualidad, derechito hacia “la gran ciudad santa de Jerusalén” (Apocalipsis 21:10), “la nueva Jerusalén” (Apocalipsis 21:2), la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial (Hebreos 12:22), ciudad que “no tiene necesidad de sol ni de luna que brillen en ella; porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lumbrera” (Apocalipsis 21:23). Respetado amigo, le insto a hacer lo mismo.

 

Parte 1 del mensaje Eventos del pasado y del futuro que me incentivan a andar derechito en el presente

Parte 3 del mensaje Eventos del pasado y del futuro que me incentivan a andar derechito en el presente

Opciones: presentar las tres partes del mensaje Eventos del pasado y del futuro que me incentivan a andar derechito en el presente como una serie de predicaciones, o abreviar el contenido, uniendo el contenido en una sola predicación. Las tres partes son:

-Parte 1. Cuatro Eventos del pasado que hacen mella en mi mente y espíritu, persuadiéndome a creer en Dios y andar conforme a sus designios para mí.

-Parte 2. Tres Eventos futuros que quisiera evitar por la angustia, el sufrimiento y la vergüenza eterna que traerán. 

-Parte 3. Tres gloriosos Eventos futuros en los que quisiera participar por la dicha y felicidad eternas que traerán.

 

Las Partes 1, 2 y 3 en un solo PDF

Quince imágenes, compuestas de gráficas y textos, resaltan las enseñanzas principales traídas. Después de cada imagen se encuentran explicaciones y aplicaciones prácticas para la actualidad.

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