Sr. Hombre Profesional Joven, me parece haberle visto en escenas de Apocalipsis. Foto-mensaje

Foto mensaje

Sr. Boca Cerrada, ¿por qué tiene esa cinta adhesiva aislante sobre la boca?

En esta fotografía, un hombre robusto, con una ancha cinta aislante adhesiva pegada sobre la boca, levanta su brazo derecho y señala agresivamente con el dedo índice extendido, dando a entender su intención de vengarse de quien, o quienes, le hayan hecho esta jugarreta.

¿Cómo llegó usted a tener esa cinta sobre su boca? Seguramente, usted mismo no se la pusiera. Pues, otra persona, o personas. ¿Acaso le sujetaran, pegándosela? ¿O se la pusiera alguien tal vez mientras tomara usted una siestecita? También se me ocurre que usted pudiera haber estado ebrio cuando de pronto se la pusieran. Bueno, perdóneme por insinuar que sea hombre de malos hábitos, pero no creo que le hicieran semejante maldad por puro chiste.

Y ahora usted se ha levantado bruscamente, furioso por este agravio serio, esta afrenta a su dignidad de hombre, este insulto insólito a su hombría. Señalando agresivamente con su dedo en mi dirección, pero deniego enérgicamente ser el culpable, ya que ni siquiera le conozco personalmente. Por cierto, yo no quisiera ser el autor de esa jugarreta, pues su semblante proyecta venganza violenta y se nota que usted cuenta con la fuerza física para efectuarla.

Ahora bien, ¿cómo remover esa cinta ancha de su boca? He utilizado en muchas ocasiones ese tipo de cinta y me consta que, pegada a la piel, removerla puede causar no poca molestia. ¡Puede sacar hasta pelitos de la barba y lastimar el tejido delicado de los labios! En tal caso, yo no quisiera estar ni cerca de usted para no sufrir mis oídos el chorro de maldiciones que brote repentinamente de su boca, tal cual aguas turbias, fangosas, llenas de ganchos tronchados, que fuercen las compuertas de una represa, saltando y arremolinándose peligrosamente, destruyendo todo a su paso.

Digo, asumo que usted suela proferir maldiciones a menudo, o injurias, o insultos, o calumnias, difamaciones, mentiras, aun blasfemias. Tantos que alguien, o algunos, no soportaran escucharlos más. Que quisieran manifestarle su vigorosa desaprobación y enfado. Aislarle con cinta aislante, aunque temporeramente. Pero, si me equivoco, qué sepa usted perdonar el atrevimiento de un desconocido.

Dado que las evidencias circunstanciales de su caso sostienen mi suposición, aprovecho el momento de nuestro encuentro casual para hacerle una humilde observación, temiendo que sea como leña para el fuego, pero a la vez esperanzado en una reacción más positiva de poseer usted algo de sentido común y decencia. He aquí mi observación: La boca no ha sido formada para llenar los aires de contaminaciones verbales, es decir, de maldiciones, injurias, difamaciones, de palabras soeces, obscenas, denigrantes, hirientes, destructoras, sino más bien para transmitir a los oídos de nuestros semejantes, expresiones constructivas, animadoras, gratas, amorosas, consoladoras, confortantes, suaves, sanadoras, hermosas.

Baje el brazo, por favor, dejando de apuntar con el dedo hacia mí o hacia el mundo en general. Un poquito más quisiera decirle, y después de escucharme si desea perseguir a los perpetradores de este acto infausto, vengándose, pues allá usted. ¿Se ha detenido usted alguna vez a pensar en lo complicado y asombroso que lo es don de hablar? Se requiere el funcionamiento preciso y en concierto no solo de sus labios, sellados ignominiosamente en este instante por ese pedazo de cinta, sino también de la lengua, la garganta, las dos cuerdas vocales, el diafragma, los pulmones, etcétera, y sobre todo, la mente? ¡Todo un mecanismo altamente sofisticado, increíblemente compleja! Verdaderamente, ¡una maravilla absoluta! Pues bien, él que lo hizo advirtió: “…de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio. Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado”(Mateo 12:36-37). Añade: “El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo; porque de la abundancia del corazón habla la boca (Lucas 6:45). Evidentemente, usted hablaba cosas muy malas, y por consiguiente, tiene mal tesoro en su corazón. Sus ojos duros echan chispas. ¿Qué? ¿Se atrevería a pegarme por decirle lo obvio?

Aguante un momentito más, prestando oído a lo que dijo un sabio del pasado: “He aquí, !cuán grande bosque enciende un pequeño fuego!Y la lengua es un fuego, un mundo de maldad. La lengua está puesta entre nuestros miembros, y contamina todo el cuerpo, e inflama la rueda de la creación, y ella misma es inflamada por el infierno. Porque toda naturaleza de bestias, y de aves, y de serpientes, y de seres del mar, se doma y ha sido domada por la naturaleza humana; pero ningún hombre puede domar la lengua, que es un mal que no puede ser refrenado, llena de veneno mortal. Con ella bendecimos al Dios y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, que están hechos a la semejanza de Dios. De una misma boca proceden bendición y maldición. …esto no debe ser así” (Santiago 3:5-10). ¿Qué le parece? ¿No tiene mucha razón aquel sabio llamado Santiago?

Pues bien, si sus ánimos han bajado un poco y consiente en acceder que Dios le ayude a domar su lengua, gustosamente le ayudaré, si me lo permite, a quitar esa vergonzosa cinta de la boca. ¿Cómo ayudarle yo? Amigable y desinteresadamente, le doy el siguiente enlace, donde encontrar algunas directrices para convertirse en nuevo hombre, hombre bueno que, con un buen tesoro en el corazón. Entonces, disponiendo de un verdadero tesoro de valiosos temas sanos y bonitos sentimientos, valiéndose además de un nuevo vocabulario a la par, su comunicación verbal será pura y placentera, grata al oído de todo aquel que aprecia el intercambio social respetuoso, constructivo y ameno. Grata también al oído de su Creador. He aquí el enlace: www.editoriallapaz.org/salon_preceptos2.htm. Y otro por añadidura: www.editoriallapaz.org/material_positivo.htm.

 

Sr. Hombre Profesional Joven, me parece haberle visto en escenas de Apocalipsis. Foto-mensaje

  

¿Le gusta esta página? Por favor, ayúdenos a difundir la información por medio de compartirla automáticamente con sus amistades de Facebook, Google+, LinkedIn, y Twitter pulsando en los botones arriba colocados.

Derechos reservados. Permiso concedido para hacer una copia, o múltiples copias pero ninguna para la venta.