Ángel plantea que el diezmador no pone en peligro su salvación, y que los que piden y administran diezmos darán cuenta a Dios.

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“Te doy las gracias por haberte tomado el trabajo de hacer todo este estudio y trabajo bien elaborado, pero solo una pregunta ronda por mi cabeza después de leer todo esto y te la voy a hacer tal y como la estoy pensando ahora: SI YO DIEZMO Y OFRENDO POR AMOR A DIOS Y A SU OBRA pero en realidad estoy errado (según tus análisis) no creo que eso sea algún tropiezo en mi relación con Dios o en mi crecimiento espiritual ya que NO CREO QUE ME PUEDA IR AL INFIERNO O TENER ALGUN ATRASO ESPIRITUAL POR DARLE A DIOS MIS DIEZMOS.”

-Mi comentario al respecto. Estimado Ángel, si usted diezma y ofrenda solamente “por amor a Dios y a su obra”, haciéndolo voluntariamente, y no por obligación, sin imponer su criterio personal a otros cristianos, sin enseñar el diezmo como deber de todo cristiano, sin someterse al dictamen de algún pastor que exija diezmos, sin pretender hacer algún “contracto con Dios” y no teniendo usted el propósito de obedecer mandatos del Antiguo Testamento, entonces este servidor tampoco cree, citando sus palabras, “que eso sea algún tropiezo” en su “relación con Dios” o en su “crecimiento espiritual”. Pero, si usted diezma, apoyándose en mandatos del Antiguo Testamento, o en ejemplos de la Era Patriarcal y la Era Mosaica, mi percepción es que en tal caso estaría usted judaizando, y judaizar, es decir, justificarse por la ley mosaica o enseñar la ley mosaica en la iglesia, sí es un pecado con graves consecuencias, según Gálatas 5:4 y varios textos parecidos. “De Cristo os desligasteis, los que por la ley os justificáis; de la gracia habéis caído.”

-Si usted quisiera circundarse solamente “por amor a Dios y su obra”, como acto puramente personal, aplicarían las mismas consideraciones que acabamos de expresar. Pero, si lo hiciera con el propósito de guardar la ley mosaica, ya estaría judaizando. “He aquí, yo Pablo os digo que si os circuncidáis, de nada os aprovechará Cristo” (Gálatas 5:3). Inequívocamente, la expresión  “de nada os aprovechará Cristo”, enseña carencia de salvación.

-¿Permiten los recursos materiales suyos que usted aporte más del diezmo? De ser así, ¿con qué justificación limitarse a la décima parte?

-De todos modos, las directrices del Nuevo Testamento de Cristo están claramente establecidas en textos tales como 1 Corintios 16:1-3 y los Capítulos 8 y 9 de la 2 Corintios. “Cada primer día de la semana cada uno de vosotros ponga aparte algo, según haya prosperado…” La ofrenda “será acepta según lo que uno tiene, no según lo que no tiene”.


“¿PERO QUE PASARIA SI TU ESTAS ERRADO Y TUS ANALISIS DE ACUERDO A LA PALABRA NO SON CORRECTOS? TE ESTARIAS YENDO TOTALMENTE EN CONTRA DE DIOS Y NO QUISIERA ESTAR EN TUS ZAPATOS YA QUE ESTAS INFLUENCIANDO A MUCHA GENTE A QUE NO DIEZME Y NO SE QUE LE RESPONDERIAS TU A DIOS SI ALGUN DIA LO TUVIESES FRENTE A FRENTE. Al menos yo le diría que si lo hice por amor y obediencia a él, pero tú, ¿que le responderías?”

-Mi respuesta. Dice usted que diezma “por amor y obedienciaa Dios, y por consiguiente, se deduce que usted diezma no solo “por amor a Dios y su obra” sino también por entender que diezmar es un mandamiento en vigor para los cristianos durante el Era Cristiana. Lógicamente, le corresponde probar que la ley del diezmo dada por Dios a través de Moises para el sostenimiento de la tribu sacerdotal de Leví no fue abrogada cuando todo el Antiguo Testamento fue clavado en cruz, según Colosenses 2:14-17, 2 Corintios 3:6-17 y muchos textos adicionales que enseñan lo mismo. “Cambiado el sacerdocio, necesario es que haya también cambio de ley” (Hebreos 7:12). O probar que un nuevo mandato de diezmar para el sostenimiento de “pastores” fuese dado por Dios a la iglesia, cosa que ningún defensor de diezmos haya podido lograr hasta la fecha.

-¿Qué este servidor se equivocara en su análisis del diezmo y del cambio de sacerdocios y leyes hecho por Dios mismo? Pues, de cierto, no estoy exento a equivocarme, siendo falible. Con todo, mi sagrado deber es usar “bien la palabra de verdad” (2 Timoteo 2:15), y lo puedo cumplir solo por medio de leer y estudiar asiduamente la Palabra, teniendo “cuidado” de mi mismo “y de la doctrina” (1 Timoteo 4:13-16). Quien no distinga entre el “antiguo pacto” de Moisés, al cual atañen los estatutos sobre diezmos para Leví, y el “nuevo pacto” de Cristo, con sus nuevas ordenanzas para el sostenimiento de la obra del Señor, ¿cómo es posible que use “bien la palabra de verdad”? Más bien, lo que hace es confundir estatutos de dos pactos dados en distintos tiempos a distintos pueblos, y por ende, confundir grandemente a sus oyentes o lectores.

-Inevitablemente, tendré que dar cuenta a Dios de mis enseñanzas, lo mismo que usted y todo cristiano que se atreva a enseñar en el nombre del Señor Jesús. En lo concerniente a la abolición de diezmos y el cambio de leyes o pactos espirituales, estoy confiado ante Dios, pues ninguno ha podido mostrar satisfactoriamente que este servidor haya errado en lo enseñado al respecto.

-Referente a mis aportaciones personales a la obra de Cristo, Dios las conoce. Y conoce que mi norma personal es superar el diezmo. Se lo digo sin sombra de jactancia, ya que a Dios se lo debo todo. Y me consta que muchos cristianos que no diezman, ¡dan más del diezmo!, haciéndolo voluntariamente, sin esperar de modo alguno que Dios multiplique diez veces su aportación.

-En cuanto a “zapatos”, sincera y respetuosamente, yo no quisiera estar en los suyos, pues usted diezma no solo “por amor” sino también “por obediencia”. ¿Obediencia a quién y basándose en cuál ley? Por su ejemplo, si bien no por enseñanza explícita, usted influencia a otros creyentes a diezmar, y por ende, a guardar preceptos abolidos en la cruz, lo cual equivale a judaizar.


“¿Sabes algo? Muchas veces me pregunto que harán en realidad muchos pastores con los diezmos pero la única respuesta que obtengo es esta: ALGUN DIA DIOS LES PEDIRA CUENTA A ELLOS, POR COMO ADMINISTRARON LOS DIEZMOS, O SI ERA CORRECTO O NO PEDIRLOS. Y A MÍ SOLO ME PREGUNTARA: ¿DISTE LOS DIEZMOS? ¿SI? ¿O NO? ESO ES TODO y tanto yo como ellos daremos cuentas de nuestras propias acciones sin cabida a justificación alguna ya que su palabra es muy clara: CUIDANDO CADA UNO SU SALVACION CON TEMOR Y TEMBLOR.

CUIDATE. ¡QUE DIOS TE BENDIGA!”

-Observaciones nuestras. Lo que hacen “muchos pastores con los diezmos” es del todo evidente: ¡se enriquecen! Viven como reyes. Casas lujosas. Automóviles costosos. Unos pocos aun con aviones privados. No todos, pero muchos sí. Y con el diezmo de usted. De centenares de miles de humildes creyentes sometidos a las demandas de pastores avaros, los cuales “no sirven a nuestro Señor Jesucristo, sino a sus propios vientres, y con suaves palabras y lisonjas engañan los corazones de los ingenuos” (Romanos 16:18). También con amenazas fulminantes de “blasfemia contra el Espíritu Santo” para quien no diezme. ¿Se atreve usted a continuar apoyando económicamente a un sistema tan descaradamente materialista y corrupto?

-Soy responsable de asegurar que mis ofrendas se utilicen para el sostenimiento de obras netamente bíblicas y de obreros dignos de salario (1 Timoteo 5:18). No debo lavarme las manos de esta responsabilidad. ¿Sostener a “asalariados” que “toman la piedad como fuente de ganancia” (1 Timoteo 6:3-6? ¡Inconcebible! ¡Totalmente inaceptable! Haciéndolo, sería mal administrador de los bienes que Dios me da, y me haría copartícipe en las “malas obras” de quienes traen doctrinas y prácticas contrarias a “la doctrina de Cristo” (2 Juan 9-11).

-Este terrible y vergonzoso mal de la mercadería religiosa, traída durante las últimas cinco décadas mayormente por pentecostales, está desprestigiando grandemente al cristianismo en general. Se cumple al pie de la letra la profecía: “Y muchos seguirán sus disoluciones, por causa de los cuales el camino de la verdad será blasfemado, y por avaricia harán mercadería de vosotros con palabras fingidas. Sobre los tales ya de largo tiempo la condenación no se tarda, y su perdición no se duerme” (2 Pedro 2:1-3).

-Según mi entendimiento de cuál pacto está en vigor para el pueblo cristiano, Dios jamás preguntará a usted: “¿Diste los diezmos?” Por la sencilla razón de que usted no es israelita regido por el “antiguo pacto” de Moisés, sino ser humano que vive durante la Era Cristiana, y el pacto divino en vigor durante esta Era es el “nuevo pacto” sellado con la sangre de Jesucristo. Recalcamos: en este “nuevo pacto” se encuentran nuevas leyes para el sostenimiento de la nueva obra de Cristo, y no en definitiva, los estatutos sobre diezmos dados exclusivamente para la tribu sacerdotal de Leví. Así que, más probable es que Dios le pregunte algo como sigue: “¿Comprendiste que cambié el sacerdocio y la ley? ¿Ofrendaste generosamente según mis instrucciones en mi nuevo pacto? ¿Te cuidaste de no aportar para el vientre de falsos pastores avaros? ¿De no hacerte partícipe en sus malas obras?”

Estimado siervo Ángel, le rogamos encarecidamente prestar su respaldo a la supresión de la mercadería religiosa rampante en nuestros días y a la proclamación del evangelio no adulterado de Jesucristo, evangelio libre de intereses egoístas, motivaciones materialistas, lisonjas engañosas e imponencias duras de pastores y evangelistas que sirven a Mamón.

Su servidor, Homero Shappley de Álamo

  

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