Diezmos u ofrendas voluntarias. Muchos estudios e intercambios en esta Web.

 

 

“Los pastores somos ‘los sacerdotes’

de la iglesia de Cristo",

argumenta el pastor Javier,

afirmando que los diezmos

son absolutamente

necesarios.

 

 

Pastores y pastoras pentecostales reciben la imposición de manos para sus ministerios. ¿Son los pastores los sacerdotes de la iglesia en el tiempo presente? Algunos pastores aseguran que sí.

 

Pastores y pastoras pentecostales reciben la imposición de manos para sus ministerios. ¿Son los pastores los sacerdotes de la iglesia en el tiempo presente? Algunos pastores aseguran que sí.

 

También se abordan los temas de concilios religiosos,

la organización de la iglesia primitiva, qué recursos

utilizada aquella iglesia para hacer grandiosas

obras evangelísticas y benévolas,

más otros relacionados.

 

INTERCAMBIO

“Hno. Homero, 

Que Dios le bendiga; encontré su página y hubo un estudio en particular del cual me gustaría abundar un poco pues no creo que la explicación no es fiel según la Palabra, y tal vez cayendo en una lógica falta.  Primeramente y sin citar muchos versículos al menos por ahora, pues el diezmo no es algo que murió con el viejo pacto, ni tampoco meramente un "mandato" o algo por el estilo que solamente corresponde a la ley.

Nuestro comentario al respecto. Desde luego, afirmarlo no es probarlo. La afirmación es solo un elemento de la argumentación, siendo acaso el más fácil de confeccionar. Traer información o razonamientos de peso para sostenerla es necesario, sin los que la afirmación se queda flotando en el aire.

“Como pastor de una iglesia pentecostal, siempre he hablado de la bendición del diezmo pues Dios dice ‘probadme ahora en esto’... y aunque el libro de Malaquías está en el viejo testamento, no debe ser meramente echado a un lado por ello. Los levitas eran sumos sacerdotes para el pueblo de Dios; los pastores somos "los sacerdotes" de la iglesia de Cristo. Y si la Palabra nos enseña que el que trabaja para el evangelio, viva del evangelio pues no sé cómo sería posible hacerlo sin que el pueblo diezme fielmente (cuando puede) y que ofrende con acción de gracia.

Observaciones nuestras. Que “el libro de Malaquías… no debe ser meramente echado a un lado por” encontrarse “en el viejo testamento” es una afirmación que usted deja, efectivamente, flotando en el aire. ¿Se fija? Usted no ofrece pruebas que la sostengan. De mi parte, afirmo que todo el Antiguo Testamento, incluso Malaquías, fue clavado en la cruz, anulándolo y abrogándolo el propio Jehová Dios. Entre abundantes pruebas a favor de esta afirmación, traigo solo tres:

2 Corintios 3:6-17. “El cual asimismo nos hizo ministros competentes de un nuevo pacto… Y si el ministerio de muerte grabado con letras en piedras fue con gloria … ¿cómo no será más bien con gloria el ministerio del espíritu?” 

De manera que el Antiguo Pacto “fue con gloria… perece… había de ser abolido”. Este pasaje ningún defensor de sábados, alimentos inmundos conforme a la ley mosaica o diezmos, lo ha podido arrebatar jamás, enseñando el Espíritu Santo a través de él la abolición de todo el Viejo Pacto de Sinaí, y no tan solo de una parte. En el “todo” figura el diezmo designado a sostener al sacerdocio levítico.

Colosenses 2:13-17. Anulando el acta de los decretos… quitándola de en medio y clavándola en la cruz … Por tanto, nadie os juzgue en comida o en bebida, o en cuanto a días de fiesta, luna nueva o días de reposo, todo lo cual es sombra de lo que ha de venir; pero el cuerpo es de Cristo.” 

Lógicamente, la exhortación “nadie os juzgue” no se limita solo a comida, bebida, días de fiesta, luna nueva y días de reposo. Estos no eran los únicos “decretos” del acta anulada, quitada y clavada en la cruz. Bien pudiera el apóstol Pablo haber añadido muchísimos decretos a la lista -más de seis cientos componen la “antigua ley” dada en Sinaí- incluyendo la circuncisión, los holocaustos, el incienso, los panes de la propiciación, la sangre de los animales sacrificados, las vestimentas sacerdotales, los instrumentos musicales y, desde luego, los diezmos. Pues bien, ¿era preciso desglosarlos todos, uno por uno, para que los colosenses no porfiaran sobre “los no mencionados”? ¿No dicta la razón que todos “los decretos” del acta quitada, anulada y clavada en la cruz caen en la categoría de mandamientos que el ministro competente del Nuevo Pacto no impone a la iglesia?

Hebreos 7:12. “Cambiado el sacerdocio, necesario es que haya también cambio de ley.”

Su argumento analizado. Usted afirma: “Los levitas eran sumos sacerdotes para el pueblo de Dios; los pastores somos ‘los sacerdotes’ de la iglesia de Cristo.”

Aclaración. Bajo la antigua ley, servía un solo sumo sacerdote a la vez, identificándose los demás levitas que servían como “sacerdotes”, sin el adjetivo “sumo”.

¿En qué texto del Nuevo Testamento se nos enseña que “los pastores somos ‘los sacerdotes’ de la iglesia de Cristo”?

Si los pastores son “los sacerdotes de la iglesia de Cristo” durante la Era Cristiana, ¿qué son los demás miembros de la iglesia? He aquí el meollo del asunto: ¡todos los miembros de la iglesia de Cristo somos sacerdotes, según el Nuevo Testamento! ¡TODOS! Reiteramos: ¡TODOS! Presento pruebas indubitables tomadas directamente del Nuevo Pacto sellado con la sangre del Señor.

“Vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santopara ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo. Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios” (1 Pedro 2:5 y 9).

¿Escribe el apóstol Pedro: Vosotros los pastores son sacerdocio santo, real sacerdocio”? ¡Claro que no! “Vosotros” abarca a todos los cristianos fieles. Ofrecer “sacrificios espirituales”, ¿es deber solo de los pastores? ¡Negativo, en absoluto! Todo cristiano ha de ofrecerlos.

¿Escribe el apóstol Pedro: Vosotros los pastores son sacerdocio santo, real sacerdocio, para recibir los diezmos de la feligresía de sus congregaciones”? ¡No, señor! Semejante fraseología no pocos pastores quisieran, sin duda, atribuir a la pluma de Pedro, pero nada parecido aparece, ni por inferencia, en sus cartas.

“Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre, y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre; a él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos” (Apocalipsis 1:6-7)).

¿Acaso hace Dios “reyes y sacerdotes” solo a los pastores? ¿Son ellos los únicos que Dios ama, lavando sus pecados con la sangre de Cristo? ¡Claro que no! Al contrario, Dios ama a todos los cristianos fieles por igual, habiendo lavado a todos ellos de sus pecados, y ¡haciéndolos a todos “reyes y sacerdotes”!

Esto de “los pastores somos ‘los sacerdotes’ de la iglesia de Cristo” pone al descubierto el concepto egoísta y distorsionado, totalmente carente de apoyo neotestamentario, que los pastores de las iglesias pentecostales, evangélicas o protestantes suelen tener de sí mismos.

Que estas palabras no hagan tropezar a nadie. Estos son campos de milicia espiritual. Los conflictos entre creencias, conceptos, posiciones doctrinales o prácticas se vuelven, a menudo, duros. Quien no esté preparado para la batalla más le vale no estar en el área de milicia. El que está preparado no huye, escandalizado, por el señalamiento o unas expresiones que no le agraden.

Digo: el pastor típico se coloca frente a su congregación como si fuera él el único “sacerdote” de la iglesia. ¿No es así? Se arroga títulos, autoridad y poder que el Espíritu Santo no le concede, incluso la autoridad de exigir el diezmo, pues él es el “sacerdote” de la iglesia, según él. Hace y deshace. Manda. Se impone. Exige. Se enseñorea. Tal oficio no lo hallamos en el Nuevo Testamento para las congregaciones del Señor. Al contrario, la congregación organizada bíblicamente cuenta con una pluralidad de pastores que la cuidan y alimentan, también llamándose estos “obispos” o “ancianos”.

“Y constituyeron ancianos en cada iglesia…” (Hechos 14:23). “Ancianos”: plural; al menos dos ancianos para cada congregación. ¿Debemos seguir, o no, el ejemplo de los apóstoles en lo concerniente a la organización de la iglesia? ¿Procedieron ellos, o no, dirigidos por el Espíritu Santo al organizar a las nuevas congregaciones?

Todo texto del Nuevo Testamento relacionado con la organización de las congregaciones armoniza perfectamente con el patrón establecido por Pablo y Silas bajo la dirección inmediata del Espíritu Santo. En esta ocasión, no copiamos todos. El amante de la verdad divina, al dudar de lo afirmado, buscará, pensamos, cada uno, estudiando todos objetivamente. Hechos 20:17-32; Hechos 15:4-6; Tito 1:1-10 Filipenses 1:1; 1 Timoteo 3; 1 Timoteo 5:17-20; Hebreos 13:171 Pedro 5:1-4.

La pluralidad de pastores (obispos, ancianos) frente a una congregación ofrece grandes beneficios, entre ellos el de evitar que un solo hombre se adueñe de la iglesia, como lo hizo el infame Diótrefes (3 Juan 9-10).

El apóstol Pedro advierte a los ancianos (pastores, obispos): “Apacentad la grey de Dios… cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto; no como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey” (1 Pedro 5:2-3).

El diezmo del Antiguo Testamento, no renovado en el Nuevo, cae en la categoría de “ganancia deshonesta”, como además todas las mercaderías que la mayoría de los pastores de las iglesias mencionadas promueven.

Otro argumento analizado. Escribe usted, pastor Javier: “Y si la Palabra nos enseña que el que trabaja para el evangelio, viva del evangelio pues no sé cómo sería posible hacerlo sin que el pueblo diezme fielmente (cuando puede) y que ofrende con acción de gracia.”

Nuestro análisis. Ciertamente, al ministro competente del Nuevo Pacto el Espíritu de Dios le concede el derecho de recibir “salario” (2 Corintios 11:8). Diezmos no, qué conste, sino, recalcamos, “salario”. Sin imponerse a las congregaciones, demandando autoritaria o dictatorialmente que le sostengan (Filipenses 4:10-20). Se sobreentiende, desde luego, que el ministro incompetente no merece sostenimiento de parte de la iglesia.

“Incompetente” es todo aquel ministro que NO “usa bien la palabra de verdad”(2 Timoteo 2:15), mezclando el Antiguo Pacto con el Nuevo al exigir diezmos.

“Incompetente” es todo aquel ministro, pastor, maestro, evangelista que “pone remiendo de paño nuevo en vestido viejo” y echa “vino nuevo en odres viejos”, siendo lo “nuevo” el “nuevo pacto” de Jesucristo, y lo “viejo” el “viejo pacto” de Moisés, dado en Sinaí. Esto mismo lo enseña el Señor, pero el obrero incompetente no lo entiende (Mateo 9:16-17). De cierto, el diezmo es “vestido viejo” y “vino viejo”.

¿De qué fuente provienen los fondos para cubrir salarios para los ministros competentes del Nuevo Pacto? Respuesta correcta: de las ofrendas dadas voluntariamente el primer día de la semana (1 Corintios 16:1-22 Corintios 8:1-12; 9:6-15).

Pastor Javier, usted no se explica cómo sea posible esto, pero ¡funciona! 

Funciona cuando se le inculca a la membresía la verdadera doctrina neotestamentaria de dar “generosamente”, “según lo que uno tiene, no según lo que no tiene”.

La clave para lograr que funcione es adoctrinar e incentivar bíblicamente, creando conciencia en cada miembro. Soy testigo de que funciona. Nuestra hermandad de la verdadera y bíblica iglesia de Cristo, regida por el “nuevo pacto” del Señor y no por el “viejo pacto” de Moisés, provee salarios para miles de predicadores, sin jamás recurrir a diezmos o mercaderías. Además, de la misma manera, efectuamos obras benévolas de gran alcance. En adición, se construyen planteles donde llevar a cabo el culto y realizar diversas obras espirituales. ¡Todo sin imponer diezmos o mercadear!

¿Por qué no implementar usted mismo el patrón divino para el sostenimiento de obreros, conforme al Nuevo Testamento?

“El argumento de que la iglesia primitiva no diezmaba es muy correcto, pero no diezmaba sino que daba el 100%. La Palabra nos enseña que vendían sus posesiones y lo compartían todo. Ahora hermano Homero, ¿cómo me sería posible (al menos en mi caso), operar un templo propio que se ha comprado con las ofrendas, diezmos y actividades de los hermanos? Sin el diezmo, ¿cómo se pagaría la mensualidad de la propiedad, el agua, la luz, la gasolina de el transporte de la iglesia, el pago de los vehículos para el transporte de los hermanos, arreglos al templo, la compra de instrumentos, equipo de sonido, Biblias, material de escuela dominical, ayuda a los hermanos necesitados, mantenimiento del edificio (plomería, arreglos o modificaciones al templo), compra de bancas, sillas, mesas, etc.?

Respuesta. Pues, ¡de la misma manera ya indicada! Precisamente, mediante ofrendas voluntarias dadas “el primer día de cada semana” (1 Corintios 16:1-3).

Fíjese, amado: todos los gastos mencionados por usted, con la excepción de “instrumentos”, también los tenemos nosotros, y los cubrimos ¡sin jamás pedir diezmos, hacer “actividades” de ventas, montar telemaratones para recaudar fondos, etcétera! ¿Cómo? Pues, ¡haciéndonos del mismo espíritu generoso que había en gran parte de la iglesia primitiva! Esforzándose para imitar a aquellos hermanos del siglo I, quienes daban conforme a sus fuerzas, y aun más allá de sus fuerzas”, abundando “en riquezas de su generosidad”, a pesar de “su profunda pobreza”, en el caso de las congregaciones de Macedonia (2 Corintios 8:1-12).

Muy al pesar nuestro, no todos los que componen nuestra hermandad imitan a los cristianos generosos del siglo I, pues hay inmaduros o insinceros que aportan poco o nada, entre quienes figuran algunos que no dan lo que pudieran y debieran, alegando que no tienen que diezmar, justificándose.

Dejándonos llevar por las palabras que usted escribe, deducimos que usted mismo capta y comprende el tremendo espíritu de generosidad que había en la iglesia primitiva. ¿Por qué no intentar que la congregación donde usted ministra lo tenga? Por cierto, la admirable generosidad de muchos cristianos del siglo I superaba, aun por mucho, el ritualista diezmo judío.

Aceptando usted que “El argumento de que la iglesia primitiva no diezmaba es muy correcto”, ¿con qué justificación seguir predicando e imponiendo el diezmo? Existe una alternativa enteramente bíblica: la ofrenda generosa apartada el primer día de cada semana.

“Por la gracia del Señor, aún trabajo en lo secular y cuando comencé con mi familia la iglesia que ahora pastoreamos de 0, pagaba los gastos de un pequeño edificio alquilado, y en 4 años cuando las almas comenzaron a llegar pudimos comprar un edificio propio de 8,555 pies cuadrados. Al presente con lo que me gano, con una esposa y 4 hijos no podría sufragar los gastos de operación del templo que Dios nos ha dado si no fuera por los hermanos fieles que diezman. Yo no demando el diezmo hermano Homero, pero enseño la sana doctrina con la Biblia desde Génesis hasta Apocalipsis. Sin predicar prosperidad, he visto hermanos prosperados por su fidelidad a lo que Dios (no el hombre) escribió en Su Palabra. Si él dice que va a abrir las ventanas de los cielos y va a derramar bendición hasta que sobre abunde, pues eso exactamente es lo que Dios hará si lo crees sin debatir si tengo o no que parar el diezmo, o lo que mi pastor hará con el diezmo. De hecho, ¿cómo vivirían los pastores que solamente viven de los diezmos y primicias de la iglesia si el diezmo fuera una vieja enseñanza que debería ser descartada?

Comentario nuestro. Sinceramente, admiro su entrega y empeño. No dudo de que Dios haga prosperar aun materialmente a muchos de sus hijos, pues él es “poderoso… para hacer que abunde en vosotros toda gracia” (2 Corintios 9:8-11).

Otro medio peso es el falsísimo y dañino “evangelio de la prosperidad”, en el que se obvia osada y vergonzosamente “la profunda pobreza” que sufrieron los cristianos de Macedonia, la hambruna que azotó a cristianos de Judea, la estrechez que pasó el apóstol Pablo repetidamente, etcétera.

Los demás planteamientos suyos sobre “los pastores que solamente viven de los diezmos y primicias”, etcétera, efectivamente, ya los tratamos. Solo quisiera hacerle la siguiente pregunta: ¿No es cierto que entre esos pastores hay un número alarmante de incompetentes, vividores, vagos e inmorales?

“Al hermano que escribió que se le obligaba pues eso está mal, pues si diezmas por obligación y sin gozo sabiendo que Dios multiplicará, pues mejor que ni diezme hasta que lo pueda hacer con gozo. Cuando comencé en el evangelio, debatí con la enseñanza del diezmo porque mi pastor era un hombre sumamente prosperado que se ganaba más de 3 veces lo que yo me ganaba al mes. Pero cuando comprendí que Dios quiere que diezmemos para probar nuestra fidelidad y para poder bendecirnos pues ya lo comencé a hacer creyendo y Dios se ha glorificado en mi vida y la de mi familia. La iglesia y todo lo que ella trae consigo no es solamente del pastor, es de la congregación. Y además, de nuestras iglesias sacamos el diezmo de los diezmos para enviar a las oficinas centrales de lo cual se ha usado para alcanzar 59 países y con planes de entrar a Afganistán, Sur África, e Israel este año. De allí utilizamos para bendecir a los misioneros que con mucho sacrificio han abierto 14 Iglesias en la India (apenas comenzando y muchísimo más terreno para cubrir), en Guinea Ecuatorial, Malabo, y muchísimos otros países los cuales sin el diezmo sería imposible realizar.

Dudas y preguntas nuestras.

¿De dónde saca usted eso de que “Dios quiere que diezmemos para probar nuestra fidelidad y para poder bendecirnos”? No del Nuevo Testamento de Cristo, se lo aseguro, pues el diezmo no es ley para la iglesia, como usted mismo acepta.

En lo concerniente a “probar nuestra fidelidad”, la ofrenda voluntaria y generosa, dada los domingos, y no todos los días, como propone cada cristiano en su corazón, no “por necesidad” ni “con tristeza”“según lo que uno tiene, no según lo que no tiene” (2 Corintios 9:7; 8:12; 1 Corintios 16:1-2), es un medio mucho más efectivo que el diezmo, ¿no le parece? ¿Hacer esto fielmente, voluntariamente, calculando concienzudamente la suma de la ofrenda según lo que se tiene, etcétera? Sinceramente, se trata de una “prueba de fidelidad” mucho más fuerte que dar la décima parte.

¿De dónde saca usted eso del “diezmo de los diezmos para enviar a las oficinas centrales”? ¿Del Nuevo Testamento? ¿Del Antiguo Testamento? ¿O de los reglamentos y exigencias del concilio al cual se somete usted y su congregación?

Respetado pastor Javier, ¡la iglesia primitiva no tenía “oficinas centrales”!

Ninguna congregación enviaba “el diezmo de los diezmos” a otra congregación o a algún cuartel general.

Es más: ninguna congregación presentada en el Nueva Testamento pertenecía a un “concilio”.

Los “concilios” son organizaciones humanas.

Dios mismo organizó a su iglesia. No puso sobre las congregaciones a “concilio” alguno. Cada congregación organizada según el modelo divino es gobernada por una pluralidad de pastores (ancianos, obispos). Ni ingiere en ella ninguna organización externa.

¿Con qué “sin el diezmo sería imposible realizar” obras evangelísticas de largo alcance, bien sea en la India, África o cualquier otro lugar?

Sin embargo, nuestra hermandad, sin imponer diezmos o someterse a concilio alguno, ha llevado el evangelio puro a los confines de la tierra, ya existiendo en la India y varios países del continente africano miles de congregaciones que se someten solo al Nuevo Testamento. Toda la gloria para el Señor.

A propósito, los oficiales de los concilios, ¿reciben salarios? ¿Qué función hacen que no puedan hacer los ancianos (pastores, obispos) debidamente calificados al frente de una congregación local? A mi entender, los administradores de “concilios” (reverendísimos presidentes, reverendos, vicepresidentes, secretarios, tesoreros, representantes, etcétera) lo que hacen es consumir ellos mismos muchos recursos (“el diezmo de los diezmos”, cuotas, etcétera), los que, no invertidos en ellos, bien pudieran utilizarse directamente en obras evangelísticas o benévolas con más dividendos positivos. ¿Qué me dice usted?

“Entonces, hermano Homero, ¿es necesario el diezmo?; yo digo que absolutamente SÍ.  El pueblo debe hacer todo lo posible para ser fieles con sus diezmos de todos los ingresos. Sacarlo primeramente para Dios con gozo, y Dios se encargará del resto. Si hay situaciones extenuantes, pues yo sé que las hay y eso no debe ser razón de vergüenza y algo que debe hablar con su pastor. Pues de los diezmos si tenemos que ayudar en situaciones extenuantes también lo hacemos. Confiemos en Dios, diezmemos y ofrendemos con gozo pues así seguiremos avanzando y bendiciendo la obra de Dios y Dios nos bendecirá abundantemente.

Comentario nuestro. Querido pastor Javier, si la iglesia primitiva no diezmaba, hecho que acepta usted, ¿con qué lógica afirmar usted que es “absolutamente” necesario el diezmo?

Si la iglesia primitiva podía realizar grandiosas obras evangelísticas y caritativas, amparándose, no en el diezmo, sino en la generosidad voluntaria de los cristianos, ¿por qué no puede hacer otro tanto la iglesia de actualidad?

Mi convicción personal es que no solo puede sino que debe. Librarse de esa mentalidad antibíblica, materialista, viejo testamentario de “diezmos, el diezmo de los diezmos, mercaderías, los pastores somos los sacerdotes de la Iglesia, concilios, etcétera”, para luego inculcar a los creyentes del presente el superior espíritu de inigualable generosidad que había en la iglesia primitiva, ¿no es esta la clave para una iglesia más bíblica y dinámica?

Mi ferviente deseo es que usted y este servidor hablemos “una misma cosa” (1 Corintios 1:10), bien sea acerca de diezmos, ofrendas voluntarias o cualquier otra doctrina fundamental de la Biblia.

Para mí, este intercambio de argumentos ha sido edificante, orando que lo sea para usted también, al igual que para todo lector que busque de Dios con sinceridad, anhelando fervientemente la salvación eterna de su alma.

Le ruego perdone cualquier expresión indebida de mi parte.

Para servirle en el Señor, Homero Shappley de Álamo

“Que Dios le bendiga y le guarde, hermano Homero. 

Respetuosamente, Pastor Javier

 


 

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