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Dos tierras, de la serie Dos tierras, tres ciudades y cuatro templos.

Jerusalén, la terrenal. Del tema Tres ciudades, de la serie Dos tierras, tres ciudades y cuatro templos.

Tierra nueva. ¿Será esta "tierra nueva" prometida el mismo planeta Tierra "renovado" o un mundo totalmente diferente?

En el cielo, ¿seguiremos con el mismo nombre que teníamos en el planeta Tierra?

“Los espíritus de los justos hechos perfectos”

Hebreos 12:22-24

Esta gráfica de seres humanos parados frente a una esfera contra el trasfondo del espacio esotérico ilustra el tema En el cielo, ¿seguiremos con el mismo nombre que teníamos en el planeta Tierra?, estudio a fondo sobre Los espíritus de los justos hechos perfectos, en editoriallapaz.

 

“Pero no os regocijéis de que los espíritus se os sujetan, sino regocijaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos(Lucas 10:20).

Comentario. Se trata de los nombres terrenales de los setenta discípulos enviados por Jesucristo, de dos en dos, a predicar las buenas nuevas de salvación a los israelitas. Setenta nombres específicos, “escritos en los cielos”. Setenta nombres terrenales “escritos en los cielos”. Setenta identidades terrenales conservadas, pues, “en los cielos”.

 “Asimismo te ruego también a ti, compañero fiel, que ayudes a éstas que combatieron juntamente conmigo en el evangelio, con Clemente también y los demás colaboradores míos, cuyos nombres están en el libro de la vida(Filipenses 4:3).

Comentario. El texto no revela el nombre del “compañero fiel”. Se nos viene a la mente el nombre de Timoteo, verdadero “compañero fiel” del apóstol Pablo. “Clemente”, nombre terrenal específico escrito “en el libro de la vida”. Los nombres terrenales de numerosos “colaboradores” de Pablo se hallan en textos tales como Romanos 16; 1 Corintios 16:15-19; Hechos 20:4 y Efesios 6:21. “…colaboradores… cuyos nombres están en el libro de la vida.”

 “El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles(Apocalipsis 3:5).

Comentario. “…y no borraré su nombre del libro de la vida”, implica, indiscutiblemente, que cualquier nombre escrito en el “libro de la vida” puede ser borrado. La persona que comienza la “buena batalla” cristiana contra el Mal y a favor del Bien, pero que, en alguna etapa de la lucha, flaquea, dejando de vencer y terminando su vida en la tierra en tal estado, su nombre sería borrado, se deduce, del “libro de la vida”, no perdiendo de vista que tales juicios pertenecen exclusivamente a la Deidad. Pero, si vence hasta el fin, triunfando, el propio Jesucristo confesará “su nombre delante” del Padre, “y delante de sus ángeles”. ¡Qué maravilla! Que el Hijo de Dios pronuncie el nombre de cada vencedor de tal manera. ¡Increíble honor! Pronunciado su nombre terrenal en el foro celestial por el propio Hijo de Dios delante de la augusta asamblea que incluye los “ángeles” de Dios.

 “Y la adoraron todos los moradores de la tierra cuyos nombres no estaban escritos en el libro de la vida del Cordero que fue inmolado desde el principio del mundo” (Apocalipsis 13:8).

 “La bestia que has visto, era, y no es; y está para subir del abismo e ir a perdición; y los moradores de la tierra, aquellos cuyos nombres no están escritos desde la fundación del mundo en el libro de la vida, se asombrarán viendo la bestia que era y no es, y será” (Apocalipsis 17:8).

Comentario sobre Apocalipsis 13:8 y Apocalipsis 17:8. Sus nombres “no están escritos desde la fundación del mundo en el libro de la vida” simplemente porque Dios preveía, postulamos, que no procurarían conocerle, que nunca le buscarían para salvación, que nunca le honrarían, que siempre estarían, por voluntad propia, entregados al Mal, deleitándose de los placeres del pecado, que ignorarían voluntariamente evidencias de su existencia y buena voluntad hacia la humanidad. Estos no fueron predestinados particular, específica o personalmente a servir a la bestia, sin poder cambiar su relación con ella, aunque quisieran, sino que le sirven por decisión propia, conscientes de que existe también el Bien y la Verdad, pero renuentes a conocerlos y seguirlos. La presciencia, o previo conocimiento, de Dios, o de cualquier otro ser, no es sinónimo de predestinación particular.

 “Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras. … Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego.” (Apocalipsis 20:12; Apocalipsis 20:15).

 “No entrará en ella ninguna cosa inmunda, o que hace abominación y mentira, sino solamente los que están inscritos en el libro de la vida del Cordero (Apocalipsis 21:27).

 “El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, daré a comer del maná escondido, y le daré una piedrecita blanca, y en la piedrecita escrito un nombre nuevo, el cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe(Apocalipsis 2:17).

Comentario. Así que, un “nombre nuevo” secreto. Solo podemos especular sobre el propósito de tal nombre y su uso. ¿Un nombre que consuele y fortalezca? ¿Un nombre que su dueño podría revelárselo a quien quisiera? ¿O un nombre que jamás debería ser divulgado a terceras? ¿Un nombre que sea como una clave especial de acceso? Desconocemos.

 “Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo (Apocalipsis 3:12).

Comentario. No se trata de un nuevo nombre dado al justo redimido y glorificado sino de nombres que serán escritos sobre él. ¿Retórico el lenguaje? Sí, por lo menos en parte. Certeramente, “columna”, en la expresión “yo lo haré columna en el templo de mi Dios”, es una metáfora, pues el que vence no será transformado en columna literal, razonamos, ni siquiera en el contexto de lo celestial. En “columna” espiritual, pues, sí. En una pieza arquitectónica hermosa y permanente del “templo de Dios” en el cielo. Altas, redondas y talladas bellamente de mármol u otras piedras macizas, las columnas adornan y fortalecen edificios de gran valor y estética. Asimismo, los vencedores en el “templo de Dios”.

Dios tiene varios nombres. Por ejemplo, Creador, Jehová, Altísimo, Anciano de Días, Todopoderoso y Padre Eterno.

El “nombre de la ciudad de Dios” es, precisamente, tal y como dice el texto, “la nueva Jerusalén”. O, “Jerusalén la celestial” (Hebreos 12:23).

El “nombre nuevo” de Jesucristo, ¿qué es? En Hebreos 1:4, se nos informa que Cristo “heredó más excelente nombreque los ángeles, explicándose en el siguiente versículo, Hebreos 1:5, que “Hijo”es el nombre dado a él, y en Hebreos 1:8-9 el Dios y Padre llama a su Hijo “Dios”, diciendo “Tu trono, oh Dios, por el siglo del siglo…”. Según Apocalipsis 19:13, “su nombre es: EL VERBO DE DIOS. Se añade en Apocalipsis 19:16 que “…en su muslo tiene escrito este nombre: REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES.

Entiendo que son honoríficos estos nombres escritos sobre el justo que “venciere”, siendo admitido al “templo de Dios” en el cielo. Otro nombre particular es su propio nombre único que lo identifica en la tierra, al igual que en “el libro de la vida”.

El caso de Lázaro, hermano de Marta y María.

Lázaro había muerto y su cuerpo mortal yacía en la tumba ya hacía tres días. Llega Jesús de Nazaret y lo resucita. “…clamó a gran voz: ¡Lázaro, ven fuera!” (Juan 11:43). Ahora bien, el espíritu de Lázaro estaba en el Paraíso, y se deduce, por lo tanto, que en el Paraíso aún se identificaba por su nombre terrenal. Para que Lázaro resucitara, fue preciso que su espíritu regresara del Paraíso, haciendo morada de nuevo en el cuerpo físico revivificado. Todo el “ser” de cada humano se compone de “cuerpo, alma y espíritu” (1 Tesalonicenses 5:23). El nombre particular que recibe cada uno identifica no solo su cuerpo físico sino todo su “ser”, o sea, también al “alma y espíritu”. No es de extrañarse, pues, que en el Paraíso Lázaro siguiera identificado por el mismo nombre que tenía cuando vivía en la tierra. Lázaro, de Betania (Juan 11:1), y no Lázaro, el mendigo. Al clamar Cristo “¡Lázaro, ven fuera!”, el espíritu de Lázaro sale del Paraíso, uniéndose de nuevo al cuerpo mortal en el que había morado antes del fallecimiento de Lázaro.

Los casos de Lázaro, el mendigo, y Abraham.

El mendigo Lázaro muere. Su cuerpo físico muerto es sepultado. Su espíritu fue llevado por los ángeles al seno de Abraham”. El “seno de Abraham” es sinónimo de “Paraíso” (Lucas 23:43). “…murió también el rico, y fue sepultado. Y en el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno” (Lucas 16:22-23). Aunque muchos aseguran que este relato acerca de Lázaro, el rico y Abraham es una parábola, y otros opinan que es un cuento de hadas, su autor, Jesucristo, lo cuenta como tratándose de lugares, hechos y personajes reales. Y así lo concibe este servidor. Entonces, observamos que Abraham y Lázaro, estando en el Paraíso, siguen identificados por los nombres que tenían cuando vivos corporalmente en el planeta Tierra.1

El caso de Tabita

 “Entonces, sacando a todos, Pedro se puso de rodillas y oró; y volviéndose al cuerpo, dijo: Tabita, levántate. Y ella abrió los ojos, y al ver a Pedro, se incorporó” (Hechos 9:40). El nombre “Tabita”, traducido, era “Dorcas”. Los mismos comentarios hechos acerca de Lázaro, de Betania, aplican al caso de la discípula Tabita.

Conclusión

Según estos textos bíblicos claves, seremos conocidos sí por el mismo nombre que teníamos en la tierra hasta, por lo menos, efectuado el juicio y cerrado el “libro de la vida”.

Terminados los juicios divinos y cerrado el “libro de la vida”, los justos glorificados proceden, en sus cuerpos espirituales poderosos, gloriosos e inmortales, a la “tierra nueva”, donde resplandece “Jerusalén la celestial” en toda su majestuosidad, ocupando eternamente su nueva morada celestial2. Admitidos ya a este Reino espiritual glorificado3, ¿cambiaría Jehová Dios sus nombres terrenales por nuevos nombres espirituales? Hasta donde tiene conocimiento este servidor, nada se dice o se implica al respecto en la Biblia.

Suponiendo, pues, que los justos glorificados vivan eternamente en la “tierra nueva” identificados por los mismos nombres que tenían en el planeta material Tierra, surgen ciertas inquietudes.

Por ejemplo, si nos vamos a conocer allá por los mismos nombres que teníamos en el planeta Tierra, al escuchar o pronunciar el nombre de un ser querido –esposa, esposo, hijo, madre, padre- de una hermana o hermano también salvado eternamente, ¿cómo no asociar con el nombre negativismos, recuerdos desagradables, sinsabores, roces, incompatibilidades de carácter, etcétera, etcétera, que se dieron en el planeta Tierra? Por cierto, hacer tales asociaciones allá en la “tierra nueva” celestial daría por resultado dañar la perfección que estamos esperando y anhelando: el perfecto gozo, la perfecta felicidad, el perfecto amor, relaciones ideales con los demás redimidos, al igual que con la Deidad y todos los ángeles de Dios.

Me parece encontrar la respuesta a la supuesta problemática o enigma en Hebreos 12:22-23. Tratándose de las personas convertidas al Señor por medio de su “evangelio de vuestra salvación”4, el escritor de Hebreos pone de manifiesto que NO se habían “acercado al monte que se podía palpar, y que ardía en fuego, a la oscuridad, a las tinieblas y a la tempestad, al sonido de la trompeta, y a la voz que hablaba, la cual los que la oyeron rogaron que no se les hablase más” (Hebreos 12:18-21), es decir, a lugares, leyes y cultos del “antiguo pacto” dado en el monte de Sinaí. Más bien, aclara y enfatiza, utilizando expresiones, de verdad, gloriosas:

“Os habéis acercado al monte de Sión, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles, a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos, a Dios el Juez de todos, a los espíritus de los justos hechos perfectos…”

¡Alto! ¡He ahí, la revelación divina, la realidad espiritual, que hace desaparecer el enigma, la supuesta incongruencia! ¡Los “espíritus de los justos” son “hechos perfectos”! Al recibir nosotros los cristianos fieles hasta el fin el nuevo cuerpo espiritual, poderoso e inmortal5, ¡también seremos perfeccionados en espíritu! ¡El espíritu de cada uno de nosotros será hecho perfecto! Recalco: “…los espíritus de los justos hechos perfectos…” “…justos.” Es decir, los seres humanos que eran justos en la tierra. Si somos justos hasta el fin, ¡nuestro espíritu también será hecho perfecto! Espíritu hecho perfecto, perfeccionado, en cuerpo espiritual perfecto. Estas enseñanzas guardan consonancia entre sí. Son armoniosas, y completamente lógicas.

“…espíritu… hecho perfecto” significa, para mí, que todo recuerdo negativo, toda asociación desagradable, habrá sido borrada de mi espíritu.

Encontrando allá, en el Paraíso de Dios, y viendo a mis seres queridos, a salvo al igual que yo mismo, es decir, por la gracia del Señor y obediencia al evangelio puro, a todos mis hermanos en la fe también tenidos por dignos del Reino eterno de Dios, recordaré solo sus buenas actitudes, positivas y constructivas, sus buenas obras, sus aportaciones sanas a la causa del Señor en la tierra. Ellos, al verme a mí, asociarían con mi nombre solo lo bueno que yo haya hecho en esta vida: solo mis buenas actitudes, palabras sanas, comportamiento moral puro, triunfos sobre pruebas, obras dignas de Cristo y perseverancia hasta el fin. Nada negativo. Nada malo.

En Apocalipsis 14:13, hallamos otra grandiosa verdad de la revelación divina que sostiene lo que acabamos de plantear: ¡nuestra buena conducta y nuestras buenas obras nos seguirán hasta la tierra nueva! “Oí una voz que desde el cielo me decía: Escribe: Bienaventurados de aquí en adelante los muertos que mueren en el Señor. Sí, dice el Espíritu, descansarán de sus trabajos, porque sus obras con ellos siguen. No cualquier categoría de “obras” sino las “obras” de los que “mueren en el Señor”. Obras a la altura del llamamiento de Cristo. Obras asignadas a los ciudadanos del “reino de Dios”. Obras sin las cuales la fe es muerta6. Estas obras nos “siguen” hasta las regiones celestes de Dios. Por ejemplo, allá, en “la cena de las bodas del Cordero”, estaremos vestidos de lino fino, limpio y resplandeciente; porque el lino fino es las acciones justas de los santos” (Apocalipsis 19:7-9). Así que, resplandecerán nuestras “acciones justas”, desplegadas como un hermoso y puro vestido de boda. “…acciones justas” de “justos hechos perfectos”. ¿No es esto maravilloso?

Nuestras malas obras no nos seguirán hasta la “tierra nueva”. Ellas nos fueron perdonadas y echadas al olvido. Por nuestro Padre celestial, en vista de nuestro arrepentimiento y obediencia, en virtud de la sangre redentora vertida por su Hijo en la cruz del Calvario. Allá, no las traeremos a memoria. No las mencionaremos. No serán tema de conversación con los demás redimidos o con los ángeles. No estaremos dando “testimonios” de cuán malos fuéramos antes de convertirnos. ¡Nuestro espíritu se habrá hecho perfecto! Espíritu perfeccionado y cuerpo espiritual perfecto, habitando la “tierra nueva” perfecta, donde mora solo “la justicia”7

Así que, amado cristiano, ¡esforcémonos para acumular en esta vida gran tesoro de “acciones justas”, de “obras” de calidad, para que nos sigan abundancia de ellas hasta las moradas eternas.

Amigo, amiga, de no poseer usted tales obras, ¿acaso pretenda ser admitido sin ellas a la “tierra nueva” celestial? ¿Ser invitado a “la cena de las bodas del Cordero” en el cielo, sin abundantes “acciones justas” que le sirvan de vestimenta confeccionada de “lino fino, limpio y resplandeciente”? ¿Dice que las tiene pero que no ha obedecido al evangelio de salvación ni persevera en la iglesia edificada por Jesucristo? Entonces, ¿no comprende que las buenas obras no validadas y santificadas por la obediencia a la verdad para la purificación del alma8 no cuentan para salvación eterna? El Señor Jesucristo se entregó a sí mismo por la iglesia, y la ama entrañablemente, declarándose su Salvador9. Desde luego, no se trata de salvar a cualquier iglesia, a iglesias materializadas o politizadas, a iglesias manchadas de inmoralidad o mercadería, sino de salvar a la iglesia que él mismo fundó10. Si esta aún no la conoce usted, respetado lector, su sagrado deber es buscarla en el Nuevo Testamento, y una congregación que sea la continuación legítima y fiel de ella en el presente. Para facilitar su búsqueda existen ayudas.11

Creyendo usted que Cristo es el Hijo de Dios, el Mesías prometido y el Salvador del mundo, arrepintiéndose de sus pecados y bautizándose (sumergiéndose) en agua “para perdón de los pecados”12, se transforma en “nueva criatura”13, en “nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad”14. Sus errores y pecados del pasado son borrados. Ya tiene una nueva identidad espiritual, la de “cristiano”15. Dios ya no asocia con su nombre terrenal sus acciones injustas, dañinas, malas del pasado. Tampoco lo deberíamos hacer nosotros que nos hacemos su nueva familia en Cristo. Esto es presagio del perfeccionamiento completo del espíritu que ocurrirá al perseverar usted en santidad hasta el fin. Y las nuevas relaciones entre usted y nosotros, como miembros fieles de la misma iglesia leal a Cristo, es preámbulo de las relaciones perfectas que habrá entre nosotros al estar todos juntos en la “tierra nueva” celestial.

Convertido usted, sinceramente y de todo corazón, al Señor, ya no deberíamos nosotros sus hermanos en la común fe asociar con su nombre terrenal lo malo que usted hubiese hecho antes de la transformación de su mente y espíritu16. Y si no lo deberíamos hacer en esta vida, pues ¡con mucho menos razón en la “tierra nueva” celestial, cuando tanto su espíritu como el nuestro habrán sido “hechos perfectos”!

 

1 Lucas 16:19-31

2 Juan 14:1-3; 1 Pedro 1:4

3 Hebreos 12:28, 2 Pedro 1:13; Mateo 13:47-50

4 Efesios 1:13

5 1 Corintios 15:42-58; Filipenses 3:21; 1 Juan 3:2

6 Santiago 2:14-26; Gálatas 5:6

7 2 Pedro 3:13

8 1 Pedro 1:22

9 Hechos 20:28; Efesios 5:24-27

10 Mateo 16:18; Efesios 2:20-22

11 www.editoriallapaz.org/iglesia--recursos-desglose.html   www.editoriallapaz.org/directorio_desglose.htm

12 Hechos 2:38; Hechos 22:16; Marcos 16:15-16

13 2 Corintios 5:17

14 Efesios 4:22-24; Colosenses 3:8-14

15 Hechos 11:26; 1 Pedro 4:16

16 Efesios 4:23; Romanos 12:1-2

 

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