"Crónica de una odisea espiritual en progreso"

¡Ojala llegue a feliz término!

De católico a...

pentecostal, a...

¿...........?

Cristiano, según el Nuevo Testamento.

 

Intercambio

 

"Yo fui bautizado cuando era un bebé, y no sabía nada de nada, y fue en la religión (Iglesia) Católica.

-Comentario. No saber “nada de nada” es la condición real e innegable de toda persona bautizada cuando bebé.

"Luego cuando yo era ya mayor de edad y había (lo reconozco) solo recibido pocas lecciones y leído poco la Biblia, pero creo en Jesús que es nuestro Salvador y el Hijo de Dios y que resucitó y que por medio de él nuestros pecados son perdonados, nuevamente fui bautizado, sumergiéndome en una pileta de agua, pero no se me dijo que era para perdón de pecados, sino como una obediencia a Dios, que por medio del bautizo nosotros morimos y resucitamos y somos nuevas criaturas. Algo así recuerdo que me dijeron. Y fue en una congregación Pentecostal.

-Observaciones. Sumergirse en agua es la forma bíblica del bautismo, siguiendo el ejemplo de Cristo mismo, quien se bautizó en el río Jordán. Al arrepentirnos de todo pecado, hacemos morir al “viejo hombre… viciado conforme a los deseos engañosos” (Efesios 4:22), sepultándolo “por el bautismo” (Romanos 6:3-7). ¡Tan bello, significante y sencillo el bautismo! Me cuesta trabajo entender por qué la gran mayoría de los predicadores no lo anuncian conforme a las instrucciones de Cristo y los apóstoles. Aun los pentecostales siguen la tradición de los bautistas, negando que el bautismo sea “para perdón de los pecados” (Hechos 2:38). Claro, esto no es tan sorprendente ya que William Seymour, fundador de los pentecostales, era predicador bautista antes de transformarse en “pentecostal”. Arrepentirse, pero no bautizarse “para perdón” es hacer morir al “viejo hombre” , pero no sepultarlo correctamente, conforme a las Escrituras.

-De católico, a pentecostal. Detenerse en este punto de la “odisea espiritual” es exponerse a muchos peligros, como veremos al seguir leyendo esta crónica.

"Allí, créame, tuve una sed de conocer a Dios, pero no sabía acerca de la obra de Jesús, y comencé a leer la Biblia de una manera sedienta, como que me era necesario para vivir, y también tenía clases o lecciones acerca de la Biblia y en los cultos, pero no cuadraba con lo que yo leía. Algo no me dejaba aceptar todo lo que me decían, y preguntaba por qué esto y por qué lo otro, si aquí dice esto, pero ellos me decían otras cosas, pero muy sutilmente. Pero algo no me dejaba aceptarlo.

-Comentario. Percibo que lo que no le “dejaba aceptarlo” era la misma verdad de la Biblia que su mente y espiritual captaban, aunque quizá imperfectamente, al usted leer asiduamente el mensaje de Dios. No basta andar dondequiera con la Biblia debajo del brazo, pero no escudriñarla, valorando sus verdades más que cualquier “teología”, “tradición religiosa” o “movimiento evangélico”. Lo que le decían “no cuadraba con lo que… leía” por la sencilla razón de que las creencias y prácticas fundamentales de William Seymour, sus hijos, nietos y biznietos espirituales no se hallan en el Nuevo Testamento de Cristo. Demasiado duras son estas palabras para el pentecostal promedio, pero tal vez no para el que lee la Biblia, como usted, con una sed insaciable de saber y entender.

"Veía como las personas se retorcían y bailaban y saltaban y gritaban, y muchas cosas que me decían que era que el Espíritu Santo se manifestaba de esa manera, como en el día de Pentecostés.

-Aclaración. ¡Nada más lejos de la realidad! Hechos 2 contiene el relato inspirado de los eventos de Pentecostés. Las señales, predicaciones, reuniones y conversiones de aquel día ¡no guardan similitud alguna a la típica reunión pentecostal! Nada de bailes, brincos, gritos, lenguas jerigonzas, profesión de fe sin bautismo, etcétera.

"Llegué a pensar que Dios no quería saber nada de mi, porque no me pasaba nada de eso, y también pensé que realmente no creía en mi interior en Dios, y por eso no me pasaba esas cosas, y pensé no volver, y no creer, pero algo me impulsaba a seguir leyendo la Biblia y  a arrodillarme y a llorar cuando pensaba así, y le dije a Dios que no me importaba si no me pasaban esas cosas, que no me importaba que su Espíritu Santo no me tocara, pero yo iba a seguir creyendo en él y en la obra salvadora de Jesús y que iba a seguir leyendo la Biblia. Pero no aceptaba todo lo que me decían porque contradecían, según yo, las enseñanzas y el mensaje de Jesús.

-Reacción. Se me estremece el corazón al visualizar al autor de estas palabras pasar por etapas tan difíciles en su “odisea espiritual” –experiencias traumáticas, agobiantes y peligrosas, precipitando al alma hacia el abismo de la incredulidad- y todo a causa de las erróneas enseñanzas de los pentecostales sobre “manifestaciones del Espíritu”. En realidad, el Espíritu Santo estaba “tocándolo”, no, de cierto, mediante “lenguas angelicales o trances” sino por medio de la “verdad” revelada por el Espíritu (Juan 16:13), la que, sabiamente, seguía leyendo nuestro cronista, pese a las dudas provocadas por desorientaciones pentecostales.

"No sabía por qué decían que YO me merecía todas las cosas materiales del mundo ya que somos los hijos de Dios y como Dios es el dueño de todo, nosotros somos dueños de todo y él nos prometió que todo lo que pidamos en el nombre de Jesús, todo nos sería dado. Así que reclamemos lo que nos corresponde, casas, carros, yates, dinero, lujos, etc., que todo es de nosotros. Y yo le preguntaba si ese era el mensaje de Dios, si eso yo podría enseñarlo en mi país de origen donde la pobreza es el sinónimo de casi todos las personas, donde tener un carro, una casa, es un lujo. ¿Cómo decir: “¡Pidan casas, que Dios se los va a dar!”? ¿Cómo? Cuando el mensaje de Jesús es que somos hijos de Dios y que él nos ama y que porque tanto nos ama que envió a su Hijo para que todos los que en él crean sean salvos y tengan Vida Eterna y no se pierdan. No tengo el texto exacto, pero esa es la esencia del mensaje, ¿o no?

-Comentarios. Usted, querido amigo, cayó en una iglesia de esas que proclaman “el evangelio de la prosperidad”, pero sus expresiones dan a entender que ya comprende la terrible falacia elemental de este falso y engañoso “evangelio”. Aun los niños espirituales que toman de “la leche espiritual no adulterada” (1 Pedro 2:1-2) entienden que la esencia del mensaje de Cristo no es “prosperidad y salud material” sino salvación del alma, no importando condiciones económicas o de salud. Pero, no lo entienden los “pastores tipo Hollywood o de farándula”, tales como Rodolfo Font, con su “Concilio de Agua Viva”. Para consternación de los que amamos la pura verdad del evangelio no adulterado, el “movimiento pentecostal” sigue engendrando “líderes carismáticos” del corte de Font, Benny Hinn, Oral Roberts, y un montón más, teniendo gran acogida estos tipos porque las masas no soportan “la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír”, se amontonan “maestros conforme a sus propias concupiscencias” (2 Timoteo 4:3). El pervertido “evangelio de la prosperidad” es ejemplo clásico de un mensaje que apela a la concupiscencia, avaricia y egoísmo de quienes no soportan la sana doctrina. Retamos a los portavoces de este “nuevo evangelio” a ubicarse y vivir en cualquier país donde, como dice usted, “la pobreza es el sinónimo de casi todos las personas”.

"¿Se necesita ser bautizado obligatoriamente? ¿La obra de Jesús no basta?

- Respuesta. Sacrificándose en la cruz, Jesús hizo su parte en el plan de Dios para reconciliarnos consigo. A cada ser humano que desea esta reconciliación le corresponde hacer la suya: oír con entendimiento “la palabra de reconciliación… reconciliaos con Dios” (Romanos 10:17; 2 Corintios 5:18-21), creer, arrepentirse y bautizarse “para perdón de pecados” (Marcos 16:15-16; Hechos 2:38; 22:16, etcétera). Cristo y el Espíritu Santo hicieron obligatorio el bautismo. Pero, en vez de conceptuarlo como “obligación”, ¿por qué no considerarlo un gran privilegio y bendición, lleno de excepcional significado espiritual, un acto único mediante el que el bautizado dice a Dios, la iglesia y el mundo: “Estoy dispuesto a hacer todo cuanto el Señor Jesús me manda. Hice morir al viejo hombre de pecado. Ahora estoy sepultándolo ‘por el bautismo’. A la vez, estoy entrando de lleno ‘en Cristo’ (Gálatas 3:27) , donde quiero pasar el resto de mi vida. Saldré de estas aguas para andar ‘en nueva vida’, no mirando atrás, sino persiguiendo la meta de la salvación eterna” .

"¿Dónde bautizo a mis hijas, si todas las iglesias enseñan casi lo mismo, donde solo están interesados en el dinero? ¿Puedo yo mismo bautizar a mis hijas? No soy pastor, no pertenezco a ninguna iglesia, no voy a ninguna congregación. Fui a varias, pero dejé de ir porque todas se contradicen.

-Respuesta. Amado, existe una iglesia que no cae en la categoría de “solo interesada en el dinero”. De hecho, no cobra diezmos ni hace mercadería de lo espiritual, sometiéndose solo al Nuevo Testamento, sin descartar al Antiguo como valiosa fuente de historia, ejemplos, etcétera. Suele identificarse como “iglesia de Cristo” (Romanos 16:16), deseando ser la continuación legítima en el mundo actual de aquella iglesia establecida por Cristo (Mateo 16:18) en Pentecostés (Hechos 2). Porque se compone de seres humanos falibles, en esta esfera material se le hace imposible alcanzar la perfección total en todo sentido. Sin embargo, su meta es enseñar y practicar la sana “doctrina de Cristo” (Hebreos 6:1), sin añadiduras humanas. Le recomendamos procurar conocer a la congregación más cercana, orientándose mediante el “Directorio” disponible en www.editoriallapaz.org, o llamándonos.

-De no existir una congregación bíblica en el área donde reside usted, pues usted mismo puede comenzar una. En www.editoriallapaz.org/Requisitos -nueva congregacion.htm se recopilan algunas directrices basadas en el Nuevo Testamento. Bautizándose usted mismo bíblicamente, también puede bautizar a sus hijas, y formar una iglesia bíblica.

"Fui a escuchar a Josué Yrion y me gustaba la fuerza que ponía en sus intervenciones, pero cuando le pregunté por qué pedían los diezmos, se puso furioso y me dijo que en Malaquías Dios maldecía doblemente a los que no daban los diezmos (maldito con maldición) porque le estábamos robando a Dios, y Dios no cambia y es él mismo antes, ahora y para siempre, y que debíamos obedecer los mandamientos y los preceptos de la ley de Dios. Pero en el Nuevo Testamento dice que estamos en un nuevo pacto de "GRACIA" y en Gálatas, como en otros pasajes de la Biblia, dice que si obedecemos una parte de la ley tenemos que obedecerla toda, y caemos de la gracia de Jesús.

-Comentario. ¡Asimismo! Desligarse de Cristo, cayendo de la gracia, es el resultado de guardar la antigua ley de Moisés. Malaquías pertenece a aquella antigua ley. Diezmar figuraba entre los mandamientos de aquella ley. Referida ley fue anulada, abrogada y clavada en la cruz (Colosenses 2:14-16). El mandamiento de diezmar fue clavado en la cruz. Cualquier varón que no entienda esta sencillísima enseñanza derecho no tiene de pararse en un púlpito. En su esencia Dios y Cristo no cambian. En lo concerniente a leyes espirituales, Dios mismo es quien hace cambios conforme a sus designios. “Porque cambiado el sacerdocio, necesario es que haya también cambio de ley” (Hebreos 7:12). ¿Quién cambió el sacerdocio? Dios mismo. ¿Quién cambió la ley? Dios mismo. Cualquier varón que no entienda esta sencillísima verdad derecho no tiene de ocupar un púlpito. 

"Pero, volviendo, si leo la Biblia y creo en Jesús y en Dios, y estoy aprendiendo más de él. ¿O es necesario que sea en una Iglesia, con algún pastor? Gracias por el tiempo dispensado. Ojala me quisieran contestar. Mi deseo de saber es sano y Dios lo sabe."

-Respuesta. Su carta respira sinceridad y honestidad, hermosos rasgos de corazón sano. Gracias por ser usted así. Este servidor lo considera un honor compartir con usted, esperando y orando que mis breves aportaciones sirvan para edificar y orientar. Abundando un poco más, Cristo añade a su iglesia a la persona obediente (Hechos 2:47). No a cualquiera iglesia, sino a la que él mismo edificó (Mateo 16:18). Los miembros de la iglesia de Jesucristo se reúnen en congregaciones con el propósito de adorar “en espíritu y en verdad” . Esto, sí, es necesario. Al respecto, le recomendamos la lectura de Hechos 2:38-47, Hebreos 10:25, Juan 4:24 y 1 Corintios 11:17-34. Las congregaciones organizadas según el modelo del Nuevo Testamento no las dirigen un solo “pastor” sino una pluralidad de “obispos”, llamados también ancianos o pastores (Hechos 14:23; 20:17-30; Tito 1:5-10; 1 Timoteo 3:1-7; Filipenses 1:1, etcétera), evitándose así el problema del dominio de un solo hombre al frente. Además, los textos citados enseñan que el deber de constituir el liderato bíblico en cada congregación corresponde a evangelistas que funcionan de acuerdo con el rol para ellos definido por el Espíritu Santo mismo.

(1) De católico, (2) a pentecostal, (3) a cristiano “creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad” (Efesios 4:24). Esta tercera etapa en su “odisea espiritual” es crucial, para de ahí continuar el “viaje” hasta morir “en el Señor” (Apocalipsis 14:13), siendo resucitado luego para recibir la corona de inmortalidad. Ojala llegue a este feliz término su travesía espiritual.

Mi deseo ferviente para usted y los suyos es que se unan de lleno a la caravana de cristianos que marchamos resueltamente por el camino estrecho que conduce a la gloria eterna.

Para servirle en el amor de Cristo, Homero Shappley de Álamo.

 

 

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