Los Campos de milicia espiritual 

 

“Buen soldadobuena batalla.”

2 Corintios 10:3-6

Reflexiones sobre la lucha espiritual entre la verdad y el error

La cuestión de juzgar o criticar a líderes religiosos

La de probar a los espíritus 

 

Esta fotografía de un varón que estudia la Biblia ilustra el tema Los Campos de milicia espiritual, en editoriallapaz.

Orientaciones para el alma sincera en busca de Dios y la salvación

 

Ser buen soldado de Jesucristo” en la lucha espiritual universal es una ocupación honrada y necesaria.

“Tú, pues, sufre penalidades como buen soldado de Jesucristo. Ninguno que milita se enreda en los negocios de la vida, a fin de agradar a aquel que lo tomó por soldado” (2 Timoteo 2:3-4). 

He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe” (2 Timoteo 4:7). 

“Buen soldado… buena batalla.”

La lucha del “buen soldado de Jesucristo” no es solo contra la inmoralidad, los vicios, la violencia doméstica y los males emocionales sino también contra:

Gráfica de una Biblia abierta con una espada encima cuya punta se disueleve sobre la Biblia en rayos de luz, todo contra un trasfondo negro con matices rojas.“…filosofías y huecas sutilezastradiciones de hombres” (Colosenses 2:8), 

“…doctrinas de demonios” (1 Timoteo 4:1),

Evangelios diferentes “del que os hemos anunciado” (Gálatas 1:6-10), 

“…fábulas artificiosas” (2 Pedro 1:16)

todo engaño de iniquidad para los que se pierden, por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser salvos” (2 Tesalonicenses 2:10).

El buen soldado Pablo explica:

"No militamos según la carne; porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción fortalezas…

… y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo

… y estando prontos para castigar toda desobediencia…

… cuando vuestra obediencia sea perfecta(2 Corintios 10:3-6).

Obviamente, cierto tipo de “violencia” es común en esta milicia espiritual. Fíjese atentamente, amado en el Señor, amada hermana en Cristo, en los verbos de acción resaltados en la declaración del apóstol Pablo.

Se destruyen “fortalezas” de teologías y tradiciones de origen humano.

Se derriban “argumentos” defectuosos, infundados o irracionales confeccionados para sostener errores y engaños.

Se derriba “toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios”.

Es decir, todo dogma, edicto, bula, reglamento, norma o práctica que se opone al “conocimiento de Dios” revelado perfectamente por el Espíritu Santo en el Nuevo Testamento (Juan 16:13).

Se lleva cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo”.

Se castiga “toda desobediencia”.

Destruir, derribar, llevar cautivo y castigar: estos verbos identifican acciones con un elemento de “violencia”.

En el contexto de la milicia espiritual, “violencia” no carnal, pues “las armas de nuestra milicia no son carnales, sino intelectual, emocional y espiritual:

El encontronazo, el choque, el conflicto, la guerra entre distintas interpretaciones de todo lo relacionado con Cristo, su evangelio y su iglesia.

El “buen soldado de Jesucristo” está preparado, intelectual y psicológicamente, para este tipo de “violencia”. No se acobarda ante ella, huyendo de los “Campos de milicia espiritual” (2 Timoteo 1:7).

Todo creyente debe apoyar al “buen soldado de Jesucristo” en su fuerte lucha contra los “enemigos de la cruz de Cristo… porque por ahí andan muchos” (Filipenses 3:18).

Sin embargo, abundan creyentes que, lejos de respaldarlo, lo denuncian por “malo”, criticándolo y llamándolo a renunciar toda iniciativa agresiva contra lo que percibe él como “doctrinas de demonios” o evangelios diferentes.

Entre sus detractores se encuentran, particularmente, neófitos (principiantes, nuevos, niños) en la fe, y creyentes sentimentalistas para quienes, por su falta de conocimiento, entendimiento o experiencia, toda “batalla” doctrinal es “mala”.

La violencia inevitable y perenne entre la verdad y el error no la soportan.

Se ofenden. Tropiezan.

Realmente, urge que maduren y que sean más realistas. Pero, hasta que no lo logren, quisiéramos evitar que se lastimen.

 

Gráfica de un ser borroso menos la mano derecha que sostiene una espada cuya hoja cortante echa llamas de fuego ilustra el tema sobre Milicias espirituales.

¡ALERTA! 

¡Área de milicia espiritual! 

Materia altamente polémica

 

En este sitio de Internet se hallan varios "Campos de milicia espiritual".

Si usted no está preparado intelectual y emocionalmente para este tipo de conflicto, ¡cuidado de pisar estos campos, a no ser que salga lastimado!

Si opta por entrar, le rogamos lo haga teniendo presente la orientación del Espíritu Santo, a través del apóstol Pablo, en 2 Corintios 10:3-6.

En los “Campos de milicia espiritual”, yo, personalmente, defenderé lo que he aprendido y practico, hasta que ya no sea defendible.

Sea la doctrina o práctica la que fuere, una vez convencido este servidor de que no sea bíblicamente defendible, debo tener la honestidad de admitirlo, la honradez de renunciarlo y la valentía de abrazar la verdad.

Tratándose de los “Campos de milicia espiritual”, ¿acaso se presente usted en ellos con el propósito de defender, a diente y uña, a algún personaje religioso?

Bien sea a un teólogo del pasado o del presente. Ya su propio pastor o pastora, ya su profesor, su sacerdote, un evangelista de renombre, alguien de actualidad que se identifique como apóstol o apóstola, un profeta o una profetisa.

El único digno de una defensa a muerte es el Señor Jesucristo, ¿no le parece?

¿Acaso acuda usted armado de tanto amor y orgullo por la iglesia o la organización religiosa a la que pertenece que su propia armadura, exagerada y muy pesada, le trabe para la lucha, riéndole ineficaz como soldado?

La contienda sana en los campos de conflictos espirituales es buena y necesaria.

“Me ha sido necesario escribiros exhortándoos que contendáis ardientemente por la fe que ha sido dada una vez a los santos” (Judas 3). 

No solo contender sino hacerlo “ardientemente”, o sea, con gran ánimo, calor y fervor, con empeño y tenacidad, sin tregua.

No sin ganas sino con deseo y celo. 

“Por la fe que ha sido dada una vez a los santos”, y no por un evangelio, una doctrina o una iglesia cualquiera.

En este contexto, “la fe” es sinónimo de “la palabra de verdad, el evangelio de nuestra salvación” (Efesios 1:13), “la ley de la fe” (Romanos 3:27).

Este evangelio fue dado “una vez a los santos”, en el siglo I, mediante la obra perfecta del Espíritu Santo, cumpliendo él perfectamente su misión de revelar a los apóstoles “toda la verdad” (Juan 16:13), sin dejar ninguna nueva verdad inspirada para el futuro después de la muerte de los apóstoles.  

Fotografía de manos varoniles que sostiene una Biblia abierta, la sombra de ambos proyectada en una ventana de colores pardos suaves.“Una vez”, y no muchas veces. 

“Una vez” bastaba.

¿Por qué repetir una obra hecha perfectamente?

Por este evangelio revelado una sola vez, y confirmado por señales divinas (Marcos 16:17-20), debemos contender “ardientemente”, y no por algún diferente evangelio traído después de siglo I.

Qué quede claro: la contienda sana por el evangelio no adulterado no cae en la categoría de “pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones”, etcétera, catalogados como “obras de la carne” (Gálatas 4:19-21).

Contender ardientemente por la fe no es, en definitiva, una obra de la carne sino el sagrado deber de todo aquel que ama la verdad sobre todas las cosas (2 Tesalonicenses 2:10-12).

Categóricamente, no deberíamos “contender sobre opiniones” (Romanos 14:1),

Por personajes o nombres (1 Corintios 1:10-13),

Por “fábulas y genealogías interminables, que acarrean disputas más bien que edificación de Dios” (1 Timoteo 1:4),

“…sobre palabras, lo cual para nada aprovecha, sino que es para perdición de los oyentes”

…o por “profanas y vanas palabrerías” que conducen “más y más a la impiedad” (2 Timoteo 14-16).

Pues, semejantes contiendas pertenecen, sí, definitivamente, a la categoría de “obras de la carne”.

Pero, no, recalcamos, el contender sanamente por la fe verdadera.

“Sanamente”, es decir, “con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros” (1 Pedro 3:15).

Sin personalismos denigrantes, insultos o lenguaje soez. 

La franqueza y agresividad sana en la contienda lícita por el evangelio puro no deben interpretarse como falta de mansedumbre o reverencia, error que cometen no pocas personas, especialmente las que son alérgicas a cualquier tipo de contienda, por liviana o inocente que sea.

¿Es usted “buen soldado de Jesucristo”?

¿Respalda usted a los buenos soldados de Jesucristo?

 


 

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