Capítulo Ocho del Análisis

 “La gran ramera… gran ciudad”

Escandaloso drama convulsionado de una poderosa mujer inmoral, avara,
perseguidora, increíblemente cruel y hasta sangrienta, la que también pretende
gobernar al mundo entero y ser adorada por todos los seres humanos.
 

Los capítulos 17, 18 y 19 de Apocalipsis

 

“La gran ciudad." Sus "tantas riquezas". Apocalipsis 18:17

Las enormes riquezas de Constantinopla, la Nueva Roma

 

 

A continuación, el Texto incluido en esta diapositiva.

"La gran ciudad" -Sus "tantas riquezas" (Apocalipsis 18:17). 

Las “tantas riquezas” de la Nueva Roma (Constantinopla). (2) Siglo VI. 

Los gobernantes en Constantinopla reinaban sobre:

64 provincias -935 ciudades.

Caravanas traían sedas, especies y otros tesoros desde China, 243 días de viaje.

“Constantinopla llegó a ser la ciudad más grande del Imperio Romano y del mundo. Las riquezas del Mediterráneo Oriental y Asia Occidental fluyeron a ella.”

El hipódromo de Constantino medía 400 m (1,476 pies) de largo y 180 m (427 pies) de ancho, con cabida para 100.000 espectadores.

Estatuas elegantes de bronce dorado en toda la muralla alrededor, como los cuatro caballos llevados en 1204 por cruzados venecianos. Conservados en el Museo de Venecia.

“Mercadería de oro, perlas, lino fino, púrpura, escarlata, seda, mármol, madera olorosa, canela, incienso, aceite, bestias, esclavos.”

Cinco gráficas:

Muralla de Teodosio, Constantinopla

Caravana de camellos.

Modelo del hipódromo de Constantino.

Esquema del hipódromo y del complejo de edificios adyacentes.

La estatua de los cuatro caballos sacados del hipódromo de Constantino por cruzados venecianos en el año 1204 y llevados a Venecia, donde se conservan en un museo de la ciudad.

 

A.  Muchas profecías sobre "la gran ciudad", que es, "en sentido espiritual", "Babilonia la Grande", Sodoma, Egipto y Jerusalén, ya se cumplieron, efectuándose, efectivamente, una parte de "la sentencia contra la gran ramera", sinónima esta mujer corrupta de aquella ciudad inicua. Faltan las de su destrucción definitiva y final.

B. El cumplimiento comprobado de estas profecías evidencia, indisputablemente, la inspiración divina del libro de Apocalipsis. Cumplidas, pues, estas profecías sobre "la gran ciudad" - "la gran ramera", ¿con qué justificación dudar del cumplimiento de las demás profecías de este libro, y del resto del Nuevo
Testamento? Recuerde: "el testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía" (Apocalipsis 19:10). No fallando sus profecías, su "testimonio" acerca de su Padre celestial, el designio de este para la humanidad y el universo material, el fin de la creación material, el fin del tiempo mismo, su Segunda Venida en gloria, triunfo y juicio, el destino tanto de los justos como de los malos y desobedientes a su Evangelio, ha de tomarse muy en serio. ¿Lo está tomando muy en serio usted?

C. "Tomar en serio" el "testimonio de Jesús" significa no solo estudiar "profecías" sino aprender y obedecer al "evangelio de nuestra salvación". Bondadosa y amorosamente, Dios ofrece salvación a todos, queriendo "que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad" (1 Timoteo 2:3-4). De hecho, según 1 Pedro 1:22, la purificación del alma se alcanza "por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu...". Desde luego, lo que infunde a la verdad el poder de librar y salvar es "la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha" (1 Pedro 1:18-20). Las condiciones para salvación establecidas en esta poderosa "verdad" se destacan en la Gran Comisión emitida por Jesucristo, a saber: "El que creyere y fuera bautizado será salvo..." (Marcos 16:15-16). De manera que el bautismo (inmersión en agua) Cristo lo declara esencial para salvación. Y esto lo confirma el Espíritu Santo mismo en el día de Pentecostés, al proclamar, por medio del apóstol Pedro y los demás apóstoles: "Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo" (Hechos 2:38). El que esto hace es añadido por Cristo mismo a la iglesia que él mismo edificó (Hechos 2:47; Mateo 16:16-18), y no a cualquier iglesia. Aclarando un poco más, es añadido a la iglesia que se rige por el Nuevo Testamento sellado con la sangre del Cordero mismo (Mateo 26:27-28). Respetuosamente, le animamos a obedecer, de no haberlo hecho ya, este evangelio puro, perseverando en él hasta el fin de sus días para que se salve eternamente. Para estudios más completos sobre el "Plan divino de salvación" y "La iglesia edificada por Cristo conforme al modelo de Dios", recomendamos los temas básicos en la Página "El evangelio de nuestra salvación". Para conocer a la iglesia de Cristo más cercana a su residencia, consultar al "Directorio de congregaciones", o contactarnos.

 


 

Contenido completo del Capítulo Ocho

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