Capítulo Ocho del Análisis

 “La gran ramera… gran ciudad”

Escandaloso drama convulsionado de una poderosa mujer inmoral, avara,
perseguidora, increíblemente cruel y hasta sangrienta, la que también pretende
gobernar al mundo entero y ser adorada por todos los seres humanos.
 

Los capítulos 17 y 18 de Apocalipsis

 Acto 1, Escena 1, Escenario 2

Los “diez cuernos” (reyes-reinos) nos dicen
quién es
 “la gran ramera”  en la Europa
occidental durante los siglos del XII al XVII.
 

 

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“…vi a una mujer sentada sobre una bestia escarlata llena de
nombres de blasfemia, que tenía siete cabezas y diez cuernos.”

“Y los diez cuernos que viste en la bestia, éstos aborrecerán a la ramera, y la dejarán
desolada y desnuda; y devorarán sus carnes, y la quemarán con fuego; porque
Dios ha puesto en sus corazones el ejecutar lo que él quiso: ponerse de acuerdo,
y dar su reino a la bestia, hasta que se cumplan las palabras de Dios.”

 Apocalipsis 17:3, 16-17.  

PDF de este estudio

 

A. En este Escenario 2, del Acto 1, del Escandaloso drama de una poderosa mujer inmoral, avara, perseguidora, en ocasiones increíblemente cruel, se enfocan algunas acciones particulares que sirven para identificar inerrablemente a “la gran ramera” en una de sus manifestaciones más importantes, a saber:

Por el asolamiento furioso que los “diez cuernos” (reyes-reinos) desatan contra ella, podemos saber con exactitud quién es “la gran ramera” en la Europa occidental durante los siglos del XII al XVII.

1. Tal como durante las épocas antes de Cristo, asimismo durante la Era Cristiana“la gran ramera” es muy activa y poderosa. Sus encantos y disfraces engañan a multitudes, figurando potentados religiosos y políticos entre los primeros.

Elevado el cristianismo del siglo IV a religión oficial
de estado por el emperador romano Constantino, esta “mujer” depravada, pero a la vez, descomunalmente astuta, y además, atractiva para multitudes, se viste de “cristiana”, seduciendo a casi toda la iglesia de aquel tiempo.

A través de los largos siglos oscuros de la Edad Media, logra corromper a prácticamente todo el cristianismo, enredando también a estados, naciones y reinos seculares-políticos en sus intrigas, haciendo que se acuesten con ella en el lecho de la fornicación espiritual.

Muchos de sus amantes la adoran y ensalzan, ni siquiera dándose cuenta de su verdadera identidad. Pero, llega la hora cuando no pocos de los que la sustentaban se tornan violentamente en contra de ella.

2. Al abrir este Escenario 2, del Acto 1, vemos entrar a diez fuertes potencias empeñadas en atacar y despojar a “la gran ramera”

“Y los diez cuernos que viste en la bestia, éstos aborrecerán a la ramera, y la dejarán desolada y desnuda; y devorarán sus carnes, y la quemarán con fuego” (Apocalipsis 17:16).

¿Cómo quitarle nosotros el disfraz a la “gran ramera” y saber, con certidumbre absoluta, su verdadera identidad? Sencillamente, seguir las pistas dejadas en las profecías apocalípticas. En este caso, la pista clave tiene que ver con los “diez cuernos”. Se nos informa que aborrecen, despojan, devoran y queman con fuego a “la gran ramera.

El blanco de su violento acoso ha de ser, quienquiera que sea, o cualquier entidad que sea, el ente simbolizado por “la gran ramera”.

B. Escrutando todo un caudal de evidencias, ya pudimos identificar, en el Capítulo Siete de este Análisis, los diez reyes-reinos representados por los “diez cuernos”. Indubitablemente, se trata de diez reinos, o naciones, del continente europeo, los que se levantaron del moribundo Imperio Romano hacia finales de la Edad Media y durante el Renacimiento, a saber: 

351019-00169968_superEspaña, Francia, Alemania, Bohemia, Inglaterra, Italia, Suecia, Dinamarca, Escocia y Holanda.

Los “diez cuernos” (reinos-naciones) y “la gran ramera” se enfrascan en conflictos y batallas materiales. Esta “guerra” se torna devastadora
en muchos campos de Europa, durando varios siglos. Las potencias seculares-políticas se sobreponen a la Iglesia Católica Romana, apropiándose de gran parte de sus bienes y matando a no pocos de su multitudinario clero. En el centro superior de esta gráfica ondea una bandera con una cruz. 
 

1. ¿Contra qué entidad se armaron tan duramente estos “diez cuernos” (reyes-naciones)? Revisando cantidad de documentos históricos, citados ya en el Capítulo Siete, pronto comprendemos que llegó la hora cuando, hartos de la explotación económica, intromisión política, intervenciones hasta militares, simonía y la crasa inmoralidad descarada del clero, se lanzaron contra la propia Iglesia Católica Romana, estallando su ira y odio en acciones sumamente agresivas, las que diezmaron a referida iglesia, destituyéndola de la mayor parte de sus bienes.

Reiterando lo que ya apuntamos, todo esto ocurrió hacia finales de la Edad Media, como también durante la Reforma y el Renacimiento. Y no en un rincón aislado de Europa sino en todo el continente.

Los “diez cuernos” NO se lanzaron de esta manera contra ninguna otra entidad o institución sino, específicamente, contra la Iglesia Católica Romana. Especialmente, contra la jerarquía de esta iglesia, desde el Papa hasta monjes y monjas, y contra sus extensas propiedades, comenzando con monasterios y hasta el Vaticano mismo. ¡En toda Europa!

Plenamente comprobados estos hechos, el siguiente silogismo lo tenemos por inexpugnable:

a) Primera premisa. En la profecía bajo análisis, las acciones de “aborrecer, desolar, desnudar, devorar y quemar” las toman los “diez cuernos” contra “la gran ramera”.

b) Segunda premisa. En el cumplimiento real y literal de la profecía en la tierra, los “diez cuernos” toman estas acciones específicamente contra la Iglesia Católica Romana.

c) Inferencia tan ineluctable como indisputable: desde su fundación en adelante, ¡la Iglesia Católica Romana constituye una de las representaciones principales de “la gran ramera”! 

Durante el tiempo que ejerce dominio religioso, social, cultural, económica y aun política, ella es “la gran ramera” sentada airosamente sobre las gentes de Europa, explotándolas, fornicando con las que se someten a su voluntad pervertida; torturando y matando a las que la resisten.

2. Ahora bien, “ramera” identifica a la mujer fornicaria y promiscua que vende sus favores sexuales. “Ramera” es lo opuesto de mujer casta y pura.

En el entorno religioso-espiritual, llamar “ramera” a una “iglesia” se interpretaría, pues, como una terrible ofensa lastimosa y denigrante en extremo. Aún mucho más insultante sería llamarla “GRAN RAMERA”, ya que el adjetivo “gran” implica “fornicación en gran escala”, y, por ende, obsesiva fascinación diabólica con lo carnal.

 Respetado lector, estimada lectora, consciente el que escribe de cuán fuerte es la acusación de “gran ramera”, quisiera dejar bien claro que no procedo inconsiderada o maliciosamente al identificar a la Iglesia Católica Romana como una manifestación principal de “la gran ramera” revelada en Apocalipsis.

Habiendo expresado este mismo sentimiento al desarrollar el Escenario 1 anterior, lo repito en el presente contexto por lo sensible y delicado de la interpretación relacionada con los “diez cuernos” que estamos presentando.

Real y honestamente, obligan a la conclusión declarada tanto las evidencias contextuales de la profecía como los hechos innegables de la historia. Por encima de prejuicios personales, negaciones o mutuas acusaciones subjetivas, está el testimonio de la historia, cuya veracidad es verificable a saciedad, y este “testimonio histórico” señala inequívocamente a la Iglesia Católica Apostólica y Romana como la entidad representada por la simbología de “la gran ramera” apocalíptica.

Aunque quinientos mil millones de voces católicas romanas gritaran al unísono “¡No! ¡No! ¡No!” a esta conclusión, su protesta masiva no cambiaría jamás los hechos de la historia.

a) Pensamos no exagerar al opinar que el 99.9% de las grandes multitudes que profesan ser “católicos romanos y apostólicos” carezca de conocimientos amplios sobre la historia de su propia Iglesia Católica Romana. Que también desconozca las profecías de Apocalipsis. De ahí, su acalorada indignación e incredulidad cuando confrontan información y argumentos como los que impartimos en estos estudios.

Mas, sin embargo, lo damos por axiomático que la mente sinceramente amante de la verdad analiza imparcialmente toda información y argumento, no pronunciando juicios hasta no haber pesado todas las evidencias pertinentes en la gran balanza de la verdad.

b) Apelamos al intelecto de todo partidario de la religión católica romana. Dios es nuestro testigo de que no nos agrada revelar el lado oscuro de institución alguna, pero encubrir u obviar realidades fehacientes tampoco debemos hacerlo.

De la manera que cada alma valiente ha de encararse a su “lado oscuro”, esforzándose para rectificar lo incorrecto o pecaminoso en su mente y vida, asimismo cada institución religiosa está en el deber de confrontar honradamente sus errores o pecados, procurando purificarse.

En varias ocasiones, la Iglesia Católica Romana ha intentado “reformarse”, o “rectificar” algunos de sus enormes pecados contra segmentos grandes de la humanidad, aun pidiendo perdón en uno que otro caso.

Hasta qué medida haya logrado alguna purificación, reformación, transformación sustancial, lo sabrá solo el estudioso que se esmera en dar con la verdad, sin importarle lealtades eclesiásticas o la angustia de espíritu que suele sufrir el que se ve obligado, por su conciencia recta, a enfrentarse a circunstancias o hechos que echen al suelo sus creencias o percepciones tenidas por largo tiempo como correctas.

c) A resumida cuenta, el silogismo expresado en la Partida B, 1 permanece en pie hasta que no se pruebe lo contrario, siendo la conclusión la siguiente: desde su fundación en adelante, la Iglesia Católica Romana constituye una de las representaciones principales de “la gran ramera”.

Las muchas acciones concertadas de los “diez cuernos” contra ella conducen irreversiblemente a esta conclusión.

Estimado lector, estimada, de no haber usted leído los cuantiosos datos sobre referidas acciones recopilados en este comentario, están disponibles en Apocalipsis: análisis de las profecías y visiones, del Capítulo 7, el Acto 1, la Escena 2.

 

Diapositiva para la Escena 1, Escenario 2

Los diez cuernos nos dicen quién es la "gran ramera".

 


 

Próxima entrada del Capítulo Ocho. Historia de la Roma en Italia, Constantinopla, el Imperio Romano Occidental y el Imperio Romano Oriental

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