Comentario sobre Apocalipsis: análisis de las profecías y visiones. Por Homero S. de Álamo

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Hechos de Apóstoles. Por Lucas, médico amado. PDFs del Comentario completo por J. W. McGarvey. 290 páginas de texto y gráficas, tamaño carta.

 

 

Hechos de Apóstoles

Por Lucas, el médico amado

 

Algunas ruinas, incluso del templo de Apolo, de la antigua ciudad de Corinto. Durante su estadía de por lo menos dieciocho meses en Corinto, el apóstol Pablo y sus compañeros de ministerio, Silas y Timoteo, habrán recorrido las calles de aquella ciudad portuaria, una de las más importantes del Imperio Romano del Siglo I.

Algunas ruinas, incluso del templo de Apolo, de la antigua ciudad de Corinto. Durante su estadía de por lo menos dieciocho meses en Corinto, el apóstol Pablo y sus compañeros de ministerio, Silas y Timoteo, habrán recorrido las calles de aquella ciudad portuaria, una de las más importantes del Imperio Romano del Siglo I.

Comentario por J. W. McGarvey, M. A.

Predicador y escritor de la Iglesia de Cristo

Adaptación del Prof. E. J. Westrup 

Parte Tercera

Giras de Pablo entre los gentiles

Hechos, capítulos del 13 al 21.

Sección III

Segunda gira de Pablo. Hechos 15:36 – 18:22.

PDF de este estudio

 

12.  Pablo principia la obra en Corinto.

Hechos 18:1-9

     Versículo 1. El fracaso comparativo de Atenas ilustra acertadamente, si es que no sugirió su posterior observación a los Corintios, que Dios "ha enloquecido la sabiduría del mundo. Porque por no haber conocido en la sabiduría de Dios a Dios por sabiduría, agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación" (1 Corintios 1:20-21). Como así falló en la capital literaria de Grecia, fue enseguida a albergarse en su capital política y comercial. (1) “Pasadas estas cosas, Pablo partió de Atenas y vino a Corinto.” Esta ciudad se hallaba sobre la costa occidental del istmo que une al Peloponeso con el Ática. Distaba solo doce kilómetros atravesando el istmo desde Cencrea en la cabeza del golfo Sarónico, y en esta dirección tenía acceso fácil a todas las ciudades de Asia; y como al poniente estaba el fondo del golfo de Corinto, gozaba por él y el Adriático de estrecha comunicación con Italia y el occidente. Era pues ciudad de grandes ventajas comerciales, lo que había atraído a gran población judía.

     Versículos 2 – 4. Pablo entró solo a esta gran ciudad, totalmente extraño y pobre. Los pocos recursos que había traído de Macedonia se habían agotado, y volvió su atención a la consecución de su pan cotidiano. En combinación providencial halló muy deseable alojamiento y medios de sostenerse. (2) “Y hallando a un judío llamado Aquila, natural del Ponto, que hacía poco que había venido de Italia, y a Priscila su mujer, (porque Claudio había mandado que todos los judías saliesen de Roma) se vino a ellos; (3) y porque era de su oficio, posó con ellos y trabajaba; porque el oficio de ellos era hacer tiendas. (4) Y disputaba en la sinagoga todos los sábados y persuadía a judíos y a griegos.” Verse así en la necesidad de trabajar como oficial de fabricante de carpas, cuando aspiraba a evangelizar una ciudad orgullosa y opulenta, no era nada alentador. Por el estilo sereno y llano del relato de Lucas, pudiéramos imaginar que el sentir de Pablo se había endurecido para tales consideraciones, pero su propia pluma, que suele revelar emociones desapercibidas para Lucas, da muy diversa impresión. Escribiendo a los de Corinto varios años más tarde, cuando toda emoción transitoria se habría olvidado, dice: "Estuve yo con vosotros con flaqueza y mucho temor y temblor" (1 Corintios 2:3). Vivamente sensible a la debilidad de su situación, temía un fracaso similar al de Atenas, y temblaba de pensar que la salvación de tantas almas dependiera de tan débil instrumento. No podremos decir si en Aquila y Priscila hallara inmediatamente camaradería cristiana y aliento, pues aunque era posible que ellos fueran de los judíos del Ponto que se hallaron presentes en Jerusalén el gran día de Pentecostés (Hechos 2:9), o que hayan sido bautizados más recientemente en Roma por discípulos de allí que habían oído el gran sermón de Pedro, y aunque nada dice Lucas de si fueron bautizados por Pablo, con todo, si ya eran discípulos, es muy difícil explicarnos el silencio total del autor en referencia a lo que pasó. De cualquier modo, Pablo los halló fieles adoradores de Dios, y trabó un cariño personal con ellos que duró hasta el último día de su vida. Los encontramos una vez y otra en el curso de la narración, y siempre oiremos algo digno de alabanza de su conducta.

     La predicación en la sinagoga, que se prolongó por varios sábados, parece haber tenido efectos más lentos que de costumbre. Quizá esto fuera porque se debiera en parte a la manera menos agresiva de Pablo, promovida por la flaqueza, temor y temblor ya mencionados.

13.  Llegada de Silas y Timoteo. Rompe con los judíos.

Hechos 18:5-11

 

     Versículos 5 – 7. Por fin la soledad de la situación de Pablo se remedió, y sobrevino un cambio en su manera de predicar. (5) “Y cuando Silas y Timoteo vinieron de Macedonia, Pablo estaba constreñido por la palabra, testificando a los judíos que Jesús era el Cristo. (6) Mas contradiciendo y blasfemando ellos, les dijo: Vuestra sangre sea sobre vuestra cabeza; yo, limpio, desde ahora me iré a los gentiles. (7) Y partiendo de allí, entró en casa de uno llamado Justo, temeroso de Dios, la casa del cual estaba junto a la sinagoga.” Recordará el lector que Silas y Timoteo, cuya llegada se menciona aquí, se habían quedado en Berea, que Pablo les envió recado que se le unieran, tan pronto como pudieran, y que los había esperado en Atenas (Hechos 17:15-16). Lucas nada dice si lo alcanzaron en Atenas, pero por Pablo sabemos que Timoteo sí lo hizo. Escribe: "No pudiendo esperar más, acordamos quedarnos en Atenas, y enviamos a Timoteo... a confirmaros y exhortaros en vuestra fe" (1 Tesalonicenses 3:1-2). Esta observación no solo muestra que Timoteo alcanzó a Pablo en Atenas, sino que de allí fue enviado a Tesalónica. También prueba lo correcto de nuestro juicio de la razón por qué Pablo tenía la costumbre de dejar atrás por algún tiempo, con casi cada iglesia que fundaba, a alguno de sus colaboradores, a saber, para confirmarlos y exhortarlos en la fe. La llegada de Timoteo a Corinto ahora como ya lo vemos, no fue de su estancia original en Berea, sino de una visita reciente a Tesalónica. Probable es que Silas se quedara en Berea hasta ahora.

     Lo que dice que a la llegada de Silas y Timoteo, Pablo era "constreñido por la palabra, testificando a los judíos que Jesús era el Cristo", denota, opinamos, que hasta aquí solo había argumentado, como al principio, en Tesalónica, que según las Escrituras, el Cristo debía sufrir y de nuevo levantarse de los muertos, sin avanzar a más proposición como la de "que Jesús, el cual yo os anuncio, este es el Cristo". Aquello no podría motivar disturbios; esto es seguro que lo provocase entre los judíos que ya habían oído algo de Jesús, como de cierto era el caso con los judíos corintios. La crisis que se esperaba vino, y se siguió la oposición. Afortunadamente un prosélito gentil, hombre de recursos, tenía impresión favorable de Pablo, y tenía casa contigua a la sinagoga, la que ofreció para las asambleas subsiguientes. Justo no era discípulo todavía, pero como adaptado al significado de su nombre, deseaba ver qué se hiciera justicia a Pablo y a la causa que promulgaba.

     Versículo 8. Aunque Pablo salió de la sinagoga en derrota aparente, su labor no fue infructuosa. (8) “Y Crispo, el prepósito de la sinagoga, creyó al Señor con toda su casa; y muchos de los corintios oyendo creían y eran bautizados.” Muy rara vez los de puesto alto en una sinagoga obedecían al evangelio, y así es gran crédito para Crispo, un jefe de ella, que obedeciera, y esto en el punto en que la oposición y blasfemia de los demás judíos llegaban a lo álgido. Debe haber sido hombre independiente y sincero —exactamente de la clase que forma los núcleos de una congregación de discípulos. Su conversión y la de los otros corintios que aquí se mencionan, no se describen con el detalle de la del eunuco, la de Saulo ni la de Cornelio, pero bastante se dice para mostrar que el proceso fue el mismo. "Oír, creer, y bautizarse." Oír al evangelio que se predicaba, creerlo, y ser bautizado es el total del proceso que se expresa en breve.

      Versículos 9 y 10. Aunque su triunfo al salir de la sinagoga ha de haber sido para Pablo un consuelo, tenemos evidencia de haber estado muy lejos de sentir alivio aún de la "flaqueza, y mucho temor y temblor", que le oprimía desde que llegó a Corinto. Ya llegamos al período en que escribió sus cartas, y en adelante consideraremos sus epístolas como documentos contemporáneos para llenar ciertos vacíos que en su historia personal deja Lucas. La primera epístola a los Tesalonicenses fue escrita en Corinto tras la llegada de Silas y Timoteo, lo que se prueba al concurrir dos hechos: que estos dos hermanos alcanzaron a Pablo y que en la epístola Pablo habla del arribo de Timoteo, que acababa de llegar cuando él escribía (Hechos 3:6). Varias expresiones de esta carta arrojan luz en la experiencia interna de Pablo en este tiempo. Lo destrozaba la ansiedad ingobernable por los hermanos en Tesalónica, por quienes con gusto hubiera dado la vida ahora que padecían la persecución más severa (Hechos 2:8, 14-16). El buen informe de su constancia que Timoteo le trajo le dio mucho gozo, pero era gozo en medio de angustia, pues decía:"Volviendo de vosotros a nosotros Timoteo, y haciéndonos saber vuestra fe y caridad, y que siempre tenéis buena memoria de nosotros, deseando vernos como también nosotros a vosotros, en ello, hermanos, recibimos consolación de vosotros en toda nuestra necesidad y aflicción por causa de vuestra fe; porque ahora vivimos, si vosotros estáis firmes en el Señor" (1 Tesalonicenses 3:6-8). Sin duda parte de esta "necesidad y aflicción" era resultado de no haber podido salvar a los judíos de Corinto que ahora lo denigraban y que, bien lo sabia él, no dejarían de probar cuanto ardid pudieran esperar lo echara de la ciudad. En medio de esta crisis fue que el Señor Jesús, por cuya causa sufría, apartó el velo para darle palabras de aliento. (9) “Entonces el Señor dijo de noche en visión a Pablo: No temas, sino habla y no calles: (10) porque estoy contigo y ninguno te podrá hacer mal; porque Yo tengo mucho pueblo en esta ciudad.” Nunca rompía el Señor su silencio de costumbre sino cuando un siervo suyo necesitaba consuelo y aliento. El aliento que en esta ocasión brindó no fue promesa de seguridad personal solamente, sino lo que Pablo apreció mucho más, a saber, la seguridad de que sus labores y sufrimientos en Corinto aún tendrían el galardón en ser salvas muchas almas.

     En las palabras, "…tengo mucho pueblo en esta ciudad", habla el Señor de personas que aun eran incrédulas, quizá idólatras. Esto concuerda con la idea calvinista de que el pueblo del Señor consiste de un número definido a quienes él ha escogido individualmente desde la eternidad, pero no prueba nada de ello, pues el lenguaje que aquí se usa también concuerda con la suposición de que los llamó simplemente porque previó que habrían de creer bajo la predicación de Pablo. El mismo estilo se usa en Apocalipsis cuando el ángel, anunciando la caída de la mística Babilonia, clama: "Salid de ella, pueblo mío, porque no seáis participantes de sus pecados, y que no recibáis de sus plagas" (Apocalipsis 18:4). Dios sabia que en respuesta a su llamado, un pueblo saldría de Babilonia, que él aceptaría, y por vía de anticipación llama a éstos su pueblo.

     Versículo 11. Sostenido por esa seguridad que le dio la visión, Pablo prosiguió con sus labores mucho tiempo y con paciencia. (11) “Y se detuvo allí un año y seis meses, enseñando la palabra de Dios.” Esto es más tiempo del que jamás se había detenido en ciudad alguna, y la palabra "enseñándoles" que describe su obra, muestra que en tan largo período principalmente cumplía con la segunda parte de la comisión apostólica, "enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado" (Mateo 28:20). De aquí podemos ver que, pese a los muchos desórdenes que después hubo en la Iglesia de Corinto, fue probablemente la mejor enseñada de las que fundó Pablo. Si hubieran sido instruidos con menos amplitud, ¿cuál habría sido su condición más tarde?

14. Pablo demandado ante Galión.

Hechos 18:12-17

     Versículos 12 y 13. La tentativa de los judíos para extinguir la predicación, cosa que había esperado Pablo desde que salió de la sinagoga, vino por fin, pero se presentó en forma rara y con resultados raros. (12) “Y siendo Galión procónsul de Acaya, los judíos se levantaron de común acuerdo contra Pablo y lo llevaron al tribunal, (13) diciendo: Que éste persuade a los hombres a honrar a Dios contra la ley.” La acusación que se presentó era de violación de la ley, como en Filipos y en Tesalónica, pero en estos casos la presentaron gentiles refiriéndose a la ley romana, mientras ahora los judíos tuvieron la osadía de hacerlo a nombre propio y con referencia a la ley de ellos. Esto indica hasta dónde llegaba la confianza en su propia influencia, cosa que no hemos visto en ninguna otra ciudad gentil. Esperaban que Galión se dispusiera a hacer callar a un judío que andaba enseñando contrario a la ley de su propio pueblo.

     Versículos 14 – 16. Sin embargo, en esta instancia tuvieron los judíos que tratar con quien era muy diferente de los pretores de Filipos o de los politarcas de Tesalónica. Galión era hermano de Séneca, el famoso moralista romano, quien habla de él como persona de integridad admirable, amable y popular. En la ocasión presente fue fiel a tal representación. (14) “Y comenzando Pablo a abrir la boca, Galión dijo a los judíos: Si fuera algún agravio o algún crimen enorme, oh judíos, conforme a derecho yo os tolerara; (15) mas si son cuestiones de palabras y de nombres, y de vuestra ley, vedlo vosotros; porque no quiero ser juez de estas cosas. (16) Y los echó del tribunal.” La fraseología de Galión, "palabras y de nombres, y de vuestra ley", muestra que tenía un concepto muy confuso de la discusión entre Pablo y los judíos, pero sabía suficiente para justificar su decisión. Esta es la única instancia en todas las experiencias de Pablo en que se trató justa y sumariamente a sus acusadores.

     Versículo 17. La justificación puntual y enérgica del derecho casi siempre halla la aprobación de las masas del pueblo, y a veces devuelve la marcha del prejuicio popular. No sabemos qué actitud tuviera la masa del pueblo para con Pablo antes de esta decisión, pero tan pronto como se dio la decisión, se expresó con mucho vigor. (17) “Y entonces todos los griegos tomando a Sóstenes, prepósito de la sinagoga, le herían delante del tribunal; y a Galión nada se le daba de ello.” El tribunal de juicio o asiento del procónsul, no se instalaba dentro de un aposento cerrado, sino al aire libre, por lo general en la agora o foro. En consecuencia todo juicio que excitaba el interés público lo presenciaba una multitud de espectadores formada en gran parte de gente ociosa de las calles. Estos eran los únicos que podían verse tentados a poner manos sobre Sóstenes, el que, como jefe de los judíos había presentado demanda contra Pablo. Con aquel sentido agudo de lo apropiado que con frecuencia caracteriza a gentío tal, vieron que Sóstenes merecía la paliza que la había preparado a Pablo; y quizá entre risotadas y gritos, se la dieron. La razón de que "nada se le daba" a Galión fue que, con respecto a la cuestión entre Pablo y los judíos, no la entendía; y en cuanto a la tunda propinada a Sóstenes, más bien le gustó, porque éste bien se la merecía. El chasco y la rabia de los judíos no tuvieron límites, pero ya habían aprendido con la amarga experiencia a sofocar tales resentimientos y a quedarse quietos.

     Antes que Pablo saliera de Corinto, y quizá previamente a la demanda ante Galión, escribió aquél la segunda epístola a los Tesalonicenses. Las indicaciones de tiempo y lugar en esta carta son muy exiguas, pero faltando evidencia contraria, son finales. Primero, hay tal conexión de ideas y materia entre ella y la primera, que indica no haber habido largo intervalo de tiempo entre las dos; y segundo, Silas se agrega a Pablo en la salutación (2 Tesalonicenses 1:1); aquél empero no andaba con éste luego que salió de Corinto. Si supiéramos cuándo ocurrió la separación, si fue al partir Pablo de Corinto o en tiempo anterior, fijaríamos la fecha exacta con aproximación, pero comúnmente se supone que fue escrita el mismo año que la primera, y esto fijaría fecha para ambas por el año 52. La epístola revela el hecho de que esta iglesia todavía sufría persecución severa, pero que la soportaba con admirable paciencia, por lo que Pablo les dice: "Debemos siempre dar gracias a Dios por vosotros, hermanos, como es digno, por cuanto vuestra fe va creciendo, y la caridad de cada uno de todos vosotros abunda entre vosotros; tanto que nosotros mismos nos gloriamos de vosotros en las iglesias de Dios, de vuestra paciencia y fe en todas vuestras persecuciones y tribulaciones que sufrís" (2 Tesalonicenses 1:3-4). La ansiedad extremada que por ellos había sentido al escribirles su primera epístola, su asiduidad tanto en mandarles a Timoteo como en escribirles, fue premiada abundantemente por la perseverancia de ellos. Pablo fue movido, no solo a acción de gracias, sino a muchas tiernas plegarias por ellos, lo que brevemente cita en la epístola. Había oído decir que, o por espíritu, o por palabra, o por carta de él, habían sido turbados con referencia a la Segunda Venida del Señor (2 Tesalonicenses 2:2); y para prevenirlos contra toda impostura en lo futuro, les da prenda con la que pudiesen probar si una carta que se decía de él lo era en realidad. Les dice: "Salud de mi mano, Pablo, que es mi signo en toda carta mía; así escribo" (2 Tesalonicenses 3:17). Y esto prueba que ordinariamente empleaba un amanuense que le escribiera sus cartas (Compárese con Romanos 16:22.), pero de su puño y letra escribía la salutación como evidencia de que estas epístolas eran auténticas. El empleo de un escriba hábil tal como se hallara a mano en cualquier ciudad, si es que entre sus acompañantes no hubiese alguien que tuviera tal facilidad, lograba tal perfección de un manuscrito que no llevara expresión alguna ilegible, mientras el autógrafo de salutación garantizaba la autenticidad del documento. Como estas dos epístolas son las primeras escritas del Nuevo Testamento, fácilmente podemos creer que el ejemplo de Pablo en proteger documentos inspirados contra todo riesgo de error en lectura o de impostura lo hayan seguido los autores de otros libros del mismo género.

14.  Pablo regresa a Antioquía.

Hechos 18:18-22

     Versículo 18. El incidente que elige Lucas para mención de Corinto fue la demanda ante Galión, aunque allí continuó Pablo por tiempo considerable. (18) “Mas Pablo habiéndose detenido aún allí muchos días, después se despidió de los hermanos y navegó a Siria, y con él Aquila y Priscila, habiéndose trasquilado la cabeza en Cencrea porque tenía voto.” Su permanencia en Corinto pueda tomarse como indicación del tiempo que hubiera pasado con algunas otras iglesias si se le hubiese permitido hacerlo así. Gracias a Galión, ésta fue la única iglesia en Macedonia y Grecia en que le fue dado quedarse tanto como le pareció propio. Sin embargo, veremos luego que, con todo y estar libre de persecución, esta iglesia no fue mejor, comparada con las de Tesalónica y Filipos.

     Al tratar de embarcarse para Siria, preciso le fue cruzar el istmo hasta Cencrea, donde en período posterior hallamos una iglesia, quizá fundada allí por Pablo durante su permanencia en Corinto. Al llegar a este puerto, había expirado el lapso de cierto voto suyo. Imitando al de Nazareato se había dejado crecer el pelo, mientras duró el voto, y al terminar el período de éste volvió a rasurarse la cabeza, práctica que es tan usual entre las naciones que usan tur­bante. Muchos han confundido este voto de Pablo por el de Nazareato, porque no recuerdan que al terminar éste, el pelo había de cortarse en el templo y quemarse en el fuego del altar (Números 6:13-18).

     Versículos 19 – 22. Un buque navegando de Cencrea a Siria podía muy convenientemente tocar Éfeso, destino de Aquila y Priscila. (19) “Y llegó a Éfeso y los dejó allí; y él entrando en la sinagoga disputó con los judíos, (20) los cuales le rogaban que se quedase con ellos por más tiempo; mas no accedió, (21) sino que se despidió de ellos diciendo: Es menester que en todo caso tenga la fiesta que viene en Jerusalén; mas otra vez volveré a vosotros queriendo Dios. Y partió de Éfeso. (22) Y habiendo arribado a Cesarea, subió; y después de saludar a la iglesia, descendió a Antioquía.” Ya había decidido Pablo que era tiempo de regresar a Antioquía para informar el progreso antes de emprender la evangelización de otra ciudad grande. Habiéndose fijado en Éfeso como su siguiente punto de ataque, toma el pulso, por decirlo así, de los judíos de allí con algunas pláticas en la sinagoga; y hallándose favorable, deja a Priscila y Aquila allí con el propósito evidente de preparar lo mejor que pudieran y que, estando allí, a su regreso le ayudaran como lo habían hecho en Corinto; luego, con promesa de volver, sigue empero su viaje. La travesía a Cesarea y la ruta a Antioquía se dan sin registrar incidente, solo que al desembarcar en aquélla, "subió a saludar a la iglesia". Esta fue la que se había fundado allí con el bautismo de Cornelio y sus amigos. Los comentadores, guiándose por una interpolación que hay en el texto"Es menester que en todo caso tenga la fiesta que viene en Jerusalén", asumen que la iglesia que visitó fue la de Jerusalén, pero si hacemos caso omiso de tal interpolación, nada hay que justifique esa conclusión.

     Al llegar a Antioquía, no hay duda de que luego alegró el corazón de los hermanos que habían encomendado a él y a Silas a la gracia del Señor, y les narró todo lo que Dios había hecho con él y cómo había abierto aun más la puerta de la fe a los gentiles. Quizá Silas le precediera; si no, sin duda les explicó las circunstancias que los había separado, como Lucas no nos las refiere. En cuanto a cambios que hayan ocurrido en Antioquía en los tres años de ausencia de Pablo, Lucas calla igualmente, pues tiene la vista fija, como Pablo la tiene, en las faenas que esperan hacer en Éfeso, las que se apresura a describir.

 

Proceder al comentario sobre Hechos 18:24 - 19:1-40.

 


 

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