Comentario sobre Apocalipsis: análisis de las profecías y visiones. Por Homero S. de Álamo

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Hechos de Apóstoles. Por Lucas, médico amado. PDFs del Comentario completo por J. W. McGarvey. 290 páginas de texto y gráficas, tamaño carta.

 

 

Hechos de Apóstoles

Por Lucas, el médico amado

 

Pablo, Silas y Lucas predican el evangelio a Lidia, vendedora de púrpura, y su familia en Filipos, de Macedonia, bautizándose ellas.

Comentario por J. W. McGarvey, M. A.

Predicador y escritor de la Iglesia de Cristo

Adaptación del Prof. E. J. Westrup 

Parte Tercera

Giras de Pablo entre los gentiles

Hechos, capítulos del 13 al 21.

Sección III

Segunda gira de Pablo. Hechos 15:36 – 18:22

PDF de este estudio

 

4.  Ciertas mujeres en Filipos.

Hechos 16:11-15

     Versículos 11 y 12. Diariamente no se podrá hallar barco listo para zarpar en el puerto de Troas, y con menos frecuencia todavía para ir al puerto sin importancia de Neápolis. Al hallar pues, uno para el objeto, y listo para levar anclas, el grupo apostólico debe haberse dado cuenta por fin de que el Señor favorecía su viaje. (11) “Partidos pues de Troas, vinimos camino derecho a Samotracia, y al día siguiente a Neápolis; (12) y de allí a Filipos, que es la primera ciudad de la parte de Macedonia, y una colonia; y estuvimos en aquella ciudad algunos días.” La expresión "vinimos camino derecho a Samotracia" denota que hubo viento favorable; pues un barco de velas solo con ese viento puede hacer camino derecho. También tenemos evidencia de que este viento favorable era brisa fuerte que llevaba con rapidez al barco, pues en viaje posterior (Hechos 20:6) se ocuparon cinco días para la misma distancia. Esta fue otra indicación que no podrían los viajeros menos de observar, después de experiencias pasadas, de una Providencia que les favorecía.

     Samotracia es una isla en el mar Archipiélago, y Neápolis (Ciudad Nueva), (llamada hoy Kavalla) era el puerto de Filipos. Está a dos kilómetros de Neápolis hacia el noroeste. El camino pasa encima de altas colinas que se extienden de oriente a poniente, y luego baja a llanura extensa donde se halla Filipos sobre un alto. Acercándose los viajeros a la ciudad, cruzaron el río Gangitis, en la orilla opuesta del cual los ejércitos de Bruto y Casio por un lado y los de Octaviano y Antonio por otro tomaron orden de batalla ante la lucha final que decidió la suerte de la República Romana. Los misioneros cruzaron a pie el campo de batalla para llegar a la ciudad. La hallaron ciudad romana con población griega todo en rededor, pues esto denota la expresión "colonia". En conmemoración de la gran batalla, Augusto César la hizo colonia llenándola de romanos transportados de Italia. Ya estaban los apóstoles en Europa, y este fue su primer contacto con una comunidad romana. La nota de que Filipos era "la primera ciudad" de la región no quiere decir que fuera la más importante de las cuatro partes en que se dividía Macedonia, pues Anfípolis tenia esta distinción en la parte a que Filipos pertenecía; se refiere a un distrito más pequeño, y la comparación es con poblaciones y aldeas no lejanas.

     Versículos 13 – 15. Al entrar a esta ciudad extraña no hallaron los após­toles sinagoga judía en que fueran invitados a dar "alguna palabra de exhortación para el pueblo", y sin duda se vieron algo perplejos de cómo introducir el evangelio para la población gentil. El modo en que se resolvió el problema se dice en lo que sigue del texto. (13) “Y un día de sábado salimos de la parte junto al río, donde solía ser la oración; y sentándonos, hablamos a las mujeres que se habían juntado. (14) Entonces una mujer llamada Lidia, que vendía púrpura en la ciudad de Tiatira, temerosa de Dios, estaba oyendo; el corazón de la cual abrió el Señor para que estuviese atenta a lo que Pablo decía. (15) Y cuando fue bautizada y su familia, nos rogó diciendo: Si habéis juzgado que yo sea fiel al Señor, entrad en mi casa y posad: y constriñónos.” De esto parece que se quedaron hasta el sábado para decidir cómo y dónde comenzar su trabajo. Podría haber sido diferente si hubiesen encontrado a Lidia y su familia antes. La razón de que pensaran que había lugar de oración a la orilla del río pudo ser que vieron algo que lo indicaba cuando lo cruzaron al llegar a la ciudad, o quizá al indagar de la presencia de judíos en la ciudad, oyeron decir que algunas mujeres solían salir cada ocho días a este lugar con tal objeto.

     Lidia residía en Tiatira, ciudad proconsular de Asia (Apocalipsis 1:11) que está situada en su frontera norte, el grupo de Pablo, cuando "vinieron a Misia", probablemente pasaron cerca. Era famosa por la excelencia de sus tintes púrpura, y aún hoy es pueblo agradable de unos diez mil habitantes. Como la púrpura era un tinte caro, no se usaba más que en ropas costosas, y lo que se dice que era tratante en esto indica que, aunque se viera precisada a trabajar, comparativamente gozaba de circunstancias favorables. Lo mismo se comprende al decir "mi casa", que era suficientemente amplia para alojar a Pablo y sus tres compañeros, y que su familia comprendía varias mujeres (Versículo 13. Compárese con Versículo 15.). Se alude a su carácter, no solo al decir que era "temerosa de Dios", sino al considerar que en esta ciudad pagana, en la que el sábado era ignorado de sus habitantes, ella lo observaba con fidelidad; y que mientras otros mercaderes de púrpura se ocupaban ese día, ella cerraba su tienda sin atender a las demandas de la competencia, y que aunque no hubiera sinagoga para el culto, y ningún varón judío que dirigiese el culto de costumbre, ella y sus empleadas por hábito dejaban la ciudad ruidosa por pasar el día santo en oración en la ribera del río. Tal fidelidad a Dios bajo circunstancias tan adversas, no se llega a ver seguido aun en nuestros tiempos favorecidos. Esto se ve desde lo alto y tuvo su galardón debido.

     Ahora podemos comenzar a ver el designio del Señor en volver a Pablo de Asia, y de Bitinia, cuando quiso ir a esos países, llevándolo por Misia a Troas, enviándole allí aquella visión nocturna, y trayéndolo con todo su grupo a esta colonia romana con tan singular cadena de circunstancias. Estas mujeres acostumbraban juntarse a la orilla del río el sábado para la oración. Dios había oído sus plegarias, como en el caso de Cornelio, y escogió tan misterioso modo de traerles a estos predicadores a que pudiesen por su palabra creer en Cristo y saber el camino de salvación. Había dirigido el viaje de Pablo por tierra y mar, y dado tiempo al movimiento del barro en referencia a aquella reunión de oración, así como en otro tiempo dirigió el vuelo del ángel desde el cielo a coordinar los pasos de Felipe con referencia al movimiento del carro del eunuco. Como en aquellas instancias, contesta ahora las oraciones del inconverso, no por las operaciones directas de su Espíritu interiormente, sino trayéndole el evangelio de labios de un mensajero vivo, y es circunstancia muy singular, como otros lo anotan, que aunque a Pablo se le había prohibido predicar en Asia, sus primeros convertidos en Filipos eran asiáticos.

     La expresión de que el Señor abrió el corazón de Lidia presupone que en antes, de algún modo su corazón estaba cerrado. No lo fue por cierto por la dureza de una vida pecaminosa, o por pravedad hereditaria; tal suposición queda anulada por la firmeza con que antes se adhería al culto de Dios a pesar de grande tentación. Estaba cerrado como podía estarlo el de un serio adorador judío. Todo judío y prosélito judaico en aquel tiempo se hallaba tan ligado a la creencia de que el Mesías vendría a establecer un reino terreno, que llevaba el corazón herméticamente cerrado al concepto de un Cristo crucificado cuyo reino era puramente espiritual. Fue esto lo que hizo que la masa de judíos rechazaran al Cristo aun en la tierra y que continuara siéndoles "tropezadero" (Juan 5:44: 1 Corintios 1:23). Que Lidia fuese judía o prosélita, tal era "la esperanza de Israel" en que había sido instruida y por lo que se le había enseñado a orar con devoción, y si el efecto natural de esto no se le hubiere quitado del corazón, ella habría rechazado el evangelio como lo hicieron en masa quienes habían sido sus maestros. La expresión "el corazón de la cual abrió el Señor" significa que le quitó el concepto erróneo que le hubiera sido obstáculo para recibir el Cristo. El efecto de este abrir fue precisamente lo que se deseaba; la llevó a estar "atenta a lo que Pablo decía".

-El verbo griego que aquí se traduce "estar atenta", en algunas conexiones denota fijar la mente en algo y en otras llevar algo a la práctica. Como no puede denotar lo primero, pues Lidia ya había fijado la mente en la predicación, como se declara en las palabras, "una mujer llamada Lidia estaba oyendo". Primero oyó, luego el Señor le abrió el corazón, y por fin estuvo atenta a lo que Pablo hablaba. El significado es que llevó a la práctica lo que Pablo decía. Qué era lo que decía Pablo nos lo ha dicho Lucas tantas veces que no lo reitera, pero por el modo en que menciona la observancia del bautismo, indirectamente muestra que esta ordenanza era parte de ello. Al decir, "y cuando fue bautizada", denota que esto fue una de las cosas a las que ella estuvo atenta. Sabemos que, al predicar Pablo a tales personas, las dirigía siempre a creer al evangelio, arrepentirse de sus errores y a bautizarse, y si Lidia estuvo atenta a las cosas que él habló, estas tres cosas fueron las que ella puso por obra.

     Aun tenemos que fijarnos en que, desde otro punto de vista, en ningún otro caso de conversión se dice en ninguna otra parte lo que aquí: que el Señor le abrió el corazón. Ya vimos lo que abrirlo era y cuáles eran los efectos de esto; ahora indagaremos de qué manera hacía esto el Señor. Es común en demasía entender tales expresiones como ésta en el sentido de una acción inmediata de Dios o su Espíritu Santo, y desentenderse de agencias o instrumentos secundarios que él emplee. En esta instancia es fácil brincar a la conclusión de que el Señor abriera el corazón a Lidia por una operación directa de su Espíritu, y así pasar por alto un método muy diferente que en el contexto claro se indica. Para ver esto hay que ponernos en lugar del autor e indagar qué llevó a Lucas a dar expresión a esto referente a Lidia, lo que no ha hecho con respecto a ninguna otra persona cuya conversión describe. No puede ver que Dios hiciera con Lidia algo que omitió en otros casos, pues con cada judío o prosélito fue necesario el mismo proceso. La diferencia es únicamente en la fraseología que se emplea. Esto se explica con el hecho de que Lucas, con todo el grupo y Pablo, habían estado muy perplejos por semanas para entender lo que Dios se proponía hacer con ellos, volviéndolos de campos de labor que les parecían de más promesa, y guiándolos ade­lante, quisieran que no, hasta traerlos a esta ciudad pagana donde no parecía haber oportunidad para introducir luego el evangelio. A la mitad de su perplejidad inesperadamente dieron con estas mujeres, y aunque nunca las habían visto antes, y bajo las circunstancias podrían haber esperado una lucha larga y ardiente para vencer su natural repugnancia a un Mesías crucificado, se sorprendieron de hallar inmediatamente abierto el corazón de Lidia, y de ver lo que el Señor había hecho y seguía haciendo al prohibirles entrar en Asia. Si el Señor no les hubiera estorbado, Pablo estuviera ya en Asia o en Bitinia, y estas mujeres de sencillo corazón seguirían orando en ignorancia de la salvación que para ellas se había provisto. Así fue obra notable del Señor, y Lucas se vio impulsado a expresarlo de esta manera. El Señor abrió el corazón de Lidia, como abrió el del eunuco, trayéndole desde tan lejos al punto propicio un predicador vivo por cuya palabra se logró el fin.

     El hecho de que la familia de Lidia fuera bautizada lo han tomado algunos sabios paidobautistas como evidencia presuntiva en favor del bautismo de los niños. Alberto Barnes arguye así: "El caso es uno que da prueba presuntiva de ser ésta una instancia de bautismo de familia o sea de niños. Pues (1) se menciona particularmente que ella creyó. (2) No se intima que ellos creyeran. Al contrario, fuertemente se denota que no lo hicieron. (3) Se hace manifiesto que ellos fueron bautizados porque ella creyó". Sería difícil hallar una instancia de raciocinio más falaz. En la expresión "bautismo de familia o sea de niños", tácitamente se asume que los dos son idénticos, cosa que está por probar. La declaración "se menciona particularmente que ella creyó" es engañosa; para nada se menciona que ella creyó solo se da a entender. Finalmente, la inferencia asumida de que "ellos fueron bautizados porque ella creyó" no tiene el más ligero soporte en palabra alguna del texto. Fue la imaginación del Sr. Barnes la que la leyó en el texto. El Dr. Alexander expone el caso así: "La fuerza real del argumento está, no en caso alguno, sino en la mención repetida de familias enteras que fueron bautizadas"; y a ponerlo así, sigue la muy citada pregunta de Bengel: "¿Quién puede creer que, entre tantas familias, no haya habido un pequeñín?” Se contesta que solo hay cuatro familias enteras que se mencionan en el Nuevo Testamento que se bautizaron, y en tres de éstas hay prueba positiva de que no habla un párvulo .

-En la de Cornelio no lo hubo porque todos hablaron en lenguas y creyeron (Hechos 10:44-46; Hechos 15:19).

-Ninguno hubo en la del carcelero pues todos creyeron y se gozaron en el Señor (Hechos 16:34).

-No lo hubo tampoco en la de Estéfanas porque se habían "dedicado al ministerio de los santos" (1 Corintios 1:16; 1 Corintios 16:15).

-La inferencia, pues, con respecto a la familia de Lidia se invierte, pues ya que fue peculiar de todas las familias bautizadas saberse de hecho no tener niñitos, y no habiendo evidencia de lo contrario, se justifica nuestra contención de que esto también fue peculiar en la familia de Lidia.

-Si el número de familias enteras bautizadas fuera mucho mayor, el argumento sería el mismo. Y no hay que olvidar que hoy es algo que ocurre a diario entre gran número de evangelistas que constantemente bautizan multitudes. Bautizan familias enteras sin un solo párvulo en ellas. Casi cualquier evangelista activo puede relatar ejemplos tales de su propia experiencia.

-Los comentadores más capaces paidobautistas son más cándidos sobre este tema.

-Así Alford en el caso de Lidia dice: "Quizá ninguna inferencia para el bautismo infantil se pueda deducir de aquí".

-Gloag expone: "Evidentemente el pasaje en sí no se puede aducir como prueba ni a favor ni en contra del bautismo infantil; no hay indicación de que hubiera o no párvulos en la familia de Lidia".

-Meyer dice que del bautismo de párvulos "no se puede hallar vestigio en el Nuevo Testamento".

-Plumtree se expresa en estas palabras: "La declaración de que su familia fue bautizada, con frecuencia se ha instado como evidencia de que el bautismo infantil era la práctica del siglo apostólico. Sin embargo, debe admitirse que esto es demasiado leer entre renglones, y lo más que se puede decir es que el lenguaje del escritor no excluye a los párvulos. Además, en esta instancia no hay evidencia de que hubiera chicos, ni aun de que fuera casada. La casa puede haber consistido de mujeres libres y esclavas que ella empleaba, y hacían su familia".

-Esta última observación de tan agudo y cándido escritor, acierta a ser la explicación que realmente se da en el texto, pues al llegar Pablo a la ribera, "habló a las mujeres que se habían juntado" (Versículo 13); y cuando el escritor habla de la familia de Lidia, dos versículos adelante, es evidente que trata de identificar a estas mujeres como la familia. Enteramente en el límite de las probabilidades está lo que también Plumtree sugiere, que entre ellas se hallaran Erodías y Síntique, que más tarde colaboraron con Pablo en el evangelio, y cuyo extrañamiento una de otra en periodo todavía posterior fue tema de profunda solicitud para el apóstol (Filipenses 4:2,3). 

     El bautismo de esta familia entera abrió albergue al apóstol y compañía, mucho más afable que en ninguna casa de gentiles donde se hubieran alojado; y con todo, el propio espíritu de finura les vedaba aceptar la hospitalidad de Lidia, hasta que su súplica insistente reveló que ella tendría su negativa final como evidencia de que no confiaban en ella como “fiel al Señor”. Lucas dice, “constrinónos”, con esta súplica.

 

Proceder al comentario sobre Hechos 16:16-40.

 


 

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